5. Inesperadamente
Por fin he entrado, y posiblemente me sienta más nerviosa que cuando estaba fuera, debido a que no me puedo permitir ningún estúpido error por las críticas que esta gente haría al instante. Una mirada, un gesto, un suspiro... Lo que sea y esta gente ya tiene excusa para iniciar una charla.
Camino observando cada detalle de esta enorme mansión. Es realmente preciosa... Más bien parece el Vaticano antes que el hogar de alguien, por las tan perfectas pintadas que hay en el techo. No de ángeles ni demonios, sino de texturas y trazos diferentes, aunque algún ángel sí que hay. Estoy tan perdida en la arquitectura de esta casa, que ni me percato lo que sucede a mi alrededor.
-¿Señorita Gruff? - me llama alguien detrás de mí, y me giro encontrándome al mismo hombre del restaurante - Vaya... - suspira sonriente, cómo si le pareciera una sorpresa que me encuentre aquí, pero es evidente que ya lo sabía por cualquier razón, y la más probable es mi padre - Está realmente preciosa...
-Gracias, Señor Teax.
No soy de juzgar a primera vista, de hecho odio las críticas aunque sean para una película, pero mi instinto se hace notar muy rápidamente cuando intuyo que alguien no me gusta por cualquier forma de hablar o cualquier gesto.
-¿Por qué no me acompaña en la fiesta y le presento a los presente? Seguro que no conoce a muchos de los que ve - me dice ofreciéndome su brazo.
-Oh, no, gracias. Mi padre está a punto de llegar - me excuso para ver si funciona.
-¿Y qué? Disfrute un poco sin su padre, seguro que alguna vez lo ha hecho- me sonríe de manera ladeada.
Así que, con las pocas ganas que tengo, lo hago y tomo su brazo mientras andamos sin rumbo alguno y ya deseando que terminara el agarre desde el segundo cero, pero eso sería de mala educación por mi parte.
-Dígame, ¿por qué ha venido a la ciudad? - me pregunta muy cerca de mi oído inquietándome, supongo que aprovechando la excusa del ruido que hay en la fiesta.
-Pensaba que ya lo sabía... - recrimino sin mirarle.
-¿Tiene pensado manejar la empresa, cierto? Si necesita algo, yo podría enseñarle...
-¿Le importa si no hablamos de negocios, Señor Teax? - interrumpo su palabrería de una forma bastante cortante-. Es una fiesta. Además, sé perfectamente cómo funciona este mundo...
Él se me queda mirando con cierta sorpresa y suelta una leve risa, y ambos sin saber cuando hemos frenado nuestro paso.
-Tiene razón, Señorita Gruff. Es una fiesta. Una fiesta de negocios.
-Perdón, pero creí que era para una fundación de niños huérfanos.
-Pues eso, negocios - sonríe burlescamente -. Esto es así, Señortia Gruff, pensé que lo sabía.
Mi nivel de paciencia se encuentra al nivel cero en estos momentos, y no sé qué decir o cómo reaccionar. A veces el silencio es mejor que las palabras, porque dicen más que éstas mismas.
-He oído hablar de usted en las grandes empresas de China - cambia de tema al instante, supongo que al descubrir mi enfado -. Pero nunca dijeron que fuera usted tan guapa.
-Mire, yo...
-¡Diane, querida!
¡Gracias a Dios! Nunca me había alegrado tanto de una interrupción. Ambos nos giramos y vemos a mi padre con una amplia sonrisa.
-Hola, papá - le digo sonriéndole mientras me acerco a él deshaciéndome de Teax.
-Estás muy guapa - me dice dándome un beso en la mejilla -. Gracias por entretener a mi hija, Henry mientras me esperaba. Diane, ¿vamos a dar una vuelta?
-¡Sí, claro! - mi alegría se hace notar en cuestión de pocos segundos, sin intención de ocultar mi ironía hacia Teax - Hasta luego, Señor Teax.
-Hasta luego, Señorita Gruff... - sonríe Teax.
-Bueno, Henry, luego no vemos - sonríe mi padre orgulloso.
Una vez nos encontramos pocos metros lejos de Teax, le murmuro a mi padre sin poder ocultar mi sonrisa:
-Gracias por salvarme.
* * *
No sé cuánto tiempo llevamos aquí en la fiesta, pero me lo he pasado hablando con colegas y conocidos de mi padre. Y todos echándome falsos piropos que solo sirven para que mi remordimiento de haber venido a la fiesta aumente, y hablándome de sus negocios y sus grandes avances y sus grandes cantidades de dinero. Estoy cansada, así que le he dicho a mi padre que daré una vuelta por la mansión para ver cómo es donde la gente de la fiesta no ha ido. No ha habido rastro del Señor Wayne, extraño, ya que pensé que iba a ser el anfitrión, entonces interpreto que no está. Es raro que haya una fiesta en su casa y él no esté.
