Llego la hora: ¡Rumbo a la gran batalla!
En la penumbra de la guarida de Caesar Shark, el ambiente estaba cargado de tensión y misterio. En su oscuro laboratorio, Caesar Shark sostenía un antiguo collar de conchas marinas que destellaban con un brillo estelar. Sus dedos, firmes pero temblorosos, pasaban sobre la superficie del collar mientras sus pensamientos vagaban hacia recuerdos lejanos.
A pocos metros, el Doctor Whip, un pez gato de apariencia delgada y nerviosa, trabajaba frenéticamente en los tanques de contención, asegurándose de que los nuevos soldados híbridos estuvieran listos para la batalla. Las burbujas de los tanques iluminaban el espacio con un resplandor verdoso, mientras criaturas mitad bestias, mitad máquinas, flotaban en su interior, esperando su despertar.
"Doctor Whip..." llamó Caesar Shark con su voz grave, fría y cargada de autoridad.
El científico se sobresaltó, casi derramando un frasco de líquido brillante. Con movimientos apresurados, se giró hacia su maestro, inclinándose profundamente mientras su cola temblaba visiblemente.
"To-todo va p-perfectamente, mi señor," tartamudeó el Doctor Whip, evitando encontrarse con la intimidante mirada de Caesar Shark.
Con pasos lentos pero firmes, Caesar Shark se acercó a los tanques, observando las formas híbridas en su interior con una expresión de desdén mezclado con curiosidad.
"Estos soldados..." comenzó Whip, esforzándose por mantener la compostura, "han sido creados utilizando Pirazoms como base. Son más fuertes, más rápidos y más resistentes. A diferencia del Arma 1, estos no fallarán en su propósito."
Caesar Shark lo escuchaba en silencio, su rostro impasible mientras el científico hablaba. Finalmente, rompió el silencio, su voz resonando con una mezcla de determinación y desesperación oculta.
"Lo que necesito..." dijo con un tono cortante, "es que esos niños, junto con mi hijo Killer Shark, Eagle y Liogre, alcancen su máximo poder. Solo entonces, el amo Dragul cumplirá la promesa que me hizo."
De repente, un espasmo de dolor recorrió el cuerpo de Caesar Shark. Su mandíbula se tensó mientras su rostro se contorsionaba en una mueca de agonía. El collar que sostenía cayó de sus manos, emitiendo un leve tintineo al chocar contra el suelo metálico.
"¿Mi señor?" preguntó Whip, alarmado, dando un paso hacia él. "¿Está usted bien?"
"No es nada..." murmuró Caesar Shark entre dientes, enderezándose con esfuerzo. "Sigue con tu trabajo, doctor. No me hagas repetirlo."
El Doctor Whip retrocedió de inmediato, inclinándose en señal de obediencia mientras Caesar Shark salía del laboratorio.
En el pasillo, lejos de las miradas curiosas, el dolor persistía, como brasas encendidas quemando desde su interior. Apoyándose brevemente contra una pared, Caesar Shark dejó escapar un amargo suspiro.
"Las secuelas del ritual... están comenzando a afectarme," murmuró con una sonrisa amarga en sus labios. "Irónico, ¿no? Usé mi fuerza vital para traerte de vuelta, Killer Shark, y ahora te has aliado con el enemigo. Qué cruel es el destino."
Mientras su mirada se perdía en las sombras del pasillo, continuó con un tono sombrío:
"No me queda mucho tiempo. Pero estoy cerca... Solo necesito un poco más de tiempo..."
Un rugido profundo resonó desde las entrañas de la guarida, la voz del propio Dragul, como un recordatorio constante de la presión que se avecinaba. Caesar Shark cerró los ojos un instante, reuniendo fuerzas, antes de volver a caminar hacia los preparativos de la batalla que estaba a punto de estallar.
Mientras tanto, en el interior del submarino, el grupo trabajaba arduamente organizando la bodega. Mantaray, con una expresión de concentración, cargaba pesadas cajas como si fueran plumas, mientras Billsword trapeaba el suelo con desgana, su rostro reflejando puro aburrimiento.
"¿Por qué tenemos que hacer esto?" protestó Billsword, dejando caer el trapeador con un suspiro exagerado. "Somos guerreros, no sirvientes."
"¡Deja de quejarte!" gritó Morgan desde uno de los estantes, donde revisaba el inventario con precisión meticulosa. Su mirada severa perforó a Billsword, quien de inmediato recogió el trapeador, tragando saliva al sentir el peso de su autoridad.
"Recuerda que aquí todos colaboramos. Si no lo haces..." agregó Morgan con una sonrisa que no era para nada reconfortante.
Mientras tanto, en la otra esquina de la bodega, Jan Jan, Ogre, Big Serow, Golder y Zhao apilaban cajas en el pequeño almacén. El aire estaba cargado de polvo, lo que hacía el trabajo más tedioso.
"¡Ah, A-ahh-choo!" estornudó Golder con fuerza, dejando escapar un eco que resonó por la habitación. Se frotó la nariz mientras levantaba otra caja cubierta de polvo.
"¡Gesundheit!" respondió Zhao, cargando una caja sobre su hombro sin esfuerzo aparente.
"Gracias..." murmuró Golder antes de fruncir el ceño. "Pero no puedo creer que estemos aquí limpiando mientras deberíamos estar entrenando para la batalla que se avecina."
Big Serow lanzó una risa burlona. "Je, je... Será mejor que no te quejes demasiado fuerte. Ya sabes lo que pasa cuando Leoparmint y Mei se enteran."
"No es broma," intervino Jan Jan, sonriendo con picardía. "Desde que se hicieron amigas, les llaman Las fieras de Gloria. Y créeme, no es solo un apodo bonito."
Zhao no pudo evitar reír al escuchar esto, mientras Ogre, con su máscara de polvo puesta, alzaba una ceja divertida.
"¿Qué están diciendo de nosotras?" se oyó una voz firme y autoritaria desde la entrada. Leoparmint y Mei habían llegado, con expresiones de molestia que hicieron que todo el grupo se paralizara.
