Capítulo 4
El sustituto del socio. Impacto I.
Zafiro
Planifiqué muchas cosas en mi vida, pero algunas no las imaginé siquiera…
Perder a mis amigos, a mi familia, a mi amor y la esperanza de volver a verlo…
Aun así, encontré la forma de continuar luchando, por mis sueños, pude volver a vivir.
Ya pasaron cinco años de que se fue…a pesar de las altas y bajas me posicioné en una pequeña empresa, con ayuda del capital de mi socio. A quién, por cierto, he visto tres veces en este tiempo. Quién, por desgracia y dificultades en su vida -las cuales no me interesan- tuvo que vender su porcentaje: 35%, ya que en una ocasión anterior logré comprarle el 15% restante de su mitad de la empresa.
Conocer que mi socio con el que había compartido poco pero tenía una grata relación y el cual donó los primeros fondos –invertidos- que impulsaron las aspas de mi molino, ya no lo sería más, es un tanto triste, incluso los empleados lamentan su distanciamiento, pero ¿qué puedo hacer? nunca supo decir que no y desde que se convirtió en un alma libre como el mismo dice… se la pasa viajando de un país a otro sin cesar.
Su sustituto se presentará hoy en el edificio.
Estoy en medio de la reunión del mes, junto a todos los ejecutivos, sus respectivas secretarias y algún que otro personal necesario.
Abrió el debate el jefe de Relaciones Públicas, Rodovaldo Malken, con buenas noticias; le siguió el de Personal, Berto MarX, con el aumento de contratos en las últimas semanas, además, de las y los becarios; el Jurídico, Leonardo Tuner, con detalles acerca de los contratos anteriormente mencionados; el de Tecnología, alias Luv, con los avances; el de Economía, Fresna Angello Monteno, con datos relevantes…
El Jefe de Seguridad, John Londer, no pudo presentarse por un problema privado que me comunicó en la mañana.
Luego de que cada uno de los presentes expuso su parte, llegó mi turno.
Entonces entró a toda prisa mi secretaria.
-Señora... –susurró cerca de mi oído.
-¿Qué pasa?
-Su nuevo socio, ha llegado.
Tras esas palabras alcé la vista y ahí lo vi... lucía un traje gris, que se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel, y corbata del mismo tono con dibujos negros. Su cabello castaño esplendoroso hizo picar mis manos por el deseo de tocarlo. Su rostro angelical con rasgos de hombre me hicieron flaquear por un segundo y desvié un poco la mirada a sus labios… tan… besables y rosados como la última vez. Todo ello, impactó mis sentidos y enloqueció mis emociones.
Perdí conexión con el espacio alrededor de ambos.
Mis pulmones volvieron a funcionar. Mis ojos brillaron. Mi alma se sintió con un soplo de aliento. Mi corazón, que no esperaba jamás volver a latir, se sintió levemente activo. Y qué decir de mi mente, que no paraba de divagar en recuerdos... y en ese entonces, despertó del pasado en una nueva realidad.
Solo por unos segundos, me permití fingir que había vuelto a la vida, para luego reponerme de esa impresionante fantasía y volver a la realidad; esquivé su mirada y me enfoqué en los hechos y en el sitio que estaba.
-Hazlo pasar. -mantuve mi postura de dictadora e ignoré su repaso al presentarse y… La presión de la situación dio cavida a que Lin me presentase lo cual agradecí, pues no creo que mi voz fuese capaz de haber surgido.
Traté, por mucho tiempo, de olvidar un poco el amor, pero me fue imposible, así que, lo convertí en una parte de mí que junto al resto de mis sentimientos debía aceptar, para reconstruir los planes de futuro y alzar la frente ante todas las dificultades que me pudiesen deparar.
Pero ¿cómo negarlo? Nunca estuve preparada para perderlo y mucho menos para volver a encontrarlo.
-Mucho gusto señora, señores -inclinó su cabeza a modo de saludo.
Su voz hizo estragos en mi mente, ignorando ese hecho continué como si nada. Tragando buches de sangre y respirando mejor que en mucho tiempo.
-Bueno señores, debido a los buenos resultados obtenidos en este mes y en los últimos años celebraremos el quinto aniversario de fundada la entidad, -hice una pausa leve y continué- con una cena.
Podía sentir su examen sobre mí mas no le correspondí.
La fascinación fue notable en la expresión de la concurrencia.
-¿Se siente usted bien? -pregunta uno.
Sonreí de lado ante su reacción y continué.
