Reencuentro
La majestuosa academia Cherryton se alza como un bastión de convivencia entre las distintas especies que pueblan su extenso campus, una fusión armoniosa entre el mundo animal y el humano. Enclavada en un entorno donde la coexistencia entre animales carnívoros, herbívoros y humanos es una realidad tangible, sus edificios imponentes y sus terrenos exuberantes acogen a estudiantes de todas las formas y tamaños.
Los imponentes muros de la institución, decorados con detalles que reflejan la rica diversidad de la vida salvaje y la humanidad, son testigos mudos de la pacífica coexistencia que impera en Cherryton. En sus aulas, zorros comparten pupitres con conejos, leones estudian codo a codo con ciervos, y estudiantes humanos comparten conocimientos con sus compañeros animales. La mezcla de pelajes, plumajes y rasgos humanos crea un espectáculo visual único que refleja la esencia misma de la tolerancia.
Los pasillos, atravesados por corrientes de estudiantes de variadas especies y humanos, son como ríos de convivencia donde la precaución y el respeto se entrelazan. Las sombras de los árboles y arbustos, estratégicamente dispuestos en los patios, crean espacios acogedores donde depredadores y presas, así como humanos, comparten momentos de descanso, desafiando las leyes naturales con cada paso.
Los rincones de Cherryton están impregnados de una atmósfera única; desde la biblioteca, donde búhos y humanos estudian juntos, hasta la cafetería, donde se sirven manjares que satisfacen tanto el apetito herbívoro como el carnívoro y humano. Este microcosmos de la fauna y humanidad estudiantil no solo busca la coexistencia, sino que también abraza la diversidad como su mayor fortaleza.
En Cherryton, el reloj marca el paso del tiempo, mientras estudiantes de todas las especies, incluyendo humanos, aprenden juntos, crecen juntos y descubren que la verdadera fortaleza de la academia radica en la comprensión y el respeto mutuo. Así, en cada rincón de este bastión de armonía, la academia Cherryton demuestra que la convivencia pacífica entre depredadores, presas y humanos no es solo una posibilidad, sino una realidad palpable que florece en sus aulas y perdura en el corazón de cada estudiante.
Desde aquel agosto que marcó el inicio de tu travesía en Cherryton, has experimentado un torbellino de emociones en esta academia única. Aunque tus notas revelan tu agudo intelecto, tu actitud apática y tu constante ausencia en clases han dejado una marca indiscutible en tu paso por la institución.
Entre las paredes de la academia, te has vuelto una figura conocida por tu talento innato y tu indiferencia aparente. A pesar de tu habilidad para obtener calificaciones sobresalientes, tu actitud desinteresada ha dejado perplejos tanto a tus compañeros como a tus profesores. La sombra de tu pasado, marcado por la traición y la depresión, te ha moldeado en un ser introspectivo y retraído.
Tus amigos, Legoshi, Jack, Kolo, Durham, Miguno, Boss y el entrañable Gary, han intentado integrarte en la comunidad de Cherryton. Sin embargo, tu aura melancólica y tu inclinación a la soledad han creado una barrera invisible que solo unos pocos han logrado traspasar. Las noches en las que apenas dormías se convertían en una constante lucha contra tus propios demonios internos.
A pesar de tu distanciamiento emocional, has encontrado un refugio entre tus amigos, compartiendo risas y momentos valiosos que han tejido vínculos indelebles. Gary, tu mejor amigo, se ha convertido en un apoyo fundamental, comprendiendo las cicatrices que llevas contigo desde tu pasado.
Las aulas de Cherryton han sido testigos de tu peculiar comportamiento: tu mirada perdida, tu participación ocasional y tu capacidad para responder preguntas sin aparente esfuerzo. La dualidad entre tu brillantez académica y tu desinterés ha desconcertado a profesores y compañeros por igual.
En los momentos de ocio, te has visto arrastrado a la dinámica de la vida estudiantil en Cherryton. Participas en charlas interespecies, compartes momentos en la cafetería con tus amigos y, a pesar de tu naturaleza introvertida, has encontrado consuelo en la compañía de aquellos que, de alguna manera, han penetrado tu muralla emocional.
