Sombras del pasado
Te encontrabas durmiendo en tu habitación, donde el aire acondicionado hacía que la temperatura fuera helada. Habías puesto el control en frío máximo, y el ambiente se encontraba sumido en una oscuridad casi total, interrumpida solo por la luz tenue y oscilante de una lámpara de lava. Te hallabas enroscado en tus cobijas, durmiendo aparentemente tranquilo, pero solo en apariencia.
Te encontrabas en lo que parecía ser un sueño, aunque más bien era una pesadilla. Algo que no habías previsto al ingerir carne era que te transformarías en alguien distinto, hasta el punto de tener que comprar fundas de almohadas extra resistentes, pues las anteriores las habías destrozado con tus garras.
Tus impulsos salvajes amenazaban con tomar el control. Habías tenido que visitar al médico por esa razón, sintiendo que no podrías continuar así sin arriesgarte a atacar a un humano o a un herbívoro. Había pasado un tiempo desde que tus instintos salvajes se habían manifestado por primera vez...
Te recetaron pastillas para controlar esa ansiedad y necesidad constante de comer carne. Podría decirse que eran una especie de dopaje, pero solo así podías dominar tus instintos. Incluso cuando te cortabas y lijabas las uñas, ya no volvían a crecer tan rápido. Podrías recomendarle estas pastillas a Legoshi, ya que sus garras crecen de un día para otro.
Te despertaste de golpe, sudando y con la respiración agitada. Te sentaste en la cama y te frotaste el rostro para intentar calmarte. Habías tenido un mal sueño, o mejor dicho, una terrible pesadilla. Te reincorporaste en la cama, logrando mantener la calma poco a poco.
Al levantarte, preparaste café en la cafetera, luego fuiste al baño para lavarte la cara y te cambiaste de ropa, eligiendo un atuendo deportivo, ya que planeabas salir a correr por todo Cherryton. Era tu día de cardio. Mientras corrías, los recuerdos de Tem inundaban tu mente, impidiéndote concentrarte en otra cosa.
Tem era un buen amigo, y no podías aceptar el hecho de que, un día después de haberlo visto, fue encontrado muerto en el auditorio de la escuela. Estabas en shock, incapaz de pensar con claridad y en negación respecto a su muerte.
Recordaste muchas cosas: fiestas de verano, días en la playa, la fiesta de Halloween, la de Navidad... Todos esos momentos ahora eran recuerdos borrosos con Tem, ya que él no estaría más para compartir esos recuerdos contigo. De hecho, el resto de tus amigos evitaban hablar sobre él. Los carnívoros eran cada vez más repudiados por la sociedad.
Decidiste enfocar tus pensamientos en algo diferente, en lo que harías hoy. Tenías que regresar a tu dormitorio a las 7 de la mañana, desayunar algo sustancioso y prepararte para empezar el día en la escuela. Hoy sería un día particularmente ajetreado. Primero, tenías que ofrecer asesorías de cálculo a tus dos amigos, Jack y Miguno. Además, había otros estudiantes, desconocidos para ti, que también te habían solicitado ayuda y te habían pagado por ello.
Después de las asesorías, tenías que dirigirte al club de música para continuar con los ensayos de la banda. Había pasado mucho tiempo desde que el profesor mencionó la posibilidad de dar otro pequeño concierto en la escuela. Hasta ahora, solo habían tenido prácticas esporádicas en el aula de música, sin nada concreto en el horizonte.
Mientras pensabas en tu agenda, te imaginaste caminando por los pasillos de la escuela, llevando tus libros de cálculo bajo el brazo, saludando a conocidos y desconocidos. Te veías a ti mismo resolviendo ecuaciones en una pizarra, con Jack y Miguno observándote con atención, mientras otros estudiantes se esforzaban por seguir tus explicaciones. Luego, en el club de música, te imaginaste afinando tu instrumento, ajustando los micrófonos y discutiendo con tus compañeros de banda sobre las canciones que practicarían ese día.
Visualizaste también el aula de música: las paredes cubiertas de pósters de conciertos pasados, el olor a madera y barniz de los instrumentos, y el sonido amortiguado de las notas musicales que resonaban en el aire. Sentiste la emoción de estar en el escenario, aunque solo fuera en ensayos, preparándote para un posible concierto. Todo esto te ayudó a dejar atrás los pensamientos oscuros y a enfocarte en las tareas y responsabilidades que te esperaban en el día.
Al volver a los dormitorios, te metiste en la ducha, dejando que el agua completamente helada cayera sobre ti. No te importaba que la temperatura cortara tu respiración; de hecho, te gustaba la sensación de los chorros fríos recorriendo tu cuerpo y pelaje, una especie de terapia para ti.
Antes de aquella ruptura con Rachel, aprovechabas las duchas para tocarte, pensando en ella. Ahora, esas duchas solo eran momentos para reflexionar sobre lo que harías en el día y planear la rutina de ejercicio del día siguiente.
