23. Infierno
Losing you is like living in a world with no air
I'm here alone, didn't wanna leave, my heart won't move, it's incomplete...
Alec estaba acostado en la cama, desnudo y excitado mientras Magnus escalaba sobre él, su cuerpo desnudo brillando con una capa de sudor. Lamió un camino de mordidas dejadas en su muslo hasta su cadera, chupando su marca, antes de seguir su camino por los abdominales de Alec y lamerlos como un gatito hasta llegar a su pecho. Magnus deslizó sus manos a ambos lados del temblante cuerpo de Alec mientras se inclinaba para besarle apasionadamente, una ola de emociones atravesándole a ambos. Sus manos se entrelazaron a ambos lados de la cabeza de Alec, mientras este levantaba sus piernas para enrollarlas en la cadera de Magnus, moviéndolas caderas. Sintió como era extendido, Magnus ya le había preparado y el gemía en desesperación. Magnus sonrió y le siguió besando suavemente mientras se alineaba en la entrada de Alec. Una vez alineado, Magnus se tragó el gemido de Alec al ser penetrado, deslizándose lentamente, sintiendo como las paredes de Alec se estrechaban para él, rodeándole con su calor. Alec jadeaba fuertemente mientras sentía como Magnus le llenaba, y su interior se estiraba para él, desesperado por más. Deslizó sus manos al mojado cabello de Magnus y le besó ferozmente, mientras le ordenaba a Magnus que se moviera. Giró sus caderas y Magnus jadeó mientras el apretado ano de Alec le apretaba deliciosamente. Con respiraciones aceleradas, Magnus salió de él y volvió a entrar. Los ojos de Alec se abrieron y su respiración se cortó, jalando el cabello de Magnus con una mano mientras que con la otra le apretaba contra si. Magnus gemía sobre el oído de Alec, jadeando mientras llenaba el rostro de Alec y su pecho con besos y erráticas y desesperadas mordidas y chupetones, marcando al chico, de todas las formas posibles, como suyo. Continuó con el ritmo de entrar y salir del chico de ojos azules, haciéndole gemir y jadear sobre su hombro, su ano estrechándose mas mientras el cuerpo de Alec rogaba por más, por todo. Ambos temblaban y se sacudían, arremetiendo al mismo tiempo, moviéndose de forma fluida, Magnus tomó el miembro de Alec en su mano y comenzó a masturbarlo, moviendo su mano al mismo tiempo que sus caderas. Alec arqueó su espalda y jaló las sábanas al sentir como Magnus llegaba aun más lejos dentro de él, golpeándole la próstata y haciéndole ver las estrellas. Magnus se quedó dentro de él, haciendo círculos con su cadera, golpeando ese punto dulce, haciendo que Alec gritara y se sacudiera en placer, sus pies se enredaban, sus manos arañaban la espalda de Magnus. Magnus mordió el cuello de Alec y amortiguó un grito cuando Alec apretó sus paredes, y movió su cadera. Estaban tan cerca, y con una última penetración profunda, Alec gritó y se vino entre sus pechos. Y mientras Alec se corría, haciendo esa hermosa expresión de inmenso placer y gritaba con esa angelical voz, Magnus arremetió una vez más y se vino dentro de Alec, marcándole por dentro como por fuera. Gritó mientras se sentía en el limbo y cubría el perfecto cuerpo de Alec con el suyo, respirando con dificultad y jadeando. Se separó un poco y sonrió adormilado, viendo a Alec con adoración en sus ojos.
– Te amo, Alexander Lightwood. –
– Te amo también, Magnus Bane. –
*
Alec despertó con una sonrisa, su corazón martillaba por esas palabras. Cuando Magnus las dijo en su sueño, sintió que el verdadero Magnus era el que las decía. Como si ya las hubiera dicho. Sintió las lágrimas en sus ojos y deseó con todas sus formas que ese sueño fuera real.
Pero no lo era. Estaba acostado en su cama, un día antes de su boda. Con una chica que odiaba. Su corazón estaba completamente roto.
Y lo que era peor era que tenía que pasar todo el día con su padre. Su vida solo continuaba empeorando.