"N-nada," balbucearon al unísono Big Serow, Jan Jan, Ogre y Zhao, claramente nerviosos.
"Quejarse no los exime de sus deberes," dijo Leoparmint con firmeza, cruzando los brazos.
"Exactamente," agregó Mei, ajustando su coleta con determinación. "Recuerden que el señor Tortuga nos está haciendo un enorme favor al llevarnos a un lugar tan peligroso. Lo mínimo que podemos hacer es ayudar. Y les advierto..." agregó con un destello travieso en los ojos, "si no terminan rápido, no habrá comida para ustedes."
"¡Señorita Mei, no sea así!" suplicó Jan Jan, pero ella se mantuvo implacable.
"Los holgazanes no comerán, incluso si se llaman guerreros," respondió Mei antes de girarse junto con Leoparmint y salir de la habitación. El grupo quedó en completo silencio, intercambiando miradas de resignación mientras gotas de sudor resbalaban por sus frentes.
Sin previo aviso, Leoparmint y Mei regresaron, asustando tanto al grupo que Golder casi dejó caer la caja que sostenía.
"¡Ya estamos limpiando, se los juro!" gritaron al unísono, nerviosos. Sin embargo, las dos mujeres no regresaron por eso.
"Por cierto..." dijo Leoparmint con un tono casual, aunque su expresión seguía siendo seria. "¿Alguien ha visto al Rey y los demás? Mantaray, Billsword y Morgan están aquí con nosotras, pero no he visto al resto en todo el día."
"Creo que están con el maestro Goadon," respondió Golder, ajustándose la máscara de polvo. "Liogre mencionó que iban a intentar activar la Forma Trinity otra vez."
"¿¡Otra vez!?" exclamó Mei, llevándose la mano a la cara. "Pero si les dije que descansaran. ¿Qué parte de 'no agoten sus cuerpos' no entienden? ¡Hombres!"
Leoparmint suspiró y colocó una mano en el hombro de su amiga. "Te lo advertí, Mei. Ellos solo aprenden a base de golpes."
El resto del grupo los observaba en silencio, sus expresiones una mezcla de incomodidad y humor por los comentarios de las dos mujeres.
Mientras en la cubierta del submarino, el Capitán Turrock maniobraba con determinación a través del vasto océano, su mente nublada por una preocupación grave: los repetidos intentos de activar la Forma Trinity estaban poniendo en peligro la integridad de su preciada nave. En la cabina, Liogre, Ryo, Tadashi, Eagle, Killer Shark y Akira, cubiertos de polvo y jadeando, esperaban ansiosos las instrucciones de Goadon.
"Una vez más..." declaró Goadon con seriedad, sus ojos fijos en los jóvenes guerreros. "¡Forma Guerrero, ahora!"
Al unísono, los cuerpos de Ryo, Tadashi y Akira, junto con Liogre, Eagle y Killer Shark, se rodearon de luces brillantes: carmesí, esmeralda y zafiro. De esos destellos surgieron Regulus, Zephyrus y Atlas, sus energías combinándose en un espectáculo de colores vibrantes. La atmósfera se llenó de tensión mientras trataban de dar el siguiente paso.
Sin embargo, un instante de duda cruzó la mente de Liogre. A pesar de los esfuerzos por dejar atrás el pasado, los recuerdos de las acciones de Killer Shark seguían pesando en su interior. Esa breve vacilación fue suficiente para desestabilizar la sincronización.
"¡Cuidado!" exclamó Goadon, buscando refugio.
El flujo de energía se volvió incontrolable y una explosión sacudió todo el submarino.
En la bodega, el impacto hizo que Morgan cayera de un estante, siendo atrapado por Mantaray justo a tiempo. En el almacén, nubes de polvo se levantaron mientras cajas y herramientas caían al suelo.
"¡Ay, mamá!" exclamó Leoparmint, mirando a Mei, quien estaba cubierta de polvo y rodeada por un aura de furia.
"¡Los voy a destruir!" gritó Mei, avanzando como un torbellino hacia la cabina.
"¡Señorita Mei, tranquila!" suplicó Jan Jan, siguiéndola con apuro.
"¡Por favor, no lo hagas!" agregó Zhao, con una mezcla de miedo y urgencia.
Los demás dejaron lo que hacían y corrieron detrás de ella, incapaces de detenerla.
En la cabina, el Capitán Turrock y Goadon, quienes se habían resguardado tras el estallido, observaban cómo el humo comenzaba a disiparse. Los seis guerreros estaban en el suelo, gimiendo y claramente agotados.
"Ay..." se quejó Ryo, frotándose el hombro.
"Creo que hasta mis huesos se lastimaron..." añadió Tadashi, suspirando con dolor.
"Esto no tiene sentido..." murmuró Killer Shark mientras se levantaba lentamente. "Dos días enteros intentando, y seguimos sin conseguirlo."
"¿Qué estamos haciendo mal?" preguntó Liogre, visiblemente frustrado.
"Si me permiten opinar..." comenzó Goadon mientras salía de su escondite, manteniendo la calma pese al desastre. "Creo saber lo que está sucediendo."
"Por favor, maestro Goadon, explíquenos," pidió Eagle con respeto, inclinando la cabeza.
Goadon tomó un momento para ordenar sus pensamientos.
"La razón de su fallo radica en algo fundamental: confianza. Para alcanzar la Forma Trinity, deben confiar plenamente los unos en los otros, sin reservas ni dudas."
Los guerreros lo escuchaban con atención.
"Sin embargo, uno de ustedes no ha logrado superar sus recelos hacia los demás," continuó Goadon.
"¡Eso no es posible!" exclamó Ryo. "Yo confío completamente en Tadashi, Akira, Eagle y Killer Shark. Y también confío en Liogre."
"Es cierto," afirmó Tadashi respaldado por Eagle. "Aunque al principio tenía dudas sobre Killer Shark, creo que está haciendo un esfuerzo genuino por redimirse. Así que confío en él."
Killer Shark, con serenidad, asintió.