El reloj marcaba las 7:50 de la mañana. Te encontrabas frente al espejo, acomodándote la corbata con esmero. Recordabas cómo, en las mañanas, cuando Rachel iba a visitarte y se quedaba a dormir contigo, era ella quien cuidaba de tu apariencia y hacía los nudos de tu corbata. Pero esos pensamientos habían empezado a desvanecerse de tu mente.
Pasaron unos minutos, y ahora te veías golpeando la puerta de la habitación 702. A tu lado, tu amigo Gary, con una expresión de cansancio evidente, se cubrió la boca y dio un largo bostezo.
Gary: ¿Qué tienes programado para hoy? -preguntó con voz somnolienta, frotándose los ojos.
Ajay: -Te recargaste en la pared y suspiraste antes de responder- Bueno, hoy no viene un profesor, así que en esa hora libre tengo que dar asesorías a Jack y Miguno, además de a otros estudiantes que ni siquiera conozco, pero que me han pagado por ello.
Dijiste, mientras una leve sonrisa se dibujaba en tu rostro. Luego, pensaste un momento, llevando tu mano al mentón
Ajay: Ah, sí. Tengo que dejar flores a Tem, luego ir al club de música... Creo que eso es todo -concluiste con un gesto pensativo-
Gary: Amigo, tú sí que sabes cómo mantenerte ocupado -mencionó con una mezcla de admiración y cansancio-
Ajay: -Te encogiste de hombros, restándole importancia- Bueno, con las asesorías gano algo de dinero extra -explicaste con una sonrisa leve- Además, Tem fue un buen amigo. Me apoyó cuando lo necesité -dijiste con un tono melancólico-
Gary: -Suspiró profundamente, su mirada se perdió en un punto lejano- Sí, fue un gran amigo. Creo que también debería dejarle algo en el altar -dijo, mientras asentía lentamente, como si el peso de la pérdida lo abrumara-
La verdad era muy abrumador para todos. Tem te había contado muchas cosas, muchos sueños y planes que tenía para su vida. Entre ellos, uno de los más importantes era declararse a una de sus compañeras de teatro. Sentías que le debías cumplir ese deseo.
[...]
Después de un agotador día, te dirigiste al casillero de Tem con la intención de obtener algo y cumplirle una última cosa. Sin embargo, al llegar, te diste cuenta de que Legoshi ya estaba allí, adelantándose a ti.
Ajay: ¿También sabías de la carta? -preguntaste con curiosidad, acercándote a él-
Legoshi: -Suspiró profundamente antes de responder- Sí... Casi siempre lo veía sacarla y luego volver a guardarla -dijo con un tono de nostalgia-
Ajay: Vaya... Intentó declararse varias veces, pero siempre se echaba para atrás, ¿no? -dijiste, recordando las palabras de Tem-
Legoshi: Sí... Siempre hablaba sobre hacerlo en el momento perfecto y que ese momento llegaría pronto -dijo con un leve asentimiento, su mirada perdida en los recuerdos-
Ajay: ¿Sabes? Dejaré que se la entregues tú. Después de todo, no sé quién era su amor -dijiste, confiando en que Legoshi sabría cómo manejar la situación- Estaban en el club de teatro, ¿no? -preguntaste, buscando confirmar tu suposición-
Legoshi: Eso es correcto... Se la entregaré esta noche -dijo con determinación, asumiendo la responsabilidad-
Ajay: Gracias, Legoshi -dijiste con gratitud, sintiendo un poco de alivio al saber que el último deseo de Tem sería cumplido por alguien que también lo apreciaba-
Narra Ajay
Les contaré algo sobre este día. Algunos de los que me habían pedido asesorías eran en su mayoría herbívoros y unos pocos humanos. Sin embargo, sobre los herbívoros, ninguno asistió, y muy pocos humanos se presentaron.
Supongo que estaban asustados por lo que pasó esta mañana. No los culpo. Con cada incidente que ocurre, es comprensible que los herbívoros y humanos se sientan aterrados en presencia de los carnívoros. Incluso en la cafetería, se habían alejado mucho de mí y de mis amigos.
Muy pocos se me acercaron para hablar. La mayoría me miraba con desdén, indiferencia, sospecha y miedo. Después de todo, soy un carnívoro, y Tem tenía muchos amigos carnívoros. Esta distancia social se hacía cada vez más palpable, creando una atmósfera tensa y cargada.
[...]
Al día siguiente, te encontrabas ante un altar colocado frente a las puertas del auditorio. La foto de Tem se erguía en el centro, rodeada de varios ramos de flores y ofrendas. Estabas de rodillas, mirando la imagen de tu amigo, incapaz de evitar que los recuerdos de aquella conversación en la playa inundaran tu mente.
A tu lado, en la misma posición, estaba Legoshi, compartiendo en silencio el peso de la pérdida. La solemnidad del momento, acentuada por el murmullo suave del viento y el perfume de las flores, hacía que la ausencia de Tem se sintiera aún más profunda.