*
Tomó una profunda respiración antes de unirse a su padre para el desayuno en el balcón. Acomodó su corbata y recibió el sol de otoño. Su padre estaba leyendo el periódico, con lentes puestos y una copa de te en la mano.
Alec caminó en silencio hacía el y asintió en forma de saludo.
– Buenos días padre, – dijo mientras Robert le sonreía.
– Alexander, hijo, por favor, siéntate. Toma un poco de té. Hay algo que quiero mostrarte. –
Alec suspiró y se sentó del lado opuesto de su padre, moviendo nerviosamente sus pulgares mientras Robert le entregaba el periódico. Lo tomó con sus manos temblando y leyó el encabezado de la página de sociales.
Alexander LIGHTWOOD, HIJO DEL SR. ROBERT LIGHTWOOD, DIRECTOR DE LIGHTWOOD INDUSTRIES, SE CASA ESTE SÁBADO EN LA IGLESIA DEL ANGEL RAZIEL.
El señor Lightwood está comprometido con la señorita Lydia Branwell a las 11 am el día sábado. Aun no a hecho ningún comentario pero la prensa estará afuera de la iglesia ese día. Seremos los primeros en publicar las fotos de la pareja.
Alec suspiró y sintió una ola de nauseas en su estómago. Un anuncio de boda. En un periódico. Donde todos podían verlo. Clase alta y baja. Lo que significaba... lo que significaba que Magnus sabía. No sabía si era algo bueno o algo malo. De repente todo se volvió tan real que sintió como si fuera apuñalado en el pecho. Y ahora la prensa iba a estar ahí, viéndolo, cubriendo el evento. Lo que significaba que el mundo lo estaría viendo.
– ¿Alexander? Hijo, ¿estás bien? No has hablado en casi 15 minutos. –
Alec salió de su mente, poniendo el periódico en la mesa y pasando su mano por su cabello.
– Um, si. estoy bien, supongo, – masculló. Robert le miró confundido.
– Estás bien, supones. ¿Qué forma de expresarse es esa, hijo? –
Alec tragó duro, abofeteándose mentalmente. – Lo siento. Es solo que todo esto es tan de repente, me siento abrumado. –
– Lo se hijo, – Robert asintió lentamente. – Siento haber hecho esto de esta forma. Pero esta unión nos convenía, no tienes una marca y no podíamos esperar demasiado. Es por ello que no entiendo el por que William aun no se a casado. Cumplirá los 19 la próxima semana. –
Alec tragó, mordiendo su labio, escondiendo el secreto de Will como si fuera suyo. Se estaba ahogando, bajo el peso de sus mentiras, bajo el sentimiento de amor y dolor, se sentía en el infierno. Tomó una gran bocanada y habló.
– ¿Un matrimonio de conveniencia? ¿Cómo el tuyo? – preguntó, con un poco de despecho en la voz, el cual Robert paso por alto.
– Si. Pero con el tiempo, aprenderás a amar a Lydia, ella es una chica muy guapa, no la hubiera elegido si no hubiera pensado que eran incompatibles. –
incompatibles. Alec se podría reír de eso. Si tan solo su padre supiera lo incompatible que eran. El hecho de que Alec fuera gay, tuviera una marca de deseo, odiara a Lydia y estuviera enamorado de un chico. Suspiró y sonrió, poniendo su mejor cara.
– Lydia es linda. La conozco un poco por ahora. Creo que podría gustarme, con el tiempo. –
Sus palabras quemaban como veneno. La odiaba, y sus palabras traducidas a la realidad serian: Lydia es una completa perra. La conozco demasiado bien y es una bruja egocéntrica. Creo que con el tiempo, la llegaré a odiar más.
Pero Robert sonrió y asintió. – Exactamente, aprenderán juntos a construir una vida. –
Compartieron una sonrisa, Alec algo amarga. Y se levantaron mientras Robert hablaba de nuevo.
– Vamos hijo, tenemos todo el día para pasarlo juntos antes de mañana. De hecho, por bastante tiempo. Mañana en la noche, tendrás que irte para tu luna de miel y cuando vuelvas, te mudaras a tu nuevo hogar. –
Alec se ahogó y sintió como si alguien le hubiera dado un golpe en la cara. No estaba seguro de poder hacer esto. No quería nada de eso. Quería a Magnus.
