21. Romperse

A varios cientos de kilómetros puede tu voz darme calor igual que un sol
Y siento como un cambio armónico va componiendo una canción en mi interior




Alec no apareció en la puerta de Magnus el lunes por la noche. Estaba bien. Quizá sus padres le estaban manteniendo ocupado después de su viaje de negocios.

Alec no apareció en la puerta de Magnus el martes por la noche. Estaba bien. Quizá estaba ocupado con trabajo de la escuela o sus hermanos.

Alec no apareció en la puerta de Magnus el miércoles por la noche. Estaba bien. Quizá se lo había comido un oso.

– Dios, Bane, contrólate. Estoy seguro que tu lindo chico esta bien. Tiene que mantener esto en secreto y probablemente sus padres le están manteniendo en arresto domiciliario, así son esas familias. –

Magnus suspiró escuchando hablar a Ragnor, desparramados en la cama de Magnus, botaneando con papas y pastel. Magnus deseaba poder estar calmado, pero tenía un horrible sentimiento en el estómago, un sentimiento de que algo estaba mal. Alec no se hubiera desvanecido por casi cinco días sin avisarle o algo a Magnus.

Mientras Ragnor empezaba a cantar una de las nuevas canciones de uno de los más populares artistas, Magnus sacó su foto en blanco y negro de el rostro sonrojado de Alec. Miró directamente a esos ojos negros de la foto y sintió su corazón brincar.

Mientras buscaba en su bolsillo por el pequeño zafiro, susurró, acariciando la mejilla de Alec en la foto.

– ¿Dónde estás bebé? ¿Qué está pasando? –

*

Alec corría por la casa, con su cabeza girando. Era miércoles por la noche y él se estaba desmoronando. No se había dedicado ni un segundo para si mismo esta semana. Si Lydia no estaba colgada de su brazo, sus padres estaban sobre sus hombros.

No podía hacer esto. Era demasiado. Todo lo que quería era a Magnus. Pero no podía estar solo lo suficiente. Sabía que las personas le estarían buscando, molestándole constantemente con temas como su traje, las flores, el transporte y la iglesia. No podía manejarlo. No quería manejarlo. Solo quería que le dejaran en paz. Y solo conocía un lugar en esa casa donde la gente no le buscaría.

Corrió por las escaleras atravesando la sala de estar, cerrando la puerta con fuerza. Se dejó caer en el suelo sintiendo como un huracán le atravesaba. Las lagrimas se arremolinaron en sus ojos y cayeron sin control, rompiéndole, llorando como un niño, encerrado en la habitación de su hermana, a salvo del resto del mundo por al menos unos momentos.

– ¿Alec? – dijo una suave voz.

Abrió los ojos con horror, pensando que Lydia le había encontrado. Pero en su lugar, se encontró con las dos caras de las dos personas que más deseaba ver. Jace e Izzy.

Se lanzó contra ambos en un abrazo, cayendo todos en la cama de Izzy, mientras se acurrucaba y dejaba salir sus lágrimas. Izzy también lloraba, en silencio, mientras Jace sostenía su mano y se acurrucaba junto a Alec, rodeándoles con calidez y comodidad. Haciéndole sentir a salvo.

Eventualmente dejó de sacar lágrimas, moviéndose de forma que Izzy se acomodara con su cabeza en su pecho y el se recargara en Jace, con su cabeza descansando en el estómago del chico. Se quedaron en silencio por un momento, cada una de las manos de Alec sosteniendo una de sus hermanos, como aferrándole a la tierra.

– ¿Alec? Se que esta es un pregunta estúpida, pero ¿cómo lo llevas? – Jace susurró, acariciando el cabello de Alec.

