Madahina

Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

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Uchiha Madara | Hyūga Hinata
AU
Drama|Comfort|Romance
G+
Palabras: 2000.
°°°

¿Si? ¿Disculpe? — respondió a su interlocutor, quien buscaba confirmar su identidad.

Señorita Hyūga, la necesitamos... — y pasó a explicarle sobre un caso que acabaría con sus cortas vacaciones de medio año.

Entiendo. Sí, entiendo — realmente era complejo — Iré lo más rápido que pueda 

Hinata Hyūga, 28 años, Neuropsicóloga clínica y social especializada en comportamiento y adaptación humana. Se había graduado de la universidad de Tokio bastante adelantada para su corta edad, y había ganado una beca al extranjero para estudiar su especialidad. Ahora vivía en Canadá, un país con un ambiente muy diferente al suyo, pero que igual era encantador. 

Solía tomar vacaciones cada que podía, para visitar a su hermana y a su madre, sus únicos pilares luego de la muerte de su padre, quien les había dejado muchos problemas. Problemas por los que se había esforzado lo suficiente hasta resolverlos, ayudando así a aligerar el peso sobre los hombros de Hanna, quien ahora velaba por el futuro de su hermana.

Oka-san — le llamó, interrumpiendo su labor en la cocina — Creo que debo irme 

¿Tan pronto? 

Por trabajo — la envolvió en sus brazos, sólo para que dejara de mirarla con reproche — Ya sabes como es 

●●●●

Se había despedido de su familia hacía ya varias horas, prometiendo volver lo más pronto posible para verlas otra vez. Aunque Hanabi, no contenta con aquello, le había hecho jurar que le compraría la PS5 que tanto había querido para navidad. -Me la debes- canturreó la adolescente en medio del aeropuerto, haciéndola claudicar.

"No tiene remedio" pensó mientras se dirigía por sus maletas. Al salir del aeropuerto divisó a su colega Shino, quien la esperaba impaciente por volver a la clínica.

Hola, Shino — cuando estuvo a su altura, el castaño tranquilamente tomó sus maletas, devolviéndole el saludo — ¿Qué tan urgente es? —

Lo suficiente como para no poder esperar a que descanses — le dijo mientras se dirigían al auto — Lo siento —

Mmm... no pasa nada — eran gajes del oficio después de todo, ¿que importaban sus nueve horas de vuelo? — ¿Alguien importante? 

Sí, algo así —

Montaron en el vehículo y se integraron al tráfico de la gran ciudad. Ottawa era hermosa, nunca dejaría de fascinarse por las grandes estructuras y pintorescas calles, con aquel aire occidental que siempre le había parecido interesante. Tardaron alrededor de una hora en llegar al edificio, al cual entraron y llegaron hasta la planta alta, destinadas a las suites que personas de renombre solían ocupar. Una de las enfermeras para el caso no tardó en acercarse hasta a ella, cuando llegó hasta el cuarto 236, para dar un informe preliminar de lo que sucedía.

Dentro, un hombre de largos y castaños cabellos se presentó como Hashirama, un aclamado empresario que iba por ayuda para su gran amigo y socio de negocios. Resulta que el hombre en cuestión, Uchiha Madara, había naufragado durante varios meses, llegando hasta cierta isla donde se había puesto a prueba su supervivencia. Y aunque luego de dos años y seis meses habían podido dar con él, parecía una persona totalmente diferente.

No reconoce demasiado — explicó tratando de no perder la compostura — No recuerda quien soy, no ha emitido una palabra, su comportamiento es errático —

Algunas víctimas con estrés post-trauma suelen tener cambios de comportamiento — trató de calmar sus preocupaciones — Necesita de terapia controlada para ayudarlo a adaptarse nueva vez a la sociedad 

¿Cree que tenga solución? 

Sinceramente, no podía prometer nada, iba en contra de su ética asegurar poder curarlo cuando aquello dependería de múltiples factores. No conocía que tan mal estaba el señor Uchiha, ni mucho menos si había o no daño cerebral.

Trataré de hacer todo lo que pueda 

●●●●

Llevaba varios meses tratando a aquel pelinegro, los primeros días habían sido difíciles, pero por fin al cuarto mes había empezado a notar ciertos cambios favorables. Después de presentado el caso, junto a la división médica comandada por Tsunade y su alumna Sakura, habían podido tratar los problemas nutricionales y físicos del Uchiha a la par que ella trataba su condición mental.

