Nejihina

Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

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Hyūga Neji | Hyūga Hinata
AU de Época
Drama|Comfort|Romance
M16+
Palabras: 2800.
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Es muy guapa, ¿no? 

¡Por supuesto hombre! — vio desde lejos como esa camada de estúpidos se empujaban y abrazaban entre broma y broma — Cualquiera querría estar con ese ángel con cuerpo de pecado —

Lo que daría por estar entre sus piernas 

O mantenerla ocupada, si saben a lo que me refiero —

Sigue soñando idiota, tendrías que nacer dos veces antes que su papi aceptara que estuviera contigo —

Prorrumpieron en carcajadas, acabando con su poca paciencia, así que decidió irse y alejarse de esos estúpidos que hablaban atrocidades de su dulce chica. Claro, su chica, pues a pesar de pertenecer a una rama inferior a la de ella y encargarse de su seguridad como soldado leal a la casa Hyūga, Neji había logrado alcanzar los sentimientos de la noble dama. Aún se sorprendía de que aquella utopía fuera real para él, recordar cómo habían pasado las cosas aún se sentía irreal.

Hace alrededor de seis meses, la tierna Hinata había irrumpido en la sala de entrenamiento de la división principal a media noche. No era secreto para nadie que el único que solía frecuentar aquel lugar a altas horas era nada más y nada menos que Neji, así que se extrañó bastante por su inesperada presencia.

¿Se ha perdido? — le había preguntado manteniendo su distancia, pues la joven hacía estragos en su autocontrol. Bañada a la tenue luz de las antorchas se veía mucho más etérea e idónea, casi artificial, como si con el mínimo calor su piel de cera se derretiría bajo la palma de sus manos.

N-No... creo, encontré... a quien busco — su respuesta inestable junto al ladeo de su cabeza lo dejaron confundida, la tierna chica no solía ser tan expresiva, pero al acercarse un poco más se dio cuenta, había bebido. 

No debería estar aquí, Hinata-sama — le dijo pese a que había estirado uno de sus brazos para sostenerla al verla tambalearse, recargándola en su torso desnudo... gran error. La muy imprudente había aprovechado su cercanía para estampar, con algo más de fuerza de la necesaria, sus labios contra los suyos. Y aunque quiso resistirse en un primer momento, dando rienda suelta a sus impulsos había profundizado el beso hasta robarle el aliento, mientras pasaba las manos por su espalda y la apretaba contra su trabajado cuerpo. Había sido una insensatez de su parte, pero no pudo evitarlo, no tendría una oportunidad como esa otra vez. O eso había creído cuando días después le había dejado claro que no sucedería otra vez, equivocándose una vez más, pues no pasó una o dos veces, sino muchas más.

Desde ahí iniciaron a verse a escondidas, bañados por la luna que se reflejaba en el lago favorito de su amada. Y aunque a veces quisiera defenderla y dar la cara, no podía, era una relación secreta además de prohibida, lo matarían a él y la recluirían en un monasterio a ella por ir en contra de las órdenes del gran Hiashi. Así que sólo tocaba alejarse cuando las personas hacían comentarios obscenos y peyorativos sobre ella. No debía meterse en problemas igual, ya que no quería verse restringido con problemas y atención innecesaria sobre él, lo que entorpecería lo que fluía entre ambos.

Miró al palco donde estaba, acompañando a su padre mientras recibían enviados extrajeron para reforzar alianzas, realmente se veía hermosa, su nívea piel parecía brillar con los poco rayos del sol que se atrevían a bañarla, escapándose de la protección de la delicada sombrilla que la cubría. Su mirada debió ser muy intensa, pues ella lo buscó entre los guardias y conectó con él, transmitiéndole con un sólo gesto los sentimientos que poco a poco le calentaron el corazón.

Entendía su ansiedad, esa noche se verían una vez más, así que moría por tenerla en sus brazos, a pesar de que su cara mantenía el mismo escepticismo. En eso cavilaba cuando la preocupación marcó el rostro de la peliazul y automáticamente desvió su mirada a él otra vez. Quizá esa noche tendría algo más para decir, y por la tristeza que empezaba a empañar los dulces ojos, intuía que no era nada bueno.