*
Alec subió las escaleras lentamente, quitándose la corbata y sacudiendo su cabello. Suspiró mientras subía las últimas escaleras, pensando en como había sido su día. Sorprendentemente, su padre no le molesto con su marca o Lydia. O la boda. Salieron juntos, desayunaron, jugaron tenis e incluso futbol como cuando Alec era un niño. Después le llevó por un tour a las oficinas y conoció a todos los directores de las Industrias Lightwood. Incluso fueron a un bar, bueno, se sentaron en el bar de un restaurante de cinco estrellas a hablar del futuro. Aunque ambos imaginaban diferentes versiones de él.
Fue casi un buen día. La única nube negra era el hecho de que su boda era mañana. Y en una hora, tenía su despedida de soltero. Así que necesitaba ducharse, cambiarse y practicar su falsa sonrisa para que no pareciera tan falsa.
Al terminar de subir se encontró a su querida prometida.
– No estoy realmente de humor para hablar contigo, Lydia, – dijo sin rodeos mientras caminaba para pasarla de lado. Pero sintió como su brazo era agarrado y una respiración en su cuello.
– Bueno, entonces es algo bueno que no este aquí para hablar, ¿cierto? – susurró sin sutileza.
Alec se tensó al sentir como era jalado hacía la habitación y cerraba de un portazo, con seguro, detrás de ella. Se giró hacía el con una sonrisa y fue cuando se dio cuenta de lo que estaba usando. Ella estaba vestida solo con un abrigo saco largo. Y había visto suficientes películas y series de televisión como para saber lo que significaba.
Ella se mordió el labio y sonrió viéndole directamente a los ojos antes de comenzar desabotonar el saco. Uno por uno los botones fueron abiertos y Alec solo podía verla con horror y miedo al ver como se quitaba completamente el saco.
Alec jadeó mientras ella revelaba su cuerpo. Estaba vestida con un pequeño sostén negro, con lazos y encaje, a penas cubriendo sus senos, y haciéndolos ver enormes. El negro resaltaba contra su pálida piel y sus ojos vagaron por su cuerpo en shock. Se atragantó al ver la pequeña prenda inferior igual de pequeña que la superior. No podía respirar ni pensar con claridad.
Si fuera Jace, probablemente estaría malditamente excitado. Pero era Alec, él era raro. Lydia sintió su miedo mientras le veía con esos ojos negros, así que caminó lentamente, moviendo sus caderas y empujándole a la cama. Su cabello rubio caía mientras ella depositaba besos en su cuello, y se subía sobre él, tocándole lentamente, quitándole la corbata.
Alec estaba congelado. No se podía mover. Eso era completamente repulsivo. Pero ella confundía su repulsión con timidez, por lo que ella tomó el control.
– Relájate Alexander. Se que tienes miedo. Y yo también soy virgen, como tu, pero quiero darte esto antes de que estemos casados, esta mal y es algo malo, justo como tu. Creo que lo disfrutarás. –
Dijo ella mientras se paraba de la cama, frente a él, para desabotonarse el sostén. Se lo quitó y sonrió al soltarlo, liberando sus senos. Eran grandes y sus pezones rosas estaban excitados. Si Alec fuera hetero, estaría fallándosela ahora mismo.
Pero el no era hetero, y cuando ella se quitó la ropa inferior, palideció. Se acercó a el, volviendo a subirse sobre él, con las piernas abiertas. El jadeó y mordió su labio mientras ella se presionaba contra él, besándole. Pero para él solo se sentía incorrecto. Y luego se volvió peor.
– Bebé, no seas tímido. Está bien, te mostraré que hacer. –
Ella sonrió y separó aun más sus piernas, deslizando su mano por su estómago antes de deslizarla entre sus piernas y gemir suavemente. Alec cerró los ojos mientras ella metía y sacaba sus dedos de si misma y acariciaba el rostro de Alec. Se encogió al sentir la humedad siendo expandida en sus mejillas.