Madara a lo largo de su travesía se había desconectado de su lado civilizado para conectarse con su parte primitiva. Tenía lenguaje carente, desconfianza a la cercanía humana, insomnio y arranques de agresividad si se sentía invadido; no quería ni imaginar por las cosas que había pasado para tener que quedar en semejante estado, y considerando que no había daño o trauma alguno, debió ser muy grave. 

Ella debió tenerlo sedado gran parte de sus sesiones hasta que el pelinegro se acostumbró a su presencia. Luego de ese paso, había sido un poco más abierto y receptivo, hasta el punto de acercarse y tocar su cabello, sus brazos y una que otra cosa que no quería recordar. Como la vez que, llevado por la curiosidad y su aroma, había apretado su seno en un descuido, provocando en su rostro una explosión de colores.

Al final, y dejando pasar sus imprudencias, había determinado que si seguía en la clínica su progreso se vería limitado, así que habían movido al gran magnate hasta su antiguo apartamento, en vez de hacerlo en su mansión. - Hay que ir de a poco - le había dicho a Hashirama cuando había cuestionado su decisión.

Ma-da-ra — en monosílabas, intentaba que el hombre se animara a repetir su nombre — Ma-da-ra, ¿quieres intentar? —

Mida-ra

"Es un progreso" pensó satisfecha. Había valido la pena reducir el número de pacientes que recibía por día para dedicarlos a él.

Las horas que había dispuesto para él, mientras Ino la ayudaba con su terapia del lenguaje, estaban dando frutos. La recomendación de la rubia de utilizar películas y medios audiovisuales para estimularle indirectamente parecían ir bien. Así que dejó las nuevas cintas preparadas, entre esta la película de Disney sobre tarzán y decidió dar un paseo con él ese día. Lo sacaría al aire libre para que fisgoneara por los lugares y se adaptara al ruido de la ciudad.

"Debería sacarlo al parque" aunque si lo pensaba así, sonaba más como sacar al perro que de una salida entre doctor y paciente.

●●●●

Un año había pasado, y las cosas con el pelinegro iban viento en popa, hasta había aceptado codearse con sus seres queridos y, aunque no decía mucho, aquello la hacía sentirse satisfecha como profesional. Había logrado recuperar poco a poco una vida, a pesar de los esfuerzos que hacía con la suya propia, pero todo valdría el esfuerzo cuando Madara estuviera totalmente recuperado.

"Espero que sea pronto" suspiró, si bien se dedicaba a sus pacientes, también era cierto que quería volver junto a su familia y más adelante, quizá, formar una propia. Pero para eso necesitaba tiempo y justo ahora no tenía demasiado.

Listo — le avisó Ino dirigiéndose hasta ella — Parece no tener ningún problema, aunque no sé porqué no se anima a hablar 

Quizá aún necesita tiempo —

Bueno, espero que tengas razón — con un ademán decidió cambiar de tema — ¿Qué harás para mañana? 

¿Mañana? 

¿Lo olvidaste, cierto? — ante su negativa rodó los ojos — ¡Agh!, no me lo puede creer. Mañana es san Valentín. No me digas que aún sigues negándote a salir con alguien

— Mmm... sabes la razón — se encogió de hombros — De todos modos, no es como que alguien quisiera salir conmigo —

Eres tonta para lo que quieres — reprochó su pesimismo — Podrías estar con quien quisieras pero te niegas. Menuda terca —

Después de aquello, la rubia había salido de caso y ella volvió a sus actividades diarias. Se sentó junto al corpulento hombre, el cual había ganado el peso perdido y se veía muchísimo mejor, y se dedicaron a pintar un par de cerámicas. Había traído hasta él cada cosa que se le ocurría para desarrollar a su alrededor un ambiente creativo, lo suficiente para que retomara la habilidad de realizar varias tareas a la vez, cosa que le serviría para su trabajo como ejecutivo. Entre esto y aquello pasó la tarde, hasta que llegó la hora de volver a casa.

