15. Dulce y picante

Everything is gray until you draw me, touching on my body like you know me...
Write on me, colour outside the lines, love the way you tear me up, baby, take your time...




Alec sonrió al ver el rostro dormido de su alma gemela mientras se acurrucaba en el edredón y hacía un tierno sonido como un gatito.

Se arrodilló frente a la cama y susurró suavemente, acariciando un mechón de cabello azul que cubría sus cerrados ojos.

– Magnus... es hora de levantarse. Dormimos todo el día. Son las 8 pm. Magnus. Vamos... necesitamos comer e hice unos panqueques...–

Magnus ni se movió. Solo siguió viéndose igual de adorable. Así que Alec suspiró y corrió a la cocina, tomó un plato de panques de chocolate recién hechos y les puso crema. Se sonrió a si mismo, y fue de vuelta a la habitación, decidiendo usar el mismo método que usaba para despertar a Jace.

– Magnus...– susurró mientras sostenía el plato frente al rostro de Magnus, dejando que el olor delicioso del chocolate y la crema fresca hicieran su trabajo.

Sonrió al ver como la nariz de Magnus olfateaba y se arrugaba, y sus ojos aletearon. Su cuerpo se comenzó a mover y lamió sus labios. Alec sonrió cuando Magnus gimió y olfateó de nuevo, abriendo los ojos lentamente.

Cuando vio a Alec sonrió y se acercó a él. Luego vio los panqués y sonrió como si la navidad hubiera llegado antes. Intentó tomar uno, con una sonrisa hambrienta pero Alec le quitó el plato, caminando hacía la puerta.

– Si quieres unos, levántate de la cama y ven por ellos, – dijo con una sonrisa.

Magnus masculló incoherencias, viendo los panqués con hambre. Alec solo rio y Magnus le lanzó una mala mirada antes de girar en la cama lentamente, quitarse las sábanas y sentarse.

Alec le guiñó y caminó hacía la cocina, escuchando como gritaba – ¡Jódete Alec! – detrás de él.

Justo como en casa, pensó Alec al escuchar el grito de Magnus y sus pesados pasos por las escaleras.

Los colocó en la mesa de la cocina y sirvió el té, viendo un capítulo de The Big Bang Theory en la pantalla de plasma. Se estaba riendo mientras Sheldon jugaba con unos bongos cuando escuchó la puerta abrirse.

Se giró con una sonrisa e inmediatamente se congeló, olvidando como hablar. Magnus estaba recargado en la puerta, usando solo unos pequeños y apretados bóxer morados y la arrugada camisa de Alec, sin abotonar, mostrando su perfecto pecho y su torneado estómago. La camisa a penas y cubría su trasero, mostrando sus largas y delgadas piernas. Torneadas y perfectas que parecían continuar por siempre.

Magnus sonrió coqueto mientras los ojos de Alec paseaban por su cuerpo y le guiñaba cuando sus miradas se unieron. Alec no podía quitar los ojos. Magnus era, sin saber como expresarlo, una obra de arte. Su cabello caía desordenado pero de forma perfecta, sus ojos brillaban, sus labios eran rellenos y brillantes y la marca en su cadera, roja contra su piel, hacía que su sangre hirviera. Ver su nombre grabado en un cuerpo tan perfecto era maravilloso.

Jadeó alto y Magnus gruñó, cortando la distancia y sentándose a su lado. Sonrió mientras tomaba el gran plato de panques, sabiendo que Alec estaba observando cada movimiento. Malévolamente, pasó su dedo por la crema y la lamió lentamente, gimiendo al sentir el dulce sabor. Lanzó una furtiva mirada a Alec y vio al chico sonrojado intensamente.

– ¿Estás bien, bebé? – preguntó inocentemente, tomando la taza de té que Alec había hecho para él.

Alec se aclaró la garganta y mordió su panqué.

– Si, gracias. ¿Y tu? Espero que hayas dormido bien. –

Magnus sonrió por la adorable forma de hablar de Alec y le guiñó. – Oh si, el mejor sueño de mi vida. –

Alec sonrió y asintió, mordiendo su labio al notar la mirada de Magnus. Realmente deseaba que Magnus estuviera usando algo más. O sin usar nada... Una pequeña voz habló dentro de su cabeza.

