(T2) Soledad

El final del verano trajo consigo un oscuro amanecer en tu vida. El 20 de febrero marcó el abrupto final de tu relación con Rachel. Desde entonces, evitarla se convirtió en tu única prioridad. Parecía como si todo lo que compartieron, cada momento juntos, cada palabra, se desvaneciera en la oscuridad de tus recuerdos.

Tomaste la difícil decisión de terminar con Rachel por el bien de ambos. Sabías que un matrimonio arreglado, impuesto por tus padres, los separaría inevitablemente. Aunque era lo correcto, el peso de la separación se asentó como una losa sobre tu corazón. Rachel era el amor de tu vida, y saber que no estarían juntos te destrozaba por dentro.

Los meses que siguieron estuvieron marcados por tu actitud sombría, perceptible para todos tus amigos. Tem, Gary, e incluso los miembros de Aullidos Nocturnos, notaron tu cambio. Aunque hacías todo lo posible por ocultarlo, el dolor de la separación te consumía lentamente. A pesar de conocer la razón detrás de tu ruptura, tus amigos estaban preocupados por ti.

Aunque tu corazón estaba roto, te sumergiste en tus estudios con una determinación renovada. Durante los meses de marzo a mayo, tu rendimiento académico mejoró notablemente. Parecía que cada libro, cada tarea, era una vía de escape de tu dolor emocional. Te esforzabas por destacar en todas las áreas de tu vida, incluyendo el cuidado de tu salud física y emocional.

Sin embargo, tu transformación no pasó desapercibida para tus amigos. Te volviste más reservado, más solitario. A menudo, preferías la compañía de tus propios pensamientos a la de tus amigos. Solo te relacionabas con los demás cuando se trataba de asuntos escolares o de deberes compartidos. Incluso tus amigos en Estados Unidos, a quienes solías comunicarte regularmente, parecían haber desaparecido de tu vida, dejando un vacío en tu corazón que nada podía llenar.

[...]

El mes de septiembre marcaba el inicio de tu segundo año escolar, lo que implicaba una mayor carga de clases y actividades del club. En este momento te encontrabas entre bastidores, rodeado de oscuridad y murmullos. Junto al resto de los miembros de Aullidos Nocturnos, te preparabas para otro concierto, una práctica que se había vuelto cada vez más frecuente en la escuela. Para ustedes, estos conciertos eran como exámenes para el club de música.

El telón se levantó lentamente, revelando a los integrantes de la banda vestidos con camisa blanca, chaleco negro y corbata, el atuendo oficial que los hacía lucir elegantes y que se complementaba perfectamente con el estilo de las canciones que interpretaban.

Con el silencio envolviendo el ambiente, el primer compás resonó en el aire, indicándote que era tu turno de cantar. Era el momento de brillar en el escenario y dejar que tu voz se uniera a la armonía de la música, transportando a la audiencia a un mundo de emociones y melodías.

Cuando la última nota de la canción se desvaneció en el aire, los aplausos inundaron el auditorio, un eco del creciente reconocimiento y la popularidad en aumento de la banda. Los Aullidos Nocturnos estaban en la cima, cada vez más conocidos, con videos en línea que documentaban sus actuaciones. Sin embargo, detrás de la música y el entusiasmo del público, se ocultaba un mensaje profundo en la canción que acababas de interpretar, una pieza compuesta por ti que llevaba consigo un significado personal y emotivo.

Una vez fuera del escenario, comenzaron a recoger los instrumentos, siendo ustedes los últimos del club de música en presentarse. Tomaste tu guitarra y micrófono y te dirigiste de vuelta al aula de música, pero en el camino te encontraste con Tem, tu amigo.

Tem: ¡Estuviste increíble, Ajay! Cantaste con una pasión que me llegó al alma. -expresó con entusiasmo, con una sonrisa brillante que iluminaba su rostro-

Ajay: Sí, sí... -respondiste con desinterés, tu voz apenas un susurro entre la multitud de pensamientos que te abrumaban-

Tem: Pero noté algo... Esa canción parecía dirigida a...

