18. Espectativas
Creo que me estoy arrepintiendo. ¿En serio voy a tener una cita después de años, y va a ser con una persona a la que repudio bastante desde el momento en que la conocí? Soy muy inteligente... La verdad, no sé ni porqué he aceptado, y ya es tarde para echarse atrás, ya que está a punto de llegar a la hora que dijo rápidamente antes de colgar la llamada. No ha sido precisamente tonto, el hombre.
Mis prendas no son extravagantes, tampoco son sencillas. No quiero que piense que me he puesto elegante por él, pero tampoco quiero parecer una adolescente roquera y emo que se rebela en una cita. Espera, no. No es una cita. No es una cita, Diane. Espero que eso tenga en cuenta.
En mi habitación, reviso que tengo las cosas necesarias: la cartera, el móvil... Sí, está todo listo. Todo listo menos mi mente, que va explotar porque aún no he asimilado la situación.
¡Ding... Dong...!
Vale, ya está aquí. Me parece extraño no haberme puesto a correr y gritar de miedo. En estas situaciones soy un completo desastre. Quizás por eso me fueron mal las anteriores relaciones. Nunca he sabido qué decirle a los que fueron mis novios. No sé consolar muy bien, no sé hacer reír a alguien... No sé demasiadas cosas. Con esos pensamientos tan pesimistas, voy bajando las escaleras con el bolso entre mis manos. Realmente espero que no le dé por decirme "¡ve cambiarte de ropa!", aunque sería una buena excusa para cancelar la cita. Temo abrir la puerta, pero debo hacerlo, así que en tres... dos... uno...
- Buenas noches, Diane - sonríe Teax, pero esa sonrisa se esfuma desapercibidamente cuando mira mi atuendo -. Vaya...
- ¿Ocurre algo? - pregunto guardándome la risa por dentro, causada por la reacción de Teax.
- No, bueno... Estás... - murmura sin saber qué decir - diferente.
- No quería ponerme algo exagerado, quería sentirme cómoda. Así que, ¿vamos?
Teax no sabe qué decir, pero no está molesta sino sorprendido. Hasta que asiente levemente la cabeza no nos dirigimos al coche y entramos en él. No sé si le ha sorprendido para bien o para mal, pero no ha puesto objeción a la ropa. Comienza a conducir, sin decir nada. No me esperaba que esta fuera su primera reacción cuando por fin consiguiera la que quería, una cita conmigo. Estamos en silencio durante un buen rato. Creo que debería haber pensado algo de conversación antes de comenzar esto, y normalmente lo hago, pero no sé por qué razón hoy no. Soy genial. Y sí, cada vez que algo no sale como quiero, no paro de echarme cumplidos sarcásticos.
-Estás muy guapa - dice de la nada, mirándome a mi y no a la carretera.
No le miro directamente, pero por el rabillo del ojo le veo. El remordimiento de haber intentado sabotear la cita aparece. Me ha llamado guapa cuando es evidente que no es la primera impresión que doy cuando estoy en un coche de lujo con alguien que va con un traje elegante y de lujo.
-Gracias - es lo único que me atrevo a decir.
Asiente, con una sonrisa, y no dice nada más. Es entonces cuado cesa el silencio y me pongo a pensar: si este es el inicio, no me quiero imaginar cuando cenemos, que por cierto, no sé a donde nos dirigimos.
-Henry, ¿a dónde vamos? - me atrevo a decir en un murmuro, y con la eficaz insonorización que tiene el coche respecto al exterior, parece como si fuera lo único que se oye en la sola calle desde nuestro panorama.
-Oh, sí - exalta al recordar -. Al... Bueno, no recuerdo cómo se llama, pero sé donde está. Ahí lo verás.
No insisto, me parece que está un poco angustiado por la rapidez de sus palabras. No sé cuánto rato pasa, pero no pensé que esto fuera a ser así. Es Henry Teax, un creído con las mujeres, pero resulta que en una cita está sudoroso y angustiado. No entiendo nada. Ni a mi, ni a él.
Por fin llegamos al restaurante: Crème. Una vez hemos entrado, nos sentamos en una mesa alejada por petición de él, que raro. Lo que primero que esperaba es que pillara la mesa más centrada para atraer la atención, pero no.
-He pedido esta mesa porque sé que no te gusta la atención - me sonríe uan vez nos encontramos sentados y cara a cara.
-¿Lo sabes? - me extraño y no me corto en mostrarlo, él asiente - ¿Cómo lo sabes?
-Lo he deducido... - murmura sin mirarme.
-Vale, ¿y cuál es la verdad?
Intento guardarme la risa al ver la cara que ha puesto. Deduzco que le he pillado, y se ha sonrojado un poco. ¿Cómo es eso posible?
-Tu padre es la verdad - ríe.
-Ya veo...
* * *
La noche, sorprendentemente, había ido genial. Creía que iba a ser peor, y no por la primera impresión que obtuve de él cuando le conocí, sino por los nervios y el incómodo silencio que he pensado que llevaría durante toda la cena. Pero no.
