Capítulo 33

#NOBREATHINGDAY

*Narrado en tercera persona*

Sam Evans no era una presa fácil de atrapar para Kitty Wilde y mucho menos ahora que Quinn Fabray había dejado su mísero corazón tan vacío que la sangre ni fluía a su miembro por las incontables veces que la rubia intento seducirlo. Sin embargo, ese ya no era el mayor de sus problemas que le quitaban el sueño.

Flashback

Desde que no podía sacar al rubio de su cabeza, no dejaban de lloverle sermones y advertencias, aunque a veces parecían más amenazas; amenazas que tomaba como juego. Kitty sabía con exactitud que la necesitaba y que nada podía hacer en su contra, mucho menos cuando cumple cada uno de sus caprichos. En ellos estaba la discreta cita que se había programado para hoy en la habitación más privada del lugar, la cual a estas horas de la noche no sería de mucha ayuda pues todos los presentes seguían manteniendo sus cinco sentidos y el dinero en sus bolsillos.

Pero en Kitty los deseos de su mente eran más que los de trabajo, pues se trataba de su amor imposible; un amor que nunca pensó que le llegaría a pasar, sobre todo porque no eran del todo lujuriosos, al parecer todo el rechazo le había hecho sentir un flechazo más profundo hacía él.

Pero los deseos de la mente eran aún más intensos cuando tanto se hacía esperar, Sam Evans ocupaba la mayor parte de sus pensamientos y no precisamente eran pulcros pero tampoco los consideraba sucios, simplemente era una oleada de placer prohibido representado en toda su sensualidad. Sin resistirlo más, llevó su tacto hacia su zona baja aprovechando la ausencia de ropa interior que acostumbraba.

―Manos a lo que es necesario, Wilde. ―Su voz la sobresaltó e hizo que rápidamente quitara sus manos de su cuerpo, la puerta se cerró detrás de sí y le transmitió una decepción en la mirada.

―Después de lo que me niegas no es mucho pedir un poco de auto satisfacción. ―Se defiendió reincorporándose para luego alisar sus prendas con las manos. ―Los ebrios junto a sus movimientos torpes no son de mi agrado.

―Tu trabajo no es ser una puta exigente y eso lo he dejado claro en este tiempo, Evans no nos conviene en estos momentos

―¿Y que más quieres que haga? Me limito a hacer nada porque es lo que me pides. ―Bufó, su enfado desde luego se notaba con cada palabra y en su interior se sentía indignada, nunca había sido de las chicas que aceptaba ordenes de otras personas y ahora le estaban quitando su objetivo.

―No se diga más, mientras tu jugabas a la ramera provocadora a mí se me ocurrió deshacernos de un dolor menos en el culo. ―Caminó hacia su lado para posicinarse junto a la rubia con un aura de maldad en sus ojos. ―Puckerman no ha servido en lo absoluto contra Hummel así que... ¿por qué no atar igualmente los cabos sueltos?

―¿Cabos sueltos? ―Hasta donde tenía entendido, no había mucos intereses en sus actos aunque no los entendía del todo y mucho menos las razones de ellos.

―Solo necesito que te encargues de una cosa.

―Te estabas tardando con eso, dime quien. ―Dijo con voz segura, obviamente fingiendo la impaciencia en su cuerpo.

―Rachel Berry.

―Fin del flashback

Se sentía nerviosa; nerviosa porque nunca pensó que enredarse con el enemigo de todos aquí la haría cometer un crimen; un crimen que si era descubierto podía pasar el resto de su vida en una prisión de esas que se ven en la televisión y que a pesar de lo que podría aprender estando ahí no quería ni descubrirlo. Pero era eso o su propia muerte.

Estaba decidida a actuar, aun le faltaban muchas cosas por vivir y una de ellas era Sam; aún no se había dado por vencida con él, menos cuando la autorización para seguir tras él la tendría al cumplir esto. Acarició el arma con sus dedos sudorosos y la puso debajo de su blusa entre la falda y su cuerpo y colocó un abrigo para que nada brumoso pudiera verse.

El bar estaba a punto de cerrar, lo que significaba que la gente y algunos trabajadores se habían ido a casa. O eso pensó hasta tener a la morena frente a sus ojos, pero no solo a ella: Finn Hudson estaba a su lado, parecía que habían pasado días sin verse pues sus labios no se despegaban ni un segundo para tomar aire.

La rubia frunció el ceño y se aclaró la garganta.

―Perdona, creíamos que el bar estaba solo.