 ●●●●

Llegaste — salió de entre los árboles a su encuentro cuando la vio pasar.

N-Neji — se fundió en un abrazó con él inmediatamente, mientras disfrutaba de la calidez que su cuerpo le proporcionaba en la fría noche.

¿Todo bien? — ella solo asintió sin despegarse aún de él, así que gentilmente acarició su espalda, mientras inhalaba su dulce aroma a cítricos y lavanda. Era dulce y tentador, tal como ella.

Se quedaron así un rato más, hasta que la fémina alzó su barbilla buscando sus labios. Él, sin decepcionarla, acudió a la súplica muda que se reflejaba en sus ojos y unió su aliento con el de ella en un beso diferente, cargado del más puro deseo. La sintió más receptiva, derritiéndose entre cada una de sus caricias, robándole el aliento. Cuando sintió que ya no podría seguir sin querer más, evidenciado por la dureza escondida entre la parte inferior de las telas de su yukata, entonces se separó de ella y unió sus frentes, tratando de acompasar su respiración. Pero Hinata no parecía querer parar y eso empezaba a preocuparle.

Hinata-sama... 

Por favor — besó la línea de su mandíbula suplicante — Seamos unos esta noche —

No — trató de hacerla entender — No aquí 

Por todos los cielos, de los dos era él quien más añoraba poder marcar su cuerpo como su propiedad, así como el suyo propio llevaba un sello en la frente, anunciando al mundo que le pertenecía. Pero no sucedería así, no en un lugar como aquel, si uniría su cuerpo al de ella lo haría en un lugar apropiado, no entre los matorrales que rodeaban el lago que siempre visitaban. Así que siguió con la negativa, a pesar del mohín triste que se formó en sus ya enrojecidos labios.

La fémina entonces se apartó, abrazando su cuerpo mientras le daba la espalda y sus ojos se perdían en las estrellas. Se acercó y pasó una cobija por sus hombros resguardándola del frío.

Debe cuidar su salud, lady Hinata. Cubra su cuerpo bajo el sereno de la noche — a pesar de ya haber brindado calidez al mismo, la sintió titiritar — ¿Sucede algo? 

Padre quiere casarme — mencionó haciendo que contuviera la respiración.

¿Con uno de los enviados? — asintió — ¿El rubio? — volvió a asentir, confirmando sus sospechas.

Le había extrañado la forma en la que libremente aquel de ojos celestes se había acercado a ella durante varios días, sin objeción del líder del clan. Así que no estaba muy sorprendido por el hecho de que él precisamente fuera el elegido para crear un enlace político entre ambos países mediante matrimonio. Era una pena, el castaño realmente la amaba, pero eso no importaría ante el gran consejo, pues sólo era un bastardo que no tenía estatus o poder.

¿Q-Qué haremos? — preguntó con timidez, volviendo a encararlo por fin. Medito antes de responder.

No hay mucho que podamos hacer —

¿Y si escapamos? — parecía esperanzada con aquella opción, en su mente era algo que podrían hacer, pero mientras él tuviera vida, era algo que no iba a suceder. Así que negó lentamente — ¿E-Es que no me amas? — 

La amo —

No lo suficiente si pretendes permitir que esté con alguien más — para este punto sus ojos estaban cristalizados, le dolía verla llorar y que él fuera el causante de esas lágrimas. Quedó callado un momento, mientras ella cabizbaja lo veía pensar.

Si bien la amaba con el corazón, con el alma y vida entera, no podía arriesgar su futuro de esa forma. Habían muchos impedimentos para que él fuera reconocido como digno de estar con ella, pero escapar no era mejor opción, se irían de su nación dejando atrás a su familia y todo cuando habían conocido para volverse fugitivos. Hinata debería decirle adiós a la vida acomodada que conocía, misma que con sus escasos recursos no podría darle. No quería arrebatarle todo por un impulso egoísta y que un día despertara a su lado arrepentida de su decisión, triste por no ver a su familia y afligida por lo que pudo haber sido; él no podría con el dolor de haberle arruinado la vida y ella tenía que entenderlo.

Si escapamos, ¿qué haría lord Hiashi? 

