#1: Despierto en la Oscuridad
Habían pasado años desde que un pequeño niño vio como sus padres caían muertos por culpa de un ladrón armado, pero siempre revivia ese momento en sus sueños. Desde esa noche todo había cambiado para él. Un deseo de venganza se había apoderado de su corazón y un juramento guió su vida desde ese momento: Haría lo que fuera necesario para evitar que otro tenga que soportar lo que el vivió.
Bruce sabía que tenía que prepararse fisica y mentalmente para lograr su objetivo. Le había costado mucho encontrar un maestro adecuado pero lo hizo: Héctor Cesarelio. Él era de los últimos miembros con vida de la llamada Legión de las Sombras, una organización similar a la Liga de Asesinos, de la cual era enemiga. Cesarelio era un hombre serio y estricto con el entrenamiento. Siempre le exigía a Bruce que superara sus limites en cada ejercicio pero no podía negar que se había encariñado con el joven, como si fuese un hijo para él, aunque eso no evitaba que fuese duro con él.
—Soporta el dolor.
Héctor le dio un latigazo en la espalda que abrió la piel del joven, dejando salir un poco de sangre; más este no se quejo y siguio caminando sobre las brasas, cargando dos baldes con agua en sus hombros. Hace tiempo no se hubiera creído capaz de hacerlo pero el constante entrenamiento, el fallar y volver a intentar cientos de veces, el jamas darse por vencido, todo eso le estaba ayudando a lograr superarse cada vez mas. Otro latigazo, el dolor era peor a cada momento pero no detenía sus pasos, el caminó largo y ya estaba por terminarlo. Héctor observaba atentamente, con cierto orgullo por ver que su alumno ya casi lo lograba, lanzó un último latigazo y despues de este Bruce logro terminar el camino de fuego. Dejo en el suelo los dos baldes y respiró profundamente, resistiendo la tentación de tocar su espalda.
—Ven, chico. Vamos adentro para curar tus heridas.
Bruce había sido su discípulo por años, se podría decir que ya estaba cerca de graduarse. El joven se sento y observó la nada mientras las heridas de su espalda eran curadas por su maestro. Héctor se sentía nostálgico cada vez que entrenaba al joven Wayne, le traía recuerdo de su pasado con la Legion de las Sombras. A diferencia de la Liga de Asesinos, ellos no obligaban a asesinar pero si lo permitían, lo mas importante para la Legión eran las vidas de personas inocentes. No querian destruir civilizaciones enteras, sino promover la educación y las libertades. No querían tener el dominio del mundo, solo querían proteger a los inocentes y destruir al crimen que los azotaba. Aunque en sus orígenes habían sido quienes decidían la vida y la muerte de emperadores, ya se habían alejado de aquello hacia siglos.
En su época dorada, la Legión de las Sombras enseñaban varios tipos de combate: cuerpo a cuerpo, con armas blanca, arco y flecha. Sus miembros se entrenaban en el arte de cazar a otras personas. Inclusive, poco antes de su desaparición, comenzaron a enseñar sobre el uso de armas de fuego. Ademas de la enseñanza de varios artes de combate tambien enseñaban sobre la historia de la humanidad, cada logro, descubrimiento y ciencia. Cada uno podía aprender lo que quisiera en la Legión siempre y cuando sea firme con su decisión. Más que un simple grupo de guerreros asesinos, era una enorme escuela llena de maestros en diferentes ramas. Héctor solo era maestro en combate cuerpo a cuerpo, combate con arma blanca, como cazar a uno o mas individuos, con las armas a distancia tenia un conocimiento muy basico. No era un hombre de ciencia —aquellas enseñanza se las dejaba a otros miembros—, pero si tenia mucho conocimiento sobre historia humana. Todo lo que él sabía se lo había enseñado a Bruce con la esperanza de que el legado de la Legión de las Sombras no muriese tan pronto como lo hizo el grupo a manos de La Liga de Asesinos.
—Oh, Bruce —dijo el hombre en un tono que mostraba una mezcla entre felicidad y algo de tristeza junto con cansancio—. Te he enseñado todo lo que sé mo, espero que te sea útil.
—Entonces, ¿ya estoy listo?
—Aún no. Mañana sera la prueba final. Si logras vencerme en combate habra terminado mi labor como tu maestro. Si la Legión aun existiera y pudieran enseñarte todo lo que yo y mis amigos no pudimos, estoy seguro que serias de los mejores alumnos. No, definitivamente serias el mejor de todos.
La noche transcurrió con tranquilidad y el día llegó con fuerza. Bruce estaba ansioso por demostrar todo lo que aprendió; por demostrarse a si mismo que estaba listo para ir a Gótica y cumplir la promesa que hace años había hecho. Héctor, por otra parte, se sentía extraño. Por una parte quería que Bruce lo venciera y ver el buen trabajo que había hecho con su alumno pero por otra parte no quería dejarlo ir, era como un hijo para él. El momento llego, ambos se miraron con seriedad mientras se ponían en posición de combate. Se quedaron quietos un momento, con la tensión del ambiente presionando sus músculos, como si se analizarán antes de lanzarse casi al mismo tiempo uno contra el otro.
