22. Deseos
Pero, todo no fue suficiente, me mata perderte, quisiera arrancarme el dolor...
Al siguiente día, el jueves, dos días antes de su boda, Alec se despertó de un hermoso sueño. Estaba de vuelta en la cueva detrás de la cascada, con la luz de luna alumbrando su lugar secreto. Estaba acostado en ella mientras Magnus llenaba su cuerpo de besos, besándole profundamente, tocándole con delicadeza, y dejando rastros de fuego por todo su cuerpo. Gimió suavemente mientras el Magnus de su sueño sonreía antes de bajarle los pantalones a Alec y cubriera su cuerpo desnudo con el suyo.
Izzy y Jace se habían quedado con él toda la noche, y cuando escucharon el primer gemido que se escapo de sus labios, se levantaron de la cama con ojos abiertos. Ambos vieron a Alec algo incómodos mientras este se movía buscando la fricción que obviamente estaba teniendo en su sueño.
– Magnus...– suspiró suavemente enredando las sábanas con sus pies.
Y al escucharle suspirar ese nombre, la incomodidad desapareció siendo remplazada con dolor y simpatía. Alec anhelaba a Magnus, todo lo que era. Le amaba. Y les dolía saber que solo en sus sueños podía ver el rostro de Magnus.
Izzy se puso a su lado en la cama y gentilmente le sacudió para que se levantara antes de que tuviera un orgasmo en frente de sus hermanos.
– Alec, levántate, – ella susurró.
Las pestañas de Alec revolotearon un poco y luego sonrió adormilado, estirando su mano para buscar algo.
– Magnus...– abrió los ojos y mordió su labio antes de darse cuenta que no era Magnus, si no Izzy, a lado suyo. Inmediatamente su corazón dolió y las lágrimas se arremolinaron en sus ojos.
Izzy le abrazó fuertemente y Alec lloró sobre su hombro. Fue entonces cuando Jace supo que tenía que hacer algo. Así que mientras salía de la habitación y Alec era interceptado por su madre, Jace se dirigió a la cochera.
Condujo hacía la escuela y espero hasta que Izzy entrara en ella junto con los demás chicos. Luego, después de esperar que el resto de las personas entraran, regresó a su auto y salió del estacionamiento rápidamente, dirigiéndose a una dirección en particular.
*
La escuela no era tan diferente a la de Jace, también era grande, y depresiva, como una prisión. Excepto por las personas, ahí ellas reían, platicaban y se vestían como personas normales. No como Jace, que estaba vestido con su traje, luciendo como un James Bond rubio.
Suspiró y bajó del auto, caminando por las calles y buscando al chico de la foto que tenía en sus manos. Se paró en el estacionamiento de los estudiantes viéndoles pasar, algunas chicas soltaron risitas al verle. Pero por primera vez, sus ojos estaban puestos buscando a un chico en particular.
Y de repente, bajando de un pulcro Lexus negro, le encontró. Acomodando su corbata, suspiró, no tan preocupado por no saber exactamente que iba a hacer.
Caminó lentamente hacía el coche, viendo al chico caminar hacía el escuela. Jace suspiró y se encogió de hombros, decidiendo esperar y dejar que el chico tuviera un poco más de su día en la ignorancia. Pero de repente el arcoíris humano caminó de vuelta a su auto, brincando dentro, y Jace vio su oportunidad. Corrió hacía el auto y abrió la puerta de acompañante, metiéndose sin pedir permiso y cerrándola con seguro y quitando las llaves.
– ¡Hey! ¡¿Qué mierda te pasa?! Quien diablos eres tu y devuélveme mis malditas llaves! Ahora mismo, ¡Y sal de mi maldito auto! –
Dijo una enojada, pero cansada voz, mientras el chico le golpeaba el brazo con fuerza. Jace alzó una ceja y solo observó al chico, viendo las puntas de colores en su cabello y sus ojos brillantes y verdes. Y mientras Jace le observaba, vio una chisca de reconocimiento en esos ojos. Los ojos del alma gemela de su hermano.
– Espera...– dijo el chico lentamente, alzando su mano como en cámara lenta.
