26. Contra la corriente
Te amo, mas que a un nuevo mundo, mas que a un día perfecto...
Alec se rió un poco, suspirando de felicidad, y luego soltando una carcajada.
– Una disculpa por hacerles perder el tiempo. Pero hoy no habrá boda, – dijo alegremente mientras el sacerdote le veía con curiosidad y Lydia estaba al borde de las lágrimas. Se giró ella y le elevó el velo.
– Lydia, lo siento. Eres hermosa y cualquier hombre tendría suerte de tenerte. Pero yo no soy ese hombre. Por que a pesar de tu belleza, francamente, no te soporto. Y se que tu forma de ser no es del todo tu culpa, eres el producto de la sociedad, pero gracias a dios, no soy como tu. Además, solo has tenido 18 años por un mes, ya tendrás tu marca, y serás mucho más feliz de lo que podrías serlo conmigo, – se inclinó y le dio un beso en la mejilla.
Y mientras se separaba, su padre se acercó y le miró gélidamente.
– Alexander, se que estás nervioso, pero cálmate. Puedes hacer esto, casarte y ser feliz, – dijo lentamente. Mucha gente asintió de acuerdo, tratando de olvidar los obvios insultos que había soltado a su prometida. Pero Alec negó.
– No estoy nervioso, padre. Se lo que estoy haciendo. Y no es casarme. Lo siento, pero no, – dijo simplemente, dándole la espalda al altar.
– ¿Por qué? ¿Alexander? – Robert preguntó, con su tono al borde de la ira.
– ¿Quieres saber la razón? – Alexander suspiró. – Ok. Te mentí. Si tengo una marca. Una marca de amor. Un alma gemela verdadera. –
Todo el mundo le miró sorprendido y Robert sonrió desconcertado.
– Bueno, ¿por qué no me dijiste? Nunca hubiera hecho esta unión. –
Alec le veía distraído. – Por que mi alma gemela es alguien de baja sociedad. –
Todo el mundo comenzó a susurrar mientras Robert se sorprendía, pero recuperaba la compostura para volver a hablar.
– Bueno, podíamos enseñarle y hacer que aprenda de nuestro mundo, si realmente la amas. No somos irracionales, tu felicidad con esa chica es nuestra prioridad. –
Alec rió y volvió a negar. – Sigues diciendo "chica" pero no. Mi alma gemela es un chico. Su nombre es Magnus y le amo, demasiado, – dijo con una sonrisa radiante.
Silencio.
El tipo de silencio en el que podrías escuchar caer una aguja a kilómetros de distancia.
Alec vio a todas las caras sorprendidas con una sonrisa, su miedo se había ido. Y detrás de él, Jace y Will aplaudieron, dándole palmaditas en el hombro mientras reían.
Robert dio un paso hacía él, mirando con dureza a su hijo.
– ¿Qué significa esto, Alexander? Dime que es una broma. –
Alec se encogió de hombros. – No es una broma padre. Soy gay. Y estoy enamorado de mi alma gemela. – dijo con una sonrisa de enamorado.
Los invitados le veían escandalizado y Lydia estaba llorando. Maryse veía a su hijo con ojos abiertos y el rostro de Robert se volvió de hielo, la ira se había apoderado de él.
– Alexander, vuelve ahí y cásate ahora mismo. Basta de esta idiotez. –
– No, – Alec negó. – No es una idiotez, es amor. Y no me detendré. Por que por primera vez en mi miserable vida, estoy pensando en mi mismo y en mi felicidad. Me lo merezco. Así que voy a ir por ella. ¿No es lo que siempre me enseñaste? A ser fuerte y valiente. Pelear por lo que se ama. Ser un hombre y tomar responsabilidades. Bueno ¡eso es lo que voy a hacer! – gritó mientras comenzaba a caminar repentinamente.
Corrió pasando a su madre, susurrándole una disculpa, mientras atravesaba el pasillo hacía las puertas.
– ¡ALEXANDER GIDEON LIGHTWOOD! ¡NO TE ATREVAS A DEJAR ESTA IGLESIA! ¡SI ATRAVIESAS ESAS PUERTAS YA NO SERÁS MI HIJO! – gritó Robert mientras corría detrás de Alec.