Bien, debo irme — se puso de pie seguida de él — No seas tan duro con Nidia, ¿quieres?. Volveré mañana temprano — 

Seguido de esto tomó su bolso con claras intenciones de irse, esperando a que la enfermera que acompañaba al Uchiha cual niñera no tardara mucho en llegar, hasta que sintió un tirón de sus mangas. Volteó en la dirección del pelinegro visiblemente confundida, aún más por la pequeña flor que le tendió.

Me-dara — su inglés aún era flojo — You Valentine — tardó un poco en procesar lo que quería decir, para después regalarle una dulce sonrisa.

Es una pena, a pesar de la bonita flor no puedo aceptar — se inclinó hasta él y con un poco de diversión agregó — Cancelarían mi matrícula si salgo con un paciente 

Con el se permitía ser un poco menos tímida en su comportamiento, pues dudaba que con sus limitaciones la entendiera del todo. Pero lo que no sabía es que el hombre frente a ella la entendía claramente. Pero, ignorante a lo que cruzaba por su mente, zafó gentilmente su agarre y se marchó.

●●●●

Un total de tres años fueron requeridos para traerlo de vuelta a la normalidad, o casi. Si bien Madara no se libraría de los vestigios y pesadillas sobre lo que sucedió, se podría decir que volvía a ser el hombre funcional de negocios de siempre a excepción por su manera de vestir y ser más relajada o al menos eso recordaba. Ella había dejado de tratarlo ocho meses después de aquel día en que él se había aventurado a crear contacto por sí solo, yéndose enseguida a sus merecidas vacaciones familiares.

De ellas había vuelto hace dos semanas y ahora se paseaba por el parque que solía visitar con el pelinegro de camino al departamento que había adquirido por esa zona luego de arreglar el otro para su madre y hermana, que era francamente más grande. Planeaba traerlas consigo para que la castaña tuviera mejores oportunidades y su madre tuviera sus necesidades cubiertas. Al pasar una esquina creyó haberlo visto de reojo, pero al fijarse bien desechó la idea y siguió caminando.

"Ya casi es hora" pensó un tanto nerviosa. Había aceptado una cita a ciegas, el día de los enamorados era la fecha perfecta para soltarse un poco y arriesgarse a encontrar alguien que valiera la pena.

Se alistó lo más casual y bonita que pudo, sin exagerar demasiado. Pasó por su cartera, echó en ella lo necesario para pasar la noche, sin dejar dinero suficiente, sus tarjetas de crédito y su gas pimienta. Ya que, si bien había aceptado salir, no significaba que sería descuidada. 

El restaurante quedaba a pocas esquinas, así que fue caminando tranquilamente por la calle iluminada. Llegó a un sitio pintoresco y bastante tranquilo, ideal para pasar un buen rato. Fue recibida por el mesero y se apresuró a ocupar un asiento cerca del ventanal, aquel que daba directo al lago mientras esperaba a por él, si es que era un él quien iba a aparecer.

"Ahh~, lo malo del internet" suspiró para sus adentros después de dejar un mensaje avisando que había llegado.

No pasaron diez minutos cuando lo vio entrar. Al principio creyó que se habían topado por casualidad, pero al verlo caminar directo a ella descartó rápidamente esa opción. Sin decir una palabra lo vio sentarse, pedir un vino y algo ligero antes del plato fuerte.

Entonces era usted — dijo por fin, un tanto incómoda.

Eso parece 

Vera... — iba a darle una excusa, sería inapropiado después de todo, pero la interrumpió.

No — "¿No?" pensó sin entender — Ya no es usted mi doctor, ni yo su paciente —

Abrió los ojos sorprendida, recordaba bien esas palabras, sólo que no esperaba que él también lo hiciera, se supone que no debía. ¿Habría fingido por aquel tiempo?, se preguntó, pero no encontraba motivos por lo cual él necesitara hacerlo. Aunque su sonrisa torcida al adivinar el hilo de sus pensamientos confirmaban sus sospechas.

Entonces... — se apresuró a hablar antes que ella — De Me-dara, ¿aceptarías ser mi Valentine? 

Y a pesar de sus dudas, el tinte divertido en su voz y su mirada intensa terminaron por convencerla. Después de todo, no todos los días un apuesto pelinegro te hacía una invitación.



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Hasta aquí (✿◠‿◠)

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