El crecimiento de Zhao: Bái Hǔ, el Guerrero salvaje

Zhao y Golder corrían junto a sus compañeros a través de los oscuros túneles, sus pasos resonando como ecos inquietantes en las paredes rocosas. Zhao, con una expresión de preocupación, rompió el silencio que llenaba el aire pesado.

"Espero que Ryo, Tadashi y Akira estén bien", dijo, su voz cargada de incertidumbre mientras mantenía el ritmo del grupo.

"Créeme, chico", respondió Golder con un tono grave, "yo también lo espero. Pero lo que más me inquieta es Liogre y Killer Shark juntos. Esos dos en un mismo equipo... es una combinación peligrosa."

"Pero también está el señor Eagle", añadió Mei, con una mirada decidida que contrastaba con la oscuridad del túnel. "Estoy segura de que podrán manejarlo. Además, ¿no notaron que el señor Liogre parecía un poco... enojado?"

La conversación se detuvo abruptamente cuando llegaron a una gruta sombría que revelaba un laboratorio oculto. Las sombras danzaban por las paredes mientras las luces intermitentes de extraños aparatos llenaban el espacio. Zhao se detuvo en seco, mirando a su alrededor con incredulidad.

"¿Qué es este lugar?" preguntó, el asombro evidente en su voz.

"¿Un laboratorio?" murmuró Jan Jan, examinando el entorno con desconfianza.

Billsword tomó un frasco de una mesa cercana, observando con atención el símbolo de un tiburón grabado en él.

"Algo aquí me resulta muy familiar..." dijo, con los ojos entrecerrados. "Frascos extraños, un laboratorio..."

De repente, su rostro se tensó mientras giraba hacia Mantaray, cuya expresión reflejaba la misma inquietud.

"¡Niños, sé de quién es este lugar! ¡Tenemos que irnos ahora mismo!"

El pánico en la voz de Billsword hizo que Zhao y Mei intercambiaran miradas nerviosas.

"¿De quién es?" preguntó Mei, aunque su voz temblaba ligeramente.

"¡Es mío!" rugió una figura emergiendo de las sombras. Un salmón con una armadura naranja y amarilla apareció, su imponente presencia llenando el laboratorio.

"Salmomancer..." murmuró Billsword, mientras Mantaray desenfundaba su espada con furia contenida.

"Ha pasado mucho tiempo, Bill, Manta", saludó Salmomancer con una sonrisa burlona. "Veo que ahora se han aliado con Liogre. Qué decepción."

"Para empezar, no seguimos a nadie", respondió Billsword con firmeza, preparando su postura de combate. "Solo seguimos nuestro corazón y nuestra verdad."

"Sí, claro..." dijo Salmomancer con desdén.

"Y en segundo lugar, ceviche con patas, no tenemos tiempo para lidiar contigo", añadió Zhao, sus ojos brillando con determinación.

"¿Ceviche?" preguntó Salmomancer, visiblemente confundido. "Nunca me habían llamado así antes."

"De todos modos, no pasarán de aquí", afirmó con una sonrisa maliciosa. "Estoy muy interesado en saber por qué Caesar Shark tiene tanto interés en ustedes, especialmente en sus tres amigos."

Un escalofrío recorrió a Zhao y Mei mientras las palabras de Salmomancer resonaban en el laboratorio.

"Creo que ustedes serían conejillos perfectos para mis últimas pociones", continuó, mostrando una hilera de frascos con líquidos de colores brillantes. "Voy a descubrir qué los hace tan... especiales."

Antes de que pudiera avanzar, Golder y Jan Jan se interpusieron con firmeza entre Salmomancer y los jóvenes.

"¡No dejaremos que lastimes a nadie con tus locuras!" gritó Golder, desenvainando su espada con decisión.

"¿Y quién lo impedirá, tú?" respondió Salmomancer, con un tono lleno de burla. "¿Un tigre que traicionó al rey que era su amigo? ¿Un débil descendiente de un linaje extinto?"

Golder gruñó, mostrando sus colmillos, pero fue contenido por Goadon, quien dio un paso adelante con autoridad.

"Golder, calma", dijo con firmeza. "Él quiere que pierdas la cabeza. No caigas en su juego. Respira y mantén el control."

Golder respiró profundamente y asintió, alejando su rabia.

"Tiene razón, maestro Goadon", dijo con un tono más sereno antes de volverse hacia el grupo. "El tiempo es esencial. Ustedes sigan adelante; yo lo entretendré."

"¡Hell Flame!" exclamó, creando un anillo de fuego que rodeó a Salmomancer y lo mantuvo atrapado temporalmente.

"¡Ahora!" ordenó Golder. El grupo comenzó a moverse rápidamente hacia la salida, pero Zhao no se movió de su lugar.

"¿Qué haces aquí?" preguntó Golder, sorprendido al verlo quedarse atrás.

Zhao apretó los puños y lo miró con determinación.

"No me voy", declaró con firmeza. "Usted es mi amigo y maestro, señor Golder. No lo abandonaré."

Golder esbozó una leve sonrisa, conmovido por el valor del joven.

"Está bien, chico", dijo mientras las llamas comenzaban a desvanecerse. "¡Vamos a terminar con esto!"

"¡Sí!" respondió Zhao, sacando la espada que Golder le había dado. Los dos se lanzaron juntos contra Salmomancer, listos para enfrentarlo como un verdadero equipo.

Mientras tanto, Ryo, Liogre, Tadashi, Eagle, Akira y Killer Shark avanzaban por otro túnel oscuro y sinuoso. Los pasos de su pequeño grupo resonaban contra las paredes húmedas, mientras el cansancio empezaba a notarse. Ryo, jadeando ligeramente, rompió el silencio con un comentario.

"Me siento como una hormiga en un hormiguero interminable..." dijo con una mueca, intentando recuperar el aliento.

Liogre, que marchaba al frente con movimientos seguros, volteó hacia él. "Oye, chico, si estás cansado, puedo cargarte..." ofreció con una sonrisa amistosa.

Ryo negó rápidamente con un gesto y una sonrisa tímida. "No, no, tranquilo, amigote. Ya has hecho suficiente por mí y por los demás como para que ahora te pida algo así. Además, no soy tan débil..."

Liogre lo observó con una expresión de orgullo y asintió. "Has crecido mucho, Ryo. No solo físicamente, sino también emocionalmente."

Ryo se sonrojó ante el comentario. "Bueno, no exageres, tampoco es para tanto..." respondió, rascándose la cabeza. Luego añadió con determinación: "De todos modos, estamos aquí para salvar tu hogar, Liogre. Eso es lo que importa."

Tadashi y Eagle, que seguían la conversación desde atrás, intercambiaron miradas.

"Es interesante," comentó Eagle con voz serena, "Liogre tiene un don especial para formar lazos con las personas, pero nunca lo había visto tan cercano a alguien como lo está con Ryo. Su relación es más parecida a la de hermanos que a la de compañeros."

"Es cierto," añadió Tadashi, con una sonrisa nostálgica. "Ryo siempre ha querido tener un hermano mayor, alguien a quien admirar y seguir. Creo que ha encontrado eso en Liogre."

Eagle ladeó la cabeza, curioso. "¿No admira a sus padres?"

Tadashi reflexionó un momento antes de responder. "Claro que sí, los admira y los quiere mucho. Pero ellos siempre estuvieron muy ocupados con sus proyectos cuando él era pequeño. Por eso, quien más influyó en su vida fue su abuelo."

Killer Shark, que caminaba unos pasos detrás, arqueó una ceja al escuchar la conversación. "¿Cómo era su abuelo?" preguntó, con una mezcla de curiosidad y cautela.

Akira fue quien respondió, con un tono cálido. "No llegué a conocerlo en persona, pero por lo que Ryo nos contó, su abuelo era sabio y valiente. Siempre le enseñaba cosas importantes, y Ryo, sin darse cuenta, solía transmitirnos esas mismas enseñanzas."

Killer Shark frunció el ceño. "¿Enseñar de forma involuntaria? ¿Cómo es eso?"

Akira sonrió, recordando un momento significativo. "En la pelea contra la serpiente, recordé unas palabras que él me dijo cuando lo conocí: 'Quedarse quieto cuando alguien necesita ayuda es lo mismo que ser un cobarde.' Esas palabras se quedaron conmigo. Creo que su abuelo dejó una huella profunda en él."

Killer Shark asintió lentamente, mirando a Ryo. "Tu amigo tiene un espíritu fuerte, igual que Liogre. Es un líder nato, no porque imponga su voluntad, sino porque inspira a otros a seguirlo."

Killer Shark desvió la mirada hacia Liogre, su expresión oscureciéndose por un momento.

"¿Qué te ocurre?" preguntó Akira, notando el cambio en su compañero.

"Le hice algo horrible a Liogre en el pasado," admitió Killer Shark, con la voz cargada de remordimiento.

"¿Además de lo del Mega Tempest?" Pregunto Akira mirando a Killer Shark, interesado pero sin juzgar. "¿Qué sucedió?"

Killer Shark suspiró profundamente, sus palabras cargadas de culpa. " Durante la invasión a su reino, fui parte de los que lo atacaron. En ese entonces, yo era alguien muy diferente... alguien que no se parecía en nada a como me conociste. Lo enfrenté en su momento más vulnerable. Lo humillé frente a su gente y, lo peor...le disloqué ambos brazos en la pelea."

Akira quedó impactado. "¿Eso le dejó secuelas?"

"Sí," admitió Killer Shark con un nudo en la garganta. "Aunque se recuperó, sé que nunca volvió a ser el mismo. Se nota en la forma en que pelea ahora. Me arrepiento de cada segundo de ese acto, pero sé que no puedo deshacerlo."

Akira colocó una mano en su hombro. "Todos cometemos errores, pero tu arrepentimiento y tus acciones ahora son las que realmente importan. Sigue demostrando quién eres ahora, no quien fuiste entonces."

De repente, una sensación de alerta recorrió a Akira. Su mirada se volvió aguda mientras levantaba una mano.

"¡Deténganse!" ordenó en voz baja.

El grupo se detuvo de inmediato, adoptando posturas defensivas.

"¿Qué sucede?" preguntó Tadashi, mientras Liogre y Ryo ya escudriñaban el área con cautela.

"Hay algo aquí..." dijo Ryo, entrecerrando los ojos.

"No algo, alguien," corrigió Liogre, justo antes de que una multitud de figuras apareciera de las sombras. Eran soldados modificados, los Pirazoms, con un aspecto amenazante y una presencia intimidante.

"¿Qué son estos bichos?" preguntó Ryo, con tono burlón. "¿La versión pirata de C.O.T.B.?"

Akira esbozó una sonrisa tensa. "Algo así... Pero no subestimes a estos tipos."

Eagle dio un paso al frente, desplegando sus alas con autoridad. "¡Prepárense para el combate! Esto apenas comienza."

Los héroes formaron un círculo defensivo, listos para enfrentar a los Pirazoms, que avanzaban con intenciones claras de atacar. La tensión en el aire era palpable mientras ambas partes se preparaban para el choque inevitable.

Mientras Zhao y Golder enfrentaban a Salmomancer, el hechicero se movía con una agilidad asombrosa, esquivando cada ataque con una sonrisa despectiva. Zhao, frustrado, trataba de alcanzarlo con sus Magiclot, mientras Salmomancer reía con evidente desprecio.

"¿Eso es todo?" se burló Salmomancer, su tono impregnado de sarcasmo.

"¡Ni siquiera hemos comenzado!" gruñó Golder, cargando su Cyclot con energía. Sus ojos ardían mientras gritaba: "¡Hell Flame!"

Una feroz ráfaga en forma de tigre emergió de su Cyclot, lanzándose hacia el hechicero.

"Patético..." murmuró Salmomancer, casi aburrido "Magiclot: Mirror."

Una barrera brillante apareció ante él, reflejando el ataque hacia sus oponentes.

"¡Cuidado!" advirtió Golder, empujando a Zhao fuera del camino justo a tiempo.

El hechicero rió con malicia mientras observaba su obra. "No me sorprende que Liogre te haya derrotado tan fácilmente durante tu intento de rebelión. Si la familia era débil, ¿qué se podía esperar del último de su linaje?"

