La ciudad se ha sometido a la puro supervivencia, sobretodo en las provisiones. Ningún cargamento de cualquier necesidad alimentaria o sanitaria entra en la ciudad. Sus secuaces vigilan cielo, tierra y mar para evitarlo. Desean caos y lo han conseguido. La ciudad de sucumbe en silencio. Un día más en el cargado e intenso silencio que nadie desea romper. El creador de todo este caos se encuentra en su edificio medio vacío, ya que los únicos huéspedes son él mismo, sus secuaces, Harley y Bane.

Sus días estaban oscureciéndose gracias al dolor que sentía dentro de él. Le atormentaba el hecho de que Batman se le escapara. Tenía grandes planes para un gran final, para el final del caballero oscuro. Unos planes que tendrán que reanudarse gracias a que un par de gilipollas lo dejaron escapar. Efectivamente, ambos están muertos de un tiro en la cabeza.

Se ha quedado encerrado en una habitación, pensando que es lo que desea hacer ahora. Ha llegado lejos, muy lejos. No obstante, le es insuficiente. Tiene un inquieto dolor que no para de pedirle, gritarle y exigirle que descargue aún más su ira sobre la ciudad. Su novia ha intentado varias veces que dejara de pensar y comiera algo, pero siempre la echaba de una manera muy violenta de la misma habitación.

Su rabia era tal, que empezaba a destruir la lujosa habitación y sus luces anaranjadas. Los cristales causaban estruendo molesta a los oídos de cualquiera. Los gritos, las risas macabras y los objetos rompiéndose no eran sonidos tranquilizadores. Entre tanto destrozo, surgió su inspiración.

-Lo tengo...