Un enorme murciélago de oscuro pelaje gruñia con furia demoniaca mientras se lanzaba contra un hombre sin ropajes para defenderse. Hombre y bestia se enfrentaban con ansias asesinas, en un combate mortal entre la vida y la muerte. Pero la oscuridad se acrecentó para consumirlo todo, mientras las inmensas fauces del murciélago se tragaban al demonio.

Ra's despertó sobresaltado y empapado en sudor. Tomándose del rostro se puso de pie y se vistió con una túnica verde. Caminando por los pasillos de su hogar, llegó a un cuarto lleno de diferentes máquinas, donde su hija observaba una enorme cámara llena de un líquido verdoso.

—Talía —habló Ra's—. ¿Qué haces despierta?

—Me ha costado mucho dormir hoy —afirmó la mujer—. Por eso vine a ver a mi hijo.

En el interior de aquella cámara, había un pequeño bebe que no parecía tener ni un mes de haber nacido.

—Ha reaccionado bien al ADN agregado de Slade Wilson —afirmó Talía—. No entiendo porque querías que tuviera el ADN del detective y del mercenario al mismo tiempo.

—Tengo mis motivos —afirmó Ra's, dándose la vuelta para marcharse.

—Si nosotros somos demonios, y el detective es un murciélago. ¿Damian sería un murciélago demoníaco?

Ra's paro en seco ante esa pregunta, notando una leve sorpresa en su rostro. Volteó con algo de preocupación hacia el infante, y —por primera vez en siglos— comprendió un posible significado diferente de la profecía. Tal vez, el murciélago que lo desafiaba en sus sueños no era otro que su propio descendiente.