Capítulo 8


POV RACHEL

Inhala y exhala. Vamos Rachel, has hecho esto antes. Tu puedes mentirle una vez más a tu hermana. 

—Marley, no por ser mi cumpleaños dejarán que falte al restaurante por la tarde.
Marley asintió un poco triste, al parecer tenía algo planeado para nosotras durante el día.
—Pero podemos hacer un picnic en central park. 

—Esta bien —Se levantó de su lugar y caminó hacia la habitación. —estaré lista en 10 minutos. 

La caminata a central park fue la típica de siempre: algunos intentos de conversar acerca de la escuela, a lo que siempre ella contestaba con un "todo va bien."  

—Deberían pensar más en ustedes en ese restaurante. —Se quejó nuevamente Marley. —¿creen que no tienen familia que quieren verlos descansar un día de sus vidas?  

—Marley —Comencé a decir cuando a lo lejos pude distinguir a una persona, la cual no esperaba encontrar por aquí: el oficial Hudson. Solo que en este encuentro había algo distinto, el no usaba su típico uniforme y no se veía que consigo trajera un poco de arrogancia ya que tenía la mirada perdida en algún lugar del parque. —¿Por qué no vas y compras unos hot dogs para que podamos comer? 

Ella asintió y yo me dispuse a caminar hacia él. No es que quisiera iniciar algún lazo, simplemente creía que necesitaba a alguien.  

—Hola —Saludé cortésmente y esperé a que él volteara. No lo hizo. —Soy Rachel Berry.  

—Distinguí tu voz, Berry. Es sólo que no entiendo porque estás hablándome.  

—Sentí curiosidad de verte más de cerca sin tu uniforme. —No me contestó nada. —y también creí que necesitabas un amigo. 

—No neces... 

—Está bien, no más excusas y dime que sucede.  

—No aceptas un no por respuesta, ¿verdad? —Negué. —bueno, es solamente trabajo acumulado y muchas... cosas que me recuerdan mi pasado. 

—Mira, nada puede hacerte menos de lo que eres ahora. Me imagino que te has esforzado mucho para ello y nada debe hacerte sentir mal.
Sonreí y él hizo lo mismo. Había algo en mi interior que quería tomar todas mis fuerzas y abrazarlo. Pero no lo hice. 

POV FINN  

Nada cambiaba nada. Aunque mi interior estuviera gritando de alegría por el hecho de haber sido escuchado por ella solamente era una sospechosa más en la lista y nada podía hacer para ayudarla.  

—¿No intentas obtener algo con hablarme? —Le pregunté fríamente logrando ofenderla.  

—¿El ser amable es para que pienses que necesito algo de ti?  

—Nadie es amable porque sí. Menos tú, siendo una mesera en un bar y mintiéndole a tu hermana pequeña.  

Rachel tomó una bocanada de aire y miró hacia abajo. Fue hasta ese momento en el que supe que lo había arruinado.  

—Perdón Rachel —Comencé a decir cuando su pequeña hermana apareció sosteniendo dos hot dogs entre sus manos, su mirada mostraba un poco de confusión porque al parecer, llevaba tiempo esperando por su hermana mayor. Ya no pude decirle más porque ella rápidamente pasó sus dedos por sus ojos. —Por favor, déjame hablarte un minuto más.  

—Adiós oficial, espero su caso se resuelva muy pronto. 

POV KURT  

Un día más, otra noche que debía gastar trabajando en el bar. Llevaba poco más de un año sirviendo licores así que la rutina ya no me resultaba tediosa pues todos los días era lo mismo —hombres vomitando por doquier, babeando como estúpidos por unas cuantas bailarinas, peleas entre ebrios y uno que otro caía inconsciente por demasiado alcohol pero siempre todos y cada uno de ellos pedía una ronda más— pero no podía quejarme, era mi única fuente de ingresos para subsistir hasta poder cumplir mi sueño de terminar en Broadway. Única razón por la que decidí venir a Nueva York.  

Los únicos momentos en que realmente disfrutaba mi trabajo eran las veces que podía divisar a Blaine Anderson en el lugar sin importar que generalmente se refiera a mi de una manera, poco grosera al llamarme marica. No sentía ningún pudor o vergüenza de serlo pero eso no evita el sentir una punzada en mi pecho cada vez que me llama así con su tono de asco y repulsión porque después de todo, eso es lo que soy y siempre seré para el.  

—Kurt, una ronda de Whisky seco para la mesa cinco —Didac, un chico hispano me sacó de mis pensamientos. No lo conocía mucho, pero era un chico bastante agradable además de tener un nombre curioso. Sus padres a pesar de ser españoles habían decidido nombrarlo en catalán cosa que el aprendió a conllevar además de las burlas en el instituto. 

—En un momento salen. Noche pesada, ¿no? —Empecé a sacar conversación mientras servía el pedido. —El lugar esta repleto. 

