Capítulo 31

#NOBREATHINGDAY

POV FINN

El no tener que ir al bar por las noches era un gran alivio, aunque eso implicaba pasar las horas en la comisaría en completo aburrimiento. Cuando teníamos la investigación, al menos podíamos decir que nos gustaba nuestro trabajo ¿pero ahora? Bebemos café 4 veces al día, leemos el periódico incontable de veces y escuchamos la radio para informarnos de asuntos que no me corresponden más.

Al haber estado a cargo de ese caso, me habían ascendido a un puesto superior del cual no me podía quejar pero se desarrollaba en medio de aburrimiento por el escaso número de investigaciones que había de hoy en día.

—Hudson. —Me llamó una voz a mi espalda y al girarme en la silla pude ver su rostro: se trataba de Figgins, quien con una vestimenta poco formal se presentaba en la oficina cuando nunca había sido llamado. —Te he estado buscando toda la mañana, no sabía que te habían cambiado de oficina.

—Schuester me ha ascendido, señor.

—Pues con tu trabajo en el bar hubiera sido para menos, hiciste un extraordinario trabajo y sacrificaste mucho por estar ahí.

—No fui el único en ese caso, así que no puedo llevarme todo el crédito. —Respondí sin modestia alguna, en realidad no entendía el porqué de sus palabras. —¿sacrificio? ¿A qué se refiere?

—He visto tu actitud hacia esa chica en el bar la noche que tuve el gusto de conocerte, y a lo que note... Sé que mantienes una relación con ella. —Me quedé helado, no creí que fuera tan obvio. —No me malinterpretes, realmente no tengo nada en contra de ello, pero nunca creí que tú, siendo un oficial que espera llegar a mucho más en este trabajo esté involucrada con una chica que no tiene futuro alguno que no sea el repartir copas y noches de placer por todo el bar.

Tragué saliva intentando controlar el enojo que se estaba formando en mí, entendía sus palabras y tengo que admitir que yo al principio lo pensaba así, más aquel primer día que hablé con Rachel. Pero ahora las cosas eran muy distintas y no estaba en mis pensamientos el permitir que alguien le faltara el respeto. A parte, me recordaba a mi madre... Ella había hecho lo mismo que Rachel para sacarme adelante en la vida.

—Si no le molesta que lo interrumpa, no me gusta que hable de esa forma de ella. Si eso es lo que ha venido a decirle le pido que deje mi oficina.

—Te pido una disculpa, Hudson —Dijo con su voz un poco divertida. —es sólo que yo entiendo lo que estás viviendo. Aunque no lo parezca, yo también estaba enamorado de una chica que era lo mismo que tu novia.

Lo miré confundido, no esperaba que me contara acerca de su vida pasada y mucho menos estaba dispuesto a escucharlo. Aunque sabía que pedirle que se retirara sería grosero, así que antes que yo pudiera decir algo él siguió diciendo:

—Las chicas como ella solo buscan dinero, estabilidad económica ¿no lo habías pensado de esa manera? ¿Crees que hay otra razón por la que estén con nosotros? —Su pasado parecía causarle un poco de tristeza en su voz, ya que con cada pregunta hacía una entonación diferente. —Por ahora puedes decir que todo es color de rosa al estar con ella, al sentirte enamorado, al besarla... Al todo. Pero nunca dura pasa siempre y cuando acaba te das cuenta que fue por algo tonto, y la realidad es... Que te dejan porque ya has hecho todo lo que ella esperaba que hicieras.

Escuché a la perfección cada una de sus palabras, las pensé por un momento y llegué a la conclusión de que yo no estaba de acuerdo con ellas. No por qué él la hubiera pasado mal cuando estaba enamorado de una chica significaba que todo mundo pasaría lo mismo, no pude hacer más que sentir lastima por él pues después de todo, no parecía ser tan mal sujeto.

—Gracias por la historia, pero siento decirle que yo no estoy de acuerdo con ello. —Me miró boquiabierto pero no le permití interrumpirme. —Quiero a Rachel y sé que ella también a mí, ¿así que qué más da lo que pase? La relación es nuestra y de nadie más.

Figgins guardó silencio pero en su cara se notaba cierta felicidad, no sabía si estaba fingiendo para convertirse en alguien sarcástico pero no quitaría mis palabras.

—Bueno, tengo que decir que te subestimé Hudson. —Me tendió la mano en forma de despedida y la estreché. —Tu me recuerdas mucho a mí cuando era joven, no me decepciones.

Salió de mi oficina dejándome con más duda que nunca en mi vida, ¿acaso a él también le advirtieron de la misma forma en que él lo acaba de hacer? ¿Hizo lo contrario a mí?

No lo sabía pero estaba seguro que en algún momento la verdad saldría a la luz.

POV RACHEL

Finalmente se podría decir que el bar había vuelto a la normalidad: no más muertes, no más temores, no más riesgos, no más posibilidades de perder mi empleo pero solo había una cosa que no me satisfacía... menos tiempo con Finn. El bar estaba en su máxima capacidad de clientes y me mantenía ocupada en la noche y agotada la mañana siguiente, en cuanto a Finn su trabajo de oficina lo mantenía preso en la estación casi todo el día entero. Tras terminar la primera ronda de pedidos me senté agotada en una de las sillas de la barra del bar junto a Yusia quien al parecer había aceptado suplir a Kurt temporalmente.

—Mi existencia no podrá mantenerse por mucho tiempo si esto sigue así. ―Bramó Yusia recostándose en el bar. ―¿Es muy crudo decir que extraño un poco el vacío por los asesinatos?