Las palabras de Salmomancer eran como dardos envenenados, y el rostro de Golder se endureció.

"¡No te atrevas a insultar a mi familia!" rugió, sus colmillos alzados y la furia en su mirada "¡No permitiré que un pez patético manche su memoria!"

"¿Memoria?" replicó Salmomancer con una sonrisa burlona "Qué curioso que hables de eso cuando nadie recuerda al Reino de Bengal... Probablemente porque era un reino mediocre."

El insulto caló hondo, y Golder, furioso, lanzó otro ataque. Sin embargo, Salmomancer esquivó con facilidad, sus movimientos llenos de una arrogancia casi insultante.

"No dejaré que mancilles el honor de mi reino ni el de mi familia"  bramó Golder.

"¿Honor?"  se mofó Salmomancer  "Qué palabra tan vacía viniendo de alguien que traicionó a quien más confiaba en él. Siempre me he preguntado cómo Liogre pudo perdonar a un traidor como tú. Dime, Golder, ¿lo volverías a traicionar si tuvieras la oportunidad?"

Las palabras golpearon a Golder como una bofetada. Sus ojos se llenaron de duda mientras los recuerdos del mal de Death Condor nublaban su mente. ¿Había sido realmente un traidor? ¿Acaso aún albergaba resentimientos hacia Liogre?

Antes de que pudiera responder, una voz inesperada rompió el silencio.

"¡Te equivocas!" gritó Zhao con firmeza, capturando la atención de ambos.

Salmomancer arqueó una ceja, intrigado. —¿Oh, de verdad? ¿Y quién eres tú para contradecirme, niño?

"¡El señor Golder no es un traidor!" declaró Zhao con determinación, dando un paso adelante "En los meses que llevo con él, he visto que es alguien en quien se puede confiar. Es fuerte, justo y nunca se rinde."

El hechicero soltó una carcajada burlona. "¿Y qué se supone que es, entonces, niño insolente?"

"Mi modelo a seguir"  respondió Zhao sin dudar.

Las palabras de Zhao resonaron en el aire, sorprendiendo a Golder. "Él me inspira a ser mejor, a ser valiente. Es un gran maestro y un gran amigo. No voy a quedarme callado mientras un mago de tercera categoría como tú lo insulta."

"¿De tercera categoría? ¿A mí?"  bufó Salmomancer, visiblemente irritado.

"Sí, ¡una anchoa de tercera categoría!" añadió Zhao con una sonrisa burlona.

El rostro de Salmomancer se tornó púrpura de ira. "¡Yo no soy una anchoa!"  rugió "¡Soy el gran Salmomancer! ¡El mago más poderoso de las profundidades! ¡He sido el mago de la tripulación pirata más temida y ahora soy un General de los Colmillos Feroces! ¡Incomparable en habilidad y poder!"

Pero mientras Salmomancer alardeaba, Zhao y Golder intercambiaban miradas cómplices, ignorándolo por completo.

Golder sonrió, su mirada fija en Zhao. "Este chico... Antes temía hasta su propia sombra, y ahora se enfrenta a un enemigo como este sin dudar. Los humanos realmente son fascinantes."

Miró a Salmomancer con renovada confianza.  "Este pez no entiende nada. No soy quien era antes, y todo gracias a estos chicos. Ya no me controlan las sombras de mi pasado."

Salmomancer, furioso al ver cómo lo ignoraban, gritó con más fuerza, su magia comenzando a arremolinarse a su alrededor. "¡Voy a aplastarlos a ambos! ¡No me subestimen!"

Pero una vez más, Zhao y Golder optaron por ignorarlo, lo que solo aumentó la furia de Salmomancer.

"Por cierto, esa tripulación pirata... ¿la lideraba el señor Killer Shark, verdad?" preguntó Zhao, su tono lleno de curiosidad.

"Exactamente", confirmó Golder, asintiendo con la cabeza. "Era una banda de piratas muy conocida, no lo puedo negar..."

"Pero fueron derrotados por el señor Liogre y sus aliados, así que de 'poderosos' no tenían nada", respondió Zhao, riendo con malicia. Golder se unió a la risa, mientras Salmomancer los observaba, una vena palpitando furiosamente en su cuello. La rabia del mago crecía a medida que avanzaba la conversación.

"¡No me ignoren!" rugió Salmomancer, su voz resonando en la caverna.

Zhao y Golder lo miraron de nuevo, pero Zhao, con desdén, le respondió sin interés.

"Ah, perdón, ¿ya terminaste?", preguntó Zhao, su tono completamente indiferente. Luego volvió su atención a Golder, "A los villanos les encanta hablar de sí mismos, ¿verdad?"

"Totalmente", asintió Golder con una sonrisa, "No entiendo por qué lo hacen."

Zhao se acercó a Golder y, en tono de confidencia, susurró: "Según leí en muchos cómics, lo hacen porque tienen baja autoestima."

Golder sonrió y asintió, divertido por la ocurrencia de Zhao.

"Interesante...", comentó Golder. "Y creo que deberían añadir lo de enojarse e insultar al oponente cuando se les dice la verdad."

Salmomancer los miraba con una expresión sombría. El cambio de tono en su voz hizo que Zhao y Golder lo miraran, ahora con una pizca de inquietud.

"Ah, ya entiendo..." dijo Salmomancer, su tono sombrío y serio. "Así que me ven como un chiste... un villano débil que puede ser derrotado con facilidad... uno de tercera categoría..."

Con una rapidez inquietante, Salmomancer sacó un pequeño frasco con un líquido morado brillante. Zhao frunció el ceño al verlo. La tensión en el aire se volvía palpable.

"¿Qué es eso?" pensó Zhao, sintiendo cómo el temor comenzaba a aferrarse a su pecho.

"Nunca pensé que usaría esto en mí mismo...", murmuró Salmomancer, mientras observaba el frasco con una mezcla de determinación y desesperación.

"Oye..." dijo Zhao, alarmado. "¿Qué crees que estás haciendo?"

"Si quiero demostrar su verdadero valor...", respondió Salmomancer, mientras miraba el frasco con una intensidad creciente, "Si quiero que lo tomen en serio, entonces yo..."

Sin previo aviso, Salmomancer vertió el contenido del frasco en su boca de un solo trago. Zhao y Golder quedaron paralizados, observando en silencio.

"¡Debo ir hasta las últimas consecuencias!" gritó Salmomancer, arrojando el frasco vacío con furia, antes de comenzar a retorcerse de dolor.

"¿Oye, te encuentras bien?" preguntó Zhao, dando un paso adelante con preocupación. Pero Golder lo detuvo con un gesto, su rostro serio.

"Señor Golder...", dijo Zhao, confundido. "¿Por qué me detuviste? ¿Qué fue lo que bebió?"

Golder observó a Salmomancer con seriedad, sus palabras llenas de advertencia. "Créeme, no quieres saberlo."

Mientras tanto, en el túnel, Ryo, Liogre, Akira, Killer Shark, Eagle y Tadashi luchaban ferozmente contra los soldados Pirazoms, una amenaza mejorada tecnológicamente que se movía con agilidad y ferocidad inhumanas. Cada golpe asestado por los seis parecía ser absorbido por una barrera invisible, y los Pirazoms se levantaban una y otra vez, implacables.

"Estos malditos peces metálicos ya me tienen hasta aquí..." gruñó Ryo, frustrado al ver cómo los Pirazoms se regeneraban sin cesar. Tadashi, Eagle, Killer Shark, Akira y Liogre peleaban junto a él, combinando sus habilidades en un esfuerzo por frenar a la amenaza.

"Si estos tipos son como C.O.T.B., deben tener una fuente de energía protegida por una barrera," reflexionó Tadashi, lanzando un ataque coordinado con Eagle.

"Si eso es cierto..." añadió Akira, derribando a un Pirazom con un golpe certero, "Debemos acabar con ellos de una vez. ¡Activemos la Forma Guerrero!"

Ryo frunció el ceño, dudando. "No sé si sea buena idea..." dijo. "Estamos en un túnel cerrado. Si lanzamos un ataque potente sin control, podríamos causar un colapso."

Liogre asintió, respaldando la opinión de Ryo. "Tiene razón. No es el momento para arriesgarnos."

"Si tienes otra propuesta, estamos listos para escucharla," replicó Akira, mirando a Liogre con determinación.

"Mi protegido tiene razón," intervino Killer Shark, mirando fijamente a Liogre. "En una batalla, cada segundo cuenta, y a veces eso implica tomar riesgos calculados."

"El tiburón tiene un buen punto," admitió Ryo, aunque Liogre seguía negando con la cabeza.

"Aun así, es demasiado arriesgado." Liogre se mostró firme en su rechazo, pero Eagle colocó una mano tranquilizadora sobre su hombro.

"Liogre, entiendo tus reservas," dijo Eagle, "Pero ahora mismo no tenemos muchas opciones. Debemos actuar, y pronto."

Liogre suspiró, frustrado. "Está bien..." dijo finalmente. "¡Hagámoslo!"

Todos asintieron con decisión. "¡Warrior Spirit, Access On!" exclamaron Ryo, Akira y Tadashi mientras sus Tamer Links y las armaduras de Liogre, Eagle y Killer Shark se cubrían con brillantes líneas de luz, que comenzaron a recorrer sus superficies en patrones intrincados, como un circuito vivo, convergiendo hacia los Cyclots que brillaron intensamente de manera sincronizada.

"¡Cross Fusion!" gritaron Ryo, Liogre, Akira, Killer Shark, Tadashi y Eagle al unísono, envueltos en luces de colores carmesí, esmeralda y zafiro.

============Secuencia de Transformación (Dentro de la Luz)============

//////////////////////////////////(Ryo y Liogre)//////////////////////////////////

El emblema del Cyclot de Liogre emitió un rugido ensordecedor, proyectando su imagen en un espacio etéreo de azul profundo. Glifos místicos y destellos de energía flotaban alrededor mientras Ryo y Liogre se encontraban en el centro, rodeados de corrientes de energía pura.

Sus formas comenzaron a descomponerse en haces de luz, fusionándose en un solo punto. De esta unión surgió una figura humanoide hecha de energía carmesí, flotando en un escenario rodeado de llamas. La figura carecía de rasgos definidos, excepto por unos ojos y una boca brillantes. Poco a poco, piezas de armadura comenzaron a ensamblarse sobre su cuerpo, inspirándose en la armadura de Liogre, pero con un diseño más estilizado y menos robusto.

El Cyclot de Liogre se incrustó en el centro de su pecho, irradiando un brillo imponente. Un rugido resonó en el vacío, seguido por una explosión de fuego que lo rodeó antes de disiparse, revelando a Regulus.

Aterrizando en un terreno volcánico, Regulus desenvainó su espada y, con un movimiento firme, creó grietas en el suelo, liberando lenguas de fuego, antes de adoptar una postura de combate.

"¡Regulus!" proclamó con voz poderosa.

//////////////////////////////////(Tadashi y Eagle)//////////////////////////////////

El emblema del Cyclot de Eagle emitió un graznido ensordecedor, proyectando su imagen en un espacio etéreo de azul profundo. Glifos místicos y destellos de energía flotaban alrededor mientras Tadashi y Eagle se encontraban en el centro, rodeados por corrientes de energía pura.

Sus formas comenzaron a descomponerse en haces de luz, fusionándose en un solo punto. De esta unión surgió una figura humanoide hecha de energía verde esmeralda, flotando en un escenario rodeado de un gran vendaval verde y tornados.

La figura carecía de rasgos definidos, excepto por unos ojos y una boca brillantes. Poco a poco, piezas de armadura comenzaron a ensamblarse sobre su cuerpo, inspirándose en la armadura de Eagle, pero con un diseño más estilizado, similar a una armadura ninja.

El Cyclot de Eagle se incrustó en el centro de su pecho, irradiando un brillo imponente. Un graznido resonó en el vacío, seguido de un huracán de viento que lo rodeó antes de disiparse, revelando a Zephyrus, cuya armadura evocaba la de Eagle, con un casco verde que tomaba la forma de un águila y una capa marrón con capucha que cubría parte de su cabeza.Su rostro estaba protegido por un protector facial que cubría su boca y nariz.