—Y que lo digas, es como si la oleada de pervertidos ebrios no fuera a acabar. —Se quejó el sacándome una sonrisa, hablar con él siempre me había resultado agradable.  

—Al menos nos pagan por cada copa servida y entregada... Aunque viendo lo que tenemos que lidiar merecemos mucho más —Comencé a razonar un poco convencido. —como si fuéramos igualmente encargados de seguridad. 

—Hablando de seguridad, ¿algo nuevo con Anderson? —Señaló al chico de los bellos ojos color miel y sus rulos perfectamente elaborados.  

—Nada que valga la pena mencionar o simplemente algo que sea nuevo. —Respondí desanimado. 

—No te desanimes Kurt, si él en verdad no puede ver lo grandioso que eres alguien más lo hará. —Acarició mi hombro en modo de reconfortarme. 

—Hummel, Didac. Déjense de mariconadas. —Nos gritó Blaine para luego dirigir su fría mirada hacia mi. —Y tu ve a sacar la basura.  

Finalmente decidió irse, lo seguí con la vista hasta que se perdió entre la multitud. Me retiré el delantal para luego ir a lo que se me ordenó, pero Didac me detuvo sosteniendo mi mano. 

—No te preocupes, tu quédate a entregar el pedido a la mesa cinco. —Me dedicó una noble sonrisa mientras se llevaba la pestilente bolsa de basura. 

Al mismo instante en que se fue caminé hasta la mesa 5 a culminar con la entrega del pedido para luego volver a mi área de trabajo. Puesto las horas iban pasando más y más clientes me mantenían ocupado y aún no había señal de Didac. Cuando finalmente me vi liberado, fui en su busca.  

—¡Kurt! ¿A dónde vas? —Yusia llegó a mi tan rápido como me di vuelta para encontrarme con su baja estatura.  

—Iba a buscar a Didac, ¿lo has visto? 

—Salió hace unas horas por la parte de atrás. ¿Acaso ya has superado al chico de risos? —Insinuó ella coquetamente. 

—No, es solo que iría a botar la basura y no ha regresado, me preocupa un poco. Tengo un mal presentimiento.  

—Bien, te acompaño. No hay mucho que hacer, supongo las bailarinas ya sabrán vestirse solas. —Se encogió de hombros y nos dirigimos en nuestra búsqueda. 

Una vez llegamos a donde se suponía Didac de haber regresado hace mucho solo nos pudimos encontrar con la bolsa de basura rasgada y sus desechos esparcidos en el suelo. Aunque desconcertante había algo que capturaba nuestra atención completamente: un rastro de sangre que se dirigía al contenedor.  

—Dios —Suspiró Yusia por lo bajo. —Kurt, vamos, hay que avisarle a la policía. —La ignoré, seguí acercándome paso a paso hacia el contenedor siguiendo la sangre temiendo lo peor.  

Finalmente estaba frente a él, solo faltaba el mirar en su interior. Con los nervios de punta y las lágrimas fluyendo libremente por mi rostro asomé la mirada en el contenido de este, mi temor había sido confirmado. Allí estaba el con sus ojos completamente abierto y su rostro cubierto de su sangre al igual que sus prendas, no podía seguir viendo, no lo soportaba. Me aparté violentamente del contenedor cayendo directamente al suelo haciéndome un ovillo.
La policía no tardó en llegar junto a los curiosos que deseaban saciar su vista con las desgracias ajenas. Allí estaba el Oficial Evans con el ceño fruncido mientras ordenaba a los "espectadores" retroceder. Yusia había sido apartada de mi cuando me negué a dar mi declaración, no es que no quisiera sino que no me sentía cómodo con ello. Antes de que retirarán a Didac —o lo que fue de él— me alejé del lugar.  

—¡Hummel! ¡Espera! —No era un oficial, sabía perfectamente a quien le pertenecía esa voz. Voltee lentamente hasta encontrarme con su mirada. —Yo me enteré de lo sucedido, en verdad lo siento. Eran buenos amigos, ¿verdad?.  

—Pude ser yo... —Dije en voz baja. —Pude haber sido yo, él solo quería ayudar, debí ser yo. —Sin decir más la poca fortaleza que mantenía se desplomó, más que dolor sentía culpa, remordimiento de ser la causa de su muerte.  

—Kurt, n-no fue... —No pudo decir más, simplemente me acogió en sus brazos. Se encontraba rígido, podía sentir que se encontraba sorprendido —aún más que yo— por su repentino gesto. Simplemente correspondí y me aferré a el hundiendo mi rostro en su pecho, lo necesitaba.
Tan repentino como se inició se deshizo del abrazo, no esperaba menos. Pero no hubo nada más: no me insultó, no me agredió; simplemente se mantuvo en silencio con su mirada fija en mi. Parecía a punto de decir algo, esperaba una burla o asco, pero simplemente se despidió.
—Que descanses... Kurt. —Y después se alejó.


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