– No es tan difícil, bebé, – ella susurró, besándole de nuevo.
Todo lo que él podía pensar era, no, no es difícil. Nada había tan difícil en su vida. Pero esto era algo más allá de malo. Esto era el infierno. Y cuando ella tomó su mano, guiándola entre sus piernas, el salió de su horrible trance y la quitó de su regazo con un gemido de asco.
Ella gruñó indignada y le miró.
– ¿Qué? – preguntó ella enojada. Alec se paró y respiró con dificultad.
– Lo siento Lydia. No puedo hacer esto. –
Caminó hacia la puerta y no esperó respuesta al abrirla y cerrarla detrás de él, estremeciéndose con repulsión, dejándola desnuda y rechazada en la cama.
Con un jadeo de horror, se lanzó a su cuarto, cerrando de un portazo y metiéndose al baño, un baño realmente largo para desinfectarse y limpiarse.
*
– ¡Por Alexander! ¡El heredero de nuestro imperio y el hijo próximo a ser un hombre casado de nuestra sociedad! – Robert gritó a todos y alzó su copa. Alec sonrió mientras todos brindaban por él y reían mientras historias eran contadas y bromas eran hechas.
Luego Jace se inclinó hacía el y le susurró. – No te enfades, pero el miércoles fui a ver a Magnus. Le dije todo. –
Alec jadeó y abrió sus ojos. Jace pensó que iba a obtener otro golpe.
– Gracias, – Alec dijo lanzando sus brazos para abrazar a Jace. – ¿Estaba bien? – susurró.
– Tan bien como podría estar, –Jace asintió. – Me dijo que te dijera que no te culpes. Y que seas valiente. Que aun se preocupa por ti. –
Alec sintió que iba a soltar lagrimas mientras Jace le sostenía con fuerza.
– Parece agradable. Aunque me abofeteó, dos veces. –
Alec soltó una risita. – Ese es mi Magnus, – dijo con el corazón roto, tratando de sonreír.
Jace estaba a punto de hablar de nuevo cuando Will tomó del hombro a Alec. Miró a su amigo y Will le hizo señas de que le siguiera a fuera de la habitación. Alec le sonrió a Jace, quien le abrazó con fuerza, antes de dejarle ir. Alec siguió a Will por el pasillo cuando el chico le volteó a ver con duda.
– Así que, um, hace rato que entre me encontré con Lydia, quien empezó a gritarme y reclamarme por dejarla desnuda y sola en la cama y huir de ella, – dijo Will alzando una ceja.
Alec se sonrojó fuertemente y se rascó el cuello. Will suspiró y puso una mano en su hombro.
– Ella pensó que eras tu y se fue corriendo llorando cuando se dio cuenta que no lo eras. Solo quería saber si tu estabas bien. –
Alec le miró con ojos abiertos y suspiró.
– No, no estoy bien. Extraño a Magnus. Y ella se me lanzó desnuda y comenzó a masturbarse encima de mi, diciendo que ella también era virgen y que quería estar conmigo antes de la boda. Y yo todo lo que podía pensar era, querido dios, esto parece el infierno. Y ni siquiera soy virgen, ¡tuve el pene de un chico en mi maldito trasero! –
Gritó mientras golpeaba con su puño la pared en frustración. Will se atragantó con su propia respiración y se sonrojó, chasqueando la lengua incómodo.
– No necesitabas saber eso. Lo siento, – Alec masculló mientras suspiraba.
– Está bien, – Will rió un poco. – Solo quería asegurarme de que estabas bien. –
Alec sonrió triste. – Estoy bien, supongo. Aunque temiendo por mañana. –
– Estarás bien. Lo prometo, – Will le abrazó fuerte.
Permanecieron así por un rato antes de volver a la habitación y beber, bailar, bromear y jugar póker.
Y cuando Alec volvió a casa, suspiró, quitándose su traje y acostándose en su cama. Y finalmente, la noche antes de su boda, cayó dormido, soñando con un par de brillantes ojos verdes rodeados por delineador negro, que parecían esmeraldas.
Ps ni que decirles ):
Asco al traducir una parte de este cap, ya sabrán cual
Y ps a seguir sufriendo
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