Jace solo parpadeó y sonrió un poco, alzando su mano para sacudir la del chico.
– Siento la intrusión, mi nombre es Jace. Espero que hayas escuchado de mi, nos ahorraría muchos problemas. –
El chico mordió su labio. – Johnathan Lightwood. El hermano de Alec. –
– Es verdad, – Jace asintió. – Magnus Bane. – Magnus no sabía si suspirar o bufar.
– Ok. Entonces eres el hermano de Alec. Quizá no te mate por intentar robar mi auto. –
– No es tan mala idea, – dijo Jace sonriendo tristemente. – Probablemente quieras matar a alguien después de lo que tengo que decirte. –
Las cejas de Magnus se juntaron y sintió que su cuerpo comenzaba a temblar, tenia un mal sentimiento.
– ¿Por qué? ¿Qué paso? ¿Es Alec? ¿Está bien? ¿Por qué no ha venido a verme? Me lo prometió y el nunca rompe una promesa. –
Jace sintió su corazón doler al escuchar al chico. Vio la misma mirada en Magnus, la misma que había visto en Alec. Esto no iba a ser divertido. Pero sabía que Alec hubiera deseado que Magnus supiera, por que Magnus tenía razón, Alec nunca rompía una promesa, y si el no podía hacerlo, sería Jace quien lo hiciera.
Jace suspiró, enfrentando al chico con tristeza en sus ojos.
– Mira Magnus. Se que te preocupas por él, y él también se preocupa por ti, créeme. Las últimas semanas han sido las mejores de su vida, le has hecho tan feliz, mostrándole el mundo del que siempre quiso ser parte. –
Magnus le miró con algo de reproche. – ¿A dónde vas con esto, Lightwood? – Jace suspiró
– Lo siento, pero el anuncio va a salir hoy en la tarde y no quería que te enteraras por rumores. Pero, Alec... bueno, cuando nuestros padres regresaron, nuestro padre trajo con el a uno de sus amigos, el señor Henry Branwell, y su familia. Por que durante su viaje se habían reencontrado. –
Magnus se congeló y su estómago dio un vuelvo, sintiendo su marca arder. Jace puso una de sus manos en el hombro de Magnus, mirándole con dolor y simpatía.
– Alec está comprometido para casarse con Lydia Branwell. La boda será este sábado. –
Jace literalmente vio como el corazón de Magnus se rompía. La luz en esos ojos murió y no pudo contener sus lágrimas. Sus ojos quemaban mientras luchaba por encontrar el aire en sus pulmones, como si hubiera recibido varios golpes en el corazón.
Le miró con súplica, como si le rogara para que le dijera que todo era una broma. Jace solo negó y Magnus continuó llorando, inclinándose y agarrando el saco de Jace mientras lloraba.
– ¡No! Nonononono... No. No. No Alec ... No. Él no puede... Él es mío. Es todo para mi. ¡Es mío! ¡Él es mío! ¡No me hagas esto Alexander!... Por favor...–
Jace solo miraba en shock al hombre llorando sobre él, temblando incontrolablemente y gritando, sus chillidos se amortiguaban en el pecho de Jace. Jace casi soltaba lágrimas al ver el dolor en las palabras de Magnus, haciéndole ver que aunque sus marcas eran de deseo, sus emociones eran mucho más profundas. Suspiró suavemente y enrolló sus brazos alrededor del chico.
– Shh. Está bien. Bueno, no lo está. Pero... no lo se, quizá ustedes no estaban destinados a ser. –
Magnus se sentó rápidamente, dándole un bofetada en el rostro a Jace enojado.
– No te atrevas a decir eso, Lightwood. Sabes muy bien que aunque nuestras marcas sean de deseo ¡yo amo a tu hermano! No te atrevas a darme un sermón de mierda sobre que "no estamos destinados a ser". Nunca he conocido a nadie más perfecto que Alec. El lo es todo para mi. Y no puedo perderle. –
Jace solo veía al chico, aunque su mejilla dolía y sus ojos amenazaban con soltar lágrimas. La pasión dentro de Magnus era increíble, el amor en su mirada era infalible. Suspiró.
