2O

La sonrisa de JiMin es preciosa y contagiosa, con sus ojitos brillantes y su rostro feliz, tirando de YoonGi en todas direcciones y apuntando a las atracciones que más llaman su atención.

Hasta ese momento.

—Basta, voy a caerme. —JiMin medio grita.

YoonGi traba una sonrisa en sus labios, apretando la mano disponible de JiMin, mientras el encargado de la rueda de la fortuna lanza una risita discreta, ajustando el seguro en sus asientos.

Fue un poco complicado hacer que subieran a esa atracción en particular, porque a JiMin casi se le paraliza el corazón con las alturas, pero sólo durante la subida ya que después parece más relajado, observando el paisaje iluminado desde arriba.

YoonGi está prácticamente seguro que el temblor en las manos de su novio es, de cierto modo, tierno.

—Me voy a caer, YoonGi. —JiMin insiste, cuando el encargado se ha marchado después de desearles buena suerte.

—Vamos, cierra los ojos y te avisaré cuando estemos arriba. —YoonGi intenta, calmando los nervios de JiMin.

La subida es tranquila. Pueden escuchar el ruido de fondo, todas las risas, los gritos, la música estridente de los demás juegos que los acompañaron por largo y divertido rato.

Para YoonGi es perfecto. Él siente que ambos necesitaban ese momento, lejos de todos los problemas que parecieron desenvolverse en ese último tiempo.

Da un vistazo hacia bajo, midiendo mentalmente la distancia y los asientos vacíos, junto a las luces que iluminan la rueda y piensa, solo un poco más, que le hiciese encantado llevar a JiMin a una rueda mucho más bonita. Pero eso eventualmente no importa, porque ambos se han divertido tanto ese día.

Finalmente, tras torturosos minutos para JiMin, la rueda se detiene en lo más alto y YoonGi tira suave de su mano, insitandole para que abra los ojos y se maraville con la vista desde arriba. Sabe que el miedo se va, cuando la sonrisa feliz de JiMin re aparece y sus pequeños pies golpean al aire, divirtiéndose como el niño precioso que es.

YoonGi puede observarlo de perfil y no importa cuán mal piense JiMin que se ve, porque para él es la persona más hermosa del mundo con todo lo que le involucra.

—Oye, hey, te noto nervioso. —YoonGi bromea en medio de un susurro y el aire frío golpeandole el rostro.

JiMin aún tiembla pero sólo un poco, cuando ladea el rostro y le regala la más preciosa de todas sus sonrisas.

La luz es cegadora desde ese punto, pero YoonGi sabe con certeza que su novio le está arrebatando todo el brillo y no importa lo mucho que JiMin dude de aquello, para él siempre será toda la verdad.

JiMin sigue chillando desde su asiento pero de a pocos su mirada titubea hacia abajo y sus labios se abultan en una mueca suave que hace reír a YoonGi.

—¿Lo vez? Todos le tienen miedo a esto. —JiMin protesta, golpeando con sus pies al aire.

Probablemente es solo su corazón latiendo descontrolado o su cerebro formulando todo a una velocidad sorprendente, quizá, también se trata de que ya no puede guardarse más las cosas y lo maravillado que está por ese amor que es joven pero que demostró ser maduro. Sea lo que sea, YoonGi no puede y tampoco quiere entenderlo, así que solo lo hace funcionar de la única manera que en ocasiones le funciona.

Torpe.

—Cásate conmigo. —YoonGi pronunció, levantando un poco la voz para su propio gusto.

JiMin se quedó estático un momento y la escena pudo ser graciosa para el mayor, pero no en un momento donde las cartas habían sido lanzadas a la mesa y aguardaba a por algo que no sabía si podría suceder.

Se permitió respirar profundo, repitiéndose que todo saldría bien si la vida y su amor así lo querían, porque ambos se amaban lo suficiente como para dar ese paso, independientemente de cualquier cosa. Sin embargo, YoonGi quiso hacerlo aún más claro.

—Sé perfectamente que aún somos muy jóvenes para este paso, Mimi. Pero es que.. no tienes porque preocuparte, sabes mas que yo, que voy a esforzarme, que estoy esforzándome por ser un buen hombre en el futuro, en este presente también. Te amo, quiero que hagamos esto, permiteme hacerlo.

JiMin regresó la mirada hacia el mayor. Sus ojos se encontraban un poco cristalizados y tenía la suave expresión de querer echarse a llorar pero estar reprimiendose de alguna forma.

Para YoonGi, él todavía era una visión con sus mejillas sonrojadas, sus labios brillantes y sus preciosos y amorosos ojos fijos sobre su persona.

Su silencio le sentó mal. Era tal vez que no estaba preparado, que dudaba, que estaban pasando muchísimas cosas negativas en su cabeza que le impedían decirle que sí, que se lo permitía.

YoonGi bajo la mirada hacia sus manos, sintiendose chiquito, imbecil e inquieto ante su torpeza. Puede que fuese muy pronto, pero él estaba seguro de querer eso, aunque quizá, JiMin no.

—Si quiero, sí, sí, por supuesto que sí. —JiMin finalmente respondió en medio de balbuceos y sollozos que oprimieron el pecho de YoonGi.

La rueda comenzó a girar de nuevo, lista para regresar a tierra según la petición de YoonGi y ni siquiera fue capaz de fijarse si el tiempo que había solicitado, llegó a su fin. Todo lo que podía ver era el rostro lloroso del amor de su vida y sentir la felicidad que parecía querer atacarlo en cualquier instante.

De nuevo se permitió las lágrimas, pero también la sonrisa, mientras llegaban al piso y alguien les ayudaba a bajar de los asientos.

YoonGi tomó en sus brazos a su vida entera, apretandolo contra su cuerpo, escuchando de fondo el ruido, la música, los aplausos de quienes habían acertado en una sola cosa desde que les vieron subir sin que nadie más pudiera hacerlo de momento.

Allá arriba, casi tocando las estrellas, alguien estaba pintando un nuevo comienzo.

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