"Soy consciente de mis errores," dijo con voz grave. "Y sé que no puedo borrar el pasado. Pero estoy aquí porque quiero cambiar. Espero que algún día puedan confiar en mí por completo."
Los ojos de Goadon se dirigieron a Liogre.
"¿Y tú, Liogre? ¿Confías en tus compañeros? ¿En Ryo, Eagle, Tadashi y Akira?" preguntó con suavidad.
"Sí... confío en ellos," respondió Liogre con firmeza.
"¿Y en Killer Shark?"
Liogre bajó la mirada, incapaz de responder.
"Liogre..." murmuró Ryo, preocupado por el silencio de su amigo.
"Entiendo," dijo Killer Shark, con un tono calmado pero algo melancólico. "Sé que es difícil para ti. Y no espero que me perdones... pero te pido una oportunidad. Déjame demostrarte que puedo ser digno de tu confianza."
Con esas palabras, Killer Shark se retiró junto con Akira, Tadashi y Eagle, dejando a Liogre con Ryo y Goadon.
"Liogre, mi querido alumno," dijo Goadon, acercándose con una mirada comprensiva. "Las segundas oportunidades son difíciles, pero necesarias. Confío en que, cuando llegue el momento, Killer Shark demostrará que puede ser alguien en quien confiar."
Dicho esto, Goadon se alejó, mientras el Capitán Turrock regresaba al timón, decidido a mantener el curso hacia su destino.
Liogre se dejó caer al suelo, cubriéndose el rostro con las manos. Las palabras de Goadon resonaban en su mente, pesándole el corazón. Ryo se sentó a su lado, compartiendo el peso de aquel momento.
"Perdóname..." murmuró Liogre, con la cabeza baja y el rostro reflejando un evidente conflicto interno. Su voz estaba cargada de pesar. "Es solo que esta situación... me resulta muy complicada."
Ryo lo observó con empatía y dejó que una leve sonrisa cruzara su rostro.
"No te preocupes," respondió con suavidad. "Sé que no es fácil. Pero veo que estás haciendo un esfuerzo. No tienes que perdonarlo, Liogre, solo aprender a confiar en él."
Liogre asintió lentamente y esbozó una sonrisa tímida.
"Sí, lo sé..." admitió. "Me alegra que entiendas un poco por lo que estoy pasando. ¿Un enemigo convertido en aliado? Nunca pensé que algo así podría suceder en mi vida."
"Bueno, si lo piensas, ya has pasado por algo parecido," reflexionó Ryo. "¿Recuerda que el Señor Golder? Fue un aliado, luego un enemigo y, al final, volvió a ser tu amigo. Ahora con Killer Shark... parece que estamos repitiendo el patrón."
De repente, Ryo frunció el ceño y se llevó una mano a la cabeza.
"¡Ay, calambre cerebral!" exclamó, masajeándose la sien mientras una mueca de dolor cruzaba su rostro.
Liogre, incapaz de contener la risa, soltó una carcajada.
"Oye, chico... ¡tú sí que eres un caso!" comentó entre risas.
"Sí, sí..." murmuró Ryo, recuperándose del calambre.
Liogre volvió a ponerse serio y suspiró profundamente.
"El Maestro Goadon dijo que, cuando llegue el momento, Killer Shark demostrará si realmente se puede confiar en él... pero no entiendo a qué se refiere," confesó, cruzándose de brazos con el ceño fruncido.
"Creo que quiso decir que, en un momento crítico, las verdaderas intenciones de Killer Shark saldrán a la luz," respondió Ryo, pensativo. "Es como esos momentos donde la adversidad revela la verdadera naturaleza de una persona."
Entonces, con una sonrisa traviesa, añadió: "O en este caso... ¡de un pez grande!"
El chiste provocó una nueva oleada de risas en Liogre, quien apenas podía contenerse, pero la diversión fue abruptamente interrumpida por un estruendo en la puerta. Akira, Tadashi, Eagle y Killer Shark irrumpieron en la cabina, pálidos como fantasmas.
"¡Escóndanse!" gritó Tadashi, buscando desesperadamente un refugio.
"¿Qué pasa?" preguntó Ryo, alarmado al verlos tan aterrorizados. Su confusión se despejó rápidamente cuando miró hacia la entrada: Mei venía avanzando a toda velocidad, rodeada de un aura asesina que parecía incendiar el aire.
Sin pensarlo dos veces, Ryo y Liogre se abrazaron, temblando de miedo, justo antes de que un poderoso impacto sacudiera el submarino.
Un tiempo después...
En la cabina, Ryo, Liogre, Eagle, Tadashi, Akira y Killer Shark estaban sentados en fila, todos con grandes chichones en la cabeza. Mei los había disciplinado personalmente por provocar un movimiento tan brusco en el submarino.
"¡Ay... qué dolor!" se quejaba Ryo, frotándose la cabeza con gesto lastimero. A su lado, Akira, Killer Shark y los demás hacían lo mismo.
"Ahora entiendo por qué la llaman Mei-Li la Furiosa..." comentó Killer Shark, frotándose el bulto en su cabeza. "¡Vaya fuerza!"
"Y eso que no la has visto en sus peores días," añadió Tadashi, también adolorido.
"Esta chica... no está bien," murmuró Liogre, con tono de incredulidad, justo antes de que Mei los fulminara con la mirada.
"¡No dijimos nada!" gritaron los seis al unísono, sobresaltados como si hubieran visto un rayo a punto de caerles encima.
Los demás en la sala observaban la escena con mezcla de asombro y diversión.
"Increíble," murmuró Ogre, impresionado. "Nunca pensé que alguien pudiera reducir así a mi padre..."
"Qué carácter..." comentó Mantaray, nervioso, mientras una gota de sudor recorría su nuca.
"Definitivamente, un signo de fuego," bromeó Goadon, tragando saliva con cautela. A su edad, jamás habría imaginado encontrarse con alguien con un temperamento tan explosivo como Mei-Li.
El Capitán Turrock, aún un poco nervioso por el reciente episodio con Mei, se aclaró la garganta para interrumpir la conversación.