Ajay: Mira, no quiero hablar sobre la letra, ¿de acuerdo? Solo era para que captaran el mensaje, no necesito comentarios al respecto. -respondiste con cierta molestia, tus manos temblando ligeramente mientras ajustabas la correa de tu guitarra con nerviosismo-

Tem: Lo siento... ¿No quieres hablar de eso? -preguntó con preocupación, sus ojos buscando los tuyos en busca de algún rastro de consuelo-

Ajay: No... Ven, vamos a dejar esto. -dijiste con un suspiro resignado, tus pasos pesados mientras caminabas junto a él-

Caminaron en silencio por los pasillos de la escuela hasta llegar al patio, donde el aire fresco y la tranquilidad reinaban. Regresaron al aula de música en un silencio tenso, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Dejaste la guitarra y el micrófono en su lugar y luego regresaste con Tem.

Tem: ¿Sobre qué quieres hablar? -preguntó con una mirada llena de comprensión, su voz suave y calmada-

Ajay: Se trata de ella... Simplemente no puedo olvidarla. Ahora me siento como un idiota por dedicarle esa canción. -respondiste con un nudo en la garganta, tu voz apenas un murmullo que apenas lograba escapar de tus labios-

Tem: No me diste mucho contexto sobre tu ruptura. Ven, caminemos un poco y cuéntame todo. -mencionó con gentileza, colocando una mano reconfortante en tu hombro-

Tem era un buen chico y un gran amigo. Su cálida presencia era reconfortante, un faro de esperanza en medio de tu tormenta emocional.

[...]

Tem: Entonces... ¿La dejaste por el bien de ambos? -preguntó con delicadeza, su tono lleno de empatía y comprensión-

Ajay: Sí, no podía soportar la idea de estar separado de ella... Y tampoco quería ser parte de un matrimonio arreglado. Sabes bien lo que pasó con esa chica. -respondiste con un suspiro, una mezcla de dolor y resignación en tus palabras-

Tem: ¿Y la has superado? -preguntó con una nota de preocupación en su voz, sus ojos reflejando la profundidad de su preocupación por ti-

Ajay: A Kelly... Por supuesto, que se pudra. Solo siento odio hacia ella. -aclaraste con amargura, tus puños apretados con frustración-

Tem: Sabes que no me refería a ella... -dijo con calma, su voz suave como un susurro en la brisa-

Ajay: [Suspiro] No... Lo que siento por Rachel es mucho más profundo que lo que alguna vez sentí por Kelly. Siento que Rachel era mi luz en esta oscuridad. -respondiste con un nudo en la garganta, tus ojos brillando con la tristeza de un amor perdido-

Tem: Pero hiciste lo correcto. En verdad la amas, decidiste dejarla para evitar problemas en el futuro. No fue egoísta de tu parte, fue lo correcto para protegerla. -afirmó con seguridad, su voz llena de convicción y apoyo-

Ajay: Pero le causé dolor, Tem. No viste cómo lloraba y gritaba. Parecía como si la estuviera desgarrando con mis propias garras. -mencionaste con pesar, tus ojos bajando hacia el suelo en un gesto de vergüenza y arrepentimiento-

Tem: Tu situación es increíblemente difícil, Ajay. Encontraste al amor de tu vida, pero tus padres te obligaron a dejarla por el bien de ambos. La relación entre carnívoros y humanos no es bien vista aquí. -dijo con seriedad, su voz resonando con la gravedad de la situación-

Ajay: Lo sé... Maldición, todos aquí en Japón son racistas. En Estados Unidos podrías casarte con una humana y nadie te juzgaría. -dijiste con amargura, tus palabras cargadas de frustración y tristeza-

Tu corazón dolía intensamente, la idea de vivir sin Rachel era insoportable. No podías soportar la idea de que ella pudiera enamorarse de otra persona. Querías luchar por ella, pero sentías que todas las probabilidades estaban en su contra.

[...]

Ajay: -mirando el cielo oscurecido- Se está haciendo tarde, deberíamos irnos a los dormitorios.

Tem: -con una sonrisa amistosa, metiendo las manos en los bolsillos- De hecho, tú puedes ir yendo. Quedé de verme con otro amigo.

Ajay: -asintiendo, pero con una expresión preocupada- Está bien, solo no te tardes. Es peligroso.

Tem: -con una mirada agradecida- Gracias, Ajay. Descansa.