El silencio se vio perturbado por gritos de emoción provenientes de varias chicas que estaban detrás de ustedes en el pasillo. Sabías muy bien qué estaba pasando. Giraste la cabeza para mirar por encima del hombro y confirmar tus sospechas. Claro, tenías razón: se trataba de Louis.
Los gritos eran de emoción por aquel estudiante, quien siempre, cada vez que iba a un lugar, estaba rodeado de admiradoras que halagaban su apariencia y habilidad como actor. Louis caminaba con una confianza innata, su presencia imponía y atraía la atención de todos a su alrededor, una presencia que contrastaba fuertemente con la solemnidad del altar donde te encontrabas recordando a tu amigo perdido.
Narra Ajay
Louis, el es un ciervo, pelaje café rojizo y sus ojos son de un rojo intenso. El es el niño favorito de la escuela. Tenía atractivo, dinero y talento. No me sorprendía en absoluto que fuera tan popular. Cuando ingresé aquí en primer año, entendí rápidamente que meterse con él era meterse con toda la escuela, especialmente con sus admiradoras. Pero hay algo que siempre me ha intrigado, algo que comprendí al poco tiempo de llegar: Louis debe tener un oscuro secreto.
Mi secreto ya es conocido: casi maté a alguien a golpes porque me hizo la vida imposible y me robó a mi chica. Pero, ¿cuál sería el de Louis? Incluso en mi banda, cada miembro tenía sus oscuros secretos.
Quiero dejar algo claro: no me agrada en lo absoluto. Es alguien arrogante, engreído y, sobre todo, racista. Siempre dice cosas subjetivas y estereotipadas sobre otras razas de animales, especialmente sobre los lobos. No me conoce en lo más mínimo, pero cree tener el derecho de opinar sobre mí.
Vi cómo se acercaba al altar y dejaba un ramo de flores. Se arrodilló y cerró los ojos en una aparente muestra de respeto. Yo solo volteé la mirada para no verlo. La verdad es que me disgustaba profundamente que viniera al altar de mi amigo acompañado de todas esas admiradoras gritando. ¿Por qué diablos gritan de emoción en un altar? Que molesten en otro lado.
Louis: ¿Qué estás mirando? -dijo con desdén-.
Sabía que no hablaba conmigo, así que abrí un poco los ojos y vi que se lo decía a Legoshi, ya que pude notar que lo estaba observando, como si lo estuviera estudiando.
Louis: ¿La mala educación es característica de los lobos? -preguntó con arrogancia-.
Cuando le dijo eso a Legoshi, no pude evitar sentirme enojado. No solo se lo decía a él, sino a mí y a todos los lobos en general. A veces me dan ganas de... No... No importa. Apreté un poco mi puño para calmar mi molestia ante su comentario y decidí seguir rezando por Tem.
Louis: Eres del departamento de arte. Justo a tiempo, te tengo una tarea -mencionó, dirigiéndose a Legoshi-.
Bueno, al menos se va a ir.
Louis: Y tú eres el de música -dijo, dirigiéndose a tí esta vez-.
Ajay: Sí, te he visto en los conciertos que hemos dado los del club -dijiste con una expresión sombría, sin transmitir ninguna emoción en tus palabras-.
Louis: Les tengo una tarea a los dos, síganme -dijo con autoridad-.
Qué sorpresa, es la primera vez que Louis me habla personalmente para algo. Anteriormente, había hablado con él muy pocas veces, justo cuando yo terminaba de tocar. Se podría considerar un logro que alguien como él pudiera felicitarme por hacer algo.
Por lo que me ha contado Legoshi, Louis se toma muy en serio lo que hace. Me ha dicho que a la hora de actuar... parece que se mete en la piel y en la carne del personaje, convirtiéndose en el personaje.
No me sorprende que él sea la razón de que se acaben los boletos de la escuela para ver las obras del club. Solamente lo hacen para verlo a él.
[...]
Era la primera vez que entraba al club de teatro. Anteriormente, los del club de música habíamos colaborado con ellos para proporcionar música de ambientación, pero que la estrella del club y líder de la escuela me pidiera algo personalmente… Algo me decía que había más detrás de esto que una simple creación de música de fondo.
Legoshi, Louis y tú estaban frente a la puerta del club de teatro. Una vez Louis abrió la puerta, entró él primero, seguido de Legoshi y luego tú. Al entrar, observaste a los demás integrantes; eran únicamente animales.
Identificaste un oso pardo, un tigre de Bengala, un puma, un oso hormiguero, una cebra, un rinoceronte, el maestro que era un pelícano y otros animales. Podías ver cómo los herbívoros y carnívoros socializaban tranquilamente.
Sin embargo, algo te perturbó. Viste a una jaguar que parecía ser la líder de los de baile. Observaste a los demás practicando, pero notaste algo entre aquellas bailarinas...
Ahí estaba Rachel...
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