"Lamento interrumpir..." dijo con cierto titubeo, pero con determinación en su voz. "Estamos a punto de llegar."
Su declaración atrajo de inmediato la atención de todos, justo cuando el submarino comenzaba a acelerar, el rugido de los motores resonando en la cabina.
"¡Prepárense!" ordenó el Capitán con una mezcla de entusiasmo y seriedad. "Vamos a hacer volar a este bebé... ¡literalmente!"
Con un estruendo, el submarino emergió del agua, atravesando las olas con fuerza mientras todos en el interior eran sacudidos por la repentina aceleración.
"Creo que... voy a vomitar..." gimió Big Serow, su rostro tornándose de un preocupante tono azul mientras se agarraba del asiento.
"Mis disculpas por la salida tan agitada," se disculpó el Capitán Turrock, ajustándose el uniforme y recuperando la compostura. "Pero hemos llegado."
Sus palabras hicieron que el ambiente se llenara de tensión. El Capitán se acercó a las ventanillas, su expresión volviéndose seria. Los demás lo siguieron, asomándose con curiosidad y expectación.
El paisaje que se desplegaba ante ellos era al mismo tiempo majestuoso y desolador: un continente oscuro y olvidado, envuelto en una densa niebla que parecía susurrar secretos. Las tierras eran áridas, marcadas por rocas escarpadas y sombras que parecían moverse con vida propia.
"Bienvenidos... al Continente Perdido," anunció Turrock con solemnidad mientras el submarino navegaba lentamente sobre la superficie, revelando más de aquel misterioso y sobrecogedor paisaje.
Ryo tragó saliva, sus ojos fijos en el exterior. "Así que este es..." murmuró, su voz llena de asombro y gravedad, "el Continente Perdido."
"Un lugar tan sombrío como lo imaginé," añadió Liogre, compartiendo la misma sensación inquietante que Ryo.
Ogre asintió, con su mirada fija y seria, pero antes de que pudiera decir algo, un grito estridente cortó el momento.
"¡Esa es la base de los villanos!" exclamó Morgan, señalando con entusiasmo desbordado mientras su voz resonaba como un trueno. "¡Vamos a patearles el trasero!"
"¡Te he dicho que no grites en la oreja!" rugió Ogre, llevándose las manos a los oídos, visiblemente molesto.
"¡Lo siento!" respondió Morgan, aunque su tono seguía siendo tan alto que todos volvieron a taparse los oídos.
"¡Oye, ratón hiperactivo!" intervino Ryo, claramente irritado. "¡Baja el volumen o lo haré yo!"
La advertencia surtió efecto de inmediato. Morgan se calló, murmurando una disculpa mientras los demás suspiraban con alivio, intentando recuperar el equilibrio tras el caos.
Liogre aprovechó la calma momentánea para dirigirse al Capitán.
"Capitán Turrock, ¿podrías acercarnos a aquella orilla?" señaló un pequeño claro en la costa, un lugar aparentemente adecuado para desembarcar.
El Capitán asintió y comenzó a maniobrar el submarino hacia el punto indicado. Sin embargo, una sacudida repentina hizo que todos se tambalearan, recordándoles las peligrosas formaciones rocosas que rodeaban el área.
"¡Sujétense!" exclamó Turrock, mientras ajustaba los controles con precisión. El submarino avanzaba lentamente, cada movimiento medido para evitar una colisión.
El grupo observó en silencio, sus ojos puestos en el panorama que se desplegaba ante ellos. Aunque todos compartían una mezcla de temor y determinación, una cosa era clara: el verdadero desafío apenas estaba comenzando.
Momentos después, todos ya estaban fuera del submarino. Padressa, acompañado de C.O.T.B., se acercó a cada miembro del grupo y les entregó un dispositivo pequeño en la mano.
"¿Qué es esto?" preguntó Golder, observando el objeto con curiosidad.
"Son radios inalámbricos," explicó Padressa, ajustándose las gafas. "El joven Ryo me mencionó que usaban algo similar para escuchar música desde sus dispositivos de comunicación... ¿cómo los llamaron?"
"Audífonos..." respondieron Ryo y sus amigos al unísono, como si fuera una respuesta ensayada.
"¡Eso mismo!" asintió Padressa con una sonrisa, satisfecho con la conexión. "Pensé que algo como esto podría ser útil en un lugar tan... singular como este."
"¡Señor Padressa, usted es increíble!" exclamó Mei, abrazando al panda rojo con entusiasmo, sorprendiendo a todos con su efusividad. El panda rojo se sonrojó visiblemente, pero no pudo evitar sonreír ante el gesto.
Los demás observaban la escena con sonrisas cómplices, algunos intentando disimular sus risas mientras el ambiente se relajaba por un momento.
El Capitán Turrock, de pie sobre la cubierta, se mantenía firme con una expresión decidida.
"Yo me quedaré aquí defendiendo el submarino," declaró con autoridad. "Nadie tomará el SDS Tortoise Shell mientras yo, el Capitán Turrock, esté cerca."
El grupo asintió en silencio, comprendiendo la importancia de la decisión del Capitán. Ryo respiró hondo y se giró hacia Liogre, quien le devolvía la mirada con una seriedad palpable.
"Bien... ya no hay marcha atrás," pensó Ryo, el peso de la misión cayendo sobre sus hombros. Se enderezó y, con voz firme, se dirigió a su equipo. "Si alguien quiere quedarse, este es el momento de decirlo."
Hubo una breve pausa, pero nadie se movió. Todos estaban decididos a seguir adelante.
"Perfecto..." dijo Ryo, con tono de determinación. "Esto no es tan complicado. Entramos, derrotamos al villano y capturamos o rescatamos a quien encontremos, dependiendo de lo que sea necesario."
Ryo observó a su alrededor, buscando alguna señal de duda. Pero no había ninguna. Todos estaban con él. Su mirada se detuvo en Liogre, que suspiró profundamente antes de asentir.
"Una cosa más..." continuó Ryo, activando su armadura del Tamer Link. "Sin importar lo que haya pasado antes, ahora somos un equipo. Nos cuidamos los unos a los otros. Algunos habrán trabajado juntos antes, otros aún están aprendiendo a confiar..."