Apareciendo en un escenario en el cielo, Zephyrus invocóun arco junto con flechas. Con un movimiento firme, disparó una flecha quebrilló intensamente antes de desaparecer, creando ilusiones de sí mismo que sedesvanecieron, aterrizando en un dojo ninja . En su espalda, un emblema con elKanji del viento (風)brillaba.

"¡Zephyrus!" proclamó con voz profunda.

//////////////////////////////////(Akira y Killer Shark)//////////////////////////////////

El emblema del Cyclot de Killer Shark emitió un rugido ensordecedor, proyectando su imagen en un espacio etéreo de azul profundo. Glifos místicos y destellos de energía flotaban a su alrededor mientras Akira y Killer Shark se encontraban en el centro, rodeados por corrientes de energía pura.

Sus formas comenzaron a descomponerse en haces de luz, fusionándose en un solo punto. De esta unión surgió una figura humanoide hecha de energía zafiro, flotando en un escenario rodeado de agua de color azul profundo.

La figura carecía de rasgos definidos, excepto por unos ojos y una boca brillantes. Poco a poco, piezas de una armadura comenzaron a ensamblarse sobre su cuerpo, tomando inspiración en la armadura de Killer Shark, pero con un diseño más estilizado y menos robusto.

El Cyclot de Killer Shark se incrustó en el centro de su pecho, irradiando un brillo imponente. Un rugido resonó en el vacío, seguido de un remolino de agua que lo rodeó antes de disiparse, revelando a un guerrero cuya armadura evocaba la de Killer Shark, con un casco azul que tomaba la forma de un tiburón, con un protector facial y una visera roja que cubría su rostro por completo.

Apareciendo en un escenario acuático, el guerrero invocó un tridente. Con un movimiento firme, creó una ráfaga de energía azul que lo envolvió, para luego aterrizar en un fondo marino.

"¡Atlas!" proclamó con voz profunda y serena.

========Fin de la Secuencia de Transformación (Esto ocurre dentro de la Luz)========

En un estallido de luces de colores, Regulus, Zephyrus y Atlas aparecieron, listos para la batalla.

"Bien..." dijo Regulus, chocando sus puños, que fueron envueltos en llamas. "¡Hora de cocinar a estos peces!"

Regulus, Zephyrus y Atlas se lanzaron contra los Pirazoms con renovada furia, decididos a acabar con sus oponentes de una vez por todas.

Mientras en la gruta, Golder y Zhao observaban, Salmomancer se retorcía en una agonía indescriptible. Su cuerpo crecía desmesuradamente, los músculos se hinchaban, y sus dimensiones se ampliaban, transformándolo en una masa imponente de pura fuerza bruta.

"¿Qué demonios se ha tomado este tipo?" preguntó Zhao, asombrado al ver cómo Salmomancer se convertía en una figura monstruosa.

"¿De verdad va a ir tan lejos solo para ralentizarnos?" murmuró Golder, perplejo ante la transformación que ocurría frente a ellos.

"Señor Golder..." dijo Zhao, girándose hacia su compañero. "¿Sabía usted lo que estaba pasando aquí? Usted dijo que no quería saber qué se había tomado el pez, pero ahora creo que debería estar informado."

Golder asintió lentamente, sabiendo que la situación exigía una explicación. "En el Planeta Bestia, existe una planta rara y antigua..." comenzó, captando la atención total de Zhao. "Se dice que en tiempos remotos, los primeros magos y hechiceros la utilizaban para crear un elixir que otorgaba una fuerza descomunal. Sin embargo, a cambio de ese poder, perdían su esencia, transformándose en algo mucho más... primitivo", explicó Golder, observando cómo la armadura de Salmomancer se desintegraba bajo la presión de su crecimiento.

"¿Perder la esencia de uno mismo?" preguntó Zhao, con la preocupación evidente en su rostro. "¿Qué quiere decir con eso?"

Un rugido estruendoso interrumpió la conversación, reverberando a través del túnel y sacudiendo a ambos héroes. Salmomancer, ahora convertido en un titán furioso, los miraba con ojos llenos de malicia.

"¡Ahora verán el verdadero poder que poseo!" rugió Salmomancer, estrellando un golpe contra el suelo que lanzó a Zhao y Golder por los aires.

"¿Qué pasa?" gritó Salmomancer, mirando a sus oponentes con desdén. "¿Ya se han acobardado ante mí?"

Antes de que pudiera continuar, Salmomancer emitió un rugido salvaje y desató una serie de ataques devastadores con su Cyclot, arremetiendo contra todo a su alrededor.

"Esto... no puedo..." murmuraba Salmomancer, luchando por mantener el control de su mente. "Mi mente... no puedo... ¡Debo destruir!"

"¡Esa cosa le ha borrado la inteligencia!" dijo Zhao, esquivando un ataque. De repente, se dio cuenta de un nuevo ataque inminente. "¡Cuidado!"

Golder levantó su escudo para proteger a Zhao, mientras notaba que Salmomancer jadeaba, lo cual le resultaba extraño.

"Debo... seguir... por..." murmuraba Salmomancer en un tono de tristeza, dirigiéndose a Zhao y Golder antes de perder nuevamente la razón y lanzar un zarpazo frenético.

"Es horrible..." dijo Zhao, con una expresión de incomprensión en su rostro. "¿Por qué hace esto? No lo entiendo..."

"La respuesta es obvia..." dijo una voz resonante que llenó la gruta, cortando el aire con su presencia.

"¿Eh, qué...?" se preguntó Golder, mirando alrededor con sorpresa, buscando el origen de la voz.

Mientras tanto, en el túnel, Regulus, Zephyrus y Atlas continuaban su feroz combate contra los Pirazoms.

"¡Tidalwave!" rugió Atlas, desatando una gigantesca ola con su tridente que arrastró a los Pirazoms, pero estos seguían luchando con una obstinación inquebrantable.

"¡Thunder Strike!" exclamó Zephyrus, lanzando una flecha cargada de rayos que electrocutó a varios Pirazoms, dejándolos inmóviles en el suelo.

"¡Firestorm!" gritó Regulus, liberando una llamarada voraz que arrasó con los Pirazoms cercanos. Sonrió al ver los resultados, pero su satisfacción fue efímera cuando una voz ominosa interrumpió la batalla.

"Es alguien que sirve únicamente como una mera herramienta", dijo la voz, resonando en el aire y dirigiéndose hacia Regulus, Zephyrus y Atlas.

"¿Eh?" murmuró Regulus, frunciendo el ceño, buscando el origen de la voz. "¿De dónde proviene eso?"

"¿Qué sucede?" preguntó Zephyrus, su mirada fija en los alrededores mientras intentaba localizar la fuente. Desde el interior de Atlas, Killer Shark reconoció la voz de inmediato, con una mezcla de sorpresa y creciente preocupación.

"No... no puede ser..." pensó Killer Shark, sintiendo una incomodidad profunda.

En otra parte, Golder y Zhao también buscaban la fuente de la voz, hasta que una proyección holográfica se materializó frente a ellos, mostrando la imponente figura de un gigantesco tiburón.

"¿Quién eres?" preguntó Zhao con firmeza, su mirada fija en la proyección.

"Creo que, a estas alturas, ya deberían saber quién soy", respondió el tiburón con un tono autoritario, mientras Regulus, Zephyrus y Atlas, rodeados por los Pirazoms derrotados, observaban con asombro al ser que había hecho su aparición.

"¿Quién...?" murmuró Atlas, su rostro reflejando preocupación mientras, dentro de él, Killer Shark mostraba señales de alarma. Killer Shark no podía creer que su padre los hubiera descubierto tan fácilmente.

"Mocoso..." dijo Killer Shark, su voz cargada de tensión.

"¿Qué pasa?" preguntó Atlas, sin apartar la vista de la proyección. "¿Conoces a este escualo?" inquirió, sorprendiendo a Zephyrus y Regulus con su pregunta.

"Así es..." respondió Killer Shark, su tono mezclado con una preocupación palpable y una resignación amarga. "Ese que habla es mi padre... Caesar Shark."

La revelación sorprendió a Atlas, y la reacción fue inmediata: Regulus y Zephyrus intercambiaron miradas de alarma.

"¿Qué sucede?" preguntó Zephyrus, notando el cambio en la expresión de Atlas, incluso a través de su máscara.

"El que habla es Caesar Shark", dijo Atlas con firmeza, mientras Regulus y Zephyrus se centraban en la proyección del tiburón.

"Así que ese es..." dijo Zephyrus, con un tono grave y serio. Eagle observaba la proyección con una expresión igualmente sombría.

"Caesar Shark..." repitió Regulus, su voz grave y cargada de respeto. En su interior, Liogre observaba con una mezcla de preocupación y determinación, consciente de la importancia de la figura que se les presentaba.

"Debo decir que todos ustedes me han sorprendido..." dijo Caesar Shark, con un tono oscuro de respeto, sus ojos fijos en Goadon, quien lo observaba con una seriedad profunda, evocando recuerdos de su antiguo amigo.

"Goadon, qué sorpresa verte aquí, viejo amigo", dijo Caesar Shark, su sonrisa un cruel cruce entre sarcasmo y desdén. "Veo que el peso de los años te ha pasado factura."

"Me gustaría decir que también me alegra verte, Caesar, pero no es el caso..." replicó Goadon, su tono firme y distante.

"Sí, sí, lo sé", respondió Caesar Shark con un tono despectivo. "Han venido a detenerme para evitar que libere al amo Dragul de su prisión y prevenir la destrucción de todo y de todos."

Mientras hablaba, la proyección desde su guarida cambiaba de enfoque, dirigiéndose hacia Regulus, Zephyrus y Atlas.

"Detenerte y mucho más", afirmó Regulus con determinación, sintiendo el peso de la mirada de Caesar Shark sobre él.

"Ah, tú debes ser Regulus, El Paladín de Fuego..." dijo Caesar Shark, sus palabras cargadas de burla. "El guerrero de habilidades elementales de fuego, cuya valentía y nobleza solo se comparan con el ardor de su alma."

"¿El Paladín de Fuego?" pensó Regulus, desconcertado, sin entender del todo el epíteto. "Este tipo tiene nombres para todo."

"Luego está Zephyrus, El Viento Veloz..." continuó Caesar Shark, mientras su voz resonaba con desdén. "El guerrero veloz, encarnación del viento y el sigilo, cuyas flechas son tan rápidas como el rayo."

"¿Viento Veloz?" se preguntó Zephyrus, con una mezcla de frustración y escepticismo. "¿De dónde saca este tipo esos nombres?"

"Y finalmente está Atlas, el Guardián de los Mares..." prosiguió Caesar Shark con tono reverencial, su voz saturada de ironía. "El guerrero que domina el mar, cuya fuerza solo se compara con su destreza en la batalla."

Atlas permaneció impasible, aunque su expresión reflejaba el peso de la situación.

"Y también está Tai-Li..." continuó Caesar Shark, dirigiendo su mirada hacia Jan Jan, Mei, Goadon y los demás. "La fusión de los guerreros marciales más formidables."

Finalmente, sus ojos se posaron en Zhao. "Y tú, el joven vinculado al excomandante del Batallón Este del Reino de Gloria, aún sin la Forma Guerrero... Sin embargo, demuestras un gran potencial en combate."

"No sé qué es lo que quieres, pero eso no te da derecho a manipular a otros para tus retorcidos planes", replicó Zhao con firmeza.

"¿Manipular?" preguntó Caesar Shark con desdén, su voz cargada de arrogancia. "No, no están equivocados. Nunca los he manipulado; ellos simplemente vinieron a mí por su propia voluntad."

"Porque tú los convenciste usando lo que más deseaban", afirmó Zhao, su voz dura y llena de acusación.

Caesar Shark lo miró con desprecio, una sonrisa cínica cruzando su rostro. "Ellos aceptaron porque el amo Dragul les concederá lo que más anhelan... Yo solo soy el mensajero, nada más."

Desde la profundidad de su guarida, Caesar Shark observaba a través de tres espejos mágicos, que proyectaban imágenes de los distintos grupos. En el espejo de la derecha, veía a Goadon, Mei, Jan Jan, Billsword y Mantaray. En el espejo central, se enfocaba en Zhao y Golder, observando con interés el agitado comportamiento de Salmomancer. A la izquierda, la proyección revelaba a Regulus, Zephyrus y Atlas, preparados para lo que fuera a venir.