El paso de agosto a octubre en Cherryton ha sido un tiempo de adaptación para ti, un viaje interno que refleja la complejidad de tu ser. Aunque tu fachada apática prevalece, los lazos con tus amigos y las experiencias compartidas en esta academia han comenzado a iluminar pequeñas grietas en la coraza que has construido.
En el crisol de la convivencia en Cherryton, buscas encontrar un equilibrio entre tu pasado oscuro y las oportunidades que el presente te brinda. Mientras el otoño tiñe los terrenos de la academia con colores cálidos, sigues tu camino, explorando los matices de la vida en Cherryton, donde la coexistencia y el entendimiento se entrelazan en cada rincón de este singular hogar estudiantil.
[...]
En un día soleado de octubre, decidiste desafiar las normas y asistir a clases sin el uniforme característico de Cherryton. Optaste por una selección casual de tu armario, mostrando una clara indiferencia hacia las reglas establecidas.
Esta elección no pasó desapercibida para un atento prefecto que, con rigidez en sus ojos, se acercó a confrontarte.
Prefecto: ¡Oye tú! ¿Qué te crees viniendo a clases así?
Ajay, con su usual expresión apática, respondió con desdén.
Ajay: ¿Y a ti qué mierda te importa cómo me visto?
El prefecto frunció el ceño, indignado por la falta de respeto.
Prefecto: Aquí tenemos reglas, y todos deben seguirlas. Viste el uniforme como todos los demás.
Ajay, sin inmutarse, esbozó una sonrisa sarcástica.
Ajay: ¿Uniforme? ¿En serio crees que me importa esa mierda? Solo vine aquí para no darle el gusto a los idiotas que lo siguen usando.
El prefecto, visiblemente molesto, decidió llevar la situación a instancias superiores y te condujo hacia la dirección. En la oficina del director, la reprimenda no se hizo esperar.
Director: ¿Cómo te atreves a desafiar las normas de esta academia, Ajay? Esto es inaceptable.
Ajay, con su habitual actitud desafiante, soltó una risa burlona.
Ajay: ¿Normas? ¿En serio piensan que eso me importa? Vayan y ándense a la mierda con sus reglas.
El director, sin perder la compostura, decidió poner un reporte tu expediente y darte una advertencia seria.
Director: Este comportamiento no será tolerado. Tienes una reputación que mantener en Cherryton.
Tú, con indiferencia, aceptó la advertencia y se retiró de la dirección con su usual desdén. Aunque las palabras vulgares resonaron en el ambiente, Ajay continuó siendo el lobo amargado y apático que, a pesar de su inteligencia, seguía desafiando las convenciones de la academia.
Hiciste caso omiso a las advertencias y continuaste asistiendo a clases con esa actitud desafiante, llevando tu rebeldía impresa en cada prenda casual que elegías diariamente. Las miradas acusatorias de profesores y estudiantes parecían resbalar sobre ti como agua en plumaje impermeable.
Te sumergiste en la dinámica de las aulas, donde tu agudo intelecto seguía brillando entre tus compañeros. A pesar de tu desdén por las normas, tu capacidad para absorber conocimiento permanecía inalterada. Las respuestas mordaces y comentarios sarcásticos se convertían en tus armas para enfrentar a aquellos que cuestionaban tu elección de vestimenta.
Tus amigos, Legoshi, Jack y los demás, observaban con asombro cómo sorteabas las clases y desafíabas la autoridad sin inmutarte. Aunque compartían contigo risas y momentos de camaradería, también notaban la sombra de tu amargura que persistía, una barrera que te mantenía a distancia incluso de aquellos más cercanos.
La cafetería se convirtió en un escenario donde tus interacciones sociales se desplegaban. A pesar de tu reputación rebelde, algunos curiosos intentaban entablar conversación contigo, solo para ser recibidos con respuestas cortantes y gestos de desinterés. Tu aura melancólica no pasaba desapercibida, pero eras tú quien decidía cómo enfrentar la corriente social.