M-Me buscaría 

¿Y si nos encuentra? — al ver que no quería responder, pues sabía tan bien como él las consecuencias, decidió hacerlo por ella — Yo haría a la horca y usted... usted sería confinada en el monasterio de Rietta — se acercó para, con cariño, acariciar sus mejillas al tiempo que secaba las traicioneras lágrimas que se desbordaba por sus hermosas cuencas — No podría descansar en paz si soy el causante de que termine en aquel horrible lugar, y no la condenaré a huir para siempre —

Entonces tómame — volvió a negar, aunque le fuera difícil.

El resultado sería aún peor. Sería un insulto hacia usted, para él y su nación — podrían causar hasta una guerra, si la princesa del hogar no resultaba ser casta como se había prometido — Aunque la amo Hinata-sama, no sólo de amor podríamos vivir

No supo que había entendido con sus palabras cuando el dolor atravesó sus facciones, pero no debió haber sido nada bueno cuando, luego de abofetearlo, se giróy salió corriendo de vuelta al castillo. Dejándolo parado en medio de la nada con una mejilla dolorida y el alma atribulada por haber herido su corazón.

●●●●

Las horas se convirtieron en días y los días en semanas y las semanas en meses, los mismos que la ojiperla rehuía su presencia tanto como podía. No quería verlo ni en pintura, y cuando la escoltaba a los paseos matutinos con su futuro esposo con quien parecía tener un buen trato, pasaba de él como si no estuviera ahí al punto de no dejarse ayudar en lo más mínimo. Las cosas no pintaban bien para ambos, en especial para él, a quien le era más y más difícil disimular su malestar y su mal humor, más cuando Hiashi pronunció las palabras que habían terminado por demoler sus esperanzas.

Lo había llamado a su oficina como regularmente lo hacía, para tratar temas sobre la seguridad de su hija  al ser él el principal responsable. Y cuando estuvo a punto de despacharlo, antes de poder moverse de su lugar abrió la boca para agregar con acidez  

Neji, a veces un hombre debe conocer su lugar — podía notar la frialdad en sus ojos, y su manera de hablar como si todo lo supiera, pero se obligó a no inmutarse ante la presión y dejar entrever nada — No creas que no me he dado cuenta cómo los miras — luego de despedirse, había vuelto al campo de entrenamiento para desahogar su frustración y dolor. 

Realmente le jodía su deplorable situación, ya que por más que se había esforzado los últimos meses en conseguir lo mínimo para ser apenas considerado como candidato no lo había logrado. Hinata parecía estar cada vez más fuera de su alcance y más ahora, la noche antes de que se llevara a cabo su enlace.

Como no quería estar cerca de todo aquel revuelo, había salido a tomar aire. Salió hasta el lago, donde con su navaja tranquilamente tallaba pedazos de madera, mientras sopesaba si sería buena idea dejar su trabajo, juntar lo poco que tenía e iniciar en otro lugar. Se conocía, y sabía que sería infeliz con el vívido recuerdo de saber a la mujer que amaba en brazos de otro. En eso estaba cuando Kō llegó hasta él, bastante agitado.

Te he buscado por todas partes — dijo rápido y entre jadeos por el esfuerzo.

¿Sucede algo? —

Es lady Hinata... — no esperó a que terminara la oración cuando ya corría todo lo que sus pies podían de camino al edificio principal.

Al llegar encontró una gran conmoción, varios guardias de mayor confianza estaban ahí, mientras las criadas iban de aquí para allí asustadas por que la señorita había perdido la razón. Entre tanto alarido pudo identificar a Hiashi y Hanna, ambos padres de su amada, mirando aterrorizados a un punto delante de ellos. Siguió sus miradas y la encontró, pálida, despeinada, ojerosa y envuelta en un largo camisón. Pero sus ojos casi se salen de sus órbitas al ver la daga que la insensata chica llevaba hasta su cuello.

¡Hinata! — el líder rugió por sobre la multitud — Deja ya este teatro, baja eso de inmediato — aunque intentó disimularlo, el miedo y la angustia lo habían traicionado, mientras su mujer lloriqueaba abrazada a su hija menor.