"¿Dragul?" preguntó Regulus, su voz cargada de inquietud mientras miraba a Zephyrus y Atlas. "¿Será ese el nombre del conquistador?"

Mientras Regulus y sus compañeros debatían, en la Gruta donde se encontraba el laboratorio de Salmomancer, Zhao, furioso, se volvió hacia Caesar Shark a través de la proyección, sus ojos ardían de ira.

"Me da igual. Eso no te da derecho a hacer de otros simples herramientas, ni Dragul ni nadie más", replicó Zhao con firmeza, clavando su mirada en el holograma de Caesar Shark.

Con una expresión helada y seria, Caesar Shark respondió desde la proyección, su figura dominando el entorno de Zhao y Golder.

"Si eso es lo que piensas, muchacho..." dijo Caesar Shark, su tono desafiante resonando en el aire. "Entonces demuéstramelo. Demuéstrenme ustedes, todos ustedes, que tienen el poder para detenerme."

Con un gesto de desdén, Caesar Shark cortó la transmisión, dejando a Zhao y Golder frente al agitado Salmomancer, quien se retorcía de dolor, aún recuperándose.

"¿Qué demonios le prometió ese megalómano a este pez?" musitó Zhao, observando a Salmomancer mientras este comenzaba a recomponerse lentamente, su rostro marcado por la irritación.

Salmomancer, aún con una mirada cargada de desprecio hacia Zhao, reflexionaba internamente. En su mente, los recuerdos oscuros que compartía con Caesar Shark se mezclaban con la amarga frustración que sentía en ese momento.

"Este niño realmente me irrita..." pensó Salmomancer, mientras su mirada se llenaba de enojo. "Siempre tan lleno de esperanza, optimista... Y su maestro, fraternizando como si nada. Toda esta situación me enferma... Pero... ¿dónde he visto algo así antes? ¿Dónde?"

Mientras el caos continuaba, Salmomancer se sumergió en los oscuros recuerdos de su vida pasada, evocando el primer encuentro con Caesar Shark y Killer Shark. La conexión con esos recuerdos sombríos se entrelazaba con la furia creciente que sentía en el presente, alimentando su resentimiento y dejando que la ira creciera como una marea imparable.

Flashback

En el corazón del reino del Dragón Marino, un joven Salmomancer, lleno de ansias y esperanzas, se dirigía a una convención de magia. Estaba a punto de presenciar la demostración de uno de los hechiceros más renombrados de la tribu del Mar: Alux, el Magnífico. Su emoción, sin embargo, se desvaneció abruptamente cuando un guardia le bloqueó el paso.

"Lo siento, chico" dijo el guardia con firmeza "pero no puedes entrar. El señor Alux no acepta a nadie de la clase media."

Salmomancer quedó estupefacto y desilusionado.

"Pero vine desde tan lejos para ver a los mejores magos... ¡Solo me falta él!" imploró.

El guardia sacudió la cabeza con pesar.

"Lo siento, chico. El señor Alux tiene reglas."

Desalentado, Salmomancer se apartó, su corazón hundido en la tristeza.

"Esto no es justo..."  pensó mientras se alejaba, la frustración invadiéndole. Sin embargo, un estallido cercano lo hizo detenerse. Miró hacia una puerta semiabierta y oyó una voz alarmada.

"¡Corcholis!" exclamó una voz desde dentro "¡No otra vez!"

Intrigado, Salmomancer se acercó sigilosamente y vio un letrero parcialmente oculto: "Manatis el Grande". Decidió entrar y se encontró con un manatí preparando pociones. Una explosión reciente había dejado una mancha de alquimia en el suelo.

"Creí que la esencia de algas rojas serviría para una poción de color..." murmuró el manatí con desánimo "¡Bueno, qué más da! ¡De los errores nacen los grandes éxitos!"

Salmomancer observó desde el umbral hasta que un paso torpe hizo crujir el suelo, llamando la atención del manatí.

"¿Eh, quién está ahí?" preguntó el manatí, acercándose rápidamente. Su mirada se posó en el joven salmón "¿Un chico salmón? ¿Qué haces aquí?"

Salmomancer tartamudeó, sin saber qué decir, mientras el manatí lo examinaba con curiosidad.

"Has venido a la convención, ¿verdad?" preguntó el manatí, sonriendo. Salmomancer asintió.

"Sí... vine para ver a un gran mago, pero no me dejaron entrar" admitió Salmomancer con tristeza.

"Déjame adivinar..."  dijo el manatí, sorprendiendo a Salmomancer " Viniste a ver a Alux, ¿cierto?

"Sí, así es" confirmó Salmomancer "¿Pero cómo lo sabes?"

"Ese pez ángel y yo solíamos ser compañeros" explicó el manatí "Hasta que la fama le subió a la cabeza y me dejó atrás. Pero yo decidí seguir mi propio camino y dedicarme a lo que realmente me apasiona."

"¿Y eso qué es, señor?" preguntó Salmomancer, intrigado.

El manatí sonrió con calma.

"Hacer feliz a la gente con la magia. Usarla para que todos puedan sonreír, sin importar quiénes sean."

Salmomancer se quedó asombrado por la pasión y la convicción en las palabras del manatí.

"Pero, señor, si eso es lo que quiere..." dijo Salmomancer, mirando a su alrededor "¿Por qué no hay nadie aquí?

"Es porque la gente prefiere ver a Alux..." explicó el manatí "Él ha ganado fama gracias a sus influencias y relaciones con la alta clase. A mí no me gustan esos estirados, así que me enfoco en personas comunes como tú y yo."

Salmomancer frunció el ceño, confundido.

"Pero, señor, si quiere lograr algo grande, ¿no debería tener influencias y relaciones como las de Alux?" dijo Salmomancer  "¿Por qué enfocarse solo en los comunes cuando podría llegar más lejos con gente como Alux?

El manatí posó su mano en la cabeza de Salmomancer con ternura.

"Porque la magia, mi pequeño, es para compartir. Mi sueño es llegar a todas las tribus y hacer que cada reino sonría en armonía" dijo el manatí con una mirada llena de esperanza.

Salmomancer quedó maravillado por la pasión del manatí.

"De hecho, vine aquí porque estaba buscando un aprendiz. Alguien a quien transmitir mis conocimientos. Y creo que tú eres a quien he estado buscando" dijo el manatí con una cálida sonrisa "¿Qué me dices, pequeño? ¿Te gustaría aprender magia?"

Los ojos de Salmomancer brillaron con entusiasmo.

"¡Sí!" exclamó Salmomancer con una sonrisa radiante.

"Esa es la actitud" dijo el manatí, sonriendo "Y como tal, deberías decirme tu nombre, pequeño. Yo soy Manatis."

Salmomancer estrechó la mano del manatí con una amplia sonrisa.

"Salmomancer" respondió.

"Mucho gusto, Salmomancer" dijo Manatis, devolviendo el apretón de manos con una sonrisa genuina.

Desde ese momento, Salmomancer y Manatis se convirtieron en mentor y estudiante, formando un vínculo profundo. Cada día, Salmomancer visitaba la casa de Manatis, donde este le enseñaba los secretos de la magia y el arte de las pociones.

"Lo esencial, mi querido pupilo..." declaraba Manatis mientras guiaba a Salmomancer en la elaboración de una poción " Es creer en ti mismo y tener fe en lo imposible."

Salmomancer, concentrado, logró crear una poción que transformaba el color de las flores marinas. Su éxito le llenó de asombro, pero el instante de triunfo se tornó en caos cuando las flores estallaron, esparciendo polen de colores por doquier. Ambos estallaron en risas, cubiertos de polvo multicolor.

"Y lo más esencial..." continuó Manatis entre risas "Es que si las cosas no salen como esperabas... ¡sigue intentándolo!"

Los días se convirtieron en meses, y los meses en años. Salmomancer, ya un joven salmón, aprendía cada vez más bajo la tutela de Manatis, quien se había convertido en una figura paternal y un verdadero amigo. Un día, mientras regresaban al hogar cargados con comida y ingredientes para sus pociones, Salmomancer escuchó una conversación que captó su atención.

"Oye, ¿no es ese el manatí loco que vive en la montaña?" preguntó un pez espada.

"Sí, lo es" respondió una anguila "He oído que es un viejo loco que hace experimentos con pociones raras que siempre fracasan... Es un perdedor."

Las palabras hirientes hicieron que Salmomancer se encolerizara. Sin embargo, Manatis, con una mano en el hombro de su pupilo, le hizo un gesto para que no respondiera. Salmomancer obedeció, aunque la furia aún ardiendo en su interior.

De regreso en la casa de Manatis, mientras guardaban la comida y los ingredientes en su laboratorio, Salmomancer no podía dejar de pensar en los comentarios de los aldeanos sobre Manatis.

"Maestro..." dijo Salmomancer, su tono cargado de inquietud.

Manatis lo miró con una sonrisa serena.

"No les hagas caso..." respondió Manatis con calma "Mucho me llaman loco o perdedor, o cualquier otra cosa que se les ocurra. Pero nunca permití que eso me detuviera en mi sueño."

"Porque sus burlas no significan nada para mí" continuó Manatis "La magia es lo que realmente importa; es lo que da sentido a todo lo que hacemos."

"¡Sí, maestro!"  respondió Salmomancer con renovada determinación.

"Por cierto, ¿quieres que te cuente algo muy secreto?" preguntó Manatis con una sonrisa traviesa.

Salmomancer asintió, intrigado.

"Ven conmigo" dijo Manatis, guiando a Salmomancer hacia el sótano de su casa, transformado en un laboratorio lleno de tubos y frascos.

"¿Qué es este lugar, Maestro Manatis?" preguntó Salmomancer, maravillado por el laboratorio.

"Este es mi laboratorio secreto" respondió Manatis "Aquí trabajo en mis proyectos más importantes. Como este..."

Manatis tomó una poción azul y, con una sonrisa de orgullo, vertió un poco sobre Salmomancer. En minutos, el cabello de Salmomancer comenzó a crecer a un ritmo alarmante.

"Esta poción garantiza el crecimiento capilar en cualquier ser, incluso en peces" dijo Manatis con entusiasmo "Imagina las posibilidades: leones viejos recuperando su melena, peces deseando el cabello de los mamíferos... ¡Todo gracias a esta poción!"

"Umm, Maestro..." murmuró Salmomancer con voz temblorosa, mientras observaba cómo el cabello de su cabeza crecía descontroladamente. "¿Y cómo se detiene esto?"

Manatis, visiblemente alarmado, agita los brazos con desesperación.

"¡Ayayayay! ¡Espera, ya vengo!" exclamó antes de salir corriendo del laboratorio, dejando a Salmomancer y su pelo desbordado en medio de una escena cómica y caótica.

Momentos después, Manatis regresa y aplica una poción rosa sobre el descontrolado cabello de Salmomancer, eliminando la masa de pelo de forma milagrosa.

"Uff..." suspiró Manatis, aliviado. "Por suerte, tenía una poción depiladora a mano... Si no, terminarías siendo un pez bastante peludo, querido amigo."

Salmomancer, tomando unos frascos con líquido amarillo y verde, levantó una ceja.

"¿Y estos? ¿Para qué sirven?"

Manatis observó los frascos con atención antes de responder.

"Esta poción verde..." comenzó, señalando el frasco, "está destinada a hacer que los cultivos en la Tribu Terrestre crezcan más grandes y nutritivos. Aunque... debo admitir que me pasé un poco con las dosis. Cuando entra en contacto con alguna planta, puede transformarla en algo... monstruoso."

Manatis hizo una mueca juguetona mientras Salmomancer lo miraba con una gota de sudor en la frente.

"Y esta poción amarilla..." continuó, señalando otro frasco, "es una medicina para restablecer la energía, pero en su estado actual, provoca un sueño profundo." Manatis soltó una risa contagiosa, mientras Salmomancer sonreía. De repente, su mirada se detuvo en una poción de un azul celeste brillante sobre la mesa.

"¿Y esa, Maestro?" preguntó Salmomancer, señalando la botella.

"Ah, esa..." dijo Manatis, tomando la poción entre sus manos. "Aún está en desarrollo, pero cuando la termine, será asombrosa."