Pero de la nada, Will se lanzó sobre Robert, jalándole del brazo y gritando.
– ¡Corre, Alec! ¡Corre, Sr. Darcy! ¡Corre! –
Jace rió e Izzy soltó una carcajada mientras Will luchaba contra Robert, manteniéndolo en su lugar mientras Alec llegaba a las puertas. Dio una última mirada hacía atrás, conectando sus ojos con los de su desesperado padre.
Sacudió la cabeza y empujó las puertas cuando escuchó un grito de dolor. Miró hacía tras y vio a su padre yendo tras él. Will estaba detrás, cubriéndose su cara ensangrentada, quien le gritó dramáticamente.
– ¡Corre Alec! ¡El hombro de tu padre acaba de romperme la nariz por ti! –
Riendo feliz y en jubilo, Alec atravesó las puertas y salió de la iglesia.
Fue recibido por los murmullos de los reporteros y fotógrafos que inmediatamente se giraron a verle, en silencio por la sorpresa de verle salir corriendo y solo. Inmediatamente, la prensa comenzó a lanzarle preguntas, las cámaras flashes y sus odios se llenaron de ruido.
Luego, mientras comenzaba a bajar las escaleras, alguien le tomó del brazo. Se giró, desesperado por irse, y vio los ojos furiosos de su padre.
– ¡Déjame ir! – gritó mientras intentaba quitar las manos de Robert de su brazo. Robert gruñó y le agarró con más fuerza, mientras Alec luchaba por soltarse.
– ¡Vuelve adentro, Alexander! ¡Detén esto!, ¡Detente! –
Alec gruñó cuando Robert le tomó de la camisa, acercándole rudamente. De repente, todos los años de frustración y angustia le llegaron como un huracán.
– ¿Sabes que, papá? Púdrete. Toda mi vida me has manejado a tu antojo y me has dicho que debo ser un buen chico, y mantener mi cabeza baja. ¡Hiciste mi futuro a tu antojo sin siquiera preguntarme lo que yo quería! ¡Pues esto no es lo que quiero! ¡No soy tu! ¡Yo no quiero tu vida! ¡Quiero libertad! ¡Quiero hacer lo que yo quiero, no lo que tu quieras! ¡Quiero ser escritor! ¡Y quiero irme y estar con el hombre que amo! ¡Y quedaría maldito si me obligas a alejarme de eso! –
Gritó alto y claro, los reporteros captando cada palabra mientras la cara de Robert se volvía roja de furia y comenzaba a temblar. Alec tomó otro paso más cerca, viendo a su padre mientras gritaba. Detrás de él, Jace, Will, Izzy y todos dentro de la iglesia salieron a ver, curiosos por los gritos de Alec. Y este aun no había terminado.
Mientras Robert se preparaba para gritar, Alec le miró con furia y gritó.
– ¡NO! ¡NO PUEDES HABLAR! ¡POR PRIMERA VEZ EN LA VIDA CIERRA LA MALDITA BOCA Y ESCÚCHAME! NO SOY EL HIJO QUE DESEABAS Y LO LAMENTO. PERO ESTE ES QUIEN SOY ¡Y ME GUSTA QUIEN SOY! ¡NO ME IMPORTA SI ME ODIAS! CLARAMENTE NUNCA TE HE IMPORTADO, DE OTRA FORMA ¡NO ME HUBIERAS COMPROMETIDO CON UNA CHICA QUE NI SIQUIERA CONOZCO Y SIN PREGUNTARME! ¡ME LANZASTE A ESTO SIN SIQUIERA IMPORTARTE UNA MIERDA! ASÍ QUE NO, NO VOLVERÉ, NO TE ESCUCHARÉ Y ¡NO SEGUIRÉ VIVIENDO DE ESTA FORMA! –
Tomó una profunda respiración, las lágrimas amenazaban con salir. Miró a todos antes de volver a gritar.
