vi. lunch

Sunset soltó un bostezo mientras se sentaba en una banca, dejando la bolsa con su almuerzo a un lado mientras se estiraba. La sombra del árbol que estaba junto a la banca la cubría perfectamente del sol, y no había ruido ni señal de ningún compañero molesto cerca.

Paz. Era perfecto. Nada podría arruinarlo...

—¡Sunset Shimmer, soy yo! ¡Soy yo, Sunset Shimmer! ¡Esta es mi voz, la que te habla soy yo! ¿Escuchas el sonido de mi voz?... ¡Soy yo!

La pelirroja se negó a voltear hacia la ventana, resignándose con un pesado suspiro mientras su expresión cansada hacía acto de presencia. Cuando menos lo pensó, la pelirosa ya estaba sentándose a su lado, dejando su almuerzo en medio de ambas.

—Estuve media hora buscándote hasta que te encontré aquí, cuando me distraje viendo ese pájaro volar con sus hijos. —comentó señalando un nido de pájaros en el árbol, el cual no estaba. — Ay, creo que era otro árbol o mi imaginación... De igual forma fue muy tierno.

Sunset pasó su mano por el rostro, preguntándose hasta cuándo seguiría esto.

—¿De verdad no tienes nada mejor que hacer?

—Ya lo estoy haciendo, compartiendo un momento de comida con una amiga. Nada mejor puede haber~.

—Yo creo que sí, y es comer sola. Pero supongo que me seguirás a donde sea que vaya y no me dejarás tranquila, así que no me queda de otra.

Unos gritos de unos chicos corriendo a la cancha de fútbol cercana evitaron que Pinkie escuchara lo último.

—Y... ¿qué vas a comer? Podemos compartir si quieres. Traje un sándwich de jalea y mantequilla de maní. Como no te gustan los dulces, los cupcakes no serán opción. Quizás pueda conseguir dulces sin azúcar después para ti.

—No quiero. —Sunset respondió, tomando su comida. Abrió la bolsa y sacó el envase que contenía su almuerzo.

—Oki doki loki. ¡Provecho!—Pinkie sacó su comida y casi la devoró, comiéndola con una sonrisa. — Oye, ¿por qué no estabas en la cafetería? Pensé que te vería ahí.

—Te dije que no quería comer contigo ni con tus amigas.

—Lo recuerdo, pero pensé que estarías ahí comiendo. Y ahora que lo pienso, no recuerdo haberte visto en la cafetería nunca...

—No me gusta ir a ese basurero. Preferiría comer en el baño antes que ahí. —contestó Sunset con amargura.

—¡Pero si la cafetería es genial! Todos nos reunimos ahí con nuestros amigos para comer y descansar de las clases. ¿Te imaginas una actividad más perfecta en un lugar más perfecto con personas perfectas?—Pinkie exclamó con emoción. — Incluso alguien podría cantar una canción con baile para convencer a alguien de hacer algo sin importancia, como votar por ella como reina del baile.

—Sí, y lo tenía hasta que llegaste a molestarme. —contestó Sunset entre dientes, fastidiada por su emoción e ignorando su último comentario extraño. — Y estás exagerando, como siempre. Ese lugar es un asco. La comida es una porquería y se llena con todos los imbéciles de la escuela. No resisto estar ahí ni cinco minutos.

—Ese no es un pensamiento muy bonito... ¿Por qué piensas así? ¿Pasó algo para que odies tanto la cafetería?

—No hay ninguna razón, no siempre la hay. Simplemente lo odio por lo que es. Ojalá algunas personas comprendieran esas cosas tan básicas. —la miró con los ojos entrecerrados.

—Oh... Supongo que tiene sentido. A mí me gustan mucho los aspersores, y no hay ninguna razón. Quizás porque son divertidos los que se mueven, pero también los que se quedan quietos. ¡Son geniales y no necesitan una razón para serlo!

Sunset rodó los ojos al ver que Pinkie no entendió su indirecta.

—¿A ti qué te gusta, Sunset? ¿Qué te gusta hacer? ¿Comer? ¿Beber?

—Nada. No me gusta nada. —respondió rápido, antes de que siguiera hablando.

—¿Y lo que estás comiendo? ¿Acaso son raviolis? ¿Tú los hiciste?—preguntó Pinkie señalando su comida.

—... Ajá. No me gusta comer cosas compradas, me da asco. Prefiero hacer mi propia comida.

—Entonces te gusta cocinar, ¿no es así? En realidad, ya lo suponía. —la pelirroja la miró con el ceño fruncido. — Cuando hicimos equipo en la clase de repostería, terminaste muy rápido el glaseado y no tuviste problema en hacerlo. Sé reconocer a otra colega repostera cuando la veo.

—No soy ninguna repostera. Simplemente sé preparar comida, algo básico en cada persona. Tienes que hacerlo, te guste o no, para sobrevivir.

—Eso es verdad, aunque cocinar también es divertido. A mi amiga Applejack le relaja hacerlo, y también es muy buena, aunque creo que es mentira porque siempre que cocino con ella se ve estresada. Pero también es genial cuando alguien prepara algo para ti, como mi mamá que me preparó este sándwich. —lo alzó antes de terminarlo con una gran mordida.

Sunset desvió la mirada, fingiendo que lo hizo por asco y no por otra razón.

—Ya sé. La próxima vez te prepararé algo especial. Eso es lo que hacen las amigas.

Ella miró su comida, cerró los ojos por un momento y rió.

—De verdad estás decidida con esta estupidez de ser mi amiga, ¿verdad?—preguntó, logrando confundir a la pelirosa. — Dime, ¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes? ¿Por qué demonios eres la única que no parece tenerme miedo ni odio?

—¿Por qué ahora? Pues es la primera vez que tenemos varias clases juntas. Antes no te conocía.

—¿En serio no habías escuchado de mí?—cuestionó incrédula. En serio debía ser distraída y tonta para no hacerlo.

—A veces soy un poco distraída. No sé por qué no tienes amigos ni por qué no los quieras, pero nadie merece estar sola. Por eso te prometí que sería tu amiga y no descansaré hasta que lo sea. ¡Ese es mi destino!

Sunset se quedó pensando en esas palabras unos segundos.

❝No soy como otras chicas, no voy a rogar por amor. No es algo malo, es sólo que así es como soy.❞

—... Qué estupidez.

—¿Eh?

—Si no tengo amigos es porque no quiero. Creo que ya quedó más que claro que no me agrada nadie de esta escuela. A mí no me importa nadie más que yo misma. Y no necesito ni he pedido la lástima de nadie, mucho menos de alguien tan molesta como tú.

Aquella respuesta hizo que la pelirosa abriera los ojos con sorpresa.

—... Yo no te tengo lástima.

—Deberías tenerme miedo como todos los demás. Yo no soy una buena persona como tú.

—¡No es cierto! No tengo ninguna razón para tenerte miedo, y sé que eres una buena persona, Sunset Shimmer. Yo realmente quiero ser tu amiga.

—Pero yo no quiero ser tu amiga. —sentenció.

En ese momento, la pelota del equipo de fútbol que estaba jugando cayó cerca de ellas. Los chicos gritaron para que la devolvieran, pero al ver quién estaba ahí, se callaron de inmediato.

Sunset dejó su almuerzo de lado y se levantó de la banca. Con una sola pisada, desinfló la pelota. Pinkie la miró con horror, mientras la pelirroja volteaba a verla. Al notar su reacción, Sunset sonrió.

—Dime, ¿quieres seguir siendo mi amiga ahora?

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