-Sí, y luego se tiró a la piscina pensando que su traje estaba en llamas, pero no lo estaba - dice intentando retener las carcajadas, pero no puede. Sin ser consciente de ello, yo también me estoy riendo.
-No puedo negar que te ha pasado de todo - suelto después de darle un trago a mi copa de vino, eso sí, ha querido pagar el más caro. Ahí apareció el principal Teax -. Incluso lo de hoy...
-¿Lo de hoy?
-Lo de esta mañana - murmuro seria.
-Oh... Ya - recuerda, y es entonces cuando su rostro palidece un poco mirando su copa, pero sin prestarle auténtica atención - La verdad que ya lo había olvidado.
-Lo sien...
-Gracias a ti - me interrumpe toquetea el pie de su copa.
Aún no soy muy consciente a lo que se refiere, y por ello no sé que responder. Quizás estoy malinterpretando, pero me parece, que de una tímida forma, este hombre se me acaba de declarar. No tengo respuesta que darle, y temo que solo empeoraría las cosas si cambio de tema drásticamente. Estoy a punto de hablar, de decirle que yo también me lo he pasado bien y mejor de lo que esperaba, pero se cortan las palabras gracias a lo que estoy viendo: Bruce Wayne entrando al restaurante con una rubia. Mi mente sabe que he visto en otra parte a esta mujer. Ah... La rubia del casino. Ángela, creo que se llamaba, o no, no lo sé. Mi atención está puesta en él, y no en ella. No puedo apartar la mirada, pero cuánto más intento deshacer mi mirada de la escena, más los miro con quemazón. Hasta que finalmente me ha percibido. Nos mira mucho más serio de lo que estaba hace solo unos segundos. Se han sentado en una mesa alejada, pero aún así el contacto visual no se rompe. No entiendo qué está sucediendo, pero me siento mal. Desagradablemente mal.
-¿Sabes? Creo que, como hemos terminado la cena, ya va siendo hora que deje de secuestrarte y te lleve a casa - sonríe Teax, y lo agradezco, por distraerme de seguir mirando. Un poco más y seguramente habría saltado a la mesa de Bruce y le hubiera preguntado a gritos cómo es que no ha venido a visitarme.
-Sí, por supuesto, gracias - divagan mis palabras sin sentido, mientras busco estúpidamente algo a lo que mirar que no sea aquella mesa.
-Está bien, pagaré la cuenta - dice sacando la cartera de su americana gris.
-Oh, no, Henry, yo...
-No empecemos, hemos visto esto en las películas y ya es un tópico bastante quemado. Te he invitado yo, pago yo - dice bromeante, sin apartar esa sonrisa optimista y triunfadora.
Una vez pagada la cena, y con los nervios a flor de piel por las prisas y las ganas de salir de una buena vez, tomamos nuestros abrigos y nos dirigimos a la salida. Teax va andando delante de mi paso, ya que el espacio entre mesa y mesa es algo estrecho. No me percato de que algo me impide seguir hasta que bajo mi mirada.
-¿Qué haces con Teax?
Miro sus ojos oscuros con desconcierto y rabia. Me dirige la palabra después de semanas y lo único que pregunta es "¿qué haces con Teax?". Lo miro con repudia y enfado, ambos nos sorprendemos cuando hemos visto el valor que he tenido de deshacerme de su agarre con saña. Y sin más, he salido en busca de mi acompañante.
-¿Por qué has tardado? - me pregunta Teax resguardándose del frío con su abrigo a la vez que se acerca a mí.
-Oh, he saludado a un conocido - intento actuar como si nada, disfrazando la rapidez de mi corazón con una sonrisa.
-Está bien, vamos - me devuelve la sonrisa, algo sorprendido de la mía.
El trayecto de vuelta a casa ha sido igual de silencioso e incómodo que el primero, pero finalmente, cuando ya hemos llegado casi a casa, he tenido el valor para decirle que he disfrutado la cena y la charla.
-Sí, yo también - sonríe.
El coche ya ha sido aparcado frente a mi casa y tiene el motor apagado, pero seguimos en ese silencio. Agarro mi bolso con fuerza, sin saber por qué, la verdad. Mi mirada se posa sobre Teax con temor, él imita mi acción.
-Bueno, hasta otro día, Henry - murmuro con una sonrisa.
Él abre la boca con lentitud, como si quisiera decirme algo y, aunque sus labios cesan al cierre, toma otra decisión: se acerca a mí con lentitud y temor; puedo escuchar con claridad la rapidez y profundidad de su respiración. Se encuentra muy cerca de mi rostro, y mi respiración se corta en ver su intención.
-No - digo a tiempo, posando una de mis manos en su hombro para que no se acerque más -, lo siento.
Me mira serio, y supongo que dolido por el rechazo. Con mi sorpresa, empieza a sonreír y a asentir.
-Buenas noches, Diane - murmura tomando el volante con suavidad.
-Buenas noches, Henry - murmuro, supongo que bastante sonrojada, ya que no me atrevo a mirarle.
Salgo corriendo del coche, subo las escaleras y me refugio en casa. Me asusto, pero no por lo ocurrido: pienso más en la imagen de Bruce en el restaurante que en lo que acaba de pasar con Teax.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top