Ando por los silenciosos pasillos que de eco tienen las risas de la fiesta y el sonido de mis tacones contra el mármol. Veo los pequeño detalles de pintura dorada y rosada en las paredes, hasta que me doy cuenta que me encuentro en una habitación donde hay cuatro puertas y todas cerradas. Excepto de una.
Curiosa, me encamino hacia ella y entro al ver que la luz está encendida, pero no hay nadie. Es una habitación con varios objetos esparcidos, pero bien colocados, algunos con telas blancas cubriéndolos. Camino un poco por la habitación y me fijo en los cuadros y mesas que se nota que tienen un alto coste. Me parece una casa llena de sorpresa, ya que el decorado es totalmente distinto al del pasillo. La habitación es elegante, y diría que con la luz del sol, es más bonita de lo que aparenta. Miro tranquilamente un cuadro cuando oigo una voz detrás de mí.
-¿Puedo ayudarla en algo?
Me giro sorprendida rápidamente y me encuentro con un hombre que lleva una bata oscura y un bastón de madera elegante como si fuera un anciano, pero no lo es. Para nada lo es, parece mucho más joven, solo que la barba que tiene le hace envejecer unos años más de la edad que desconozco.
-Yo... Solo estaba observando un poco la casa.
-¿No le gusta la fiesta? - me pregunta irguiendo su espalda, escuchando su pronunciado y a la vez cortés hablar.
-No conozco a nadie más ahí abajo que no sea mi padre, y no, no demasiado - río algo confusa hablando con un desconocido mientras este me dedica una pequeña sonrisa.
-¿Puedo saber su nombre? - me pregunta mostrando curiosidad.
-Gruff, Diane Gruff - le respondo.
-No sabía que el Señor Gruff tuviera una hija - asiente sorprendido -. No, espere. Miento, lo he visto en la portada del periódico: "Diane Gruff en Gotham". Sí, sí.
-Oh, sí... Cómo odio los periodistas... - solté un suspiro.
-¿Los odia? Yo creo que han hecho bien... - bromea, y me sorprendo.
-¿En qué?
-En sacar su perfil más bueno en la fotografía - sonríe.
-¿Y usted es...? - inquiero confusa y algo sonrojada.
-Ah, ya - sonríe un poco más -. Discúlpeme, Bruce Wayne.
Mi reacción ha sido instantánea y franca. Me sorprendo sin poder hablar, sin articular palabra. He hablando con Bruce Wayne y no me he enterado. Ahora que lo veo y lo sé, se ve perfectamente que se trata de él.
-¿Ocurre algo? - ríe al ver mi sorpresa.
-Eh... No, es solo que me he sorprendido. Las fotografías que he visto muestran algo distinto de usted. Le veía rodeado de mujeres y coches.
-Ya, bueno... El tiempo puede cambiar a las personas. Y puede que tanta mujer y tanto coche, canse.
Se le escapa una leve risa entre dientes, y sin querer, a mí también.
-¿Cómo es que no está en la fiesta? Es su casa, al fin y al cabo - cambio de tema al ver que tengo la oportunidad de quitar mi curiosidad a base de preguntas.
-Solo financio, y digamos que no estoy para fiestas - me resume algo más serio, y yo me limito a asentir.
-Siento la intrusión - bromeo -, creo que ya me voy.
Me encamino a la salida sin añadir palabra alguna, pero ni siquiera doy tres pasos, que él me frena con una pregunta: "¿Tiene prisa?". Me giro sobre mis talones, y le miro.
-Pues no.
-¿Le parece si le muestro el resto de la mansión? - me sonríe - Ya que está interesada, podría hacerle de guía en vez de que parezca una ladrona infiltrada.
Él se ríe levemente por la broma, mientras le miro con duda a la invitación por si se trata de una broma, pero no. Así que sintiendo una pequeña ilusión en mi interior, titubeo:
- Claro.
* * *
Mientras camino al lado del Señor Wayne, me va contando cada detalle por dónde pisamos, incluso alguna historieta de cuando era niño.
-Todo esto ya no es original - añade -. Aquí hubo un incendio y...
-Sí, lo sé - le interrumpo delicadamente.
Mis ojos ya no están tan concentrados en la casa, ya que mi mente esta puesta en otra cosa. Y creo que él lo nota al mirarme de reojo.
-¿Puedo preguntarle algo? - murmuro algo tímida.
-Usted dirá.
