Capítulo 5
Flechazo directo a mi corazón
Bian
Y si un maremoto de situaciones invade nuestra relación y las emociones salen a flote…
Mis tenues y desolados días se han ido convirtiendo en rutina, aburriéndome a tal punto que, ya no quiero, ni creo que exista nada más que pueda modificarlos.
Desde que nací he tenido al alcance de mi mano todo cuanto se me antoje o lo que me ilusione pero nunca he luchado por ello. A veces sonrío ante semejante hecho tan real y cruel, a la vez. Incluso he llegado a sentirme incapaz de tomar mis propias decisiones, de fijar mi propio rumbo, de vivir por mí mismo.
La mayoría de las personas estarían felices de ocupar mi lugar; aunque no me enorgullece decirlo respeto a mi familia; pero, en serio, donaría con gusto esta posición.
Mi familia convirtió mi vida en un vacío constante y a mí, en un títere, con el cual efectuar sus acostumbradas demandas. Es trágico admitirlo con tanta firmeza… no estoy del todo seguro… no obstante, lo único que, es propio de mí, es la amistad establecida entre Maty Rodolfo Alonso –mi mejor opción- y uno que otro contemporáneo.
Tomar las riendas de mi vida fue una de mis mejores decisiones.
En medio del desértico panorama que acontecía en mi día a día se presentó ante mí la oportunidad de asistir a un seminario de mi especialidad.
Oportunidad que tomé entre mis manos con cuidado y con destreza, como si de un ave herida se tratase la evalué con tiento antes de aceptar y ponerme manos a la obra a hacer los preparativos.
Llegado el momento estipulado con la maleta en una mano, el boleto de avión en la otra y una sensación de lo más especial en el pecho, emprendí los primeros pasos hacia un nuevo estado… mi libertad.
Aterricé en el país escogido -Brasil si mal no recuerdo- en la ciudad cede, Sao Paulo, dónde tomé un taxi rumbo al hotel que con anterioridad había reservado.
La majestuosa instalación consta con alrededor de nueve pisos, en el quinto me alojaré, habitación 530. La decoración era de mi agrado y las vistas al extenso horizonte eran lo mejor del viaje.
Aquella noche, dónde todos los asistentes al seminario salimos a recorrer la ciudad y divertirnos un poco antes de empezar las conferencias y unos de esos interminables e interesantes programas.
El universo conspiró a nuestro favor… los planetas se alinearon o no sé qué fue lo que pasó pero lo agradezco a Dios y a todos los santos que existen porque tuve la coyuntura de ver un destello de estrella fugaz al final del túnel lúgubre en se había convertido mi vida…
Puede que parezca débil, pero ella, es mi debilidad y lo ha sido desde que nos conocimos por azar en aquel seminario.
Sus ojos azules le hacen honor a su hermoso nombre: Zafiro.
Zafiro Miranda.
La cura de mis males, mi incentivo a seguir adelante, no sé ni cómo ni cuándo pero se apoderó de mí una fuerza de indescriptible alcance que me dejó a sus pies y esperando sus órdenes.
Su mirada atravesó mis sentidos y me tocó el alma; el océano se expandió ante mis ojos y yo, amo el mar.
Su vitalidad, energía y brillo la hacían, para mí, la única y mejor persona que había en el mundo… Con su carisma y dulzura opacaba al resto del universo.
Fue crucial para mí aquel intercambio visual, de tan sólo unos segundos; evocó momentos en los que me imaginé a su lado… pensé que si con solo una mirada era capaz de hacerme volar la imaginación y, olvidar el tiempo y el espacio, debía conocer a esa deidad que se dignó a presentarse entre los mortales y permitirnos apreciar su glamurosa presencia.
Su cabello negro ¿con pequeñas piedras o eran flores blanca? -no lo recuerdo bien- lo hacían parecer una noche estrellada.
En sí era… ¿una constelación? andante.
Su bella figura resaltaba entre el resto.
Su cuerpo, solo de hombros hacia arriba, era lo único que podía ver desde mi posición y me bastó para querer saber todo sobre esa mujer.
Así que, no me fijé en su atuendo, o su compañía, sino en ella, ella, ella y solo ella.
Mi orbe se resumía a ella.
Sus gestos.
Cada sonrisa que asomaba a sus labios.
Cada movimiento que realizaba por leve que fuese.
Intenté acercarme a ella y la muchedumbre me lo impidió en más de una ocasión.
Solo sabía su nombre porque por error de cercanía, me confundieron con su pareja.
“Nos hallábamos en la recepción del hotel.
-¡Zafiro! ¡Qué bien guardadito te lo tenías! –dijo una persona a mis espaldas y yo solo me perdí en su mirada cuando suplicante me pidió que le sacara de allí.
Me refiero a la situación, no del lugar.
Al voltearme descubrí que no era una anciana ni una cuarentona sino una joven de nuestra edad más o menos quien le incordiaba.
Pero… ¿Quién puede dañar a una diosa de ojos azules? ¿Quién puede atentar contra semejante ser? ¿Quién puede pedir explicaciones a una figura celestial?
Las respuestas para mí son claras… en mi presencia… NADIE.
Además, ella, me pidió ayuda.
No podía dejarla desprotegida así que asumí el reto que sus ojos guardaban.
-Cariño, ¿nos vamos? –le cuestioné directamente mientras le colocaba un brazo por encima de los hombros.
Al principio percibí su tensión más tarde descubrí una leve relajación cuando asintió.
Por un instante me quedé inmóvil ante el maremoto de sensaciones que se formaron a flor de piel y esa corriente eléctrica que atravesó mi cuerpo entero cuando la piel de mi brazo entró en contacto con la de su cuello desnudo.
Luego de divagar tantas veces con su cercanía ahora me quedé medio paralizado.
Y es que tener la oportunidad y el pretexto de tocar o por lo menos rozar su piel o siquiera conseguir alcanzar a palpar algunos de sus cabellos sería para mí llegar al paraíso.
Estar a su alrededor es iluminar mi día aunque el día en realidad esté colmado de nubes grises y de qué realidad hablo sin estar a su lado es mi realidad soñada.
Estar a unos metros de su preciada presencia es mi motivación, mi expectativa hecha realidad.
Con ella puedo construir mi propio yo, mi personalidad sale a la luz.
Por ello, vacilé un par de segundos antes de exhortarla a seguir adelante.
Dejando de lado a aquella incordiante persona salimos al vestíbulo y por el mal sabor de boca de su mirada sobre nuestras siluetas continuamos hacia el exterior del hotel, e ignorado la tensión filosa que comenzó a formarse otra vez compartimos un taxi con rumbo indefinido.
Tras unos kilómetros en silencio rompimos a reír.
Su risa. ¡Dios! Escuchar su risa fue tan refrescante y hermoso que le seguí la corriente.
Con los nervios a flote visitamos algunos sitios turísticos y en el mismo taxi regresamos al hotel.
Esas horas a su lado valieron la pena más que los años que llevo habitando esta tierra.”
Es así como definiría a la persona con la cual compartiría el resto de mi existencia.
En ella, en Zafiro, en mi Zafiro; encontré mi piedra preciosa preferida, sin haber salido en su busca.
Ese encuentro fue un flechazo directo a mi corazón.
💀💀💀💀💀💀💀💀💀💀💀💀
Nota de la autora
¡Ay el amor!
💀💀💀Death💀💀💀
💀💀💀💀💀💀💀💀💀💀💀💀
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top