-Se realizará la cena en unos días y por cierto, todos los empleados deben asistir, sin excepciones, -advertí- quien ose faltar será multado. –al final dije lo primero que pasó por mi mente, quiero que se diviertan, ya que el nivel de estrés, se ha triplicado en las semanas pasadas, quizás también en las venideras, y no deseo verlos mal por ello.
-¿Es en serio? -cuestiona otro.
Asentí.
Sin siquiera prestar atención al sitio de dónde provenía la voz.
-¡La dictadora proponiendo una cena de celebración! ¡In…cre…í…ble! -exclama un tercero anonadado.
Casi sonreí, pero su presencia me lo impidió.
-¡Lin! -mi secretaria se acercó a la mesa.
-La celebración de este aniversario está programada hace dos años y la reservación fue hecha personalmente por la Directora General, aquí presente –me señaló para concluir su exposición.
-Sean buenos o malos los momentos que hemos pasado para llegar hasta aquí -tomé aire para seguir con mi discurso improvisado- debemos aclarar que... somos una familia, algo crecidita, pero familia al fin. –algunos sonrieron.
-Cada proyecto ha sido nuestro hijo, en él, hemos puesto empeño, responsabilidad, ideas, tiempo y amor. –asintieron y continué.
-A pesar de ser la más cruel de las jefas que hayáis tenido nunca, por mi testarudez y por su esfuerzo estamos aquí. Somos lo que somos. –agregué.
El silencio colmó la estancia y luego de asilar mis palabras asintieron al unísono para después decir en una sola voz:
-¡Señora, sí, señora!
Así cerramos el tema.
-Señor... Bian, aun siendo socio, no es necesario que asista a todas las reuniones. Solo a las imprescindibles para su conocimiento. –me armé de valor para dirigir mi vista y atención a él.
-Para usted que es el nuevo socio, la cena es opcional. – suspiré mentalmente.
-Además, su despacho y secretaria les serán asignados al finalizar la junta, a menos que usted tenga asistente personal y no precise de una secretaria. ¿Alguna duda? -la firmeza en mi voz estuvo a punto de ceder cuando sus ojos marrones encontraron el azul de los míos.
Me sentí como una abeja perdida en lo que considero la miel de sus ojos marrones. ¡Ay! Suspiro internamente.
-No, señora Zafiro. Y sí, asistiré a la cena...
No le dejé terminar pues si escuchaba un minuto más su voz sucumbiría en un pozo sin salida.
-¡Ah! Lo olvidaba, no se permite llevar acompañante a la cena y mucho menos la divulgación de esta, por lo que, las invitaciones les serán entregadas en persona, la mañana del día estipulado para el evento. –recorrí a los espectadores- Además, ese día no se trabajará más allá de los proyectos a finalizar ni se permitirá la realización de horas extra.
Terminó la junta.
Se desplegó el cuerpo de ejecutivos, cada quien a su despacho con sus obligaciones.
Esa fue la primera vez en cinco años que lo volví a ver.
Casi preferí haber desaparecido cuando lo tuve ante mí.
Su presencia debilitó mis fortalezas.
En mi despacho, entre cuatro paredes teñidas de gris y muebles escogidos al azar, con las cortinas corridas… mis barreras desaparecieron, transpiraba, mis manos temblorosas sudaban, mis ojos se humedecieron, mi respiración se volvió errática, los latidos desenfrenados de mi corazón y mi mente se volvió un tornado de confusión; ese fue el estado en el que me dejó nuestro primer encuentro.
Con todo ese tsunami emocional decidí, adentrarme en la habitación secreta: es casi un departamento... posee una cama amplia, una media biblioteca, un mini salón, un mini bar con cocina incluida y un baño amplio que incluía una tina, no presentaba paredes divisorias, todas las zonas comunicaban… todo ello, oculto tras una puerta pintada del mismo color que el resto de la pared; para tomar una ducha hirviente como aquel día desgarrador y desahogarse gritando mis penas entre sollozos.
Me vestí como una mujer decidida a destruir el mundo con su sola presencia, o por lo menos, hacerlo tambalear.
Si pude soportar los insultos de las mujeres que no hacían más que envidiar mi fortaleza, las insinuaciones de viejos despreciables, las obscenidades de muchos hombres, el machismo, el dolor de su partida... su ausencia por querer evitar un daño mayor.
¿Cómo y por qué no podría soportar su presencia?
Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte.
Muchos fingen resistir los embates de la vida y perecen en el intento, unos por ineptitud, otros por miedo; solo un número pequeño logra tolerar de verdad y avanzar en silencio.
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Nota de la autora
Sonrían a la vida.
💀💀💀Death💀💀💀
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