4. Algo elegante

La alarma de anoche me despierta, y con las pocas ganas que tengo al despertar, lo hago de mala gana dirigiéndome al baño que tengo a menos de cinco metros. Me doy una rápida ducha, y me visto adecuadamente para ir a la empresa el primer día. Siento algo de nervios, ya que hoy me debo presentar formalmente ante todo el comité, pero esto lo he hecho tantas veces, que no debo preocuparme demasiado.

-Buenos días, Señorita Gruff - me saluda Claire al verme entrar en la cocina.

-Buenos días, Claire.

-¿Quiere una taza de café? - me ofrece sonriente alzando levemente la cafetera llena de café caliente.

-Por favor, y gracias.

En seguida me siento en una de las sillas que hay en la mesa de la cocina y me pongo a leer el periódico local para encontrarme en portada el titular: "Diane Gruff en Gotham". Mi sorpresa es inmediata y miro un poco más el artículo hasta ver fotografías mías y de mi padre saliendo del restaurante de ayer. Sí que corren las noticias...

-¡Ya sale en el periódico! - aparece Claire a mi lado con mi taza de café, al parecer, entusiasmada en ello.

-Genial... - ironizo sin apartar la vista del artículo - No es algo que me entusiasme que todo el mundo sepa dónde estoy y dónde no.

-Es usted popular aquí, Señorita, es normal - razona sirviéndome algo de desayuno sin que le pidiera nada, supongo que mi padre le ha dicho lo que me gusta y lo que no -. Señorita Gruff, ¿desea que avise al chófer para recogerla?

-Sí, Claire. Debería darme algo de prisa... - murmuro mirando la hora desde mi móvil.

Mi desayuno va desapareciendo hasta acabar todo en mi estómago, justo a tiempo para cuando Claire me avisa de la llegada de John en frente de casa.

-Que le vaya bien en el trabajo, Señorita - me sonríe Claire recogiendo los trastos de la mesa.

-Gracias, hasta luego - me despido rápidamente cogiendo mi bolso, mi móvil con la intención de salir por la puerta, pero el grito de Claire me frena al momento.

-Señorita Gruff, ¿tiene pensado comer aquí o va a almorzar fuera?

-Lo más probable es que coma fuera con mi padre - suspiro para calmarme del repentino grito -. Adiós, Claire.

Ahora sí, abro la puerta con las pilas cargadas de energía y me encuentro a John apoyado como la última vez en la puerta del coche.

-Buenos días, Señorita Gruff - sonríe John tirando el cigarro que estaba fumando y lo pisa apresuradamente.

No puedo evitar reírme un poco ante su gesto y le devuelvo el saludo con otra sonrisa mientras bajo las escaleras sintiendo el frío de la mañana rozando mis desnudas piernas.

-Buenos días, John. Hace algo de frío, ¿no?

-Aquí siempre hace frío, Señorita Gruff - ríe abriéndome la puerta y subo al coche haciendo sobrar las gracias.

 Sin preguntar, ya sabe que me dirijo a la empresa porque arranca el coche y se pone en marcha. Mientras el coche va en marcha, miro por la ventana el despejado cielo. Veo volar una bandada de pájaros formando un flecha como si indicaran a alguien una dirección a la que dirigirse. Miro las calles, y hay pocas personas andar sobre el asfalto, y todas son adultos. Normal, ya que a esta hora todos los críos están durmiendo. 

Niños. Nunca me he planteado eso en mi vida. Tener hijos, cuidarlos... A veces no sé ni cuidarme yo como para tener a cargo otra vida. Mi padre no deja de hacer bromas respecto a ello, pero sé que en realidad le gustaría que sucediera. No lamento decepcionarlo respecto a esto. Puede que algún día cambie mi forma de ver las cosas, pero por ahora, no es así.

En unos minutos ya nos encontramos en la entrada del gran edificio del que dentro de unos momentos formaré parte, pero me desespero un poco al ver que llego unos minutos tarde, así que le digo apresuradamente a John:

-No te molestes en abrirme la puerta, gracias.

Salgo pitando del coche tomando mi bolso y, sin mirar atrás, oigo que John me dice:

-Que tenga un buen día, Señorita.

-¡Igualmente, John! - exclamo sin frenar mis pasos.

Voy hacia adentro  y cojo el ascensor para llegar a la misma planta que ayer, dónde al parecer, además del despacho de mi padre, hay también la sala de reuniones. Llego, y veo a mi padre esperándome fuera de la sala.

-Buenos días, hija - sonríe -. ¿Lista?

-Buenos días, papá. Sí, vamos.


* * *


Han pasado ya cinco horas desde que estoy aquí dentro y todo lo que he hecho ha sido presentaciones e informarme de cómo funciona la empresa. Ya sabía que me encontraría con algo muy distinto a la de la última empresa que estuve. Cuando he estado ahí dentro, me sentí algo intimidada por las miradas de mis nuevos compañeros, porque tenían su mirada en mí sin intención de empatizarla, como si pensaran que trabajo aquí solo por el enchufe de mi padre. Aunque sea cierto, no he venido solo para ser una trabajadora más, pero tampoco sé si he venido para ser una empresaria más...  No lo tengo claro, y ya sé que es algo tarde pensarlo ahora.

