Cumpleaños
Shirou Fubuki x Reader
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— ¿Qué es lo que le puedo regalar?— le cuestionas a tu mejor amiga, quién te observo de manera pensativa.

  Te encontrabas en una pequeña cafetería por la mañana, ahora mismo estabas pensando en que podrías regalarle a tu novio por su cumpleaños, querías que fuera algo que le gustará demasiado y que de esa forma se enterará lo mucho que le importabas.

— ¿Qué tal un bebé?— respondió la de cabellos azules con una sonrisa divertida.

— ¿En serio Lika?— le cuestionas con seriedad—. Somos jóvenes, sólo tengo dieciocho años.

— Bueno hay madres jóvenes....

— No tendré un hijo— la interrumpiste.

— No se me ocurre nada mejor— la morena suspiró bebiendo de su malteada.

— (T/N)— dirigiste la mirada hacia la persona que te había llamado—. Vámonos.

— Ah, ¡Es cierto!— al instante colocaste dinero sobre la mesa pagando todo lo que había consumido, junto con tu amiga.

— ¿Qué sucede?— Lika también se levantó de su asiento— ¿No dijiste que estabas libre hasta las doce?

— Me equivoqué, olvidé algo— le sonreíste de manera apenada—. Adiós Lika, te veo luego.

— Adiós hemanitos— la de cabellos azules siguió bebiendo de su malteada.

  Él joven de cabellos rubios se había ofrecido a llevarte hasta el centro comercial, dispuesto a ayudarte con el problema que tenías acerca del regalo para tu novio.

— ¿Irás a la fiesta?— le preguntas al de mayor estatura, quién asintió con una ligera sonrisa.

— Entra— Goenji había ingresado a su automóvil, esperando a que tomarás asiento en el copiloto.

— ¿Alguna idea?— preguntaste después de entrar a su auto, refiriéndote al regalo para tu novio.

— Estas muy preocupada por eso— admitió él de cabellos rubios, observandote de reojo.

— Es que... — respiraste—. Quiero que sea algo de su agrado.

— Lo será— te animó sin dejar de prestar atención al camino—. Siempre haces que los regalos sean muy especiales.

— Me alegro que pienses así— besaste su mejilla con cariño.

— Pienso de esa manera porque te conozco, y porque somos hermanos— expusó él moreno con una sonrisa.

  Ante aquello reiste, era totalmente cierto.

  Tenías los cabellos castaños, la piel un poco morena y los ojos negro ónix. Tú eras dos años menor que Shuuya y por supuesto una hermana mayor para Yuuka.

— ¿Por dónde comienzo?— cuestionas observando a tus alrededores, después de entrar al centro comercial con tu hermano.

— ¿Ya has pensado qué es lo que le hace falta?— te cuestionó Goenji— ¿Un balón, unas botas de nieve, una tabla de esquí?

— ¡Es cierto!— algo atravesó tus pensamientos—. Él me había contado que no tenía patines de hielo.

— Empecemos por allí.

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— ¡Feliz cumpleaños!— exclamaste junto a algunos de tus amigos.

  Él de cabellos albinos se encontraba en su casa, saliendo de un día de trabajo para cuando observó que todos sus amigos se encontraban en el lugar, con una fiesta sorpresa preparada para él, cosa que lo ánimo mucho.

— Muchas gracias chicos, en verdad se los agradezco— pronunció el de orbes grisáceos con una sonrisa tímida.

— No nos tienes que agradecer a nosotros— Endo se había acercado—. Sino a (T/N).

— ¿En serio?— cuestionó Fubuki, para después observarte—. Muchas gracias preciosa— este se acercó a darte un beso en la mejilla.

— Aún faltan los regalos— alzaste la voz con cierta emoción, tomando tu regalo para que él lo abriera primero.

— No te hubieras molestado, estar contigo es mi mejor regalo— añadió Fubuki, provocando que en ti una sensación nerviosa.

  De pronto los presentes adularon aquella escena tan llena de ternura.

— Ábrelo— generaste con una sonrisa.

  Querías que le gustara, ya que no querías sentirte mal por comprarlo en último momento.

  Fubuki tomó aquella caja con una sonrisa en su rostro, cuando la abrió por completo se percató que unos patines de hielo se encontraban allí, junto a una bufanda de color rojo.

  Al instante el de cabellos albinos se había abalanzado a ti, dispuesto a abrazarte como sino hubiera un mañana.

— ¿Te gusto?— lo observaste a los ojos, este rápidamente devoró tus labios de forma suave.

  Sabias lo que significaba su antigua bufanda, así que querías darle un nuevo comienzo para si mismo. Uno en el que no tuviera que llorar.

— Me encantó.