―Solo un poco, a estas alturas es difícil de decir ―Repetí su gesto. ―Al menos podía tener a Finn más cerca.

― ¿Finn? En tu lugar yo querría tener una cama más cerca ―De repente se incorporó con una sonrisa aterradoramente amplia y un par de ojos pervertidos. ―Aunque... creo que esa combinación entre Finn y una cama ya se hizo.

― ¡Yusia! ―El calor se acumulaba rápidamente en mis mejillas junto a los recuerdos de su tacto en mi mente, cada movimiento y sensación acumulándose lentamente haciéndome arder a fuego lento a lo que Yusia disfrutaba presenciar.

― ¡Lo sabía! ―Gritó golpeando la barra llamando la atención de los que estaban alrededor. ―vuelvan a sus asuntos señores. ―Y volvió su pervertida mirada hacia mí. ―Y tu cuenta cada sucio detalle.

―Berry ―Una voz en los parlantes nos detuvo de inmediato: Artie. ―A mi despacho, enseguida.

¿Por qué yo? No se me ocurría ningún motivo por el cual él quisiera hablar conmigo, Yusia parecía igual de desconcertada que yo, cualquiera que fuera llamado al despacho de Artie no era especialmente para felicitaciones, generalmente eran despidos y en mi caso no era especialmente algo que necesitara conseguir.

―Será mejor que no lo hagas esperar, a lo mejor no es nada malo. ―Ambas sabemos que lo es Yusia, pensé pero simplemente asentí ligeramente.

La entrada a su despacho ahora parecía la misma entrada al infierno, mis manos temblaban del nerviosismo y no lograba reunir el valor necesario para siquiera golpear la puerta pero era lo mejor para acabar rápidamente y descubrir de que se trataba. Un golpe, dos golpes, tres golpes y finalmente una seca autorización para ingresar. Cuando abrí la puerta mis piernas perdían fortaleza con cada paso y un sudor frío empezaba a bajar de mí.

―Por favor tome asiento ―Su voz era rígida y seca como si de una lija contra mí se tratara. ―No sé por qué está sorprendida de encontrarse aquí puesto que usted misma se ha puesto en esta situación ¿algo que decir señorita Berry?

¿Algo que yo hice? Por más que le diera vueltas al asunto no le encontraba sentido, lo único que había hecho estaba relacionado con... Finn, ¡eso era! Había afectado mi horario laboral con cada una de nuestras charlas, ¿pero cómo se ha enterado?

―Veo que ya lo ha deducido ¿verdad? ―Preguntó con cautela para luego conducir su silla de ruedas hacia mi lado. ―Los horarios son algo que no pueden afectarse, cada descanso fuera de lugar es un billete más que se escapa del bolsillo y no solo precisamente del mío.

―Lo lamento Señor Abrams, le aseguro no volverá a suceder. ―No sabía que decir al final de cuentas tenía razón, ha sido uno de mis descuidos.

―Oh no, claro que no volverá a suceder ¿Sabe por qué?

―Señor Abrams por favor no me despida, usted sabe muy bien mi estado. ―Las lágrimas se estaban empezando a acumular hasta finalmente descender contra mi voluntad, si perdía mi empleo no tardaría mucho en que Marley se viera afectada. ―No volveré a traer problemas, lo juro.

―Aunque debo admitir que despedirla es una tentación bastante fuerte no es lo que estaba pensando. ―El aire volvió a mis pulmones empezando a tranquilizarme, ilusa. ―pero da en su lugar un castigo, ya que no puedo darme el lujo de perder a uno más de mis empleados no me queda de otra que doblar sus funciones. De hoy en adelante no solo contribuirá en sus tareas comunes sino que deberá contribuir con el cuerpo de aseo antes y después de cada jornada sin pago extra.

Mierda, si ya estaba agotada tras todo lo que conllevaba estos días una jornada más no iba a ayudarme en nada aunque al menos conservaría mi vital pero mísera paga.

―Muchas gracias señor, no se arrepentirá de permitirme seguir aquí.

―Eso es algo de lo que ya me estoy arrepintiendo Berry, aunque ya no creo que el Oficial Hudson pueda ayudarla más pero pensándolo bien él es el motivo actual de sus desgracias. ―Desgraciado, eso había sido un golpe bajo

―Eso corresponde a mi vida privada señor ―Debía tragarme mi coraje, podía meterse conmigo y hacer lo que correspondiera pero el involucrar el nombre de Finn no era algo que debía permitir pero una paso en falso y perdería mi empleo, estaba entre la espada y la pared.

―Su vida privada debería ser eso: privada, pero ha afectado el sitio laboral y es ahí donde entro yo señorita Berry. ―Para estar en una silla de rueda sabia como desconcertarme y arrebatarme mis palabras. ―Nada bueno resultara de su relación con el oficial, recuerde quien es usted, solo una zorra más en este lugar. No será más ni menos.

Sus palabras me estaban matando, no quería seguir escuchando todo su parlamento. Me armé de completo valor, levanté mi mano con suma rapidez y la golpee directamente en su mejilla, pero las cosas no se quedarían así. Su mirada reflejaba odio; un odio que me estaba asustando y no era para menos que con toda y su discapacidad el golpe que él me regresara sería el doble de fuerte.

― ¡Maldita zorra! ¡lárguese de mi despacho antes de que reajuste mi decisión y arroje su culo directo a la calle! ¡Y ni una palabra o de lo contrario las consecuencias serán mayores! ―Entré en y pánico me apresure a salir rápidamente del lugar mientras tragaba mi orgullo, corrí sin darme cuenta con quien chocaba y me dirigí al único sitio en que nadie me vería llorar: la terraza.

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