"¿Y cómo se llama?" preguntó Salmomancer, intrigado.

"Le he puesto 'Ahnelo de Corazón'," respondió Manatis con una sonrisa enigmática. "¿Conoces la leyenda que circula entre los magos sobre una poción llamada la Poción Milagrosa? Se dice que, si se elabora correctamente, puede conceder el mayor anhelo del corazón de quien la beba..."

"Estoy intentando recrearla para que deje de ser solo un mito," explicó Manatis, mientras Salmomancer observaba la poción con creciente asombro.

"Una poción que concede el mayor anhelo del corazón..." repitió Salmomancer, pensando en voz alta. "Maestro, ¿qué es lo que su corazón más anhela?"

Manatis sonrió suavemente, mirando fijamente la poción.

"Es algo bastante simple," respondió. "Quiero que todos en este mundo puedan disfrutar de la magia como tú y yo lo hacemos. Mi deseo es cambiar el mundo y convertirlo en un lugar donde la magia haga felices a todos."

El rostro de Salmomancer se iluminó con admiración al escuchar las palabras de su maestro.

"Por cierto, quiero mostrarte algo más..." dijo Manatis, sacando un sobre y entregándoselo a Salmomancer.

"¿Qué es esto?" preguntó Salmomancer, desconcertado por el gesto.

"Ábrelo," le animó Manatis.

Salmomancer desdobló el sobre con manos temblorosas y encontró una carta de aceptación a la Escuela de Hechicería del Reino del Dragón Marino.

"¡Maestro, esto es..." Salmomancer se quedó sin palabras, sorprendido por el gesto.

"He visto el talento que posees, y creo que este es el siguiente paso para ti," explicó Manatis con una mirada cálida. "Hablé con un amigo en la academia y te recomendé para una beca. Aquí está..." señaló la carta con orgullo. "Te lo ganaste."

Antes de que pudiera terminar de hablar, Salmomancer lo abrazó con emoción.

"¡Gracias, Maestro!" exclamó, su voz llena de fervor. "¡Prometo que me esforzaré al máximo! ¡Juntos haremos realidad tu sueño!"

Salmomancer levantó a Manatis, quien, sorprendido, le sonrió con ternura.

"¡Sí! ¡Juntos crearemos un mundo lleno de felicidad para todos!" afirmó Manatis con entusiasmo mientras Salmomancer lo dejaba suavemente sobre el suelo.

"Pero antes de que te vayas..." dijo Manatis, su expresión cambiando a una más seria, aunque su sonrisa se mantenía en sus labios. "Prométeme algo. ¿Prometes que nunca dejarás que nadie te arrebate esa mirada llena de esperanza que tienes? Me recuerda a la mía. Además, quiero que nunca permitas que un mal momento te aleje de los demás. Hay Bestias y criaturas buenas en todas partes, si sabes buscarlas. ¿Me lo prometes?"

Salmomancer asintió con determinación, una sonrisa decidida cruzando su rostro. "¡Te lo prometo!"

Durante los años que pasó en la academia, Salmomancer se dedicó con fervor a sus estudios, aplicando las enseñanzas de Manatis. Mientras tanto, el anciano Manatis continuaba su investigación, deseando impresionar a su aprendiz cuando este regresara. Un día, mientras trabajaba en la poción "Anhelo de Corazón", Manatis se detuvo abruptamente, sintiendo un dolor punzante en el pecho.

"¡Ngh!" gimió el viejo Manatis antes de recuperar el aliento y suspirar con pesadez. "Eso fue extraño... Pero no importa. Ay, querido amigo, pase lo que pase, siempre estaré orgulloso de ti. Espero poder ver al gran mago que estás destinado a ser algún día."

Los días pasaron, y Salmomancer se graduó con honores. Regresó al pueblo de Manatis, ansioso por mostrarle su diploma y compartir sus logros.

"El Maestro se emocionará al ver esto," dijo Salmomancer con alegría. "Ahora, con mis habilidades, ¡por fin haremos realidad su sueño!"

Mientras se dirigía a la casa de Manatis, Salmomancer escuchó a un róbalo y a un pez globo conversando. La conversación captó su atención.

"¿Oíste lo que le pasó al viejo Manatis?" preguntó el róbalo al pez globo.

"Sí..." respondió el pez globo con tristeza. "Quién lo diría, ¿no?"

Salmomancer, al escuchar, se acercó rápidamente, asustando a los peces. El pez globo se hinchó por sorpresa ante la aparición repentina de Salmomancer.

"¿Qué le sucedió al Maestro Manatis?" preguntó Salmomancer, preocupado.

"¿Maestro?" preguntó el róbalo, recordando. "Espera... ¿no eres tú el salmón que siempre iba con él?"

"¡Sí, soy yo!" afirmó Salmomancer, agarrando al róbalo por la camisa. "¡Soy su aprendiz! ¿Qué pasa con él?"

El pez globo y el róbalo intercambiaron miradas tristes antes de bajar la cabeza. Salmomancer, viendo la expresión en sus rostros, temió lo peor.

"Chico... lo siento mucho..." comenzó el róbalo.

Momentos después, Salmomancer se encontraba ante una tumba en el cementerio, mirando la piedra que marcaba el descanso de Manatis, con una inscripción que decía: "Aquí yace Manatis". Cerró los ojos, sumido en la tristeza, mientras las palabras del róbalo resonaban en su mente:

"Él falleció," dijo el róbalo, su voz quebrada. "Nadie sabe exactamente qué pasó. Un día, llegamos a su casa porque había un olor extraño. Pensamos que había probado alguna de sus pociones raras. Entramos y lo encontramos en su laboratorio subterráneo, tendido sobre una mesa. Al principio pensamos que estaba dormido, pero al acercarnos..."

El róbalo no pudo continuar. Salmomancer, incrédulo, se alejó tambaleándose, lágrimas cayendo libremente.

"No... no es cierto," murmuró Salmomancer con voz quebrada. "¡No es cierto!"

Frente a la tumba de Manatis, Salmomancer gritó con desesperación:

"¡Maestro! ¿Por qué? ¿Por qué tuvo que terminar así? Si tan solo me hubiera quedado..."

De repente, un pez koi y un pez cirujano azul se acercaron, interrumpiendo sus pensamientos. Salmomancer se ocultó rápidamente, pero reconoció a los miembros del grupo de Alux. Los dos peces se detuvieron frente a la tumba, sus palabras llenas de desprecio.

"Así que el viejo loco finalmente se ha ido", dijo el pez koi con desdén.

"Sí, un idiota menos en el mundo", respondió el pez cirujano azul. "¿Quién iba a pensar que su casa, tan mediocre, sería su tumba?"

"Pensaba que podría lograr algo grande, pero al final no era más que un perdedor", se burló el pez koi. "Ni siquiera su nombre será recordado. Qué patético."

Los dos peces comenzaron a reír, lanzando tierra sobre la tumba. La ira de Salmomancer se encendió de inmediato. Salió de su escondite, el rostro enrojecido por la furia, y las lágrimas que caían de sus ojos se transformaron en una furia abrasadora.

"¡Basta! ¡Cómo se atreven a hablar así de él!" exclamó, su voz temblando de furia, lo que alarmó a los abusivos.

"¿Eh? ¿Quién eres tú?" preguntó el pez koi, confundido.

"¿Qué quieres?" inquirió el pez cirujano azul con desdén, pero se asustó al ver a Salmomancer avanzar lentamente hacia ellos, sus ojos llameando de ira.

"¡Él fue un gran maestro, un sabio!" gritó Salmomancer, las lágrimas brotando de sus ojos. "¡Un soñador! ¡Un visionario! Alguien que deseaba ayudar a este mundo. Aunque no comprendieron su grandeza, no tienen derecho a insultarlo. ¡Ahora lo pagarán!"

De su pecho emergió su Cyclot, brillando intensamente, mientras una aura de energía envolvía su cuerpo con una fuerza imparable. Los dos peces, aterrados, suplicaron piedad.

"¡No, por favor!" suplicó el pez koi, aferrándose a su amigo.

"¡Perdón! ¡No quisimos ofender!" rogó el pez cirujano azul, pero era demasiado tarde. Salmomancer, consumido por la rabia, no escuchaba razones.

"¡Deep Crusher!" exclamó, liberando una ráfaga imparable de energía acuosa sobre los dos peces. La fuerza de su ataque fue tan devastadora que desintegró a ambos sin dejar rastro.

Cuando el ataque cesó, Salmomancer se arrodilló frente a la tumba de Manatis, el dolor y la tristeza dominando su ser. La furia se había desvanecido, dejando solo un profundo lamento por la pérdida de su maestro.

"No necesitaban entenderlo... Solo necesitaban creer en él...", murmuró entre lágrimas, su voz quebrada.

"Eso es verdad, joven", dijo una voz profunda, haciendo que Salmomancer se volteara sobresaltado. Frente a él, un imponente tiburón se erguía.

"¿Quién es usted?" preguntó Salmomancer, a la defensiva, pero antes de que pudiera reaccionar, fue derribado por un joven tiburón que lo había agarrado por detrás.

"Lamento la brusquedad", dijo el tiburón, ordenando al más joven que lo soltara. "Permíteme presentarme. Me llamo Caesar... Caesar Shark, y este chico es mi hijo mayor, Killer Shark", explicó Caesar Shark.

"¿Y qué quieren?" preguntó Salmomancer, molesto y con desdén. "No estoy de humor para nada."

"Sé lo que pasó con tu maestro, y lamento mucho que te encuentres en esta situación", dijo Caesar Shark. "Pero vine en busca de un buen mago que pueda ayudar a mi hijo en su banda de piratas, que él y sus hermanos están a punto de dirigir. Pensé que podrías estar interesado."

Salmomancer, desconcertado, rechazó la oferta sin pensarlo.

"No me interesa", dijo con desdén. "¿Y por qué debería unirme a ustedes? ¿Qué tienen para ofrecerme?"

Caesar Shark se acercó con una calma calculadora antes de responder.

"Killer Shark, asegúrate de que nadie más se acerque", ordenó Caesar Shark, mientras el joven Killer Shark se alejaba. Luego, Caesar Shark se acercó a la tumba de Manatis.

"Entiendo por lo que estás pasando. Cuando era joven, también enfrenté el desprecio y la burla del mundo. Pero, al igual que tu maestro, fui perseverante y valiente, cualidades dignas de admirar", elogió Caesar Shark. "Sé que no quieres saber nada de nadie, pero ¿qué te parecería si te ofrezco un trato?"

"¿Un trato?" preguntó Salmomancer, intrigado. "¿Qué clase de trato?"

Caesar Shark lo miró con una intensidad que parecía atravesar la oscuridad de la noche.

"Te explico", comenzó Caesar Shark. "Mi hijo y sus hermanos desean demostrar que pueden ser tan capaces como yo y dirigir su propio grupo..."

"Ya te dije que no quiero ser un pirata", interrumpió Salmomancer, su voz cargada de frustración.

Caesar Shark lo observó con una mirada fría, una que podría helar la sangre incluso a una criatura de sangre fría.

"Lo sé..." respondió Caesar Shark con calma. "Pero aquí está la propuesta: trabajarás para mí en la banda pirata de mis hijos, y a cambio, te ofrezco la oportunidad de cumplir tu mayor anhelo."

Salmomancer, ahora completamente cautivado, levantó una ceja.

"Te escucho", dijo, un poco confundido.

"Verás", continuó Caesar Shark. "Trabajo para un ser más antiguo que este mundo. Me ha prometido cumplir mi mayor deseo. Si trabajas para mí, puedo interceder para que te conceda lo que más anheles."

Salmomancer miró la tumba de su maestro, su mente trabajando a toda velocidad. Reflexionó sobre la vida y el sueño de Manatis y lo que aún quedaba por hacer en su nombre.

"Está bien..." dijo finalmente, su voz firme mientras Caesar Shark lo observaba con una sonrisa satisfecha. "Trabajaré para ti y me uniré a esa banda de piratas. Pero lo haré con una condición..."

"¿Cuál es la condición?" preguntó Caesar Shark.

"Quiero que ese ser me proporcione la fórmula de la poción milagrosa", dijo Salmomancer con determinación. "Si logro cumplir el trabajo que mi maestro dejó pendiente, podré mostrar al mundo la grandeza de quien fue."

