22. ¿Por qué?

Siento que horas después de sueño, es hora de despertarme. Los párpados se me abren con facilidad y sin problema a la luz, eso es porque no he tenido que madrugar ni nada. Miro a las ventanas y, por la luz del sol, sé que es más tarde de las diez. Agradezco que nadie me despertara en la que seguramente es mi habitación de residente. Me levanto estirando mi cuerpo al máximo y me doy cuenta de algo: hacía mucho que no me relajaba de esta manera.La razón de este "descanso" no es precisamente placentera, pero el no tener asuntos pendientes por una temporada, te relaja. Y hablando de temporada, ¿cuánto tiempo debo ocultarme? Luego hablaré con Bruce.

Bruce...

Dios, ahora me da miedo bajar. Ni siquiera sé porqué le dije eso anoche.

-Déjame conocerte, Diane...

-Cuando tú hagas lo mismo...


Es evidente que tengo curiosidad por el verdadero hombre que es Bruce Wayne, pero no pensé que llegaría a tal punto de poder sentir algo. Al fin y al cabo, no le conozco. Quizás solo es un hombre de negocios que se aprovecha, o puede que no... Quizás verdaderamente es un buen hombre. No le conozco, sencillamente eso, y desearía hacerlo, pero él se distancia siempre de alguna manera. Puede que no sepa cómo es por dentro, pero está claro que siempre oculta su verdadero ser con ese empresario billonario y creído. En mi cabeza no para de rondar la pregunta sobre mis sentimientos hacia Bruce, pero también siento que ya sé la respuesta.

Me levanto de la cama, percatándome de nuevo del frío mármol. No sé dónde me dirijo exactamente, solo me dejo guiar por el ruido de una televisión. Entonces veo que proviene de la cocina, y temerosa de quién me encuentre, igualmente entro.

-Buenos días, Señorita Gruff - saluda Alfred preparando algo.

-Buenos días, Alfred - murmuro menos tensa -. ¿Dónde está Bruce?

-El Señor Wayne se ha ido por asuntos de empresa - me sonríe, y yo asiento -, pero volverá pronto. Espero.

No sé si realmente quiero que vuelva...

-Mientras tanto, ¿por qué no desayuna? - me sonríe Alfred - Le he preparado algo que el Señor Wayne me ha dicho que le gustaba a usted. Venga, coma algo.

Me acerco al desayuno con una sonrisa agradecida y le digo:

-Qué buena pinta, Alfred.

-Pues no espere y pruebe bocado.

Decido sentarme en una de las sillas que hay en la mesa de la cocina frente a mi desayuno, y cuando lo hago, veo que en la televisión están dando las noticias sobre Gotham.

"Bueno, Bob, y de deportes nos dirijimos a lo que todo Gotham está viviendo en estos momentos: el Joker ha vuelto. Ayer mostró la cara tras su encierro en Arkham, solo que ahora está más suelto que una liebre, y empezó cometiendo un atentado, dónde lamentablemente hubo heridos y fallecidos, entre ellos la hija del empresario Henry Gruff, Diane Gruff..."

La sangre se me hiela al momento. No me imagino lo que deben estar pasando mamá y papá. Tengo ganas de hablarles, pero no puedo. Según Bruce, soy el objetivo del Joker, y no entiendo porqué.

Miro a Alfred, quién está serio cuando hay noticias sobre el caballero oscuro.

"Después de que explosionaran las dos bombas que hicieron derrocar los edificios del barrio en cuestión, Batman apareció. Así es, definitivamente ha vuelto, lamentablemente no fue capaz de evitar las muertes que hubo. ¿Se habrá hecho mayor?"

En aquel momento, Alfred decidió apagar la televisión sin añadir ningún comentario, solo con el rostro serio, incluso enfadado, apagó la televisión con el mando a distancia.

-Lo siento, Señorita Gruff, pero veía innecesario oír esos comentarios.

-Pienso igual - le digo para que se tranquilice -. No sé como pueden ser tan desagradecidos cuando deberían estar dando las gracias por su llegada. Al fin y al cabo, Batman ha salvado muchas veces esta ciudad.

Mientras termino mi desayuno, Alfred no hace otra cosa que asentir. No puedo evitar dejar de pensar en Bruce. Siempre que en mi cabeza no ocurre nada, su imagen me viene. Sobretodo imágenes de ayer por la noche... Bueno, de ésta madrugada. Me siento dispersa en mi mundo, y mi mundo ahora mismo está en caos sumiso. Nunca pensé que en un solo día, las cosas cambiarían drásticamente, porque sí, lo han hecho.

-¿Se encuentra bien, Señorita Gruff? - me despierta Alfred, supongo que al ver mi rostro inconscientemente expresivo.

-Sí, sí. No es nada.

-¿Tiene frío?

-¿Hm?

-Desde ayer que lleva el mismo atuendo, y aquí en la mansión Wayne hace bastante frío.