– ¡AMO A MAGNUS BANE! ¡ES MI ALMA GEMELA Y QUIERO ESTAR CON ÉL MÁS DE LO QUE QUIERO VIVIR! ¡LE AMO CON CADA FIBRA DE MI SER Y NADIE ME VA A DETENERME DE ESTAR CON ÉL! ¡ASÍ QUE ME VOY! Una disculpa por que no habrá boda. –
Terminó con un gran jadeó y una falsa reverencia, mirando a su padre quien solo le veía en silencio y con una profunda ira. Alec dio un paso atrás y otro, comenzando a bajar las escaleras de la iglesia.
Y fue ahí cuando lo escuchó, un solo gritó por arriba de toda la bola de histeria.
– ¡ALEC, ESPERA! –
*
Ragnor, fiel a su palabra, condujo como un hombre enloquecido. Estaba seguro que iba a terminar arrestado. Así que naturalmente, aceleró.
Volaban por las calles en su Audi R8 como un borrón plateado. Magnus se aferraba al asiento como si fuera su vida, jurando nunca volver a subirse a un coche con su mejor amigo conduciendo.
Pero olvidó la promesa cuando llegaron a la calle de la iglesia a las 11:45. Volaron por la esquina y lo que Magnus vio hizo que su corazón se detuviera.
La calle estaba bloqueada, llenada por la prensa y sus cámaras, tratando de obtener algo de la boda. El coche no podía pasar. Ragnor se giró hacía Magnus con una ceja alzada.
– ¿Bueno? ¿Qué vas a hacer? – preguntó rápidamente.
Magnus apretó su mandíbula con determinación. – Algo que nunca había hecho antes. –
Los ojos de Ragnor se abrieron y jadeó, mientras Magnus asentía.
– Si Ragnor, es cierto. Voy a correr. –
Ragnor jadeó mientras Magnus salía disparado del auto, corriendo por la multitud hacía su amor. Ragnor iba siguiéndole de cerca, quitando a la gente de su camino mientras atravesaban la multitud, buscando la forma más cercana de llegar a la iglesia.
Pero había tanta gente, que fueron absorbidos por la masa de gente. Ragnor golpeó a un hombre en el estómago por golpearle sin querer con su cámara y Magnus empujó a una señora cuando no se quiso mover de su lugar para dejarle pasar. Batallaron por varios minutos con la multitud, solo para ver que ahora se encontraban más lejos de la iglesia que al principio.
Magnus gruñó y jaló su cabello. – ¡Tengo que entrar! ¡Ya casi termina! – gritó histérico a la bola de reporteros quienes de repente se arremolinaron a la entrada de la iglesia. Enserio, era como si ahí hubiera una celebridad. Todos estaban amontonados y pegados, Magnus no podía ver lo que estaban rodeando, o escuchar lo que decían, pero tenía un mal sentimiento, como si una bola de fuego ardiera en su estómago.
Era demasiado tarde. La prensa estaba tomando fotos, entrevistando, viendo a la feliz pareja por primera vez. Alec se había casado. A pesar de sus marcas. Y eso destrozó su corazón.
Comenzó a caminar en dirección contraria cuando escuchó jadear a Ragnor de emoción, tomándole del brazo. Magnus quiso quitar el agarre, dado que las lágrimas estaban a punto de salir y solo quería maldecir al mundo, cuando escucho su voz clara como el agua, esa voz angelical gritando con completa convicción.
– ¡AMO A MAGNUS BANE! ¡ES MI ALMA GEMELA Y QUIERO ESTAR CON ÉL MÁS DE LO QUE QUIERO VIVIR! ¡LE AMO CON CADA FIBRA DE MI SER Y NADIE ME VA A DETENERME DE ESTAR CON ÉL! ¡ASÍ QUE ME VOY! Una disculpa por que no habrá boda. –
Hubo un silencio sepulcral por un segundo. Nadie habló. Y Magnus movió su cabeza a un lado y lo vio.
Viéndose malditamente guapo, con un traje de marca, una chaqueta de época, una pulcra corbata, y unos blancos guantes, cabello peinado hacia atrás y esa fuerte mandíbula. Viéndose como Mr. Darcy.
Alec. Su Alec. Gritando a un hombre a quien se parecía demasiado como para ser un extraño; su padre. Gritando acerca de cancelar y abandonar su boda. Gritando sobre su amor. Su amor por Magnus.