En el ajetreo de Cherryton, los días pasaban, marcados por tus acciones desafiantes y tu persistente resistencia a las normas. Aunque mantenías esa coraza de desprecio, era evidente que algo más profundo te impulsaba a desafiar las expectativas, a resistir la uniformidad impuesta por la academia.
En cada aula, en cada pasillo, tu presencia desafiante dejaba una marca indeleble. El crisol de Cherryton, con su diversidad y complejidad, parecía adaptarse a tu presencia, como si la academia misma estuviera probando los límites de la convivencia. Mientras avanzabas por este singular viaje estudiantil, solo el tiempo diría si tu rebeldía te conduciría a una transformación o si seguirías desafiando las convenciones con la misma indiferencia que te caracterizaba.
Mientras deambulabas por los pasillos de Cherryton, sumido en tu propia burbuja de desinterés, te topaste con alguien que no esperabas encontrar. Rachel, la misma chica humana que una vez te abordó en la playa con su actitud optimista, cruzó tu camino de manera inesperada.
Al principio, apenas la reconociste. Sin embargo, a medida que se acercaba, sus ojos chispeantes y su sonrisa contagiosa no dejaban lugar a dudas. Rachel, la entusiasta que había intentado arrastrarte a la diversión en la playa, estaba frente a ti, como si el destino hubiera decidido entrelazar sus caminos de nuevo.
Rachel: ¡Lobito! ¿No esperabas encontrarme aquí, verdad?
Tu ceño fruncido y tu expresión apática contrastaban con su radiante energía. Sin embargo, no podías evitar recordar ese día en la playa, cuando su positividad se había enfrentado a tu amargura.
Ajay: [Suspiro] ¿Rachel, verdad? No sabía que también eras estudiante aquí.
Rachel: Sí, ¡qué emoción! Ahora podremos ser compañeros de clases. ¿Te parece si...
Antes de que pudiera terminar su frase, la interrumpiste con un tono cortante.
Ajay: No, no me parece. No necesito compañeros de clases. ¿Entiendes, perrita?
Rachel, lejos de intimidarse, respondió con una risa amigable.
Rachel: ¡Oh, lobito, siempre tan gruñón! Pero, hey, es genial verte de nuevo. Quizás podríamos... -pausa- cambiar impresiones en alguna ocasión.
Ajay: Cambiar impresiones, ¿en serio?
Rachel: Sí, seguro que sí. Bueno, lobito, nos vemos por ahí. ¡Cuidate!
Rachel se alejó con la misma alegría que la caracterizaba, dejándote solo en el pasillo con tu actitud indiferente. Aunque su presencia positiva chocaba con tu amargura, algo en la forma en que te miraba hizo que te preguntaras si, tal vez, esa chica carismática podría encontrar una forma de romper las barreras de tu corazón endurecido.
Después de tu encuentro inesperado con Rachel en el pasillo, decidiste continuar tu camino por los terrenos de Cherryton. El murmullo de conversaciones y el trasiego de estudiantes creaban un telón de fondo familiar mientras avanzabas, sumido en tus pensamientos.
Mientras caminabas, te encontraste con Gary en el patio, tu amigo de confianza que siempre estaba dispuesto a compartir algunas palabras contigo.
Gary: Ajay, ¿cómo va?
No pudiste evitar soltar un suspiro antes de responder.
Ajay: Igual de aburrido de siempre. Me crucé con Rachel.
Gary, con una sonrisa cómplice, preguntó:
Gary: ¿Y cómo fue eso?
Ajay: La de siempre. Intentó sacarme una sonrisa o algo por el estilo, pero ya sabes cómo soy.
Gary: ¡Ah, esa Rachel! Siempre tan positiva. Pero bueno, al menos alguien intenta animarte un poco.
Ajay: No necesito que nadie intente animarme.
Gary: Está bien, está bien. En fin, ¿algún plan para el resto del día?
Con su típica actitud desinteresada, respondiste.
Ajay: Nada en particular. Probablemente me quede rondando por aquí.