Caesar Shark asintió, un brillo de aprobación en sus ojos.

"Está bien", dijo Caesar Shark, sonriendo. "Bienvenido a la Pandilla del Corazón de la Muerte."

Le dio un firme apretón de manos al joven Salmomancer, sellando su compromiso.

Fin del Flashback

"¡Rooooar!" rugió Salmomancer, lanzando un golpe devastador hacia Zhao y Golder. Ambos lograron esquivarlo por poco, pero el ataque dejó grietas en el suelo a su alrededor.

"¡No importa lo que pase!" gritó Salmomancer, cargando con toda su fuerza. "¡Voy a eliminarlos a todos ustedes!"

El Cyclot de Salmomancer brilló intensamente mientras rugía: "¡Deep Crusher!" Una ráfaga implacable de energía acuática surgió, dirigiéndose con furia hacia los dos combatientes.

"¡Magiclot: Mirror!" exclamaron Zhao y Golder al unísono, invocando una barrera mágica que se interpuso ante el ataque. La defensa vibraba bajo la presión, y Zhao luchaba por mantenerla en pie.

"¡¿Por qué?!" gritó Zhao, con desesperación en la voz. "¿Por qué sigues haciendo esto? ¡Si continúas, podrías morir!"

"¡No me importa!" rugió Salmomancer, sus ojos llenos de lágrimas. "¡Debo seguir adelante! ¡Es la única manera!"

Cada palabra era un grito desgarrador, un reflejo de su ira y desesperación. Su energía aumentaba, y sus lágrimas caían con furia mientras el ataque se intensificaba.

"¡Solo así... solo así podré demostrar que el Maestro Manatis no era un fracasado!" rugió, sus palabras resonando con una mezcla de dolor y determinación. Al escuchar ese nombre, Golder frunció el ceño, visiblemente afectado.

"¡Me lo prometió!" murmuró Salmomancer entre sollozos. "¡Caesar me prometió la fórmula de la poción milagrosa! Con ella, demostraré al mundo que mi maestro no era un mediocre ni un loco. ¡Ustedes no lo entenderían!"

El poder de su ataque seguía creciendo, mientras Zhao y Golder luchaban por resistir. Zhao, con la mandíbula apretada, empezó a brillar con un aura dorada, y una expresión de ira contenida cruzó su rostro.

"Ese maldito tiburón..." masculló Zhao, atrayendo la atención de Golder. "Usó a su maestro como un peón en su juego enfermo."

El aura dorada de Zhao creció en intensidad, mientras lágrimas de furia brotaban de sus ojos.

"¡Eso fue demasiado!" rugió Zhao, la determinación ardiendo en su mirada. Golder asintió, con un gesto igual de serio.

"Y no lo dejaremos pasar..." dijo Golder con firmeza. "¡Vamos a enseñarle que con los sentimientos no se juega!"

Ambos se envolvieron en un resplandor dorado cegador. Salmomancer se cubrió los ojos, desorientado por la intensidad de la luz. Desde su guarida, Caesar Shark observaba con el ceño fruncido.

"¡"¡Warrior Spirit, Access On!" Exclamo Zhao mientras su Tamer Link como la armadura de Golder se cubrían con brillantes líneas de luz, que comenzaron a recorrer sus superficies en patrones intrincados, como un circuito vivo, convergiendo hacia los Cyclots, que resplandecieron intensamente de manera sincronizada. 

"¡Cross Fusion!" gritaron Zhao y Golder, siendo envueltos por una luz dorada, intensificándose hasta que incluso Salmomancer rugió de frustración, cegado por el brillo.

============Secuencia de Transformación (Dentro de la Luz)============

El emblema del Cyclot de Golder emitió un rugido ensordecedor, proyectando su imagen en un espacio etéreo de azul profundo. Glifos místicos y destellos de energía flotaban a su alrededor mientras Zhao y Golder se encontraban en el centro, rodeados por corrientes de energía pura.

Sus formas comenzaron a descomponerse en haces de luz, fusionándose en un solo punto. De esta unión surgió una figura humanoide hecha de energía dorada con destellos rojos, flotando en un escenario con un fuego dorado y carmesí que bailaba salvajemente.

La figura carecía de rasgos definidos, excepto por unos ojos y una boca brillantes. Poco a poco, piezas de una armadura comenzaron a ensamblarse sobre su cuerpo, tomando inspiración en la armadura y casco y de Golder, pero con un diseño más estilizado y menos robusto.

El Cyclot de Golder se incrustó en el centro de su pecho, irradiando un brillo imponente. Un rugido resonó en el vacío, seguido de un torbellino de fuego que lo rodeó antes de disiparse, revelando a un guerrero con una larga cola de caballo blanca con una franja negra en centro cuya armadura evocaba la de Golder, un casco azul con detalles que asemejaban orejas de tigre y un protector facial en forma de mandíbula rugiente cubría su nariz y boca .

Con un rugido potente, el guerrero apareció en un escenario que evocaba el Karst de Shilin, rodeado de rocas imponentes. Una explosión de llamas lo envolvió antes de disiparse, dejando al guerrero en una postura de combate agresiva.

========Fin de la Secuencia de Transformación (Esto ocurre dentro de la Luz)========

Cuando la luz se desvaneció, Salmomancer observó a su alrededor, perplejo. Zhao y Golder habían desaparecido.

"¿Dónde están...?" murmuró, sintiendo de pronto una presencia detrás de él. Giró rápidamente y se encontró cara a cara con un guerrero imponente, con una armadura azul brillante y ojos penetrantes que parecían atravesarlo.

"Imposible..." susurró Salmomancer. Sin embargo, antes de poder procesar lo que veía, la ira lo consumió de nuevo. Rugiendo, lanzó un ataque frenético, pero el guerrero esquivó con facilidad, moviéndose con precisión letal.

Dentro de la mente del guerrero, Golder despertó en un vacío extraño.

"¿Dónde estoy...?" se preguntó, confundido, hasta que escuchó una voz familiar.

"Señor Golder, ¿me escucha?" preguntó Zhao.

"¡Niño!" exclamó Golder. "¿Qué pasó?"

"Parece que finalmente lo logramos..." respondió Zhao desde la conciencia compartida. "Esta es nuestra Forma Guerrero."

Golder asintió, impresionado. "Así que esta es la calidez de la que hablaba Liogre... cuando se fusionó con Ryo."

"Ahora vamos a demostrarle a ese pez lo que somos capaces de hacer", dijo Zhao, con una mezcla de orgullo y determinación.

"Necesitamos un nombre para esta forma", añadió Zhao, pensando por un momento.

"¿Qué tal Bái Hǔ?" sugirió finalmente, con entusiasmo.

"¿Bái Hǔ?" preguntó Golder, curioso.

"Es el Tigre Blanco, uno de los Cuatro Símbolos de la mitología china", explicó Zhao. "Representa el oeste, el metal y la protección. Es perfecto para nosotros."

"Un nombre digno", afirmó Golder desde lo más profundo de su mente. "¡Vamos a luchar, Bái Hǔ!"

Con una renovada determinación, el recién nombrado Bái Hǔ se lanzó hacia Salmomancer con movimientos ágiles y calculados. Sus ojos brillaban con compasión y firmeza.

"Puedo entender tu dolor y tu deseo de honrar a tu maestro, pero este no es el camino," declaró Bái Hǔ, su tono mezclando empatía y convicción. Sin embargo, las palabras no lograron calmar al enfurecido Salmomancer, quien respondió con un ataque cargado de furia y desesperación.

"¡Si eso es lo que quieres... entonces resolvamos esto a tu manera!" exclamó Bái Hǔ mientras se preparaba para el combate. Con un movimiento fluido, acumuló llamas en sus manos, que brillaron con un poder abrasador.

"¡Sorblow!" gritó, desapareciendo en un destello y reapareciendo detrás de Salmomancer, conectando un golpe rápido que lo desestabilizó. Salmomancer rugió, llenando la gruta con su furia, y contraatacó con una arremetida poderosa. Pero Bái Hǔ respondió inmediatamente.

"¡Sorclaw!" exclamó mientras sus manos se envolvían en garras de fuego. Con agilidad felina, atacó a Salmomancer, quien retrocedió momentáneamente.

"¡Roooaaar!" rugió Salmomancer, acumulando su energía para ejecutar su ataque característico. Su Cyclot brillaba intensamente, señalando el lanzamiento inminente.

"¡Cuidado, chico!" advirtió Golder desde el interior de Bái Hǔ "¡Va a usar el Deep Crusher otra vez!" 

Bái Hǔ se detuvo un instante, su mirada fija en el enemigo. "Entonces será el momento perfecto para responder con todo," dijo, su tono sereno pero cargado de determinación. Concentró su energía en la palma de su mano izquierda, creando un núcleo resplandeciente de poder.

El Deep Crusher de Salmomancer fue liberado con una fuerza imparable, llenando la gruta con una explosión que provocó un temblor en los túneles cercanos, alertando a los demás que se encontraban en ellos.

Una nube de polvo gruesa envolvió el lugar, mientras la risa triunfal de Salmomancer resonaba.

"¡Finalmente! ¡Por fin los he destruido!" gritó, regodeándose en lo que creía su victoria. Pero entonces, una luz cálida y brillante comenzó a formarse detrás de él, y la figura de Bái Hǔ emergió de entre el polvo, ileso.

"No... ¡Eso es imposible! ¡Nadie puede moverse tan rápido! ¡Mi Deep Crusher es infalible!" exclamó Salmomancer, con incredulidad en su voz.

Bái Hǔ respondió con calma. "A veces, solo se necesita creer en lo imposible," dijo, con un tono cargado de significado, evocando las mismas palabras que alguna vez pronunció Manatis. Por un instante, la mención hizo vacilar a Salmomancer, como si la memoria de su maestro atravesara la niebla de su furia.

"¡Roar Extinctor!" exclamó Bái Hǔ, lanzando un ataque devastador. Una ola de llamas tomó la forma de un tigre gigantesco, que rugió con furia antes de impactar contra Salmomancer, arrojándolo contra la pared de la gruta. El golpe levantó otra nube de polvo y calor, dejando un silencio momentáneo.

Cuando el humo se disipó, Salmomancer había regresado a su forma original. Herido y exhausto, permaneció de rodillas en el suelo, su mirada cargada de desolación.

Bái Hǔ avanzó lentamente hacia él, su postura firme pero no amenazante. Salmomancer levantó la cabeza, su rostro una mezcla de dolor y resignación.

"¿Y bien?" dijo Salmomancer con voz quebrada. "¿Qué estás esperando? ¡Hazlo! Termina esto... ya no tengo nada que perder."

El tono melancólico de sus palabras sorprendió tanto a Zhao como a Golder. Desde el interior de Bái Hǔ, Golder sintió que era el momento adecuado para intervenir.

"Chico..." llamó Golder, su voz resonando dentro de la fusión. "Déjame hablar con él."

Bái Hǔ asintió, brillando con un destello dorado antes de separarse en Zhao y Golder nuevamente. Salmomancer los miró, desconcertado por la transformación.

"¿De verdad creen que esto será más emocionante si me atacan por separado en lugar de seguir fusionados?" preguntó Salmomancer con un sarcasmo afilado, mirando a Zhao y a Golder con desdén.

Golder dio un paso al frente, con los ojos fijos en el enemigo. Pero en lugar de atacar, habló con calma:

"Hace un momento mencionaste a Manatis..." comenzó, su voz cargada de un tono inesperadamente sereno. La mención del nombre hizo que tanto Salmomancer como Zhao se tensaran. "No sabía que tú eras el aprendiz del que él hablaba tanto... antes de que él..."

Golder dejó la frase en el aire, pero el peso de sus palabras era evidente. Salmomancer apretó los puños, lanzándole una mirada gélida y llena de rabia.

"¡No hables como si lo conocieras!" rugió Salmomancer, su voz cargada de furia y algo más profundo: un dolor que no podía ocultar. Sus ojos estaban clavados en Golder, como si las palabras por sí solas pudieran herirlo.

Golder no retrocedió. Su expresión permaneció tranquila, aunque en su mirada había una mezcla de empatía y nostalgia.