El golpe de Bruce fue bloqueado y este hizo lo mismo con el golpe de Héctor. El joven Wayne saltó para evitar una patada en las piernas y conectó una doble patada en el pecho de su rival, que no pudo evitar caer al suelo. Ambos se reincorporaron rapidamente, dispuestos a seguir luchando. Bruce ataco a la cabeza con un antebrazo, le siguió un puñetazo en la mandíbula y remató con una patada giratoria a la rodilla. Héctor se hinco en su pierna atacada, pero logró detener una patada giratoria que iba a su cabeza. En un veloz movimiento le conectó una patada a la única pierna que tenía Wayne como soporte, provocando su caída. Bruce apoyó sus manos en el suelo y se impulsó hacia atrás para girar y quedar con el pecho apuntando al suelo. Con agilidad se puso de pie al mismo tiempo que su maestro. Héctor trato de darle una patada giratoria en la cabeza pero Wayne se agacho, lo cual fue aprovechado por el mayor para propinarle un rodillazo en el pecho, seguido de una patada ascendente al rostro que hizo girar al joven, quedando de espaldas a su maestro. Bruce aprovecho el momento para dar un salto mortal hacia atras y caerle con una patada descendente en la cabeza que aturdio al mayor. Ambos cayeron al suelo, con sus estómagos apuntando a este, pero rapidamente se repusieron. Un hilo de sangre caía por la frente de Cesarelio, quien se volvió a poner en posición.
—Vamos, niño. Aún no me ganaste.
Bruce se adelantó y le lanzó un izquierdazo que Héctor bloqueó. Sin darle tiempo a reaccionar empezó a propinarle varios golpes al pecho y estómago. Wayne le atrapó ambos brazos y le conectó un cabezazo que le quebró la nariz. Aprovechando ese pequeño momento, lo empezó a golpear en los puntos de presión más accesibles, tras lo cual le conectó una patada a la boca del estómago. Héctor se quejó del dolor al notar que tenía los dos brazos inmovilizados, pero antes de poder hacer cualquier cosa tuvo que empezar a retroceder. Bruce le conectó un derechazo en la mandíbula, un golpe con la palma a la garganta, un gancho al hígado, otro a las costillas, y finalmente le conectó un golpe ascendente a la mandíbula. El maestro cayó boca arriba, y antes de poder siquiera pensar notó como su alumno se subía a su pecho. Con un último golpe, todo quedó en oscuridad.
La victoria de Bruce había sido contundente.
—Bruce, no puedo negar lo orgulloso que estoy —decía Héctor al día siguiente, con un vendaje en su cabeza—. Contigo, sé que el legado de la Legión no morirá.
—Deberías buscar nuevos estudiantes, alguién para que siga enseñando a las futuras generaciones —dijo con seriedad el joven Wayne—. Mi lucha sera solitaria. No tengo intenciones de ser maestro de nada.
—Lo sé, pero no creo que sea asi siempre. Tengo un presentimiento sobre tí. Estoy seguro de que te esperan grandes cosas.
—¿Predices el futuro? —preguntó Wayne con sarcasmo.
—No es eso. No s como explicarlo, pero sé que no estaras solo en tu lucha. Puede que sea asi al principio, pero con el tiempo inspiraras a la gente a unirte a tu causa. Aunque tu camino sea oscuro y solitario en algun momento tendras que salir de este y pelear junto con otros en la luz.
—Aún asi sé que siempre volveras a la oscuridad, pero aquel solitario camino dejara de serlo con el tiempo.
—Por tu misión tendras grandes enemigos pero tambien tendras aliados en la luz y en la oscuridad. Seguro piensas que estoy loco, que digo estupideces, tal vez tengas razon. Pero lo más importante, de lo que estoy completamente seguro, es que con el tiempo y por tus acciones te convertirás en un símbolo; en una leyenda.
—Algún día lo sabremos —dijo Bruce mientras se cargaba un gran bolso al hombro—. Gracias por todo.
—Bruce —exclamó Héctor con preocupación—. Antes de irte, debes saber que ellos te buscarán.
—¿La Liga de Asesinos?
—No descansarán hasta terminar con lo poco que queda de la Legión. Debes cuidarte de ellos.
Bruce asintió y se dio la vuelta, empezando a caminar para alejarse de aquel lugar. Héctor entró a su cabaña y se quedó contemplando una vieja reliquia. Frente a él tenía uno de los primeros uniformes que la Legión había usado en sus orígenes —hacia cientos de años—; una armadura romana.
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