Gary: Bueno, si cambias de opinión, ya sabes dónde encontrarme. Nos vemos después.
Después de la breve charla con Gary, continuaste tu camino, sumido nuevamente en tus pensamientos. El bullicio del patio seguía a tu alrededor, pero la sombra de tu propia melancolía persistía, como un recordatorio constante de que, incluso en medio de la convivencia en Cherryton, tu mundo interno seguía siendo un universo aparte.
A medida que la luz del día cedía su lugar a la penumbra de la noche, decidiste encaminarte hacia los dormitorios de Cherryton. El susurro del viento entre los árboles creaba una atmósfera tranquila, pero tus pensamientos seguían siendo turbulentos.
En el camino, te encontraste con Tem, el nuevo amigo que habías conocido en la playa. Su presencia despreocupada y amistosa rompía con la monotonía de tus días, y al cruzar miradas, ambos decidieron compartir un momento de conversación bajo el manto estrellado del cielo.
Tem: ¡Ajay, amigo! ¿Cómo va todo?
Ajay: Igual de aburrido que siempre. Nada cambia por aquí.
Tem, con su contagiosa energía, respondió:
Tem: Siempre tan optimista, ¿eh? Pero hey, Cherryton tiene su encanto. ¿Has explorado un poco?
Ajay: ¿Para qué? Todo es lo mismo.
Tem: Bueno, cada día puede tener sorpresas. De hecho, yo conocí a alguien interesante hoy.
Ajay: ¿Alguien interesante en Cherryton? Eso es nuevo.
Tem: Sí, un tipo llamado Louis. Es bastante intrigante.
Con tu habitual cinismo, comentaste.
Ajay: Louis, ¿eh? Todos aquí parecen tener sus propios dramas.
Tem: [Risa] Bueno, eso es lo que hace que la vida sea interesante, ¿no? ¿Y tú? ¿Has hecho algún nuevo amigo?
Ajay, algo sorprendido por la pregunta, respondió de manera más reflexiva:
Ajay: Bueno, conocí a alguien en la playa, Rachel. Pero es solo... ya sabes, alguien más.
Tem: -Sonrió- A veces, esos "alguien más" pueden traer algunas sorpresas inesperadas. No subestimes las conexiones, Ajay.
La conversación entre Tem y tú continuó mientras avanzaban hacia los dormitorios. Tem, con su optimismo constante, intentaba traer un destello de luz a tu mundo melancólico, y aunque resistías, no podías evitar que sus palabras resonaran en lo más profundo de tu ser mientras la oscuridad de la noche envolvía Cherryton.
[...]
Cada paso resonaba en el pasillo mientras Tem y tú se dirigían a sus respectivas habitaciones. La puerta de tu cuarto se abrió, revelando un espacio que solo conocías tú. La soledad se cernía en el aire, pero también ofrecía un refugio del bullicio del mundo exterior.
Ajay: -murmuraste para tí mismo- Al fin, mi propio rincón en esta maldita academia.
Cerraste la puerta tras de ti, sumiéndote en la penumbra de tu habitación. El silencio era roto únicamente por los susurros de tus pensamientos, que rápidamente se tornaron en un diálogo interno.
Ajay: (Maldita sea, ¿por qué sigue viniendo a mi cabeza? Kelly... esa traición me marcó, pero aún así, no puedo olvidar los momentos felices.)
Tu mente se debatía entre el odio y la melancolía, entre el deseo de borrarla de tus recuerdos y el anhelo de volver a los días en que todo era diferente.
Ajay: (¿Por qué tuvo que arruinarlo todo? A pesar de todo, era feliz con ella.)
Tu habitación se llenó de un silencio cargado de nostalgia. Te sumergiste en tus propios recuerdos, reviviendo momentos que, a pesar del dolor, no podías borrar de tu mente.
Ajay: (Pero no puedo seguir así. Esto tiene que acabar.)
Abriste un cajón y extrajiste tu pipa y un pequeño envase de marihuana. La rutina era conocida, una especie de escape para ahogar emociones en humo.