Te despediste de Tem, observando cómo se adentraba en la escuela. Parecía que se vería con su amigo ahí dentro, pero, ¿a estas horas de la noche?

Solamente diste media vuelta y comenzaste a caminar hacia los dormitorios, pero no pudiste evitar pensar en Rachel. Siempre caminabas con ella en las noches cuando iban a sus dormitorios, pero ahora estabas solo, sin nadie a tu lado. Recordaste el día que terminaste con ella, habías dicho que habías encontrado a alguien más. Ella te dio una fuerte bofetada y se alejó llorando.

¿Por qué exactamente dijiste eso? La razón era simple: sabías muy bien que Rachel era alguien bastante persistente. Si cortabas con ella sin razón alguna o por un motivo realmente ridículo, ella no te dejaría en paz con tal de mejorar las cosas. Sabías muy bien que si le decías la verdadera razón del porqué cortaste con ella, Rachel iba a luchar por eso, pero solo traería más problemas.

Mientras caminabas solo por los pasillos desiertos, tu mente volvía una y otra vez a esos momentos con Rachel. La risa compartida, las conversaciones hasta tarde en la noche, y esos paseos tranquilos bajo la luna. Todo eso ahora era solo un recuerdo doloroso. La decisión de terminar con ella fue una de las más difíciles que habías tomado, pero sentías que era necesaria.

Ajay: -pensando en silencio, con una mirada melancólica- Rachel... si solo supieras lo que en verdad siento por ti.

La noche envolvía todo a tu alrededor, y el silencio era casi ensordecedor. La soledad pesaba más que nunca, cada paso resonando en el vacío del pasillo. Habías dicho que encontraste a alguien más para evitar que Rachel intentara luchar por una relación condenada por las expectativas y prejuicios de los demás.

Sabías que Rachel no se rendiría fácilmente. Conocías su tenacidad, su fuerza. Pero también sabías que continuar con ella significaría enfrentar una batalla constante con tus padres y con la sociedad. Y esa carga, esa lucha interminable, era algo que no querías para ella. Querías protegerla, incluso si eso significaba apartarte de su vida.

Ajay: -susurrando para sí mismo, con una expresión de tristeza- Lo siento tanto, Rachel. Lo hice por ti... por nosotros.

Llegaste a los dormitorios, el lugar que antes se sentía como un refugio cálido ahora parecía frío y vacío. Las luces tenues no lograban dispersar la sombra en tu corazón. Abriste la puerta de tu habitación y te dejaste caer en la cama, mirando al techo, perdido en tus pensamientos.

Ajay: -cerrando los ojos, con una mezcla de cansancio y tristeza- ¿Cuándo dejará de doler?

El peso de la decisión seguía presente, aplastándote. Habías perdido a la persona que más amabas para protegerla, pero el costo había sido enorme. La soledad y el dolor eran tus constantes compañeros, y cada día era una lucha por seguir adelante.

Ajay: -con un suspiro profundo, la voz apenas un murmullo- Te extraño, Rachel... más de lo que puedo soportar.

Mientras las lágrimas silenciosas rodaban por tus mejillas, comprendiste que el amor que sentías por ella nunca desaparecería. Habías hecho lo que creías correcto, pero el vacío que dejó en tu corazón era inmenso. La batalla interna entre el deber y el deseo seguía librándose dentro de ti, y el camino hacia la sanación parecía interminable.

Ajay: -con determinación, apretando los puños- Tengo que ser fuerte... por ella.

Con esa resolución en mente, cerraste los ojos, esperando que el sueño te diera un breve respiro del dolor constante. Aunque el camino era difícil y lleno de obstáculos, sabías que debías seguir adelante, por ti y por Rachel.

[...]

Te despertaste con una sensación de pesadez en el estómago y un cansancio abrumador. Habías dormido bien, pero el llanto de la noche anterior había relajado tanto tu cuerpo que moverse después de despertar se sentía imposible. Abriste los ojos lentamente al escuchar la alarma de tu celular, sin ganas de salir de la cama.

Finalmente, te levantaste y fuiste al baño a lavarte la cara. Te miraste en el espejo por unos segundos y notaste que las ojeras seguían ahí, señal de que no podías descansar a pesar de dormir las horas adecuadas. Después de salir del baño, volviste a tu habitación, empezaste a calentar y seguido de eso, a hacer ejercicio.