¡No, me niego a casarme con alguien que no amo! — gritó como nunca antes la había visto — Mi corazón pertenece a alguien más 

No digas idioteces 

Si me obligas lo haré — las lágrimas ya bañaban su rostro — Ya no voy a fingir que soy feliz padre 

Hija mía — 

Miró a su madre con tristeza y presionó el filo contra su piel esbozando una rara sonrisa mientras un hilo de sangre se hacía apenas visible. Aquello lo sacó por fin de su aturdimiento, pues en cuestión de segundos, sorteando la multitud, pasó a quitarle la herramienta de sus manos.

¿Qué crees que haces? — le dijo enojado, qué pensaba esa chiquilla cuando decidió jugar con su vida como si no valiera nada.

N-Neji... 

Respóndeme Hinata — su cara se arrugó y el llanto no tardó en intensificarse.

L-Lo siento. Yo... y-yo... — se abrazó a él como si su vida dependiera de ello — T-Te amo, no daría mi cuerpo y corazón a nadie más 

No seas tonta, ¿crees que es esto lo que quiero? ¿que te lastimes por mí? 

Por un momento olvidaron dónde y ante quienes se encontraban. Todos veían con sorpresa cómo la joven señorita se aferraba a su eterno cuidador, sin importarle lo más mínimo la etiqueta o el decoro.

¿Qué se supone que es esto, Neji? — la peliazul fue quitada de sus brazos por manos de su propia madre cuando estuvo más tranquila, mientras el castaño era apuntado con el filo de las espadas de los cuatro guardianes que custodiaban la residencia de la princesa — Te advertí que te limitaras a mantener tu lugar 

No negaré lo evidente mi señor — inclinó su cabeza en respeto — La amo, hasta por encima de la razón 

¡Blasfemia! — gritó colérico — Aún prometida a matrimonio vienes descaradamente a decir sandeces. Mis advertencias parecen no tener efecto contigo — podía escuchar a Hinata gritando su nombre, tratando de interceder por él — Por tocar a la perla de la casa principal mereces la muerte 

La aceptaré gustoso — miró a sus ojos tristes, lleno de confianza y devoción.

Hiashi tomó aquello como un reto, y personalmente sacó su espada, terminaría la vida de aquel bastardo aprovechado con sus propias manos. Pero Neji, quien fue obligado a arrodillarse, por su parte no hizo ademán de querer huir de su responsabilidad. Era mejor enfrentar los hechos y morir, que vivir una vida viéndola en manos de otro.

¿Tanto la amas? — se escuchó una voz calma desde atrás, mientras con una de sus manos detenía las de su esposo. Descuido que fue aprovechado por Hinata para abrazar protectoramente al castaño de las amenazas de su padre.

Con mi vida — respondió seguro y sin despegar los ojos de la mujer que le hablaba.

Ambos esposos se miraron a los ojos, compartiendo un único pensamiento del cual no tenía idea. Dirigió entonces sus ojos a la mujer que ahora escondía su rostro en la curvatura de su cuello, y no dudó en pasar una se sus manos a su cadera para sostenerla, crispando los nervios de Hiashi.

¿Qué nos pasará ahora? — la escuchó susurrarle, con miedo a las posibilidades.

No tengo idea — recostó su rostro en su coronilla, viendo como ambos monarcas deliberaban su próxima decisión — Pero lo enfrentaremos juntos 


Desde entonces, por los pueblos recorre una leyenda sobre una dulce princesa y un caballero, quienes por el fruto de su amor se enfrentaron al peor destino, saliendo victoriosos al final. Su forma de amar inspiró a todos a mostrar devoción por aquel ser amado sin importar cualquier límite económico o social. 

Conmemorando durante siglos su memoria, celebrando el amor cada 14 de febrero, mismo día en que ambos corazones pudieron disfrutar de su sentir sin restricciones, sin ataduras y con libertad.



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¿Se notó mucho mi favoritismo? :v
Joder, perdón, es que esta pareja me produce un nosequé que queseyo XD. Los amo, son mi ship #1, y creo que se nota un poco.

Igual espero que lo disfruten, hago todo con amor.
Nos leemos (✿◠‿◠)

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