Magnus sonrió al ver como Alec alejaba su mirada de sus caderas y mordía su panqué, intentando enfocar su vista en la gran cocina.

Fue cuando notó la gran colección de fotos en la pared, llenando la pared beige con brillantes colores y sonrisas.

– ¿Esos son tus hermanos? – preguntó aun con comida en la boca. Los ojos de Alec vieron la pared distante y Magnus sonrió, terminándose su bocado, tragando exageradamente. Alec sonrió.

– Si y no. También están incluidos mis amigos. Este lugar de hecho pertenece a mi amigo Will y su padre Edmund. –

Magnus asintió y se levantó, caminado para ver mejor las fotos. Vio a Alec en una de las fotos, aunque parecía haber dos Alec en la misma.

– Hey Alec. Nunca me dijiste que Jace era tu gemelo, – masculló. Alec rió y se acercó a él, pasando un brazo por sus hombros.

– Ese no es Jace. Es Will y yo. William Heronadale. –

– Oh, – Magnus sonrió. – Se parecen demasiado. Es como si fuera tu doble. –

– Si, – rió Alec. – Somos sumamente parecidos. Aunque el se inclina un poco más por el drama y romper las reglas que yo. –

– No lo se...– Magnus sonrió y se giró para besar el cuello de Alec y reír. – Tu has roto algunas reglas, bebé...–

Alec se sonrojó y gruñó y Magnus rió, besándole suavemente antes de seguir viendo las fotos.

– ¿Entonces quienes son los demás? –

Alec suspiró con una sonrisa. – Los que están al lado mío y de Will son Jem y Tessa. Son inseparables. Tess de hecho es el alma gemela de Will, de amistad. Aunque Tessa está enamorada de Jem, siempre lo ha estado. Pero en nuestra sociedad, si tienes la marca de amistad, te hacen casarte con esa persona. Aunque Will si ama a Tessa, y fácilmente se podría casar con ella. Pero nunca le haría eso a su amigo, casi hermano. Así que oculta la marca para que Tess y Jem puedan estar juntos. –

Magnus veía a Alec hablar con ojos tristes. Enrolló sus brazos en la cintura de Alec y le besó el pecho, sobre la camisa.

– ¿De verdad? Si tienes una marca de amistad, ¿te fuerzan a casarte? –

– Si, – la sonrisa de Alec era de tristeza, – Se ahorran los escandalosos y horribles divorcios. –

– Tu gente son unos imbéciles, – Magnus bufó enojado. – Lo siento, pero lo son. –

– Estoy de acuerdo, – rió Alec.

Magnus soltó una risita y le dio un corto beso antes de seguir viendo las fotos. Ahí fue cuando conoció a la maravilla que era Jace.

Vio al chico en la foto. Cabello rubio y ojos dorados. Bronceado y piel perfecta. Obviamente un Adonis. Parecía que Alec estaba esperando que remarcara lo sexy que era Jace. Pero para ser sincero, Magnus no veía eso, la arrogancia del chico, incluso en la foto, era más que palpable. Así que en su lugar, solo se encogió de hombros y habló ligeramente.

– Creo que tu eres mucho más sexy que él. –

Y rió por el sonrojo de Alec mientras este volvía a prestarle atención a los panqués. Volvieron a comer de nuevo, pensando en que harían esa noche cuando el teléfono de Magnus sonó.

Le sonrió a Alec mientras tomaba el teléfono del mostrador y contestaba. Una grito llenó el aire y Magnus se arrepintió completamente de ponerlo en altavoz.