La multitud se soltó como una tormenta en preguntas, y desesperados flashes de cámaras. Magnus estaba congelado. Ragnor estaba radiante a su lado, sonriendo de felicidad. Ambos compartieron una sonrisa y Ragnor gritó.
– ¡Lo canceló! ¡Te dije que te amaba! ¡Sabía que no lo haría! –
Magnus se rió con él, con lágrimas de felicidad saliendo de sus ojos. Agradeció a dios, agradeció al mundo, agradeció a sus padres, a todos. Se giró hacía la iglesia y vio la cola de un saco caminar a la salida. Ragnor jadeó.
– ¡Mierda! ¡Se está yendo! ¡Probablemente va a buscarte! –
Magnus le lanzó una mirada de pánico, y corrió a la misma dirección, alejándose de la iglesia. Los flashes de las cámaras le dificultaban ver. Pero seguían batallando por pasar a través de la multitud, le vieron, yéndose, y detrás de él algunas personas. Magnus inmediatamente reconoció a Jace. Ragnor le empujó desde atrás, como diciéndole "¡muévete, imbécil!" pero Magnus no podía.
Así que en su lugar, sobre el murmullo del montón de gente, gritó.
– ¡ALEC, ESPERA! –
*
Alec se giró hacia la voz tan rápido que sintió un mareo. Revisó el alrededor frenéticamente, y quitó a Will y Jace del camino, girándose de nuevo hacía la masa de personas.
Y ahí, parado al otro lado de la calle, usando una playera amarilla con una chaqueta roja, cabello en puntas y brillo, estaba Magnus.
Alec jadeó y parpadeó varias veces, como pensando que Magnus era solo una alucinación. Pero no, si estaba ahí.
Sintió como su corazón se hinchaba en su pecho y las lágrimas picaban sus ojos. Había pensado que Magnus le había dejado ir, que no había intentando detenerle. Quizá Magnus quería que el continuara. Pero no era verdad. La prueba estaba en frente de él.
Sus ojos se cruzaron a través de la calle, justo como la primera vez que se vieron e intercambiaron sonrisas. Con sus corazón acelerados y sus marcas brillando, corrieron, atravesando la masa de gente aun en la calle.
Les tomó segundos. Ir de corazones rotos y perdidos a estar enfrente de la única persona que podía volver a repararlos. Alec jadeó y miró directamente a los brillantes ojos dorados de Magnus mientras dejaba de correr, a solo unos centímetros del otro.
El aire se volvió electricidad y la tensión era maravillosa. Había pasado demasiado tiempo desde que habían estado así de cerca, desde que habían estado juntos. El dolor de la semana pasada desapareció, al estar parado uno frente al otro, y aun más, cuando Magnus cortó la distancia y abrazó a Alec del cuello, llorando incontrolablemente, mientras se apretaba contra el otro cuerpo en el abrazo.
Alec enrolló sus brazos fuertemente en la cintura de Magnus, acercándole más, sintiendo una hermosa armonía. El sentimiento de tener a Magnus en sus brazos era lo mejor del mundo. Deslizó sus manos por la espalda de Magnus, sus hombros y su cuello, hasta sostener su rostro en sus manos.
Sostuvo las mejillas color caramelo de Magnus y las acarició con ternura, limpiando las lágrimas que caían de sus ojos, sonriendo a través de sus propias lágrimas. Magnus jaló a Alec del cuello de su traje mezclando sus respiraciones y Alec susurró.
– Viniste por mi. Viniste... pensé... pensé que me habías dejado ir, – dijo mientras las lágrimas seguían cayendo.
Magnus jadeó con dolor, negando rápidamente y tomando las muñecas de Alec.
– No. Dios no. Nunca te podría dejar ir. Es solo... No quería meterte en problemas, no podía arruinarte esto por que pensé... pensé que si ibas a casarte con ella. –
Alec dejó salir un lloriqueó, y mordió sus labios, presionando sus frentes juntas, sosteniendo a Magnus cerca, mientras sus cuerpos temblaban juntos.