"No lo conocí como tú lo hiciste," admitió con sinceridad. "Pero compartimos algunos momentos... lo suficiente como para comprender lo mucho que significabas para él. Y ahora, tengo la oportunidad de cumplir el favor que me pidió antes de que se marchara."

Salmomancer pareció tambalearse, como si las palabras de Golder hubieran desenterrado un recuerdo enterrado bajo capas de ira. Por un momento, el eco de su respiración pesada fue lo único que rompió el silencio de la gruta.

 El ambiente se llenó de una tensión palpable, pero también de algo más profundo: una emoción cruda y compartida que ni siquiera Salmomancer había anticipado. Golder, con los ojos clavados en él, recordaba los momentos compartidos con el viejo Manatis, un silencio tenso llenó la gruta, cargado de una emoción que ni el mismo Salmomancer esperaba.

Flashback

Mucho antes de convertirse en Comandante del Batallón Este, el joven Golder era un aprendiz bajo el exigente entrenamiento de Goadon. Durante una misión especial, Goadon le encomendó encontrar el Rocío de Sol, una flor rara que crecía exclusivamente en la región del pueblo de la Tribu del Mar. Según su maestro, la flor era clave para fabricar una pomada medicinal de propiedades extraordinarias.

Después de recorrer innumerables tiendas sin éxito, Golder llegó a un mercado local, donde un vendedor pez payaso atendía con indiferencia.

"Disculpe..." dijo Golder, visiblemente frustrado, mostrando un dibujo de la flor. "¿Tiene por casualidad esta planta?"

El vendedor examinó el papel con curiosidad antes de negar con la cabeza. "¿Rocío de Sol? Lo siento, joven, no vendo eso aquí."

La frustración de Golder era evidente; soltó un pesado suspiro mientras pasaba una mano por su frente.

"Ya he visitado más de quince tiendas y nadie parece tenerla," admitió, dejando entrever su creciente desesperación.

El vendedor, al notar su angustia, frunció el ceño como si algo le viniera a la mente.

"Quizás Manatis pueda ayudarte," sugirió de repente, atrayendo la atención de Golder.

"¿Manatis?" preguntó, arqueando una ceja.

"Sí, es un viejo manatí que vive en esa casa," dijo el pez payaso, señalando una estructura cercana. "Tiene la costumbre de recolectar ingredientes exóticos para sus pociones."

"¿Entonces es como un mago?" inquirió Golder, curioso.

"Algo así... aunque no es muy bueno," respondió el vendedor con una sonrisa amarga. "Algunos dicen que es un fracasado. Pero si alguien tiene lo que buscas, es él."

Lleno de dudas pero sin otras opciones, Golder llegó a la casa de Manatis. Tocó la puerta con firmeza, y al cabo de unos momentos, un anciano manatí con bastón abrió.

"¿Sí?" dijo Manatis, observando al joven tigre con ojos serenos.

"Buenas tardes. ¿Es usted Manatis?" preguntó Golder con cortesía.

"Así es," confirmó el anciano. "¿En qué puedo ayudarte, joven?"

"Disculpe la molestia," dijo Golder, mostrando el dibujo de la flor. "He buscado esta planta en todo el pueblo, y alguien me dijo que usted podría tenerla."

Manatis miró el dibujo y asintió lentamente.

"Ah, Rocío de Sol. Creo que tengo una. Sígueme."

Con un gesto amable, invitó a Golder a entrar. Aunque algo reacio, Golder cruzó el umbral, notando la modestia del hogar. Había muebles desgastados y cartas dispersas sobre una mesa, como evidencia de una vida solitaria.

Manatis lo guió a una trampilla oculta que daba acceso a un laboratorio subterráneo. Al bajar, Golder quedó impresionado por la cantidad de frascos, hierbas y libros que llenaban el espacio. Uno en particular llamó su atención: un frasco que contenía un líquido azul celeste que parecía brillar desde dentro.

"En el pueblo dicen que usted es una especie de mago," comentó Golder, tratando de sonar neutral y omitiendo las críticas que había escuchado.

"Y seguramente también te dijeron que soy un fracasado," respondió Manatis con una sonrisa tranquila. "La gente puede ser cruel, pero estoy acostumbrado."

Golder permaneció en silencio, observando los objetos del laboratorio mientras Manatis buscaba entre sus estantes.

"¿Vive solo, señor?" preguntó Golder, incapaz de ignorar el ambiente solitario del lugar.

"No del todo," respondió Manatis, sin dejar de buscar. "Tengo un aprendiz. Está en una academia perfeccionando su talento. Fue difícil, pero logré conseguirle una beca. Me escribe casi todos los días."

Golder asintió, reflexionando sobre la dedicación del anciano hacia su pupilo. Finalmente, Manatis sacó una flor de pétalos amarillos y anaranjados que se parecía exactamente al dibujo.

"¡Aquí está!" exclamó, alzando la flor.

"¿Esa es el Rocío de Sol?" preguntó Golder, maravillado.

"Así es," confirmó Manatis, extendiéndosela con cuidado.

Golder sacó su monedero. "¿Cuánto le debo?"

Manatis negó con la cabeza, sonriendo con calidez. "Nada. Tómala como un regalo."

"Muchas gracias..." comenzó Golder, pero justo en ese momento, Manatis dejó caer la flor.

Con reflejos rápidos, Golder la atrapó antes de que tocara el suelo, solo para ver al anciano llevarse una mano al pecho con expresión de dolor antes de desplomarse.

"¡Señor!" gritó Golder, dejando la flor sobre una mesa y arrodillándose junto a él.

Momentos después, Manatis despertó en su cama, con un doctor morsa —un amigo cercano del anciano— examinándolo. El médico lo miraba con una mezcla de preocupación y severidad.

"Manatis..." dijo el médico con voz severa, mientras guardaba su instrumental, "te he dicho que descanses. Este exceso de trabajo está poniendo en riesgo tu salud."

"Descansaré cuando termine mi investigación," replicó Manatis, intentando levantarse. Golder, atento, lo sujetó suavemente para evitar que se lastimara.

"No estás en condiciones de trabajar sin descanso," advirtió el médico, mirándolo con una mezcla de frustración y preocupación. "Si sigues así, podrías... bueno, podrías no despertarte un día."

Manatis soltó una risa seca, sacudiendo la mano como si quisiera disipar las preocupaciones.

"Siempre tan exagerado," murmuró. "Solo necesito un breve descanso y estaré bien."

El médico suspiró, resignado, y se dirigió hacia la puerta. Antes de salir, lanzó una última mirada al anciano.

"Viejo terco..." murmuró, mientras cerraba la puerta tras de sí.

En el silencio que siguió, Golder se acercó con paso vacilante a la cama de Manatis, quien parecía más frágil bajo la luz tenue de la lámpara.

"Señor," dijo Golder, su voz cargada de inquietud. "¿Está... está realmente mal?"

Manatis suspiró profundamente, y su mirada, cargada del peso de los años, se perdió en el techo.

"Sí... los años no pasan en vano, muchacho. El cuerpo me lo recuerda todos los días," admitió con un tono melancólico. "Pero aún hay cosas que debo hacer."

Golder se mordió el labio, debatiéndose entre sus palabras. Finalmente, rompió el silencio.

"Deberíamos llamar a su aprendiz. Él podría venir a ayudarlo. Así usted podría—"

"No," interrumpió Manatis con firmeza, sacudiendo la cabeza. "Él tiene sus propios estudios. No quiero que abandone su camino por mi culpa."

Golder frunció el ceño, confundido por la obstinación del anciano. "¿Por qué? ¿Por qué no quiere que sepa que está mal?"

Manatis lo miró con una mezcla de dulzura y tristeza, su voz apenas un susurro. "Porque quiero que sea feliz. No quiero que cargue con esta preocupación. Cuando me vaya... quiero que siga adelante."

Las palabras del anciano dejaron a Golder sin aliento. Durante un momento, el joven no pudo decir nada. Finalmente, Manatis rompió el silencio, cambiando el tema con una sonrisa tenue.

"Dime, ¿eres de la familia real del Reino de Bengal, verdad?"

La pregunta tomó por sorpresa a Golder. "¿Cómo sabe sobre mi familia?" preguntó, intrigado.

"He vivido mucho, muchacho, y escuchado mucho más," respondió Manatis con una mirada sabia. "Sé también que tienes un rival. Un Principe, ¿verdad? Ambos llegarán a ser leyendas, si trabajan juntos."

Golder enrojeció, incapaz de ocultar su sorpresa. "Gracias... es un gran cumplido," dijo, incómodo pero halagado.

Manatis lo miró con gentileza y habló con un tono solemne. "Quiero pedirte un favor."

"Lo que necesite," respondió Golder sin dudarlo.

"En el sótano hay un frasco con un líquido azul celeste. Tráemelo, por favor."

Golder asintió rápidamente y salió corriendo. Momentos después regresó, ligeramente agitado, sosteniendo el frasco con cuidado.

"Aquí está, señor," dijo, entregándoselo. Manatis lo tomó con manos temblorosas, observándolo con detenimiento.

"Señor, ¿qué es esto?" preguntó Golder, su curiosidad evidente.

"Es una poción en la que he trabajado durante años," explicó Manatis con un dejo de orgullo. "Se dice que, si está correctamente preparada, puede conceder lo que el corazón más anhela."

Los ojos de Golder se iluminaron de asombro. "¡Eso es increíble! ¿Funciona?"

"No aún," admitió Manatis. "Pero en su estado actual me servirá para lo que necesito."

Antes de que Golder pudiera responder, un aura azul oscuro comenzó a envolver al anciano. Golder retrocedió, alarmado.

"¡Señor, deténgase!" exclamó, pero Manatis permaneció sereno, abriendo el frasco.

"Memento vividum," susurró Manatis.

Una esfera luminosa emergió de su pecho, flotando hacia el frasco, que comenzó a brillar intensamente. El aura azul desapareció, dejando a Manatis visiblemente agotado.

"¿Qué fue lo que hizo?" preguntó Golder, temblando.

"Como dije, la poción no está completa," respondió Manatis con voz débil. "Pero ahora... almacena los pensamientos y sentimientos de quien la sostiene. Algún día, esos pensamientos podrán ser proyectados."

Golder miró el frasco, atónito. "¿Qué debo hacer con esto?"

Manatis lo miró con ternura, una expresión de paz en su rostro.

"Dáselo a mi aprendiz, si lo encuentras," dijo. "Quiero que sepa lo que pienso de él, incluso cuando ya no esté aquí."

Las lágrimas comenzaron a llenar los ojos de Golder. "¿Cómo sabré quién es su aprendiz?"

"Lo sabrás," respondió Manatis, colocando una mano sobre el hombro del joven. "Prométeme que se la entregarás."

Conmovido, Golder asintió lentamente. "Se lo prometo."

Manatis sonrió, satisfecho. Y aunque el peso del destino era claro, su mirada transmitía una paz que Golder nunca olvidaría.

Fin del Flashback

Golder sacó el frasco de su armadura con cuidado, su expresión reflejando una mezcla de nostalgia y tristeza. Zhao y Salmomancer lo miraron con sorpresa, sin entender aún la importancia del objeto. La voz de Golder tembló al hablar, cargada de emoción.

"Me lo dio..." murmuró, fijando su mirada en el frasco como si reviviera un recuerdo distante. "A pesar de estar bajo la influencia de la oscuridad de Death Condor, lo guardé. No sé si fue por impulso, o porque algo en mi interior me decía que debía cumplir la última voluntad del viejo."

Hizo una pausa, mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas. Su voz se quebró ligeramente.

"Algo en mí sabía que esto debía llegar a su destino... a ti."

Salmomancer quedó atónito al escuchar esas palabras. Sus ojos se abrieron de par en par, dándose cuenta de lo que Golder sostenía en sus manos.

"Antes de partir, me pidió que le entregara esto a su aprendiz. En ese momento no sabía que eras tú... Pero ahora entiendo. Este frasco, esta poción, era su último regalo para ti."

Con manos temblorosas, Golder destapó el frasco. Al instante, una luz brillante emergió de su interior. La luz se expandió y tomó forma, hasta que una figura familiar apareció ante ellos. Era el Viejo Manatis, proyectado como un recuerdo vívido e inconfundible.