-¿Qué le ha pasado?
Le pregunto señalando el bastón con el que se apoya, entonces dedica una nerviosa mirada a este mismo, sin que frenemos nuestro paso. Hasta que finalmente me resume:
-Un accidente.
El silencio se hace presente, y volví mi vista a las paredes al notar su nerviosismo, y no quiero que de entrada le caiga mal. Mis pensamientos se ven interrumpidos por otra pregunta formulada por su parte.
-¿Qué le ha traído a Gotham?
-Trabajo, claro. No es un sitio para unas vacaciones... - bromeo.
-Pues no - se une a mi risa -. Espero que le vaya bien, Diane.
-Gracias. He oído que su empresa se unirá a la de mi padre, ¿es cierto?
-Si todo va bien, sí. Aunque del papeleo se encarga más Lucius Fox - su respuesta suena despreocupada, cuando mi padre está más entusiasmado por ello.
-Sí, lo conocí ayer.
-Ya lo sé, él me dijo que quería conocerme usted a mí.
-¿Qué? - mi pregunta suena cortante y mi alarma interior se dispara sin razón.
-Me dijo que preguntó por mí - sonríe orgulloso.
-Solo me extrañó que apareciera él y no usted, ya que el apellido de la empresa no es Fox - le inquiero algo molesta, y la única acción que hace es reírse levemente como ya veo que acostumbra a hacer.
-No me río para molestarla, perdone. Es solo que no acostumbro a estas actitudes en una mujer de negocios. Usted es más... natural.
-No sé cómo tomarme eso.
-Tómeselo como el mejor cumplido que le pueden decir en Gotham - me sonríe.
Un breve silencio se forma de nuevo, pero no me resisto a decírselo de nuevo:
-Tiene una casa preciosa, Señor Wayne.
-Sí, pero está muy vacía. Pronto habrán más muebles en esta planta - me responde soltando un pesado suspiro.
-¿La decoración de interiores no es lo...?
Iba a decirle algo, pero el sonido de mi teléfono me lo acaba impidiendo. Cojo el teléfono y miro la pantalla. Es mi padre.
-Discúlpeme - le digo, y el Señor Wayne asiente.
Me alejo un poco y cojo el teléfono, algo molesta por la interrupción:
-¿Sí?
-Diane, ¿dónde estás? - pregunta con la voz alzada por el volumen de la fiesta.
-Estoy dando vueltas por la casa.
-Yo me voy a casa, ¿te vas tú también?
-Eh...
-Recuerda que mañana habrá que trabajar duro... - me interrumpe soberviamente - Por cierto, ¿con quién estás?
-Me iré ahora, y mañana ya te contaré. Adiós, papá.
-Bueno, pues nos vemos mañana.
Se despide sin adornamientos de palabras y cuelga. Guardo mi teléfono un poco mosca y me giro hacia el Señor Wayne y, algo apenada, le digo:
-Debo irme. Gracias por todo, Señor Wayne.
-Ha sido un placer, Señorita Gruff - sonríe.
-Llámeme Diane - le pido sonriente -. Ya me he acostumbrado. Adiós, Señor Wayne.
Por un momento, me sabe mal irme ya que no es lo que quiero. Nos quedamos mirando unos tres segundos hacia nuestras inquebrantables sonrisas de lástima, pero en cuanto me percato de lo estúpidos que parecemos, asiento levemente y me giro sobre mis talones dirigiéndome a la salida. Mis emociones se enfrían cruelmente porque como la mayoría de las veces he hecho cedido a los "chantajes" de mi padre. Salgo de la mansión atravesando la fiesta y busco a John con la mirada, esperando a que se encuentre por el pequeño aparcamiento que se encuentra frente a la mansión que se ve fácilmente debido a que los paparazzis han desaparecido.
-¡Señorita Gruff! - dirijo la vista hacia el sonido proveniente de la voz de John, que conduce el coche hasta llegar a la entrada.
-¡No hace falta que me abras la puerta!
Una vez me encuentro sentada y cómoda al poder quitarme un rato los tacones, me pregunta:
-¿Cómo ha ido?
-¡Buf! - suspiro y ambos reímos - Digamos que las fiestas no son lo mío...
-¿Ha conocido a alguien? - me pregunta en arrancar el coche y conducir hacia mi casa.
-Sí - digo procesando todo lo sucedido.
-¿A quién?
-A Bruce Wayne.
_________
¡Lamento la tardanza!
Ya sabéis, estudios, pero mi plan es que cuando lleguen las vacaciones, que será pronto, podré actualizar más seguido.
Espero haberlo compensado con este capitulo ;)
¡Hasta pronto!
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