-Estoy bien, Alfred - le sonrío -. Gracias.

-Como diga...

Tras el delicioso desayuno, no tengo ni idea de qué hacer, así que me pongo a investigar más ésta grandiosa mansión, y he acabado encontrando una biblioteca llena de libros antiguos. Es una sala pequeña, pero tiene suficientes metros de altura como para parecer infinita. Observo los incómodos y antiguos sillones que hay más arriba de tres escalones. Hay tres, eso me hace pensar que dos los solían utilizar los padres de Bruce y, al acercarme, veo que estos dos mantienen una capa de polvo sobre ellos y que su madera está algo chamuscada y vieja. Entonces creo que he acertado. El tercer sillón está como nuevo, como si hubiera llegado después del incendio que ocurrió aquí. De los sillones, paso a mirar las estanterías. Todos los libros destacan por su coloreado lomo. Me acerco a una y puedo leer con claridad las letras doradas: El gato negro. Tienen algo de polvo, pero como si los hubieran limpiado por encima hace poco más de dos días.

-Increíble, ¿verdad? - escucho la voz de Alfred detrás haciendo eco en la sala.

Me giro sorprendida y asiento con una sonrisa. Consigo trae una chaqueta de lana marrón, seguramente para ofrecérmela. Se acerca alzando el abrigo y me dice:

-Póngase esto. Puede que ahora no tenga frío, pero las consecuencias vendrán después.

Sin añadir nada, le hago caso, y mi vista vuelve a los libros.

-El Señor Wayne tardó bastante tiempo en reunir todos los libros después del incendio. Eran un tesoro para sus padres, y él lo sabía - observo como Alfred mira los libros con nostalgia, se nota que la familia Wayne fue y es muy importante para él -. Así que los buscó todos y cada uno de ellos, pero no ha podido completar la colección.

-¿Cuál le falta?

-Macbeth...

-Oh, pues es un libro fácil de encontrar.

-Ya, pero el Señor Wayne busca específicamente el libro de sus padres.

-Entonces ya no tanto.

-Y aún la sigue buscando, ya sea por Internet o comprador.

-¿Cuánto tiempo lo ha estado buscando? - le pregunto esperando que me responda, pero en vez de hacerlo, su mirada y su sonrisa son dirigidas hacia mí - Es curiosidad.

Alfred suelta una pequeña carcajada, y decide por responderme:

- El Señor Wayne ha estado buscando ese libro durante ocho años.

-¡¿Ocho años?!

-Desde el incendio...

Entonces, no puedo evitar que el tema vuelva a rondar por mi mente.

-Alfred... ¿Por qué se incendió la mansión Wayne? Bruce no estaba borracho, ¿cierto? - murmuro temerosa.

-No - limita la respuesta.

-¿Entonces?

-Simple maldad, Señorita Gruff... Eso fue.

Siento que Alfred es un hombre de confianza, es atento, respetuoso y sabe de lo que habla. Dudo de que si yo le dijera algo, se lo contara directamente a Bruce.

-Alfred...

-¿Hm?

-¿Qué le ocurrió a Bruce para que fuera cómo es...? - en aquel momento, Alfred me dedica una mirada de interés y confusión, y yo me siento ridícula - Quiero decir que, Bruce no es el mismo cuando está en público que cuando... Bueno...

-Señorita Gruff, entiendo lo que quiere decir.

No entiendo a lo que se refiere, y espero que no insinúe, pero me justifico diciendo:

- Lo que quiero decir que Bruce oculta mucho sus emociones, y dudo que se los cuente a cualquiera. A veces me parece una persona frágil.

-¿Frágil?

-Sí. Las personas que ocultan demasiado sus emociones o pensamientos, algún día tienen que expulsarlo todo, y no muchas personas lo han hecho por las buenas. Y cuando veo sus actos en público, no es el verdadero Bruce. El problema es que no sé cómo es el auténtico.

-¿Quiere decir que Bruce es un delincuente a escondidas?- se mofa sarcásticamente - Realmente quiere saber quién es Bruce Wayne, ¿cierto?

-Sí.

Alfred amplía su sonrisa, cosa que me enfada y sonroja, y no sé cómo salir de este embrollo ahora.

-Tiene razón... El Señor Wayne ha sufrido mucho, Señorita Gruff. Ha sufrido y perdido mucho. ¿Frágil? Posiblemente, pero tenga por seguro que el Señor Wayne sigue adelante aún los obstáculos que se le oponen. Solo que es un hombre demasiado solitario.

-Sí.

-O eso pensaba... - murmura.

Lo miro instantáneamente y me encuentro con su sonrisa ladeada y sus cejas alzadas.

-Eso ha sido atrevido, Alfred - me enfado.