Sacaste unas pesas de debajo de tu cama y comenzaste a ejercitar tus bíceps, tríceps y antebrazos. Hiciste repeticiones durante media hora hasta que tus brazos se cansaron, buscando aliviar el dolor interior. Luego, empezaste a hacer lagartijas con nudillos con la mochila puesta. Habías tardado mucho en conseguir el cuerpo que tenías ahora y no pensabas dejar que se fuera.

Te metiste a la ducha después de hacer ejercicio, dejando que el agua fría relajara tu mente. Tenías planeadas muchas cosas para ese día: asistir a clases, comer con tus amigos, hacer dos exámenes y asistir al club de música, ya que el evento cultural sería el próximo mes.

Ya con el uniforme puesto, tomaste tu mochila y celular, y saliste de la habitación para caminar a la 702. Tocaste la puerta para avisar a tus amigos que ya estabas afuera.

Ajay: -con una sonrisa irónica, golpeando suavemente la puerta- A ver si se apuran.

En ese momento, la puerta se abrió y Jack apareció con una sonrisa de satisfacción.

Ajay: Vaya, es lo más rápido que han salido. - Dijo con una ceja levantada y tono de burla-

Jack: -riendo ligeramente- Sí, ya es costumbre que seas demasiado puntual y toques como loco.

Ajay: -encogiéndose de hombros- Sí, sí. Será mejor que se apuren, hoy un profesor no vendrá, así que usaremos esa clase libre para que estudien el examen de cálculo.

Durham: -con los ojos bien abiertos- No puede ser, lo había olvidado por completo.

Legoshi: -con un tono alentador- Vamos chicos, Ajay tiene razón, lo bueno es que él nos enseña.

Ajay: -sonriendo de lado- Y eso que lo hago gratis. Ahora vámonos.

Mientras salían del edificio de los dormitorios, comenzaron a hablar y bromear durante el camino a la escuela. Por todo el campus se veía a carnívoros, herbívoros y humanos caminando y entrando a la ciudad. Sin embargo, algo inesperado e inusual llamó su atención. Había patrullas y ambulancias en la zona de aparcamientos.

Al entrar a la escuela, notaste una gran multitud de estudiantes. Tú y tus amigos se dirigieron al alboroto para averiguar qué estaba pasando.

Miguno: -mirando a su alrededor, visiblemente preocupado- ¿Qué habrá sucedido? La gente se ve en pánico.

Kolo: -con una expresión de incredulidad- Incluso hay policías aquí...

Mientras caminaban por los pasillos, la multitud se hacía cada vez más grande. Notaron que el problema estaba en el auditorio de la escuela. Intentaste acercarte más, pero los maestros ordenaron que retrocedieran y volvieran a sus aulas.

Cuando el alboroto se calmó, todos estaban en sus salones, aunque los murmullos no se hicieron esperar.

Jack: -inquieto, mirando a sus amigos- ¿Qué creen que haya pasado?

Legoshi: -encogiéndose de hombros- No tengo ni la menor idea.

Ajay: -tratando de encontrar una explicación lógica- Quizás alguien tropezó y cayó.

Jack: -con una expresión escéptica- No sé si viste que estaba la policía.

Ajay: -pensativo, con una pizca de preocupación- Entonces quizás lo empujaron... Oigan, ¿dónde está Tem?

La puerta se abrió y todos los alumnos guardaron silencio y se dirigieron a sus respectivos lugares. El profesor caminó a su escritorio, dejó sus cosas y dio un respiro profundo antes de pararse en medio del aula. Parecía que iba a dar un anuncio. Se le veía nervioso, incluso aterrorizado.

Profesor: -mirando a sus alumnos con ojos vidriosos- Les tengo una triste y terrible noticia, alumnos...

El profesor tomó aire, sus manos temblaban ligeramente mientras sostenía un papel. Sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y terror.

Profesor: -con voz quebrada Ayer en la noche, el alumno Tem fue atacado y devorado...

Un silencio sepulcral cayó sobre el aula. Los estudiantes se miraron entre si, incrédulos. El shock era palpable.

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