Ahora es mediodía y estoy comiendo de nuevo con mi padre en el mismo restaurante que ayer. Y mientras comentamos mi primer día, me dice que hay una fiesta importante en la mansión Wayne por una fundación. Así que podré ver esa prestigiosa mansión un poco, ya que alguna vez la he visto por fuera debido a fotografías de revistas de cotilleos. Aún sigo sin saber porqué aquella vez miré una de esas revistas...

Cuando terminamos de comer, mi padre me dice que no hace falta que vuelva a la empresa hoy,

-Bueno, hemos llegado - dice mi padre -. Recuerda que esta noche debemos asistir en la mansión Wayne.

-No sé si quiero ir...

-¡Pues claro que debes ir!¡Es una oportunidad fantástica para conocer a la competencia! - exclama mi padre.

-Está bien, está bien... - alzo las manos en señal de rendimiento, mosqueada ante el comentario de mi padre.

-La fiesta es de etiqueta, así que te recomiendo que lleves un vestido - me dice ya más serio, haciéndome sentir como si fuera un objeto que hay que lucir.

-Está bien, adiós... - resumo mi despedida con esas palabras sin molestarme a darle algún beso del mosqueo, y salgo del coche entrando en casa.


* * * 


-Está preciosa, Señorita Gruff - me sonríe Claire.

-¿Tú crees, o lo dices para hacerme la pelota? - bromeo mientras me miro en el espejo.

-De verdad se lo digo - sonríe.

Me acaricio un poco el vestido que he decidido ponerme tras horas de búsqueda para el adecuado en a la fiesta de esta noche. Un bonito vestido morado del que siento la suave tela y que mi madre me regaló hace menos de un año. Dudo que papá se acuerde del vestido, ya que estaba presente cuando mamá me lo regaló, pero dudo que le preste demasiada atención. No me he recogido el cabello porque no me gusta mucho hacerlo y no acostumbro a hacerlo. Y los zapatos de tacón finos y negros tampoco son nuevos.

-John ya está en la puerta, Señorita - me avisa Claire.

-De acuerdo - le respondo mientras bajo las escaleras y reviso que tengo mis cosas en el pequeño bolso de fiesta.

En eso, recibo un mensaje de texto de mi padre:

"Te veo en la fiesta." 

Ese mensaje me da a entender que iré sola, claro, por eso le pedí a Claire que llamara a John adelantadamente.

-No sé a qué hora volveré, Claire. Cierra con llave y vete a casa - le digo soltando un suspiro aún mosca por el mensaje.

-Está bien, que le vaya bien, Señorita - me sonríe.

Salgo por la puerta fijando mi vista al cielo oscuro y algo estrellado, tengo esa manía de mirar siempre al cielo primero. Al bajarla al instante,  sonrió ligeramente encontrándome con la limusina y John, solo que él me muestra un rostro totalmente diferente al de los otros días.

-Está hermosa, Señorita Gruff - suelta patidifuso. 

Yo río ante su torpeza al decir el piropo, pero me siento alagada. Este hombre me hace reír siempre por su forma de ser y actuar.

-Gracias, John.

En bajar las escaleras sin prisas, me abre la puerta y entro intentando no dañarme ni a mí ni al vestido. John se pone frente al volante y me pregunta:

-Hoy tenemos nuevo rumbo, ¿verdad?

-Sí - sonrío -. A la mansión Wayne.

-Entendido, vamos para allá.

El vehículo arranca y mis manos no pueden dejar de soltar el bolso zafándolo de manera posesiva. No entiendo del todo estos nervios, siento como si fueran nuevos. La sensación de algo nuevo no lo tenía desde hace tiempo, aunque sí cuando llegué a esta ciudad.

A medida que el coche va avanzando, las luces cálidas de la calle muestran a la gente dejándome ver algo de sus vidas otra vez. Hijos, hermanos, padres, abuelos, primos... Veo felicidad en sus rostros. Y en un rápido segundo, me replanteo la mía. ¿Soy feliz? Se podría decir que tengo todo lo que muchos querrían, pero aún así, no me veo en ese estado de positividad.

Puedo ver la gran mansión hacerse más grande cada vez que la limusina se acerca más a ella, y los flashes iluminarla por fuera completamente, además de las luces internas. Siento nervios, muchos. No me acostumbro demasiado a las fiestas. Me intento calmar un poco... Ya he hecho esto cientos de veces, una más no importa. Además, tengo intriga en ver la mansión. La limusina llega gusto en la alfombra por donde debía pasar yo, rodeada de cámaras y fotógrafos. 

-Ya hemos llegado, Señorita - se gira John mirándome, y yo asiento sin poder decir nada.

Él sale del coche y, mientras rodea el coche, intento poner mi mejor sonrisa. Abre la puerta y me da la mano cortés para salir del coche. Lo hago y lo primero que me embauca es una sensación de agobio, pero me controlo con facilidad.

-Que se lo pase bien, Señorita - me sonríe John, y yo le dedico otra indicándole un gracias.

Procedo a caminar por la alfombra sujetando mi bolso y sonrío mientras camino para las fotografías que seguro que van a salir en periódicos y revistas. Camino, adentrándome hacia la enorme puerta abierta mostrando a dentro una gran fiesta.

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