48. A solas
Advertencia: el siguiente capitulo contiene escenas eróticas.
Narrador omnisciente
-Virgen santa... - suspira en una grata sorpresa Lucius en ver a un sonriente Bruce Wayne - Pero...
La risa del anciano resuena una vez se decanta por darle un enorme abrazo. Gordon aún está perplejo de la situación, teniendo en cuenta que ahora él también sabe del secreto de Wayne.
-Es definitivamente un milagro - dice con unas manos temblorosas Lucius.
-Bueno... yo no lo creo - interviene él en la ilusión de Fox.
La mirada de todos se posa de golpe en Gordon, quién aún sigue perplejo de lo que ve.
-Vaya... Uhm... Yo... - no sabe qué decirle.
-Un placer verle a salvo, Inspector - sonríe Bruce.
-Sí... Uhm... A mí me alegra verte vivo.
Bruce frunce con rapidez el ceño y mira a cualquiera con tal de encontrar una respuesta. Busca la mirada de Alfred, quién parece tener la iniciativa a dar la primera explicación.
-Señor Wayne, entienda que le tuvimos que explicar de una vez porqué usted no estaba en su propia casa en tiempos así.
-Podríais haber dicho que me fui de la ciudad a tiempo.
-¿Y manchar su memoria? - espeta Alfred en un reprimido enfado - No, gracias.
Bruce vuelve a fijar la mirada sobre el rostro de Gordon.
-Te lo tenías bien callado, Wayne. Y yo criticándote a las espaldas.
-Era la idea - bromea.
Gordon se atreve sin permiso ni aviso a acercarse a Bruce y abrazarle, una acción que sorprende a Bruce. Se separan en un santiamén porque es incómodo para ambos.
-No sabes cuántas veces tengo que darte las gracias por todo lo que has hecho - dice Gordon.
-Ya habrá tiempo, cuando terminemos con esta pesadilla - sonríe Wayne.
-¡Bueno!¡Estaréis cansados! - ríe Alfred mostrando una brillante dentadura - Venga, propongo que vayan a asearse y luego descansen.
-Suena de maravilla - suspira Diane -, me voy a mi habitación...
-Uhm... Bueno... - murmura Alfred.
Diane oye los murmuros del anciano y teme que tenga que ver con ella.
-¿Sí?
-Mmm... Me temo que ya no es su habitación - ríe levemente -. Tuve que dársela a una familia.
-Oh... Vaya... Bueno... Puedo ir ahí abajo, ya sabéis - dice Diane refiriéndose en código a la cueva, ya que no pueden hablar abiertamente de ello al estar a la vista y oídos de cualquier ciudadano resguardado en ese edificio.
-La cama sigue ahí, sí - recuerda Alfred.
-En realidad, no tienes porqué - dice Bruce mirando a Diane directamente a los ojos de manera implacable -, tengo espacio de sobra en mi habitación. ¿Aún conservo mi habitación o tengo que alquilarla, Alfred?
-Uhm... No, no. Está libre.
-¿La suya sí pero la mía no? - se mofa Diane.
-¿Y bien? - pregunta Bruce.
-Uhm... Claro.
* * *
El agua de la bañera cae del grifo calentándose cada vez más por segundo. Diane se encuentra en el baño que hay justo en la habitación de BruceSus dedos comprueban que no esté demasiado caliente como para provocar que su piel esté roja para cuando haya entrado en contacto con el agua. Se moja la cabeza con el dispersor de agua que hay además del grifo, el cual ha parado para poder sentir el agua sobretodo su cuerpo. Cuánto ha añorado una buena ducha de agua caliente. Encuentra unos champús just al lado de la bañera y los toma del sueño. Se enjabona oliendo la dulce fragancia de melocotón.
La una y dos cuartos del mediodía. Mientras Diane se baña en aquel cuarto baño encerrada, Bruce se encarga de buscar algo que comer para el almuerzo y consigue traer la suficiente como para llenar ambos estómagos. En volver a la habitación, Diane ya ha salido del baño con una toalla blanca envolviéndola. Se encuentra buscando alguna prenda de ropa en el armario de Bruce. La toalla está por caer, pero la detiene a tiempo de que se encontrara en el suelo. Bruce no se ha molestado en intentar apartar la vista. Sabe que debería haberlo hecho, pero cuando ha visto la toalla caer lento por su espalda, simplemente no ha querido.
-¿Sabes que ahí no está tu ropa, no? - dice Bruce provocando que Diane de un bote del susto.