– ¡BANE! ¡MALDITA SEA, CARA DE PENE, QUE ESTÁS VIVO! ¡¿DÓNDE MALDITA SEA ESTABAS?! ¿QUÉ DIABLOS TE PASÓ? ¿TE HA SECUESTRADO UN PEDÓFILO VIOLADOR DROGADICTO PARA QUE TE PROSTITUYAS? ¿DEBO LLAMAR A LA POLICÍA? ¿ESTÁS DE CAMINO A LA MALDITA COSTA ESTE? CADA NOCHE TAN PRONTO COMO LA ESCUELA TERMINA, TU IDIOTA TE DESAPARECES, ¡ESTÚPIDA PUTA! ¡Y ESTAMOS A MITAD DE SEMANA! ¡¿DÓNDE DIABLOS ESTÁS?! ¡CONTÉSTAME AHORA MISMO O TE JURO POR DIOS QUE TE DARÉ UN CASTIGO MÁS DOLOROSO QUE EL QUE TE PUEDA DAR UN GRAN PENE EN UN PEQUEÑO TRASERO! –

Magnus estaba conteniendo la risa mientras Ragnor gritaba al teléfono y los ojos de Alec se agrandaban cada vez más escandalizado con cada palabra. Aunque finalmente Ragnor terminó de gritar y Magnus acarició la mejilla caliente y sonrojada de Alec, contestando.

– Querido Ragnor...Mi dulce príncipe esmeralda... Tranquilízate. Estoy bien. Estoy vivo. No estoy abandonado en medio de la nada desnudo al lado de un proxeneta –

Contuvo su risa al ver el horrorizado jadeo de Alec, mientras Ragnor contestaba. – Oh bien. Así que... ¿dónde estás? –

Magnus miró a Alec y estaba a punto de soltar una mentira a su mejor amigo cuando Alec tomó el teléfono y habló en voz alta, y tono duro que le dio a Magnus temblores por todo su cuerpo.

– Hola cariño. Lo siento, pero ¿podrías llamar mañana? Estoy algo ocupado ahora mismo con tu amigo. Creo que está a punto de darle un muy buen uso a su muy talentosa lengua. Gracias, señor. Y buenas noches. –

Alec colgó el teléfono y se lo entregó a Magnus sin siquiera parpadear. Magnus solo le veía con dudas e incredulidad hasta que Alec sintió su mirada. Sus ojos se unieron y Alec le guiñó. ¡Le lanzó un maldito guiño! Y dios, fue malditamente sexy.

Sus miradas se estaban calentado hasta que un mensaje al teléfono de Magnus les interrumpió.

¿Quien era ese?! Dios sonaba tan sexy... ¿Puedo ir a unirme?

Magnus sonrió y Alec leyó el mensaje, sonrojándose mientras lo leía.

– Puedes contarle si quieres, – dijo bajito. Los ojos de Magnus le buscaron.

– ¿Estás seguro? – preguntó, sonriendo un poco.

– No es tu familia quien va a juzgarme, – dijo Alec. – Y además, confío en ti. – Magnus sonrió y mordió su labio antes de escribir.

Ese es mi alma gemela. Deseo... lo que por cierto ya sabíamos que me pasaría a mi ;) Su nombre es Alec y huimos juntos por esta semana...

Alec sonrió cuando Magnus le mostró el mensaje antes de mandarlo, sin querer poner algo que pudiera lastimarlo. Pero Alec asintió y terminó su té.

Un segundo después la respuesta llegó.

¡Santa madre! ¡¿Tienes un alma gemela?! Todos sabíamos que iba a ser deseo, bastardo cachondo ;) Una semana entera, todos sabemos a donde lleva eso... así que ¿cómo es el sexo? ¿Caliente, sucio y salvaje? Maldición, tienes tanta suerte. Cat y yo tenemos la marca de amistad por lo que no hay nada remotamente caliente pasándome a mi...

Magnus hizo un puchero burlón mientras Alec reía, con un pequeño sonrojo en sus mejillas. Ahora, Magnus no iba a mentir, sabía lo que Alec y él habían hecho hasta ahora era sexy e increíble. Pero maldición, ¡Si quería que el chico le montara! O que el chico le diera tan duro que Magnus gritara su nombre como si le estuviera adorando. Pero esa no era la realidad, así que solo le mandó un último mensaje.

Aun no hay sexo. Espero que eso cambie esta semana ;) pero es sexy. Malditamente caliente. Y nuestras marcas de deseo son como nuestras zonas cachondas. Las tocamos y ¡bam! Duro y listo. Es divertido ;) como sea, te contaré más cuando regrese a casa. ¡Te quiero! Tengo que irme, adiós.

Soltó una risita mientras lo mandaba y bloqueaba su teléfono.

