En Gotham...



3 M E S E S D E S P U É S




Bruce Wayne respiró de nuevo. La operación fue un éxito y sus constantes vitales estuvieron bien. Para mala suerte del Joker, no pudo mantener ninguna conversación con él porque estuvo encerrado en un calabozo. Bruce estuvo entre el peligro por muchas semanas, pero nadie le hizo daño, que no fuera reversible. Ese no era el plan. Una vez Bane le dio una paliza a Bruce y el Joker se descontroló con él.

-¡NO LO TOQUÉIS, IMBÉCILES! - masculló estirándose de los pelos - ¡LARGO, LARGO, LARGO!

Joker pareció no sorprenderse en saber de la identidad de Batman, de hecho, hacía ver que no lo sabía aún. No se atrevía a ver la cara desnuda de su adversario enmascarado.

En la operación, revisaron qué es lo que tenía y donde tenía las contusiones y daños más graves. En el cuerpo no divisaron nada inusual pero fue en la parte posterior de la cabeza que sabían que había un derrame cerebral. Era importante vaciarle la sangre que había salido. Le hicieron un corte y serraron el cráneo por detrás para poder hacerlo. Necesitó una transfusión de sangre de inmediato, para ello, necesitaron que el Hospital General de Gotham analizaran su sangre para saber qué tipo era, esperando así que no fuera un tipo escaso como zero positivo. No lo fue, y pudieron hacer una transfusión de sangre. Para ello, necesitaron otros cuatro auxiliares que se ofrecieron volutariamente a la presión de revivir a Batman. La operación duró 26 horas. Después de esto, el Joker no mostró ni agradecimiento ni compasión cuando terminó la vida de los cuatro auxiliares. Lo único que faltaba por hacer era inyectarle la adrenalina directamente en el corazón con una aguja. El forense lo hizo. Inyectó con un duro golpe la aguja e inyectó el líquido. Cinco segundos después, Bruce Wayne se levantó de inmediato. Respirando y cogiendo aire como si se hubiera ahogado en agua. No reconoció el lugar donde estaba y se asustó. Sintió húmeda su nuca y se toco la sangre que quedó de la operación. Se asustó. Trató de correr, pero le rodearon. Bruce trató de calmarse, pero no pudieron, así que lo forzaron y lo llevaron a un calabozo del que no ha salido por meses.

Lo alimentaron e incluso ofrecieron baños, pero Bruce no quería nada de eso, solo aceptó las únicas prendas de ropa que utilizaba. No se fiaba. Se comportaba como un auténtico bárbaro durante el primer mes. No se fiaba de ningún secuaz que veía. No vio durante el primer mes ni a Bane, ni Harley ni al Joker. Estos estaban ocupados descifrando quién era el ser que se estaba encargando de los secuaces del Joker, porque cada vez lograba acercarse más a ellos. No los mataba, pero los dejaba inconscientes. El Joker ya sentía molestia. Tenía suficiente con un hombre que le llevara al contraria y ese era Batman.

-Ahora todos quieren jugar a salvar este vertedero... - murmuraba solo a veces.

Mientras estos estaban ocupados, Bruce necesitaba sentirse fuerte de nuevo, y más importante, escapar. Estaba vivo, sí, y lo habían vuelto a la vida, pero eso no significaba que lo que harían con él sería gratificante. Hacía abdominales, flexiones y practica de movimientos de lucha. Había siempre alguien que le vigilaba, cualquiera. No le quitaban el ojo. Semanas y semanas de analizar a la gente y a ese putrefacto lugar. Bruce se percató de una salida en la misma habitación en la que estaba. Había un túnel lo suficientemente grande en el techo con una escalera de hierros. La intentaron tapar para que él no la viera hace tiempo y Bruce entendió.



A H O R A


En esa misma celda, con semanas de aburrimiento y frustración, Bruce decide actuar esa misma noche. Siempre hacen guardia en la noche dos hombres, como si Bruce no fuera ningún problema sin el traje. Un hombre se encontraba recostado en la pared contraria a la de la celda comiendo una manzana y el otro estaba en la puerta. Bruce, tumbado en el mugriento colchón que le dieron, les observaba sentados. El de la manzana se dio cuenta y rió.

-¿Quieres? - se burló, ofreciendo su manzana alargando su brazo.

Bruce no respondió, simplemente apartó la vista. En ese momento, llamaron a la puerta. Se abrió dejando ver a otro secuaz, diciendo:

-El jefe quiere que uno de los dos le lleve a Harley el pedido.

-Voy yo - dice el tipo de la manzana mirando a Bruce -. Me da la sensación de que alguien me quiere robar la manzana.

En salir ambos de la habitación, solo queda el vigilante de la puerta. Va armado. Tiene una pistola guardada en su bolsillo trasero del pantalón, el mismo bolsillo donde guardaba las llaves de la celda. Bruce le miraba, hasta que decidió actuar. Se levantó y acercó a él. Se agarró a dos barrotes y entre ellos enmarcó su rostro.

-¿Qué haces? - espeta el vigilante.

-¿Cuánto te pagan?

-¿Qué? - ríe.

-Que cuánto te pagan. Puedo ofrecerte más. Lo sabes.

El vigilante de limita a burlarse con una carcajada.

-No, gracias.

-¿Seguro?¿Estoy en lo cierto cuando digo que no llegas ni a cobrar un millón?

El hombre se le queda mirando, pero de nuevo, se burla.

-Te ofrezco veinte millones de dólares si me sacas de aquí.

El hombre se le queda mirando, aún no estando seguro si fiarse, pero de tan solo pensar en esa cantidad de dinero, hace que se acerque a Bruce. Le mira, directamente a esos ojos que muestran un seriedad irrompible. Se acerca aún más.

-Quiero veinticinco.

En el momento en el que Bruce lo tuvo donde quería, le agarró la cabeza y la hizo chocar contra lo barrotes de hierro. Dejaron al hombre inconsciente en el suelo. Bruce tomó como puso las llaves y el arma. Salió de la celda y se apresuró en salir de ahí. Era el momento. Mientras se encargaba de abrir la tapa del túnel, imágenes de lo que deseaba ver le venían a la mente. Alfred, Lucius, y sobretodo, Diane.

-Ya voy - masculló cuando logró subir de un salto a las escaleras del túnel -. Ya voy...

Bruce Wayne sube esas escaleras consiguiendo así su libertad.

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