-A veces lo atrevido va bien, se dicen las cosas como son, ¿no es así? - murmura dejándome la pregunta al aire con un doble sentido, como si me diera tiempo para meditarla para llegar a una conclusión - Mire, pocas veces he visto al Señor Wayne tener un trato como el que tiene con usted. Y un cariño que solo tiene con usted. Le pido, más para mí que para el Señor Wayne, que si le cuesta abrir su corazón, tenga paciencia, Señorita Gruff. En realidad, ha descrito al Señor Wayne a la perfección: es un hombre magullado. Le pido, por esa misma razón, que tenga paciencia y tal cómo espera que Bruce abra su corazón, usted tendrá que abrir el suyo de la misma manera, porque Bruce Wayne no se muestra realmente a cualquiera.

Su ruego me deja sin aliento, y como no sé qué decir, me limito a asentir. Es justo lo que me pidió Bruce anoche.

"Déjame conocerte, Diane..."

Algo me ha removido por dentro. Ha sido como un temblor.


Han pasado varios minutos y aún seguimos en la biblioteca. Alfred me ha contado historias de su infancia y adolescencia. La verdad, quién diría que aquel joven alocado es el mismo hombre anciano que veo ahora, pero ahora habla sobre su infancia.

-Sí, y por la noche debíamos repartir el periódico de la tarde, y hacía mucho frío ahí arriba... - me cuenta Alfred con melancolía, aunque lo que me dice no me parece melancólico, más bien triste.

-Pero eso debió ser... horrible.

-Y lo fue - ríe -. Pero mis padres no eran malas personas, cuidaban de mí y yo trabajaba para hacer lo mismo por ellos.

Alfred, durante las dos siguientes horas, me ha contado cómo ha sido su vida a lo largo de los años, y la verdad es que me ha sorprendido bastante. Pensaba que dedicó toda su vida a servir, pero por lo visto no. Nos encontramos en el comedor. Él sentado en el sillón y yo en el sofá.

-En ese sentido, parece más bonito - sonrío -. ¿Y cómo encontró a la familia Wayne?

-Ellos me encontraron a mí, en realidad. Antes tenía un trabajo poco rentable, y me ofrecieron el puesto que he tenido hace ya más de treinta años.

-Increíble, Alfred.

En ese mismo instante, nuestras miradas se dirigen hacia la puerta, que además de encontrarse abierta, se comenzaron a escuchar unos pasos apresurados. Por el andar, supimos que se trataba de Bruce.

-Alfred, ¿podrías...? - Bruce aparece mientras tiene su vista en la manga abotonada de la camisa que lleva puerta, pero frena sus palabras en ver que yo también me encuentro ahí - Hola, Diane.

-Hola, Bruce - me limito a decir, aunque no sé cuál ha sido mi rostro en decirlo. No sé cómo quiero que haya sido.

-Alfred, ¿podrías revisar el motor del BMW, por favor? Creo que le ha fallado algo mientras venía hacia aquí.

-Ahora mismo, Señor Wayne - le sonríe y dirige su mirada hacia mi, para despedirse -. Señorita Gruff, puedo contarle más historias cuando usted desee.

-Que sea pronto - le sonrío mientras veo como se marcha.

Alfred ha dejado la biblioteca, pero Bruce no. Me mira, de nuevo con ese rostro inexpresivo. Siento que quiero hacer o decir algo, cualquier cosa para salir de ésta situación incómoda, pero no se me ocurre el qué.

-¿Por qué te supongo un problema? - murmura.

-¿Qué?

-Ayer dijiste...

-Ayer dije muchas cosas - le interrumpo, levantándome de donde me encontraba sentada para irme, pero sus adelantadas palabras me frenan.

-Ayer dijiste que no me comprendías, y en pocas palabras, que si no dejo mostrar quién soy, tú no mostrarías quién eres.

-Son tus palabras, no las mías.

-No, son las tuyas, pero la cuestión no es esa.

-¿Y cuál es?

-¿Por qué tienes interés en saber quién soy?

No sé qué responder. Es cierto. ¿Por qué tengo interés en saber quién es?

-¿Por qué quieres tú saber quién soy? - le recrimino, intentando salir de esto como sea.

-Puedo darte una respuesta, pero me temo que no haría más que asustarte. Puede que no sepa mucho sobre ti, pero si tus reacciones. Sé que huirías.

Estoy tan metida en lo que ha dicho, que pierdo la noción del tiempo. Simplemente se repiten una y otra vez. Él tiene intención de irse. Dirige su mirada de nuevo a la manga y da media vuelta para cruzar el umbral de la puerta, pero le detengo.

-¿Por qué me besaste? - espeto.

Sus zapatos dejan de chocar contra el suelo, dando media vuelta. Esperaba algo, cualquier cosa menos lo que ha hecho. Se ha girado, me ha mirado y sonreído.

-¿Tan lista y astuta que eres, no puedes deducirlo?

Y se va. Estoy algo paralizada. No solo por sus palabras, sino por sus actos. Debo admitir que sí, creo que sí sé porqué quiero saber. No. No lo creo, lo sé. Simplemente sé porqué quiero saber quién es Bruce Wayne.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top