Sus ojos se posaron en Liogre, que, aunque aún serio, le dedicó una mirada cómplice.
"Pero debemos dejar eso de lado y ser los héroes que este mundo necesita," dijo Ryo, con firmeza. "¿Alguna duda?"
Todos negaron con la cabeza, sus rostros decididos y llenos de confianza.
"¡Entonces, adelante! ¡Vamos!" gritó Ryo con energía renovada, mientras Golder, con una sonrisa desafiante, lanzaba las Jeeplot Machines al suelo. Los vehículos se desplegaron con un zumbido eléctrico, y en un abrir y cerrar de ojos, todos se subieron, preparados para la acción.
Turrock observó todo desde su puesto, sus ojos fijos en Ryo y su equipo mientras se alejaban.
"Este niño tiene algo especial," pensó el Capitán, admirando la determinación en los ojos de Ryo. "Se nota que es un líder nato... igual que tú, Rey Liogre."
Mientras tanto, en las profundidades de su guarida, Caesar Shark permanecía inmóvil frente a una serie de espejos que reflejaban las imágenes del grupo aproximándose. Dragul rugía con intensidad, sus vibraciones resonaban en el aire como un eco de poder primigenio. Aunque sólo Caesar Shark entendía plenamente los mensajes, su rostro emanaba una calma estratégica.
"Todo avanza según lo planeado, amo Dragul," declaró Caesar Shark, su voz cargada de confianza.
El rugido de Dragul estremeció las paredes de la cámara, como si validara las palabras de su vasallo.
"Lo sé," continuó Caesar Shark, sonriendo con frialdad. "Pronto, serás libre y reclamarás lo que te pertenece por derecho."
Con un gesto firme, llamó a Salmomancer, que apareció de inmediato, con una reverencia breve pero respetuosa.
"Reúne a los soldados," ordenó Caesar Shark. "Y prepara también a 'Los Colmillos Feroces'. No dejaremos nada al azar."
Salmomancer asintió, desapareciendo para ejecutar las órdenes. Caesar Shark regresó su atención a los espejos, observando cada movimiento del grupo con meticulosa precisión.
Mientras tanto, el grupo había recorrido un largo trayecto desde el submarino. El paisaje que se extendía ante ellos era un desolador recuerdo de tiempos mejores: ruinas y escombros de una antigua metrópoli, ahora consumida por el abandono. A lo lejos, un bosque devastado se alzaba como un telón de fondo lúgubre, con edificios maltrechos asomando entre las sombras.
"Detengámonos aquí," indicó Liogre, señalando una amplia plaza entre las ruinas.
El grupo detuvo las Jeeplot Machines de inmediato y comenzó a observar el entorno con cautela.
"¿Es este el lugar?" preguntó Ryo, mientras escaneaba los alrededores con atención.
"Sí, hemos llegado," afirmó Liogre, apuntando hacia las ruinas de un antiguo castillo que se alzaban en la distancia. "Sospecho que ellos están allí."
"Será mejor guardar las Jeeplot Machines y continuar a pie," sugirió Golder. "Así no llamaremos tanto la atención."
El grupo asintió, y Golder transformó los vehículos de vuelta en cubos compactos.
"Exploremos un poco antes de avanzar," propuso Ogre.
El equipo se dividió en pequeños grupos para investigar las ruinas.
Ryo, Liogre, Akira, Tadashi, Eagle y Killer Shark se desplazaron por un terreno irregular, cada paso acompañado de una sensación de vigilancia constante.
"Este lugar... está lleno de cicatrices," murmuró Ryo, observando los restos de estructuras destruidas.
"Es impresionante... pero inquietante," comentó Akira, inspeccionando un edificio a medio colapsar.
"Fíjense bien," dijo Liogre, señalando los escombros. "Aunque todo parece ruinas, hay rastros de tecnología avanzada aquí. Esto no es casualidad."
Mientras tanto, Golder y Zhao examinaron varios restos tecnológicos, hasta que Zhao encontró algo que llamó su atención.
"¡Señor Golder, mire esto!" exclamó, sosteniendo un brazalete roto.
Golder se acercó, frunciendo el ceño.
"Es un Tamer Link..." comentó con seriedad.
Zhao continuó revisando, mientras Golder mantenía una expresión de creciente preocupación.
Por otro lado, Ogre, Leoparmint, Big Serow, Jan Jan y Mei exploraban los alrededores del castillo.
"Este lugar es un desastre," observó Ogre, levantando una roca caída. "Pero lo más extraño es el castillo."
Mei se detuvo y miró la estructura con detenimiento.
"¿Qué tiene de raro?" preguntó Big Serow.
"No parece simplemente deteriorado por el tiempo o una batalla," explicó Ogre. "Miren bien. Parece como si una parte del castillo hubiera sido arrancada o cortada."
En otro sector, Goadon, Mantaray, Billsword, Morgan y Padressa se encontraban investigando los restos de una gran batalla. Goadon observaba en silencio, una sombra de preocupación en su mirada.
"¿Qué ocurre, viejo?" preguntó Billsword, notando su expresión.
"Es por el Rey Liogre, ¿verdad?" intervino Padressa.
Goadon asintió.
"Durante el entrenamiento para la Forma Trinity, noté algo," comenzó a explicar. "Liogre es el que más duda. Si no supera su resentimiento hacia Killer Shark, podría ser un problema."
"¿Un problema para activar la Forma Trinity?" preguntó Mantaray.
"No sólo eso," replicó Goadon. "El rencor es una debilidad. Si no lo libera, nuestros enemigos podrían usarlo en su contra."
Sus palabras dejaron a los demás reflexionando mientras volvían al punto de encuentro.
Cuando el grupo se reunió, todos parecían exhaustos pero determinados.
"¿Qué han encontrado?" preguntó Ryo.
"Además de confirmar que estamos en el Reino de Draconus, nada fuera de lo normal," respondió Mei.
"Pero encontramos esto," dijo Zhao, lanzándole a Ryo el Tamer Link que habían descubierto.