– Disculpa por lo de Ragnor. Puede ser bastante escandaloso. Y grosero. Y presuntuoso. –

– Está bien, – Alec solo sonrió. – Parecen cercanos. Como Jace y yo. Pero más... – su voz perdió volumen y Magnus sonrió maliciosamente, caminando lentamente hacía Alec, moviendo sus caderas lentamente.

– ¿Más que, bebé? Más sexo? Más calentura? Más suciedad? – susurró contra la caliente piel del cuello de Alec.

Alec gimió mientras Magnus pasaba su lengua, sacándole otro gemido.

– Voy a ignorar la incorrecta gramática en esas preguntas. Debiste haber dicho más sexy, más caliente y más sucios. Esa es la forma correcta de usar esos adjetivos, por lo que así es como la pregunta debió...–

Gemía sobre las palabras mientras Magnus deslizaba sus manos por su pecho y jugaba con sus pezones, retorciéndolos suavemente mientras chupaba sobre el pulso de su cuello.

– Oh bebé... me encanta cuando hablas sucio...– dijo con una risa. En parte era una broma pero realmente cuando Alec hablaba así, como en niño rico y bueno que era, le hacía a Magnus retorcerse de deseo y las palabras iban directo a su miembro.

Alec gimió y se giró en los brazos de Magnus, acercándolo más por los bordes abiertos de su camisa. Sus cuerpos colapsaron mientras Magnus le besaba, sus lenguas jugando una con la otra mientras sus manos hacían su trabajo. Magnus paso la playera de Alec por su cabeza y besó los patrones de su perfecto pecho. Alec enredo sus manos en el cabello de Magnus jalándoselo mientras este paseaba su lengua por su pecho. Sus labios colapsaron de nuevo, sus bocas abiertas, jadeando fuerte mientras la furiosa batalla de lenguas continuaba. Sus marcas palpitaban mientras se movían en sincronía, sus cuerpos retorciéndose mientras se estrellaban contra la mesa de la cocina, Alec cargando a Magnus y lanzándolo a la mesa.

Magnus jadeó y Alec se subió sobre él, el material frío de la mesa dándole escalofríos al atravesar el delgado material de la camisa. Magnus jaló a Alec, pasando sus uñas por su cadera mientras el chico chupaba y mordía los labios de Magnus. Magnus soltó una risita cuando Alec lamió un lado de su cuello, temblando y gimiendo cuando encontró su punto sensible. Alec jadeó en su oreja y tiró del lóbulo de la oreja de Magnus, enterrando su rostro en su hombro. Magnus depositó suaves besos en el cuello de Alec y lo sostuvo fuerte mientras arremetía sus caderas contra el otro, haciendo círculos y gimiendo por la deliciosa fricción. Alec se movió contra el en perfecta sincronía, sus caderas moviéndose con gracia y la perfecta presión mientras Magnus solo gemía.

Alec le sonrió y le besó suavemente, antes de separarse y sentarse sobre las caderas de Magnus. Mordió su labio antes de tomar el plato con los panques sobrantes. Tomó uno y lo sostuvo sobre los labios de Magnus. Magnus sonrió y abrió la boca, tomando el chocolate del panque entre sus labios, igualmente, chupando la punta de los dedos de Alec. Masticó y tragó lentamente, con sus ojos fijos en los de Alec mientras el chico pasaba sus dedos por el traste de crema y sostenía el dedo en los labios de Magnus.

Magnus lamió los dedos de Alec lentamente, sacando la lengua, pasándola seductoramente, antes de tomar los dedos en su boca, chupándolos fuerte y gimiendo mientras Alec trazaba con su otra mano la línea de su cadera.

Compartieron una sonrisa mientras Magnus alcanzaba el plato, sosteniendo un poco de crema de chocolate en los labios de Alec. Alec comió el panqué entre los dedos de Magnus. Magnus soltó una risita mientras Alec tragaba el contenido sobre sus dedos antes de lamerlos. Magnus gimió a la vista de los labios rojos y rellenos de Alec alrededor de sus dedos y su mente viajó hacía esos labios, pero ahora alrededor de algo mucho más grande.