– Nada bien, – Alec tragó. – La odio, Jace. Realmente la odio. –

– ¿A quién? ¿A Lydia? – preguntó Izzy suavemente. –

Alec asintió. – Es tan engreída. Estábamos caminando por el parque el lunes cuando vimos algunas personas de clase baja. Y ella comenzó a criticarlos y hablar un montón de porquería sobre ellos. Y todo lo que yo podía pensar era que estaba criticando a Magnus. Mi Magnus. ¿Cómo se atrevía, maldita? Ella no sabe ni una maldita cosa sobre ellos –

Izzy y Jace le veían con los ojos y boca abierta.

– ¿Qué? – preguntó Alec a la defensiva.

– Dios, Alec, – Izzy soltó una risita. – Suenas justo como ellos. –

Alec se sentó y refunfuñó. – Prefiero ser como ellos que como Lydia. –

– Te entiendo, – dijo Jace. – Ella también me molesta, la evito la mayoría del tiempo. – Izzy asintió de acuerdo.

– Así que, Alec, se que quizá no quieras hablar ahora de ello, pero... ¿Cómo estuvieron tus vacaciones? – ella preguntó con curiosidad.

A pesar de todo el estrés y el dolor que Alec estaba sintiendo, sonrió y se sonrojó intensamente. Izzy rió y Jace sonrió con burla.

– ¿Qué pasó, hermano? – preguntó Jace con un guiño.

– Fue maravilloso, – Alec suspiró. – Nunca me había sentido tan libre. Magnus es ... es perfecto. Es increíble. Es hermoso. Tuvimos una semana maravillosa. –

– Suena lindo, – dijo Jace con una sonrisa no sabiendo que más decir.

Izzy suspiró dramáticamente. – ¡Vamos Alec! ¡Sabes lo que queremos saber! Danos detalles hermano, – dijo ella con un guiño. Alec se sonrojó intensamente y Jace chasqueó la lengua.

– Algo me dice que nuestro pequeño e inocente Alec ya no es tan inocente. –

– Tiene una marca de deseo Jace, – Izzy dijo, – Así que cuéntanos, ¿lo hicieron? –

Alec gruñó y se sonrojó aun más. – Si. Fue el jueves en la noche, el día antes de regresar. – Izzy gritó de emoción y Jace rió.

– ¡Si, Alec! ¿Y cómo fue? – preguntó Izzy emocionada. Alec le aventó una almohada.

– Fue... Intenso. Increíble. Sentí algo que nunca había experimentado, – dijo Alec e Izzy volvió a gritar emocionada.

– ¡Entonces dinos que pasó! – ella rió. Alec soltó un bufido.

– Claro que no. Es todo lo que obtendrás. –

Izzy suspiró molesta y Jace suspiró de alivio. Alec solo rió. Se quedaron en silencio por un momento, descansando en la pequeña burbuja de felicidad de Alec, hasta que finalmente la dolorosa realidad supero a la felicidad, de nuevo.

– No se que voy a hacer chicos. No quiero casarme con Lydia. Traté alejarla al gritarle y decir groserías en el parque, pero al parecer eso le gustó. Me llamó un chico malo y peligroso y luego me chupó la cara. –

Izzy le veía con la boca abierta y Jace hizo un sonido de asco.

– Fue asqueroso. Estaba encima de mi y su perfume me ahogaba y su lengua no salía de mi boca. No puedo entender como es que ella disfrutó de ese beso, por que yo no lo hice. Solo se que no quiero volver a hacerlo. No puedo pararme en un altar y besarla. No puedo casarme con ella. No puedo. –

Izzy se quedó en silencio un momento antes de susurrar cautelosamente.

– Entonces huye. Huye Alec. Nosotros te ayudaremos. Vete y busca a Magnus. Es lo que realmente quieres. –

Alec suspiró, su corazón palpitó y se rompió al mismo tiempo. Magnus era el aire que respiraba, la tierra en la que caminaba, su vida entera. Y quería tanto eso, huir y ser libre. Pero no podía. Le gustaba pensar que era valiente, como la mamá de Magnus había sido. Pero la verdad, es que era un cobarde.