Ryo lo atrapó y lo examinó con atención.
"Es un Tamer Link..." murmuró. "¿Dónde lo encontraron?"
Golder y Zhao intercambiaron una mirada incómoda antes de que Zhao respondiera:
"En un lugar... perturbador."
"Nosotros notamos algo más," intervino Ogre, señalando el castillo. "La forma en que está destruido no es natural. Parece como si una parte hubiera sido cortada con precisión."
El grupo intercambió miradas tensas, y fue Killer Shark quien rompió el silencio.
"¿A qué te refieres con 'cortada con precisión'?" preguntó, mirando las ruinas del palacio con seriedad. "Lo que veo aquí no es más que otra ruina, como todo lo demás."
"No sabría explicarlo..." respondió Ogre, rascándose la nuca con nerviosismo. A pesar de que ahora eran aliados, la presencia de Killer Shark todavía lo hacía sentir inquieto. "Pero diría que lo que estaba allí fue removido como si lo hubieran cortado con un cuchillo caliente sobre mantequilla."
Sus palabras hicieron que el grupo volviera a sumirse en un incómodo silencio reflexivo.
"Amigo..." intervino C.O.T.B., rompiendo el momento. "¿Quieres que realice un escaneo del área?"
"Sí, por favor", respondió Padressa, dando paso al análisis minucioso que C.O.T.B. comenzó a ejecutar.
"Escaneo completo", anunció el dispositivo poco después. "El castillo muestra rastros de energía cuántica e indicios de desplazamiento de materia."
"¿Desplazamiento de materia?" repitió Ogre, perplejo.
"Eso significa que lo que sea que estuvo aquí no fue destruido, sino trasladado a otro lugar", explicó Tadashi, señalando las ruinas con seriedad.
"Si es así..." murmuró Killer Shark, con tono frío, "¿dónde está la parte que falta?"
Nadie tuvo una respuesta. El grupo sólo pudo encogerse de hombros, mientras Liogre observaba las ruinas del otrora majestuoso Reino de Draconus, sumido en pensamientos.
"Todo este lugar se cae a pedazos..." comentó Liogre, dándole una patada al suelo. "¿Será seguro caminar aquí?"
"¡Rey Liogre, deje de hacer eso!" gritó Leoparmint alarmada al verlo apartado del grupo, golpeando el suelo con los pies. Sin embargo, la advertencia llegó demasiado tarde: el suelo bajo Liogre comenzó a desmoronarse, y todos cayeron al vacío, excepto Eagle, que reaccionó rápidamente para atrapar a Tadashi y elevarse con sus alas.
"¡Aaaaaaah!"
Los gritos resonaron en la caverna mientras caían.
"¡Idiota!" le recriminó Golder a Liogre durante la caída. "¡Mira lo que has hecho!"
Un estruendo sacudió el lugar cuando el grupo aterrizó entre los escombros. Eagle, llevando a Tadashi, descendió poco después y los observó desde arriba con una sonrisa sarcástica antes de unirse a ellos.
"¿Todos están bien?" preguntó Tadashi, preocupado mientras los demás se levantaban del polvo.
"No, y todo es culpa de este león torpe..." se quejó Mei, fulminando a Liogre con la mirada.
"¡Liogre, por favor, usa la cabeza antes de actuar!" añadió Big Serow con tono severo.
Liogre bajó la mirada, visiblemente apenado. "Lo siento..." murmuró.
Mientras tanto, Zhao, manteniendo la calma, empezó a inspeccionar el lugar con detenimiento.
"¡Oigan, miren esto!" exclamó Zhao, señalando algo en el suelo que llamó la atención de todos: una serie de túneles ocultos que se extendían hacia las profundidades.
"C.O.T.B., ¿qué es este lugar?" preguntó Padressa, acercándose para inspeccionar los túneles.
C.O.T.B. realizó otro escaneo.
"Escaneo completo", anunció. "Se detectan extensos sistemas de túneles subterráneos en esta área."
"¡Es una cueva secreta!" exclamó Ryo con una sonrisa emocionada. "¡Esto será divertido de explorar!"
Liogre recuperó su entusiasmo y se adelantó con energía. "¡Vamos, entremos!"
"¡Joven Ryo!" advirtió Big Serow. "¡Ni se le ocurra meternos en otro problema junto al rey!"
El grupo comenzó a adentrarse en los túneles, sin saber que, en las sombras, un pequeño ciempiés los seguía sigilosamente, manteniéndose fuera de su vista.
En la penumbra de su guarida, Caesar Shark observaba con frialdad a través de un espejo encantado la exploración de las cuevas por parte de sus enemigos, seguido en secreto por su espía, el ciempiés. A su lado, sus leales subordinados, los Cuatro Colmillos Feroces, permanecían arrodillados en señal de respeto. Estaban Salmomancer, el estratega del grupo, Sealance, un guerrero de mirada gélida, Anubius, un chacal de porte imponente y disciplina férrea, y Nut, un gato negro cuya actitud soberbia era tan afilada como su ingenio.
"¡Los Cuatro Colmillos Feroces están a su servicio, señor Caesar Shark!" exclamó Anubius, su tono firme y reverente.
"Vamos, Anubius, no seas tan rígido", respondió Nut con una sonrisa burlona. "Relájate un poco cuando estás frente al jefe. No va a morderte... al menos no hoy."
"No, Nut", replicó Anubius con seriedad, sin molestarse en ocultar su desaprobación. "Estamos ante nuestro comandante, y siempre debemos dirigirnos a él con el respeto que merece."
Mientras sus subordinados intercambiaban palabras, Caesar Shark mantenía la mirada fija en los espejos, estudiando los movimientos de los intrusos en las cuevas. Sin embargo, un dolor punzante en el pecho lo hizo retroceder, tambaleándose ligeramente.
"¡Señor!" exclamó Anubius con alarma, levantándose de inmediato. "¡Resista!"
"¡Tú!" ordenó a Salmomancer, señalándolo con un gesto urgente. "¡Ve por una de tus pociones, ahora!"