Ajay: -murmurando- Tal vez, solo por esta noche.
El humo se elevaba en espirales en la habitación mientras te sumías en la travesía de tus pensamientos. Las lágrimas escaparon sin permiso, mezclándose con la melancolía que inundaba la habitación.
Ajay: -Susurraste entre sollozos- ¿Por qué todo se fue al infierno?
El aroma de la marihuana llenó la habitación, envolviéndote en una nube que, por un momento, ofrecía alivio. Fumaste hasta que los pensamientos se desvanecieron en la neblina, y la realidad se volvió difusa.
Finalmente, te dejaste caer en la cama, envuelto en una mezcla de emociones y humo. La droga ofrecía una paleta de colores distorsionados antes de que, poco a poco, la oscuridad te envolviera y las lágrimas se apaciguaran en el abrazo de la marihuana. Con el sueño y la droga como compañeros, te sumergiste en un descanso inestable, esperando que las sombras de la noche trajeran consigo la paz que tanto anhelabas.
[...]
Te encuentras en un sueño lúgubre, Ajay, inmerso en la oscuridad de tus propios temores. El pasillo sombrío se extiende ante ti, y la iluminación intermitente crea sombras danzantes que despiertan ansiedades. Una sensación de inquietud se apodera de ti mientras avanzas, sintiendo cómo cada paso se vuelve más pesado.
Las puertas de las aulas a ambos lados del pasillo parecen susurrar secretos oscuros, y la quietud es interrumpida por susurros ininteligibles. Te acercas a una de las puertas entreabiertas, y la visión que se despliega frente a ti es inquietante.
El comedor de Cherryton se despliega ante tus ojos, pero la escena es distorsionada. Las mesas están cubiertas con carne en descomposición, y las figuras sombrías se inclinan sobre los platos, devorando vorazmente. La putrefacción emana en oleadas, y un susurro lúgubre llena el aire.
Ajay: ¿Qué es este lugar?
Las figuras sombrías alzan la cabeza, revelando rostros distorsionados y ojos vacíos. Un murmullo gutural escapa de sus bocas mientras se acercan hacia ti, sus manos extendiéndose con un hambre insaciable.
Ajay: -angustiado- ¡No, no puede ser real!
Intentas retroceder, pero tus piernas parecen no responder. La carne en descomposición cobra vida, retorciéndose y alcanzándote con extremidades desgarradas. La sensación de horror se intensifica mientras te sumerges más en la pesadilla.
Ajay: ¡Aléjense de mí!
El sonido de la carne desgarrándose y los gemidos de las figuras sombrías llenan el espacio, convirtiendo la escena en una pesadilla grotesca. Intentas gritar, pero el sonido se ahoga en la cacofonía macabra que te envuelve.
Finalmente, cuando la pesadilla parece alcanzar su punto álgido, te despiertas sobresaltado en tu propia cama, el alivio inundando tus sentidos al darte cuenta de que todo era solo un sueño. Sin embargo, la sensación de inquietud persiste, y las imágenes de la pesadilla dejan una huella ominosa en tu mente, recordándote los oscuros recovecos de tus miedos más profundos.
Te incorporaste en la cama, el corazón aún latiendo con fuerza después de la pesadilla. El sudor perlaba tu frente, pero te obligaste a respirar profundamente, tratando de liberarte de las sombras que te perseguían en el sueño.
Ajay: -murmuraste para ti mismo- No era real. Solo un maldito sueño.
Decidiste levantarte, dispuesto a enfrentar el día que se extendía ante ti. La luz tenue de la madrugada filtrándose por las cortinas pintaba la habitación con tonos suaves, y la realidad del amanecer se imponía sobre los residuos de la pesadilla.
Hiciste una pausa frente al espejo, contemplando tu reflejo. Los ojos reflejaban la fatiga de una noche inquieta, pero también la determinación de seguir adelante. Tomaste una ducha rápida, dejando que el agua fría lavara los últimos rastros de la pesadilla.
