Se despertó por que su hermano le estaba dando golpecitos en la cara. Abrió los ojos lentamente y maldijo.

– Jonathan. ¿Qué estás haciendo aquí? Sabes que a mamá no le gusta que estemos en las habitaciones de los demás cuando aun no estamos arreglados. –

Jonathan sonrió enormemente, algo raro en esa casa, lo cual solo significaba algo.

– ¿Ellos...? – Alexander no terminó la pregunta mientras la sonrisa de Jonathan se hacía más grande.

Alexander sonrió y se quitó las cobijas, brincando de la cama y viendo a Jonathan a los ojos.

– ¿Estás seguro Jonathan? – preguntó.

Jonathan asintió y sonrió. – No creo que debas seguir llamándome Jonathan, Alexander. –

– ¡Jace! – dijo Alexander riendo.

Corrió al otro abrazándose fuertemente, la clase de afecto que estaba prohibida por sus padres. Con sonrisas radiantes corrieron a la habitación de Isabelle. Ella a penas se estaba levantando cuando los vio entrar, dándoles una mirada escandalizada.

– ¡Chicos! ¿Qué hacen? Mamá no va a estar feliz. –

Alec y Jace compartieron una sonrisa antes de que Jace caminara hacía ella.

– No creo que eso importe Izzy. –

Sus ojos se abrieron mientras brincaba de emoción, dándose cuenta de que sus padres no estaban en casa. Se lanzó sobre sus hermanos, abrazándoles fuertemente y sonriendo.

– ¿Panqueques? –

– ¡Leíste mi mente! – dijo Jace.

– ¡A la cocina! – gritó Izzy mientras brincaba a la espalda de Alec mientras Jace guiaba el camino. Reían mientras Alec preparaba el desayuno, sobornando al servicio de la cocina para que se tomaran un descanso mientras ellos se rellenaban de panqueques. La mañana pasó rápido y pronto, tuvieron que ponerse sus trajes y arreglarse, para dirigirse al colegio. Su pequeño momento de relajación había terminado.

*

Hacía un calor abrasador afuera mientras Alec se dirigía a tomar su desayuno. Se sentó en unas bancas con sus hermanos y un pequeño grupo de amigos. Les gustaba mantenerse cerrados entre ellos, dado que no congeniaban bien con los otros. Les gustaba relajarse fuera del alcance de los ojos curiosos. Una vez, Jordan se las había arreglado para colar unos cigarrillos. Alec casi se ahoga a la primera, mientras Jace se moría de risa.

Se sentaron juntos, esperando a que terminaran los últimos minutos del receso. Alec estaba sentado mientras veía con una sonrisa a Clarissa reprendía a Jace por sus intentos de tener relaciones. Todos reían bajo, cuidando de no hacer mucho ruido, mientras subían las escaleras, cuando James apareció, con su cabello despeinado cayéndole por los ojos.

– Cuidado James, – dijo Jace. – O podrían comenzar a pensar que eres parte de la plebe. – dijo con un guiño mientras seguían subiendo las escaleras para su clase final.

Alec casi se queda dormido en la clase de historia, solo registró el final de la clase porque Jace le dio un golpe bajo la mesa. Se paró y rápidamente salió del salón, caminando fuera de las instalaciones. Una vez que todo su grupo estuvo afuera, caminaron calle abajo, a casa.

Mientras caminaban, hablando y riendo entre ellos, Alec alzó la mirada al sonido de una fuerte risa, despreocupada y vibrante.

Del otro lado de la calle, había un grupo de chicos normales. Estaban riendo y bromeando, jugando a pelar y pasando el rato. Sus sonrisas eran enormes y sus ojos brillaban, y estaban vestidos como querían. Alec sintió envidia, él quería eso. Quería libertad, bromear y reír cuando quisiera. Quería vestirse con algo más que no fuera de gala.

Suspiró con nostalgia, mientras quitaba la mirada, pero al hacerlo, el destello de un arcoíris atrapó su atención.

Volvió a mirar y jadeó. Porque ahí, al fondo del grupo, golpeando a un chico enfrente de él, estaba el chico más maravilloso que había visto en su vida.

Era alto y delgado. Su cabello era negro y las puntas estaban pintadas de colores. Usaba una playera de cuello en V con una chaqueta roja. Sus jeans eran azules y tan apretados que no dejaban nada a la imaginación y unos zapatos de colores. Su piel era de un perfecto color caramelo, y Alec sintió el extraño deseo de saber si también sabría a caramelo. Mientras dejaba pasear sus ojos por todo el cuerpo, vio brillo por todas partes, anillos en todos sus dedos, muchos collares alrededor de su maravillosa garganta. Cuando sus ojos subieron más, Alec vio un piercing azul en los labios. Sintió su sangre hervir con eso. Su mirada finalmente se unió con el par de ojos más exquisitos, verde, casi dorados, que había visto, los cuales le estaban viendo directamente.

Alec se congeló. No podía apartar la mirada de ese rostro así que solo se dedicó a mirarlo. El tiempo parecía ir lento y aunque seguía caminando con sus amigos, era como si no estuviera moviéndose.

Sabía que estaba sonrojado. Sentía calor en sus mejillas mientras el chico inclinaba su cabeza a un lado y alzaba una de sus perfectamente esculpidas cejas. Alec tragó y mordió su labio nerviosamente, pasando su mano por su cabello, queriendo apartar la mirada. Pero el chico le sonrió en una forma tan sexy que Alec no pudo evitar gemir bajito. Alec mordió su labio mientras su respiración se aceleraba y observaba al chico sonreír, lanzándole un brillante guiño mientras pasaba su lengua por sus labios.

Alec se sonrojó aun más y cerró sus puños, tratando de volver a la realidad. El chico notó su lucha interna y sonrió, paseando su mirada por todo el cuerpo de Alec. Este parecía no poder parar de sonrojarse y agachó la cabeza, mientras el chico lanzaba un chiflido alto de apreciación por lo que vio y le lanzaba otro guiño, seguido de una sonrisa, antes de que el grupo de Alec girara en una esquina, perdiéndose en la noche.

Alec salió de su fantasía y respiró, temblando un poco. El chico, quien quiera que fuera, era la definición de sexo andante. Era tan caliente. Hermoso y sexy y con confianza, y esa sonrisa que mandó toques por todo el cuerpo de Alec. Sabía que nunca podría pasar, que no debería estar pensando de esa forma. Pero no pudo evitarlo. En vez de eso, dejó correr su mente y sonrió, pasando imágenes por su mente del colorido chico que acababa de ver, segundos atrás.

Mmm como que ya se imaginan que marca tendran?? Cx