Alec liberó los dedos, besando la palma de su mano antes de inclinarse y besar los suaves labios de Magnus. Magnus se agarró de las caderas de Alec, pasando sus manos de arriba abajo, rozando el trasero de Alec. Alec jadeó sobre la boca de Magnus y le tomó del cabello, arremetiendo contra sus caderas. Se movieron más rápidamente, Magnus desabotonando sus pantalones y metiendo sus manos mientras chupaba su cuello. Magnus enredó sus piernas alrededor de la cintura de Alec, causando que Alec perdiera el equilibrio. Y antes de que pudieran evitarlo, estaban cayendo.

Alec cayó sobre el piso al girar sobre la mesa y Magnus cayó encima de él, con sus pantalones a medio quitar. Alec gimió y levantó su rostro, acariciando la mejilla de Magnus.

– Oh dios, ¿estás bien? – preguntó con pánico mientras Magnus reía y giraba sobre él.

Alec vio a Magnus reír, amando la forma en que parecía iluminar todo su rostro. Era extrañamente contagioso y de pronto se encontró riendo también.

Magnus se acurrucó contra él y Alec le miró, viendo el miembro de Magnus orgullosamente fuera y duro. Se sonrojó intensamente y Magnus mordió su labio.

– ¿Qué pasa bebé? ¿te gusta lo que ves? –

Alec se sonrojó aun más y Magnus sonrió. Tomó una de las manos de Alec y la guió a su miembro. Alec nunca había hecho eso antes, siempre había sido Magnus quien hacía el trabajo. Pero el quería complacerlo de la misma forma en que Magnus le complacía a él. Pero cuando sintió sus dedos rozar su perfecto miembro, se congeló.

Magnus notó su incomodidad y se inclinó para verle con comprensión.

– ¿Bebé? Hey, mírame...– dijo mientras Alec se giraba para esconder su mirada de arrepentimiento y vergüenza. – ¿Alec? Hey, vamos... mírame. Por favor...–

Alec contuvo las lágrimas mientras se volvía para encarar a Magnus. Hubo un momento de silencio antes de que Alec susurrara.

– Lo siento... es solo... quiero-quiero hacer lo que tu me haces a mi. Pero no se como. No se nada. Y no quiero arruinarlo por que tu mereces alguien que pueda hacerte sentir bien y yo no tengo idea de lo que estoy haciendo. –

Magnus suspiro y sonrió, acariciando el cabello de Alec, con su excitación comenzando a bajar.

– Escucha, Alexander... no es tu culpa la forma en la que han llevado tu vida. Y no te preocupes por no saber que hacer, te dije que te enseñaría...– agregó con un susurró sexy.

Alec suspiró y sostuvo la mano de Magnus, besándola gentilmente. Magnus gimió con el contacto y Alec le vio con sus brillantes ojos azules. Sonrió y besó a Alec suavemente, ronroneando sobre sus labios mientras el calor se expandía entre los dos, y sus marcas comenzaban de nuevo a tomar vida entre ellos. Se separaron un momento y susurró.

– Y por hacerme sentir bien... Bebé, debes saber que todo lo que haces, incluso la más pequeña acción, me hace sentir bien. Cuando me tocas, no quiero que pares. Y cuando estés listo, estoy seguro que me volverás loco con cada pequeño toque de sus dedos y respiración de tus labios. Te merezco. Eres tu el que probablemente merece algo mejor. –

– Creo, – dijo Alec sonriendo de lado, – que nos merecemos mutuamente. Almas gemelas y todo, ya sabes... El universo te eligió para mi y yo para ti. –

– Me gusta como suena eso, – dijo Magnus sonriendo y besándole suavemente.

– A mi también, – Alec rió.

Magnus se puso de vuelta sus bóxer y Alec se puso su playera mientras caminaban a la sala, donde pasaron el resto de la noche y algo de la mañana viendo un maratón del señor de los anillos, acurrucados debajo de una sabana y abrazados en la seguridad del otro.

Y ese fue uno de los mejores momentos de la vida de Alec. Aunque, aun no sabía lo maravilloso que se volvería esa semana con su alma gemela.





Como que estos ya se aman xD

Jajaa que disfruten

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