-Lo sé - suspira.
-Si quieres puedo ir a buscar tus cosas.
El ofrecimiento de Bruce deja a Diane sin saber qué decir. Diane tenía la idea en mente de ponerse una camiseta de Bruce, por placer.
-Uhm... Sí, por favor.
Bruce sonríe, asiente y desaparece por donde había aparecido. Diane suspira cuando ya no le ve, porque sabe que ha visto lo de la toalla. Aprovecha en el entretiempo para tratar de secarse el cabello con otra toalla.
* * *
Bruce, como dijo que haría, le llevó la maleta de ropa a Diane y se cambió en el baño. Se puso un pijama. No tenía intención de hacer nada. Su mente aún está insegura de lo que es o no real a su alrededor. Cuando ya lleva puesto la camiseta, las bragas y el pantalón, sale del cuarto de baño para tirarse a la cama. Bruce ha observado esa repentina acción y ríe levemente. Los ojos de ella se cierran, haciendo así que sintiera el frescor de las sabanas limpias y su olor a hogar.
Poco después, ambos decidieron comer algo y en estar con los estómagos satisfechos, apartaron las cosas a la mesa del fondo. El sueño se apoderaba de Diane, pero no quería dormir. Se perdería su día con Bruce.
-¿Estás bien? - le sonríe Bruce, sentado al borde de la cama.
Diane se limita en responder un "sí" con la cabeza. Se va al baño por sus necesidades y en regresar, Bruce se cambia la camiseta. Ella tampoco aparta la vista.
-Espiar está mal - bromea.
-Pues no lo hagas tú - reprocha ella.
Ambos sonríen y se miran el rostro el uno al otro.
-Oye... - inicia él - Lo que te dije, lo decía en serio.
-Y yo también.
-Por ello, me gustaría actuar como tal.
-¿Qué quieres decir? - ríe Diane.
-No quiero esconderme. Quiero poder decir cuánto te quiero y no actuar como si aún estuviéramos desconfiando entre nosotros. ¿Me entiendes? Quiero estar contigo.
Diane muestra en su rostro una sonrisa de agradecimiento.
-Sí, Bruce puedes ser mi novio - bromea Diane.
Ambos ríen.
-Pero... Hablando en serio, ¿me estás diciendo eso?¿Que quieres oficializarnos?
Bruce mueve su cabeza, mostrando su dudad si decirlo, pero acaba decantándose por un claro "sí". Diane sonríe de nuevo. No puede aguantase y posa sus manos en el rostro de él para besarle.
-¿Sabes que ésta barba de unos días que aún tienes te sienta... genial?
Para cuando se dan cuenta, sus labios ya no pronunciaban palabras.
Bruce, manteniendo una sonrisa, se acerca a la puerta y gira una pestaña para encerrarlos con pestillo en la habitación. Diane siente la tensión de un solo gesto. Se acerca a ella. Las manos de Bruce no paran de dibujar lineas irregulares sobre los hombros, brazos y manos de Diane. Sus ojos las siguen hasta distraerse con el resto de Diane. Los besos vienen de uno en uno cada vez con menos distancia y se apegan, se amontonan. Ella no se corta nada en buscar el borde de su camiseta, con ansias. Con prisas. La sonrisa que trata de borrar de su rostro Bruce se hace aún más presente, no puede evitarlo.
Excitados, ya se encuentran sin prendas que eviten tocarse mutuamente. Se abrazan y aferran cada uno al cuerpo del contrario, reencontrando una y otra vez sus labios y lenguas con fogosidad. Sus movimientos son seguros y plenamente confiados. Los de ambos.
Se dirigen a la cama. Él le pide que se tumbe. Ella desea otra cosa, pero hace lo que ha pedido. Cuando Bruce mantiene a Diane tumbada boca arriba, llenándola de besos, éstos bajan hacia abajo hasta besarla para darle placer. Un largo e intenso escalofrío recorre el cuerpo de Diane. Suspira. Tensa su cuerpo. Así lo siente más. Las manos de Bruce se aferran a los muslos de ella.
-Bruce... - suspira en un murmuro.
Sus besos vuelven hacia arriba. Sus respiraciones están algo alteradas y se miran.
-¿Tienes condón? - pregunta Diane.
Asiente y lo busca con rapidez en el cajón de la mesita de noche. Encuentra uno y Diane le ayuda.
Disfrutan de su tiempo, sus cuerpos y almas.
Aquel día pasaron toda la tarde en la cama.
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