El resto de la mañana transcurrió con una monotonía aparente. Te vestiste con tu uniforme de Cherryton, un escudo que ocultaba las huellas de tus emociones internas. Al salir de tu habitación, el bullicio de la academia te envolvió, recordándote que el mundo exterior continuaba su curso.
Ajay: (Solo otro día en Cherryton.)
Caminaste por los pasillos familiares, cruzándote con caras conocidas y desconocidas. La rutina diaria se desplegaba ante ti, una sucesión de momentos que buscaban disipar los vestigios de la pesadilla nocturna.
El eco de la carne desgarrándose y los rostros distorsionados aún resonaba en tu mente, pero decidiste enfrentar el día con valentía. El crisol de Cherryton esperaba, y aunque las sombras de la noche persistían, también sabías que cada amanecer ofrecía una nueva oportunidad para encontrar la luz en medio de la oscuridad.
La clase de matemáticas transcurría con la monotonía acostumbrada, pero tus pensamientos divagaban más allá de las ecuaciones en el pizarrón. Tu mirada se perdía en el paisaje que se extendía más allá de las ventanas, ajeno al discurso del profesor.
Profesor: -frunciendo el ceño- Ajay, ¿puedes compartir con la clase cuál es la solución al problema que acabamos de discutir?
Ajay: ¿Eh? Ah, sí, claro.
La atención repentinamente se centró en ti mientras te levantabas y avanzabas hacia el frente de la clase. El profesor, con una mirada inquisitiva, esperaba ver cómo manejabas la situación.
Profesor: Parece que alguien estaba distraído. Adelante, Ajay, demuéstranos cómo resolverías este problema.
Te enfrentaste al pizarrón, una sensación de exposición inesperada se apoderó de ti. Sin embargo, tu mente ágil se sumergió en el problema matemático, y resolviste las ecuaciones con facilidad.
Ajay: Entonces, al factorizar esta expresión, obtenemos...
Tus palabras fluían con claridad, y a medida que revelabas cada paso de la solución, la sorpresa se dibujaba en los rostros de tus compañeros y, curiosamente, también en el del profesor.
Profesor: (asombrado) Bien, Ajay. Parece que alguien puede prestar atención cuando se propone.
La aprobación del profesor se mezclaba con un ligero asombro en la sala. Aunque habías demostrado tu capacidad matemática, el profesor, con un gesto firme, te indicó que regresaras a tu asiento.
Profesor: Ahora, veamos si puedes mantener esa concentración durante el resto de la clase.
Retornaste a tu lugar, sintiendo las miradas de tus compañeros sobre ti. La clase continuó, pero el breve episodio dejó una marca de asombro en el aula de matemáticas, donde, por un momento, fuiste el protagonista involuntario de la lección.
El almuerzo se extendía en la cafetería de Cherryton, y la decisión de buscar soledad te llevó a una mesa apartada. Te sumergiste en tus pensamientos, intentando despejar la neblina persistente de la pesadilla nocturna.
De repente, la silla frente a ti se movió, interrumpiendo tu momento de soledad. Rachel, con una sonrisa radiante, se acercó y preguntó si podía unirse.
Ajay: No, estoy bien solo.
Aunque tu respuesta fue clara, Rachel, con su personalidad despreocupada, decidió tomar asiento de todos modos. Una risa burlona escapó de sus labios mientras observaba tu expresión molesta.
Rachel: -burlona- ¿Qué, ¿el lobo solitario no quiere compañía hoy?
Ajay apretó los dientes, frustrado por la intrusión no deseada, pero Rachel parecía disfrutar del juego.
Rachel: -sonriendo- Solo estoy bromeando, Ajay. ¿Tan mal día tienes?
A pesar de tu resistencia inicial, la charla se desarrolló de manera inesperada. Rachel, con su actitud efervescente, logró abrir una grieta en tu coraza de soledad. La breve conversación que comenzaba prometía ser una interacción interesante entre el lobo melancólico y la chica con un toque de energía positiva.
Rachel: Ajay, ¿alguna vez te has preguntado por qué siempre estás tan solo?
Ajay: No es asunto tuyo.