– No puedo hacer eso. No les dejaré. No aquí. No con esta vida. No después de Max. Tengo que quedarme, es mi deber, es lo que se espera de mi. –

– ¿Por qué no podías enamorarte de uno de los nuestros? – Jace suspiró. – Tu vida sería mucho más sencilla, hermano. – dijo Jace tristemente,

Alec suspiró y se sentó rápidamente, viendo a Jace con los ojos abiertos.

– ¿Enamorarme? ¿Quién dijo que estoy enamorado? – preguntó bruscamente, sus defensas levantándose naturalmente.

Izzy y Jace compartieron una mirada pero no dijeron nada, solo veían a Alec con impotencia. Alec sintió la urgencia de mantenerse firme por un segundo, pero luego se derrumbó, comenzando a llorar de nuevo. Izzy le abrazó fuerte mientras Jace le sostenía la mano y le abrazaba también, quedando Alec en medio de ambos.

– Le amo, dios. Le amo demasiado. Hasta duele. No puedo hacer esto. Él es todo lo que quiero, el es todo para mi, y si hago esto, nunca le veré de nuevo. No puedo vivir así. Le necesito. –

Izzy también lloraba, mientras le acariciaba el cabello, y Jace le sostenía fuerte, con lágrimas también en sus ojos. Ver a su hermano así de lastimado y sin esperanza le estaba matando. A él no le importaba si Alec era gay o si estaba enamorado de un chico. Todo lo que le importaba era su sufrimiento. Y todo lo que quería era ser capaz de quitárselo.

– Está bien Alec. Vamos a resolverlo. Te lo prometo. –

Alec inhaló y se separó de su hermana, para poder sentarse entre sus hermanos, moviendo sus manos nerviosamente.

– ¿Qué voy a hacer? – preguntó perdido y roto. Izzy suspiró y le tomó de la mano, sonriéndole un poco.

– No puedes solo huir. No llegarías muy lejos y papá te encontraría. Pero quizá, si... si tu marca se moviera. Si se convirtiera en una marca de amor, si cambiara, como lo hicieron tus sentimientos, quizá el podría entender. Quizá te dejaría ir. –

– Nunca me dejaría ir y vivir feliz con un chico de clase baja, – Alec rió amargamente. – Incluso si mi marca se moviera, no puedo ser libre, no me dejaría cancelar la boda y huir. –

Hubo un momento de silencio antes de que Jace jadeara y sonriera triunfante.

– Entonces no le digas. No puedes desaparecer por ahora, por que si el te encuentra, no tendrías ninguna prueba del por que te fuiste. Pero si tu marca cambia, y obtienes una de amor, huye. Solo huye. Al diablo todo, al diablo la sociedad. Si se vuelve amor, no te puede detener. –

– Si, – Izzy sonrió. – Esa es buena idea. Si, entre ahora y tu boca, el sábado, tu marca se vuelve amor, te ayudaremos a huir. Y podrás estar con Magnus. –

– Eso suena bien, – Alec gruñó. – ¿Pero y si mi marca no se mueve? –

Izzy suspiró. – Entonces quizá ustedes no estaban destinados a ser. –

– Entonces si mi marca no se mueve, ¿debo superarlo y casarme con Lydia? Esa opción apesta. –

Jace e Izzy suspiraron y al final rieron, mientras Alec bufaba.

Su mundo se estaba desmoronando, pero tenía una pequeña chispa de esperanza, que colgaba de un hilo. Y esa pequeña chispa era la pequeña fotografía en su bolsillo, del chico con una sonrisa natural y unos ojos brillantes, con una sonrisa sexy en su hermoso rostro, la cual le traía lagrimas a Alec mientras se quedaba dormido, acurrucado entre sus hermanos.





Ya les prometo actualizar más seguido... tengo compu nuevaa!!! 
Que disfruten el cap u.u

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top