"No es necesario..." intervino Caesar Shark, su voz debilitada pero autoritaria. "Estoy bien, general Anubius. Sólo... prepárense. Nuestros 'invitados' llegarán pronto."
"Como usted ordene, señor", respondió Anubius, cuadrándose de inmediato. Luego se volvió hacia los demás. "¡Colmillos, fuera!"
Los cuatro se retiraron, dejando a Caesar Shark solo en la sala. Él miró un collar de concha que sostenía en su mano, un símbolo de un amor perdido.
"Pronto, mi amor...", murmuró, sus ojos reflejando una mezcla de dolor y determinación. "Pronto estarás de vuelta a mi lado."
En el pasillo, mientras se alejaban, Nut rompió el silencio con su habitual tono burlón.
"¿Qué crees que le está pasando al gran jefe?" preguntó, sus ojos brillando con una curiosidad apenas disfrazada de indiferencia.
"Como bien sabes, Caesar Shark realizó un ritual prohibido para revivir a su hijo mayor, Killer Shark, quien luego traicionó nuestra causa y se unió al enemigo", explicó Anubius, su tono grave. "Ese ritual consumió una gran parte de su fuerza vital. Está pagando el precio con su propia vida."
"¿Así que no le queda mucho tiempo?" respondió Nut, arqueando una ceja. "Vaya... eso sí que es una metedura de pata monumental. Sacrificarte por alguien que ni siquiera está de tu lado... Patético."
"¡Modera tus palabras, Nut!" lo interrumpió Anubius con una mirada fulminante.
Nut suspiró, ignorando el reproche. "Tal como van las cosas, creo que tendré que intervenir cuando lleguen nuestros 'invitados'. Especialmente con ese rey león atolondrado y su amigo humano."
De su túnica sacó un báculo de diseño extraño, decorado con runas que brillaban con un leve resplandor púrpura.
"¿Qué piensas hacer con eso?" preguntó Anubius, observándolo con una mezcla de recelo y curiosidad.
"Ya lo verás..." respondió Nut con una sonrisa misteriosa, mientras giraba el báculo entre sus manos, como si saboreara la idea de lo que estaba por venir.
Mientras tanto, el grupo continuaba adentrándose en los oscuros y estrechos túneles. Ryo, inspeccionando las paredes húmedas y el suelo resbaladizo, comentó:
"Esto parece un maldito laberinto... Espero que sepamos cómo salir."
"Señor Goadon", llamó Akira mientras avanzaba con cautela, "¿cree que estos túneles pudieron haber sido utilizados por el General del Agua para atacar el castillo en el pasado?"
Goadon asintió, pensativo. "Es muy probable. Según un antiguo libro de historia que leí, el General del Agua utilizó estos canales para infiltrarse en el castillo con sus tropas. En ese entonces, estos túneles eran parte del sistema de suministro de agua al palacio. Pero tras la batalla, se secaron y fueron olvidados."
"Entonces, si no encontramos una salida pronto, terminaremos como otro capítulo perdido en ese libro de historia", dijo Killer Shark, frunciendo el ceño. "¿Alguien tiene idea de por dónde seguir?"
"Padressa, pregúntale a tu amigo dónde estamos", sugirió Golder, antes de detenerse en seco al notar una ausencia inquietante. "Espera... ¿Dónde está Padressa?"
La preocupación se extendió entre el grupo como un escalofrío.
"¿Eh? ¿Se quedó atrás?" preguntó Leoparmint, mirando hacia la penumbra con evidente inquietud.
"¿se habrá perdido? No hemos dado vuelta en ningún lado..." murmuró Mei, preocupada. Pero antes de que alguien pudiera responder, un grito distante resonó en el túnel:
"¡Ahhh!"
Mei se tensó. "¿Oyeron eso?" preguntó, con la mirada fija en la oscuridad.
"¡Es Padressa!" exclamó Tadashi, avanzando con rapidez.
"¡Padressa, estamos aquí!" gritó Golder con todas sus fuerzas.
De pronto, Padressa apareció corriendo a toda velocidad, seguido de cerca por C.O.T.B., quien, a su vez, arrastraba tras de sí algo aterrador: un esqueleto gigante de morsa que parecía moverse con una voluntad propia, sus huesos resonando ominosamente en la estrecha caverna.
"¡AHHH! ¡Ayúdenme!" gritó Padressa, su voz cargada de auténtico pánico.
El grupo quedó paralizado por un instante, incapaz de procesar lo que veían. El esqueleto avanzaba, su imponente figura llenando el túnel con una amenaza tangible.
"¡AHHHHH!" gritaron todos al unísono, el miedo adueñándose de ellos. Sin pensarlo, dieron media vuelta y comenzaron a correr, la estampida liderada incluso por Liogre, quien no podía evitar los recuerdos perturbadores de los No-Muertos que le asaltaban al ver al monstruo.
"¡Aléjate de nosotros!" exclamó Ryo, con el corazón latiendo con fuerza.
"¡No dejen que nos atrape! ¡Aaaahhh!" chillaba Padressa, completamente fuera de sí, mientras C.O.T.B., aparentemente tranquilo, lo seguía sin comprender el caos que había causado.
Momentos después, Liogre, con un rugido feroz, aplastó el cráneo del esqueleto con un golpe contundente de su pie, que resonó por los túneles como un trueno.
"¡Y no vuelvas a intentar llevarte a nadie, montón de huesos!" bramó Liogre, con los ojos encendidos de rabia.
El resto del grupo se desplomó al suelo, jadeando y agotado tras la caótica carrera.
"¿Ya puedo abrir los ojos?" preguntó Mei, sacudiéndose el polvo mientras intentaba recuperar la compostura.
"¡Qué susto...!" suspiró Ryo, todavía temblando, aunque aliviado al ver que la amenaza había desaparecido. "A partir de ahora, nadie se separa del grupo", ordenó Big Serow con firmeza, aunque aún trataba de calmarse del impacto.
"Me alegra que digas eso porque tenemos otro problema", intervino Killer Shark, señalando hacia adelante. Dos túneles oscuros se bifurcaban en diferentes direcciones. "¿Por cuál iremos?"