Salmomancer dio un paso hacia adelante, sus ojos llenos de lágrimas. Apenas podía creer lo que veía.

"Maestro..." susurró, su voz quebrada por la emoción.

La figura de Manatis sonrió con calidez, sus rasgos irradiando la misma sabiduría y bondad que Salmomancer recordaba.

La figura de Manatis, proyectada con una calma serena, comenzó a hablar:

"Salmomancer... Si estás escuchando esto, significa que el tigre a quien confié esta poción ha cumplido su promesa y te ha encontrado. Sé que mi partida dejó un vacío en tu corazón, y entiendo el dolor que ahora sientes. La pérdida de alguien cercano es una carga pesada, pero en medio de la oscuridad, hay algo que debes recordar..."

La voz de Manatis resonaba con una mezcla de sabiduría y ternura, expandiéndose más allá de la gruta donde Zhao, Golder y Salmomancer escuchaban atentos. En un túnel cercano, Regulus, Zephyrus y Atlas, acompañados por los Pirazoms derrotados, se detuvieron, perplejos por la repentina aparición de aquella voz.

"¿De dónde proviene esa voz?" preguntó Regulus, con una mezcla de confusión y desconcierto. Incluso Liogre, en su interior, compartía la misma inquietud, al igual que Zephyrus y Atlas, quienes permanecían en silencio.

En otro túnel, Mei, Jan Jan, Goadon y el resto del grupo escuchaban también con atención.

"¿Quién está hablando?" preguntó Mei, impresionada. "Suena... tan tranquilo. Tan amable."

Billsword y los demás intercambiaron miradas, igualmente desconcertados, mientras trataban de comprender el origen de aquella voz que, pese a su desconocida procedencia, les llenaba de una extraña paz.

De vuelta en la gruta, la proyección de Manatis continuó, su presencia iluminando suavemente a los presentes.

"Recuerda siempre la promesa que me hiciste, Salmomancer," dijo con firmeza y calidez. "Una promesa que trasciende mi ausencia: nunca dejes que nadie te arrebate esa mirada llena de esperanza que llevas en tu interior. Esa luz, tu luz, es un faro que guía tanto a otros como a ti mismo en los momentos más oscuros. No permitas que las adversidades apaguen ese brillo. El mundo está lleno de seres buenos y nobles; solo debes aprender a verlos y reconocerlos, incluso en los lugares más inesperados."

En los túneles, el mensaje seguía resonando. Regulus y los demás escuchaban en silencio. El temblor en el cuerpo de Regulus delataba la intensa lucha emocional que libraba internamente.

"Avancemos..." ordenó Regulus con voz firme, aunque la tristeza empañaba su mirada. Zephyrus y Atlas asintieron, aunque no podían disimular la pesadumbre que sentían. Incluso Liogre, en la mente de Regulus, parecía sumido en sus propios pensamientos, combatiendo las lágrimas que pugnaban por salir.

En el grupo de Mei, las palabras de Manatis encontraron un eco especial. Mei no pudo contener sus emociones; se arrodilló mientras las lágrimas fluían libremente por sus mejillas. Jan Jan, notando su estado, se acercó y la abrazó con suavidad, ofreciéndole consuelo en ese momento compartido de tristeza y esperanza.

Mientras tanto, en la gruta, Manatis continuaba con su mensaje, su tono impregnado de afecto y orgullo.

"Durante todo el tiempo que pasamos juntos, compartimos algo más que conocimientos y magia. Compartimos amistad, confianza y momentos que atesoraré por siempre. Fueron los días más felices de mi vida, y tú, Salmomancer, eres mi mayor logro. No importa que no seamos familia por sangre; para mí, siempre serás como un hijo. Estoy increíblemente orgulloso de ti. Has superado mis expectativas, y cada paso que das es un testimonio de tu valentía y corazón."

Las lágrimas surcaban el rostro de Salmomancer, mientras Zhao y Golder, a su lado, compartían el peso de la emoción. Zhao miraba fijamente la proyección, luchando por contener sus propias lágrimas, mientras Golder se cubría los ojos con una mano, intentando disimular su conmoción.

Manatis sonrió con calidez, mirando directamente a Salmomancer, como si realmente estuviera allí.

"Cuando te miro, veo en ti todo lo que alguna vez quise ser... y más. No permitas que la tristeza o la desesperación te consuman. En los momentos de dolor, busca refugio en la esperanza y el amor que siempre compartimos. Tienes una fuerza inmensa dentro de ti, una que puede cambiar el destino de muchos. Usa esa fuerza para luchar por lo que es correcto, para proteger a quienes lo necesitan, y para honrar lo que juntos construimos."

La luz que formaba la proyección de Manatis comenzó a menguar, pero su voz permaneció firme hasta el final.

"El verdadero poder no reside en la magia ni en la fuerza bruta, sino en el coraje de hacer lo correcto, incluso cuando el camino es incierto. Confía en tu corazón, y recuerda que siempre estaré contigo, guiándote en cada paso que des. Mi último deseo para ti, mi querido amigo, es que encuentres paz, propósito y que jamás pierdas la esperanza que define quién eres."

Con esas palabras, la figura de Manatis se desvaneció lentamente, convirtiéndose de nuevo en una esfera luminosa que flotó de regreso al frasco.

Golder lo cerró cuidadosamente, su semblante mostrando una mezcla de solemnidad y paz.

"Él siempre buscó tu felicidad, incluso hasta el final de sus días," indicó Golder, con la voz cargada de tristeza. "El mayor logro del señor Manatis no fue ninguna poción legendaria... fuiste tú."

Salmomancer, abrumado por el dolor, cayó de rodillas. Su cuerpo temblaba mientras levantaba el rostro hacia el cielo, dejando que las lágrimas fluyeran libremente.

"¡Maestro!" gritó entre sollozos, su voz quebrándose por la desesperación. "¡Por favor, perdóname! ¡Perdóname!"

La escena era desgarradora. Golder permanecía en silencio, con los puños apretados, sintiendo el peso de la pérdida en cada palabra de Salmomancer. Zhao, sin dudarlo, se acercó y se arrodilló frente a él. Al ver el estado de su enemigo, lo abrazó con una calidez que contrarrestaba la frialdad de la gruta.

"Él te amaba como a un hijo..." dijo Zhao con voz suave, haciendo que Salmomancer levantara la mirada, sorprendido. "Creía en ti, en tu capacidad para cambiar el mundo. Sabía que podías conectar con los demás, incluso con aquellos que parecían inalcanzables. Eso es algo que las bestias y los humanos comparten: la capacidad de encontrar lazos, incluso en la soledad."

Zhao tomó la mano de Salmomancer, mirándolo con ternura y convicción.

"Cuando todo parece perdido, cuando el dolor y la soledad amenazan con consumirnos, es cuando más necesitamos extender la mano y permitir que otros nos sostengan. No estás solo en esto, Salmomancer. Nunca lo has estado. El amor y la fuerza que Manatis te dio siguen contigo. Úsalos para sanar, para seguir adelante."

Salmomancer, conmovido hasta el alma, abrazó a Zhao con fuerza, dejando salir toda la emoción que llevaba dentro.

"¡Solo quería que lo respetaran!" exclamó entre lágrimas. "¡Quería que dejaran de ser crueles con él! ¡Perdónenme, por favor!"

"Lo sabemos," respondió Zhao con ternura. "Y sabemos que hiciste lo que hiciste por amor y desesperación. Cuando salgamos de aquí, quiero que me cuentes todo sobre él. Sobre quién era realmente."

Con una sonrisa cálida, Zhao ayudó a Salmomancer a levantarse. Mientras tanto, en un rincón, Golder observaba la escena con una mezcla de melancolía y paz. Fue entonces cuando, solo para sus ojos, apareció el espíritu de Manatis.

Manatis colocó una mano reconfortante sobre el hombro de Salmomancer, transmitiendo una calma indescriptible. Luego, dirigió una sonrisa de gratitud a Golder antes de desvanecerse en el aire, como un susurro del viento. Las lágrimas brotaron de los ojos de Golder, recorriendo su pelaje blanco mientras una sensación de cierre llenaba su corazón.

Zhao, notando que Salmomancer estaba más tranquilo, lo miró con una expresión de comprensión.

"¿Estás mejor?" preguntó, su tono cargado de empatía.

Salmomancer asintió, todavía limpiándose las lágrimas, aunque su voz aún temblaba.

"Sí... estoy mejor. Gracias." Sus palabras estaban cargadas de gratitud hacia Zhao y Golder. "Lamento tanto mi actitud, mis errores con los Corazón de la Muerte... y los insultos que les dirigí. No merecían nada de eso."

"No tienes que disculparte con nosotros," dijo Zhao, su rostro recuperando una expresión seria. "El único que realmente necesita disculparse es ese tiburón maldito. Su locura ha hecho demasiado daño."

Zhao dirigió una mirada feroz hacia la puerta por la que su grupo había avanzado momentos antes. Golder, todavía recuperándose de la emoción, asintió en silencio. Ambos comenzaron a avanzar hacia la puerta, pero Salmomancer los detuvo al sujetar el brazo de Zhao.

"Si van a enfrentarse a él, deben saber en lo que se están metiendo..." dijo Salmomancer, con una intensidad en su voz que detuvo a ambos en seco.

Zhao frunció el ceño, claramente intrigado.

"¿Qué más necesitamos saber, además de que quiere liberar a un monstruo que lleva siglos encerrado?" preguntó Zhao, su tono marcado por la preocupación.

Salmomancer lo miró fijamente, con una gravedad palpable en su mirada.

"Para liberar a ese monstruo, Caesar necesita a tres de tus amigos y a las Bestias con quienes tienen un vínculo. Para ser más específicos, los que conforman las fusiones de Regulus, Zephyrus y Atlas," explicó, su voz grave.

Zhao, frunciendo aún más el ceño, intentó procesar la información.

"¿Te refieres a Ryo, Akira y Tadashi?" preguntó, casi como si necesitara confirmar la realidad de lo que escuchaba.

"Y también a Liogre, el Capitán Eagle y Killer Shark," completó Golder, su rostro serio mientras reflexionaba sobre las palabras de Salmomancer. "Esos seis..."

"Así es," confirmó Salmomancer con un tono sombrío. "Necesita a esos seis para llevar a cabo el ritual de liberación."

"¿Pero por qué ellos?" insistió Zhao, la preocupación ahora completamente visible en su rostro. "¿Qué hace que ellos sean tan importantes?"

"Porque son los únicos con el poder necesario, tanto para liberar al monstruo como para derrotarlo... ... tal como sucedió en el pasado" explicó Salmomancer, su tono grave..

"¿De qué hablas?" interrumpió Golder, la confusión reflejada en su rostro.

Salmomancer reveló entonces un secreto que dejó a ambos completamente sorprendidos.

"¿Estás seguro de eso?" preguntó Zhao, aún sin poder creer lo que estaba escuchando.

"Sí," respondió Salmomancer, con una determinación que no dejaba lugar a dudas. "Y si quieren tener alguna oportunidad de ganar, esos seis deben sobrevivir y alcanzar todo el poder que aún no han desatado."

Salmomancer comenzó a caminar hacia la salida, como si todo estuviera ya decidido.

"Vamos," dijo con urgencia. "Debemos reunirnos con su grupo. Tomaron este camino, ellos no tardarán en encontrarse con el siguiente general de los Colmillos Feroces."

Zhao y Golder se miraron en silencio antes de asentir, comprendiendo la magnitud de lo que se avecinaba. Juntos, comenzaron a avanzar tras Salmomancer, con la creciente sensación de que el tiempo no estaba de su lado.

Mientras caminaban, Zhao no podía dejar de pensar en las palabras de Salmomancer. Su preocupación por sus amigos aumentaba con cada paso.

"Chicos..." pensó Zhao, angustiado. "Si lo que dijo este pez es cierto, entonces... cuando llegue el momento..."

Zhao, Golder y Salmomancer continuaron su marcha, con pasos rápidos y decididos. La urgencia de la situación pesaba sobre ellos, mientras se dirigían hacia el grupo que había tomado el otro sendero. La sombra de la batalla que se avecinaba se cernía sobre ellos, y el tiempo parecía desmoronarse con cada minuto que pasaba.

Continuará...

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