Rachel: -sonríe- No tienes que ser tan agrio todo el tiempo, lobito. ¿Qué te tiene tan ensimismado últimamente?
Ajay: No es nada, solo he tenido algunas cosas en mi cabeza.
Rachel: Vaya, vaya. El lobo misterioso tiene secretos. ¿Problemas en el paraíso?
Ajay: No es así. Solo he tenido noches inquietas últimamente, nada más.
Rachel: -se pone seria- ¿Pesadillas?
Ajay: -asentiste- Algo así.
Rachel: A veces es bueno hablar de eso, ya sabes. Puede hacer que te sientas mejor.
Ajay: -frunciste el ceño- No necesito tu consejo, Rachel.
Rachel: -suspira- Está bien, está bien. Cambiando de tema, ¿has probado el postre de hoy? ¡Es increíble!
Ajay: -desinteresado- No como postre.
Rachel: ¿En serio? ¡Es lo mejor del día! Deberías intentarlo alguna vez.
Ajay: Prefiero mantener mi dieta como está.
Rachel: [Risita] Tan aburrido como siempre, lobito. Pero hablando en serio, ¿alguna vez intentas dejar entrar a alguien en tu vida? No siempre tienes que cargar con todo solo.
Ajay: No necesito a nadie.
Rachel: -suaviza la mirada- Todos necesitamos a alguien, Ajay. Incluso los lobos solitarios pueden encontrar compañía.
Ajay: -miraste por la ventana- No sé a qué te refieres.
Rachel: -sonríe- Algún día lo entenderás. Todos merecemos tener a alguien que nos haga olvidar las pesadillas, incluso si es solo por un momento.
La conversación continuó entre risas, bromas y momentos más serios. A medida que Rachel intentaba romper las barreras de Ajay, surgía una dinámica interesante entre el lobo melancólico y la chica llena de energía, una conexión que podría cambiar el curso de las soledades que ambos cargaban.
Rachel: -notando tu mirada- ¿Te parezco tan irresistible, o estás pensando en cómo podríamos compartir el postre?
Ajay: -desviaste tu mirada- No te confundas, solo estoy aquí porque insististe.
Rachel: [Risa] ¡Oh, vaya! No esperaba que un lobo tan feroz pudiera ponerse tan nervioso. ¿Te intimidan las chicas carismáticas?
Ajay: No es eso. Simplemente no tengo tiempo para distracciones.
Rachel: -juguetona- ¿Distracciones? ¿Yo? Soy todo lo contrario, querido lobo. Soy la dosis diaria de diversión que todos necesitan.
Ajay: -levantaste una ceja- ¿Dos dosis de diversión en una sola persona?
Rachel: -guiñando un ojo- ¡Así es! Deberías considerarlo. Podría hacerte olvidar esas pesadillas de las que tanto hablas.
Ajay: Tus padres deben estar encantados de que te hayas hecho amiga de un carnívoro.
Rachel: [Suspiro] Mis padres no saben nada. Piensan que estoy socializando con herbívoros amigables. No les cuento todo.
Ajay: Los padres siempre complican las cosas.
Rachel: Sí, lo hacen. Pero a veces, vale la pena desafiar esas expectativas.
Ajay: -cambiando de tema- Supongo que debería irme. Tengo cosas que hacer.
Rachel: -sonríe- ¡No te escapes tan rápido! Aunque seas un lobo gruñón, admitirás que esta charla fue bastante entretenida.
Ajay: -resoplaste- No admitiré nada.
Rachel: -levantándose- Bueno, lobito, si alguna vez decides que necesitas algo más en tu vida que solo matemáticas y sueños inquietos, ya sabes dónde encontrarme.
Ajay: -murmuraste- Lo tendré en cuenta.
Rachel se alejó con una sonrisa traviesa, dejándote con tus pensamientos y la extraña sensación de que algo había cambiado, aunque no estabas del todo seguro de qué era. Mientras Rachel se alejaba, te preguntaste si tu soledad podría encontrar algún alivio en la inesperada amistad que comenzaba a florecer.
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