– No, dios no, Magnus. No. No pude... Nunca podría casarme con ella. No quería... nunca lo quise. Traté demasiado dejarte ir por que pensé que era lo que querías. Pero no pude. Por eso huí. No podía hacerlo. Tenía que volverte a ganar. –
Magnus soltó una risa combinado con un sollozo y jaló a Alec aun más cerca, sus cuerpos quemando dentro de su pequeño mundo.
– ¿Ganarme? Bebé, nunca me perdiste. Ni por un segundo. Soy tuyo. Siempre seré tuyo. Desde el momento en que te vi por primera vez, el momento en que hablé contigo por primera vez, el momento en que te besé por primera vez. Fui tuyo. Pero si te puedo asegurara una cosa, no pienso dejarte ir nunca más. –
Alec soltó una exhalación que no sabía que había estado conteniendo y deslizó sus manos por el cabello despeinado de Magnus, sintiendo el latir del corazón de Magnus contra el suyo, juntos en armonía.
– Nunca. Estamos juntos en esto, por siempre. Nunca me perdiste tampoco, incluso si intentaste dejarme ir. Nunca me iré. Soy tuyo. Y tu eres mío. –
Magnus asintió aun recargado en Alec, respirando rápidamente, temblando entre los brazos del otro. Alec se alejó un poco para poder verle a los ojos, sonriendo con la más genuina, amorosa y sincera sonrisa.
– Se que me tardé en decírtelo y que ya lo sabes, pero aun así tengo que decírtelo. Así que lo haré ahora. Te amo, Magnus Bane. Te amo demasiado, tanto que duele cuando no estas. Te necesito. Y te amo. O dios, te amo. No puedo creer que tarde tanto en darme cuenta. –
Magnus jadeó y sollozó feliz, sus manos acariciaban la mandíbula de Alec, sus mejillas, su cabello, despeinándolo, haciendo que cayera sobre sus ojos, justo como a Magnus le gustaba.
– Yo también te amo, Alexander Lightwood. Te amo, mucho, mucho, mucho, muchisisisimo. Y te amaré por siempre, bebé. Te lo juro. –
Alec sonrió y mordió su labio, susurrando. – Yo también. –
Rieron juntos y sus manos se entrelazaron, fuertemente a un lado de sus cuerpo. Alec se separó un poco y fue consciente de su alrededor de nuevo, de la gente viéndoles.
Había una enorme multitud de reporteros, invitados y gente en general. Sus amigos. Alec notó con confuso interés la forma en que un chico con cabello verde, que asumió era el amigo de Magnus, Ragnor, tenía toda su atención puesta en William. También se dio cuenta como todos disparaban flashes a su alrededor y supo que esto estaría en primera plana. Magnus solo soltó una risita y susurró.
– ¿Quieres darles un espectáculo, bebé? –
Alexander sonrió y le guiñó a la multitud, sabiendo que el resto del mundo vería eso mañana en la mañana. Compartieron una última sonrisa antes de que su gravedad les acercara y el mundo desapareciera.
Sus labios se juntaron y el mundo explotó en fuegos artificiales y luces cegadoras. Era abrumador. Sus rodillas temblaban, sus mentes estaban en blanco, sus cuerpos se fusionaron, acercándose aun más, moviéndose como uno solo. El beso les prendió en llamas y sus brazos enrollaron al contrario fuertemente, mientras lamían y mordían el labio del contrario. Sus lengua se encontraron y la electricidad explotó en sus cuerpos, trayéndoles a la vida.
El beso pareció durar por siempre, ninguno de los dos queriéndose separar. Solo cuando el aire se hizo necesario se separaron, aunque no demasiado. Quedaron de nuevo en la posición anterior y comenzaron a reír juntos.
El mundo a su alrededor era perfecto. Bueno, quizá no todo, y quizá no perfecto. Pero al menos, por ese pequeño momento, todo era perfecto.
Siii!!! Malec siempre triunfa... una disculpa por el spoiler para los que no han visto el cap, pero lo prometido es deuda y les prometí actualización y aquí está. ¡Ya pueden ser felices de nuevo! Malec ha vueltooo!!!
Ahora si ya puedo volver a decir... ¡Que disfruten el capítulo!
Y a ponerse a leer fanfics de malec de aquí a que vuelve la serie ): Alguien sabe para cuando? si va a haber tercera temporada verdad?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top