– Mira, se que esto no es lo que esperabas. Pero tienes que entender que Alec no puede simplemente huir. Créeme, si pudiera, lo haría. Pero no se ira por mi y por Izzy. No nos quitaría otro hermano. Eso es lo que pasa. Si se va, papá lo desheredaría, perdería todo, sería echado y Alec es demasiado sobreprotector. Nos protege de las peores partes de nuestra forma de vida, ser el mayor, siempre es lo más difícil. Así que hace todo para mantenernos a salvo. Y si se va, no podrá hacer eso. El chico es demasiado desinteresado para su bien. A veces desearía que pudiera solo pensar en si mismo. –
Magnus asintió en acuerdo, su cuerpo puesto en automático absorbiendo la información. Acababa de perder a su Alec. Sabía que Jace tenía razón, Alec no dejaría a su familia. Y Magnus no le pediría eso. No era algo de valentía, como la mamá de Magnus, Alec estaba lleno de valor, ya lo había probado. Era algo sobre si Alec dejaba a no a su familia, sus hermanos. Y Magnus nunca le pediría algo así.
– También desearía eso. Pero es su vida y su decisión. No puedo pedirle que los abandone. Y no lo haré. Me alejaré, se que esto lo está destrozando, casi puedo sentir su dolor. –
– Si te hace sentir mejor, el la odia, Lydia, – Jace sonrió con tristeza. – Es una completa perra. Todos la odiamos, para ser honestos. El le gritó un día en el parque por criticar a tu clase. incluso cuando no estás ahí, el te defiende. –
Magnus sonrió y Jace continuó. – Realmente le cambiaste. Actúa tan diferente ahora. Es más fuerte y se ríe más seguido, hasta dice groserías. Estas últimas semanas contigo le cambiaron. Tiene más seguridad. Bueno, ahora no tanta, con eso de casarse con esa bruja y abandonarte. –
– No me está abandonando, – Magnus le golpeó de nuevo. – Y si yo no le odio por esto, el tampoco debería odiarse a si mismo. Dile eso por mi. También, dile que mi puerta siempre estará abierta para él, si alguna vez necesita algo. Y que... desearía que las cosas hubieran sido diferentes. Solo, dile todo, menos que lo amo. No quiero que sepa eso. No cuando no podemos estar juntos. –
Magnus se estaba ahogando de nuevo, Jace podía escucharlo en su voz. Así que decidió irse en ese momento.
– Se lo diré. Todo excepto eso. Tienes mi palabra. Y lo siento. Pensé que merecías saberlo. Fue un gusto conocerte, Sr. Bane. Solo lamento las circunstancias. –
Levantó su mano y Magnus la tomó gentilmente, con todo su brazo temblando al despedirse de Jace. Aunque, antes de bajarse del auto, se inclinó y le susurró con una sonrisa de complicidad.
– Aunque, tenemos un pequeño plan en mente. Veras, la boda es un acto hecho y planeado por humanos. Pero yo estoy poniendo mi fe en algo de más poder. Creo que esta historia no ha terminado. Creo que quizá, solo quizá, una fuerza mayor que la del hombre les va a salvar a ambos. Una fuerza imparable llamada magia. –
Le guiñó y Magnus le miró con incredulidad. Jace mordió su labio y sacudió la mano de Magnus una última vez, no sin antes señalar su marca en la cadera y guiñarle de nuevo. Cerró la puerta del auto al salir, y caminó por la multitud, dejando a un Magnus realmente confundido.
Había pasado por una montaña rusa de emociones hoy. Su corazón estaba en agonía, su cabeza martillaba, todo su cuerpo rechazaba la idea de Alec casándose con otra persona, una chica. Y luego venía Jace y le decía eso. ¿Qué quería decir? Magia. ¿Estaba loco?
Magnus suspiró, sintiendo las lágrimas volver a sus ojos mientras se acomodaba en el asiento y sacaba la foto en blanco y negro, acariciando el rostro de Alec y sonriendo tristemente.
– Lo siento bebé. Lo siento. Desearía que las cosas fueran diferentes. Lo que daría por verte una vez más... Oh dios, no puedo perderte... Te amo, Alexander Lightwood. –
Ps a seguir sufriendo ....😭 😭 😭
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