Se excusó Finn con una sonrisa tímida, aunque en su interior estaba feliz de que los hubieran descubierto. Estaba cansado de fingir.

―Aunque eso no es excusa para que intenten tener acción aquí, oficial. Creí que estar con una ex sospechosa iba en contra de sus reglas.

―Cierra la boca, Kitty.

Al escuchar la voz de Rachel, Kitty se dio cuenta que estaba acabada. No podía llevar a cabo su plan de matarla con Finn cerca de ellas por dos razones: él podría atravesarse y matar a un sexy oficial no estaba en sus planes y la otra era que si lograba tirarle iría directo a la cárcel.

―¡Diablos hobbit! ―Gritó, Finn y Rachel la miraron confundidos. No entendían la razón por la que ella había dicho esas palabras, pero no la interrumpieron. ―¿por qué tienes la costumbre de arruinarlo todo? ¡Yo tenía un plan y tú lo has arruinado!

―¿Arruinar tú qué? ¡Ni siquiera nos hablamos! ¿Cómo te puede pasar por la cabeza que yo me he puesto en el medio de alguno de tus planes? ―La morena le gritó, no sabía con qué tipo de juego se estaba topando. Uno en el que Finn tampoco podía interponerse. ―Haz lo que tengas que hacer y déjame en paz.

―¿Eso es lo que quieres?

Su mirada era desafiante y Rachel no sabía que tramaba, no hasta el momento en que Kitty dejó de jugar con su abrigo y sacó de un solo movimiento el arma cargada. Ambos palidecieron, en espacial Rachel, quien jamás había sido amenazada con una.

―Baja eso, Kitty. ―Dijo Finn en tono grave aunque relajado, creo que no quería ponerle más tensión a la situación. La rubia negó, una sonrisa burlona se extendió en sus labios. ―¡Te he dicho que la bajes!

―Oficial, no grite por favor. Este asunto es entre ella y yo.

Como escudo, Finn se puso delante de Rachel aunque ella siguiera apretando su brazo de una manera muy dura.

―¡Ese no es mi plan! ¡Maldición! ¿No puede separarse un segundo de ella? ―Gritó nerviosa, estaba a nada de presionar el gatillo y él se había puesto en su camino.

―Baja el arma, no me obligues a sacar la mía.

Finn tomó su silencio como otro acto más de rebeldía y con rapidez sacó el arma que guardaba en su bolsillo. La apuntó con nerviosismo y Kitty suspiró, desde lejos se podía notar su nerviosismo.

―Kitty, por favor. ―Suplicó Rachel con la voz entrecortada, esta situación no le parecía para nada bonita.

Lo que pareció ser una eternidad después, Kitty bajó el arma. Pero en su mirada seguía el miedo; un miedo que ninguno de los dos era capaz de entender, ¿tendría miedo de disparar o de haber ocasionado todo eso frente a un oficial?

―¿Saben lo que ocasionan? ―Habló con voz baja y Finn la miró confundida. ―Ocasionan mi muerte. La persona que me ha mandado a hacer esto me matará, ¿quién tendrá la culpa? ¡Ustedes!

Rachel se tornó pálida y se aferró más al brazo de Finn quien seguía sosteniendo el arma entre sus manos.

―No les importa eso, ¿verdad? ―Rio sarcásticamente. ―Ustedes se tienen el uno al otro, yo no tengo a nadie.

―Kitty, no sigas por favor y sólo dinos tu punto.

La rubia sonrió pero una lágrima salió de sus ojos y resbaló por sus mejillas. La pareja no entendía porque lloraba y tampoco que seguía, solo vieron el arma de nuevo ser levantada por sus manos y apuntar directamente a su propia cabeza.

―¡Baja el arma! ―Gritaron los dos en unísono. Rachel dio un paso al frente pero fue detenida por Finn, no necesitaba que eso se volviera más complicado de lo que ya era. Las lágrimas no tardaron en salir, las dos chicas no podían controlar el llanto aunque el dedo de la rubia estaba a nada de ejercer peso al gatillo.

―Prefiero suicidarme a ser asesinada por alguien más. ―Las lágrimas no dejaban su rostro. ―Tienen al equivocado en prisión. Siempre lo han tenido.

No hubo una palabra más, solo acción. Finn Hudson trató de salvar a la pequeña Kitty y sólo logró que ella presionara el gatillo.

―¡No! ―Gritó Rachel desesperaba, pudiera ser que Kitty no le agradara pero eso no merecería la muerte. 

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