"¿Alguna idea?" preguntó Killer Shark, mirando al grupo. Pero todos se encogieron de hombros en silencio, intercambiando miradas nerviosas.
Killer Shark suspiró con frustración. "Uno de estos túneles tiene que llevarnos a la guarida de mi padre. Tenemos que averiguar cuál es antes de que sea demasiado tarde."
"El tiburón tiene razón", dijo Zhao con un tono decidido. "Debemos detenerlo antes de que complete el ritual y resucite a ese monstruo."
"¡Sí!" respondieron todos al unísono, mostrando una renovada determinación.
Liogre, observando cómo el grupo se alineaba rápidamente detrás de Killer Shark, frunció el ceño. "Sí, claro...", murmuró, cruzándose de brazos. De repente, sintió que su pie se hundía ligeramente en el suelo. "¡Oigan! ¡Mi pie!"
Un sonido ominoso, como el mecanismo de un engranaje antiguo, resonó por el túnel, congelando a todos en su lugar.
"¿Qué es ese ruido?" preguntó Akira, con el rostro tenso por la incertidumbre.
"Creo que pisé algún tipo de interruptor...", admitió Liogre, mirando al suelo con creciente alarma.
"Silencio...", pidió Eagle, alzando una mano para detener cualquier discusión. Escuchaba con atención mientras el sonido se volvía más fuerte, reverberando por las paredes de piedra.
"Viene de atrás", murmuró Mei, mirando hacia la penumbra con el ceño fruncido.
Antes de que alguien pudiera reaccionar, una gigantesca roca surgió del suelo con un estruendo ensordecedor, comenzando a rodar rápidamente hacia ellos.
"¡A correr otra vez!" gritó Liogre, señalando hacia adelante.
En la confusión, el grupo se dispersó, cada uno eligiendo instintivamente un camino diferente. Ryo, Akira, Tadashi, Liogre, Killer Shark y Eagle tomaron el túnel de la izquierda, mientras Mei, Zhao, Golder, Jan Jan, Billsword, Mantaray y Goadon se dirigían por el túnel derecho. El estruendo de la roca llenó el aire hasta que impactó contra la entrada del túnel izquierdo, sellándolo por completo.
"Ugh..." murmuró Ryo, levantándose con dificultad tras el impacto. "Eso estuvo demasiado cerca..."
"¿Cómo es posible que un túnel que antes estaba lleno de agua esté lleno de trampas ahora?" se quejó Akira, mientras sacudía el polvo de su ropa.
"Parece que mi padre ha estado haciendo 'renovaciones'", comentó Killer Shark con ironía, acercándose a Liogre, quien estaba tratando de levantarse del suelo con una roca atascada en el pie.
"¿Necesitas ayuda?" preguntó Killer Shark, extendiéndole una mano en un gesto conciliador.
"¡No necesito tu ayuda!" gruñó Liogre, apartando su mano con brusquedad. Se levantó por sí mismo, sus movimientos rígidos por la frustración. El grupo lo miraba con preocupación, pero nadie dijo nada.
Killer Shark suspiró, observando con calma a Liogre mientras este empujaba con todas sus fuerzas la roca que había sellado el túnel.
"¡Está atorada!" exclamó Liogre, sus esfuerzos inútiles contra la pesada obstrucción.
Aquí tienes una versión mejorada de la parte del capítulo:
Desde el otro lado del túnel sellado, la voz de Zhao resonó, cargada de preocupación.
"¿Chicos, están bien?"
"Sí, estamos bien", respondió Ryo, aunque su tono traicionaba cierta inquietud. "Pero esta roca no se mueve. Parece estar completamente atorada..."
Ogre dio un paso adelante desde el otro lado, su expresión decidida.
"¡Atrás!" ordenó con firmeza mientras con su Cyclot cargando se preparaba para desplegar su Flame Gatling. "Voy a destruir esta roca."
Antes de que pudiera lanzar el ataque, Golder intervino, levantando una mano en señal de advertencia.
"No es recomendable hacer eso en un túnel tan estrecho", señaló, con un tono firme pero calmado. "Podrías causar un colapso y desestabilizar toda la estructura."
"Entonces, ¿qué hacemos?" preguntó Ogre, frustrado y apretando los dientes.
Ryo, después de unos segundos de reflexión, tomó la iniciativa.
"Lo mejor será que sigamos adelante por los caminos que ya hemos tomado", sugirió, con una mezcla de determinación y lógica. "Si avanzamos lo suficiente, estos túneles podrían volver a cruzarse en algún punto."
"El joven tiene razón", asintió Goadon, su voz grave llenando el espacio. "Además, no podemos permitirnos perder más tiempo. Si Caesar logra liberar a ese monstruo, será el fin."
Todos se miraron con seriedad antes de asentir.
"Bien..." Ryo sacó su radio, girándolo entre las manos mientras hablaba. "Usaremos los radios del señor Padressa para mantenernos en contacto."
Siguiendo su ejemplo, el resto del grupo sacó sus radios, asegurándose de que estuvieran listos para cualquier emergencia.
"Es el momento", continuó Ryo desde su lado del túnel, su voz firme pero alentadora. "Ahora somos un equipo. Confíen en todos, ¿de acuerdo? Pase lo que pase, seguimos juntos."
"¡De acuerdo!" exclamaron todos al unísono, con una determinación renovada. Con esas palabras, ambos grupos comenzaron a avanzar por sus respectivos caminos, listos para enfrentar lo desconocido.
Mientras tanto, en otro lugar, Caesar Shark observaba la escena a través de sus espejos mágicos. Una sonrisa astuta se dibujó en su rostro mientras tamborileaba los dedos contra la superficie de su trono. Los Colmillos Feroces estaban a su lado, esperando sus órdenes.
"Que comience el juego..." murmuró Caesar Shark, con un chasquido de sus dedos. Los Colmillos Feroces se retiraron con paso decidido, desapareciendo en las sombras mientras se preparaban para el siguiente acto de su siniestro plan.
Continuará....
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