Capítulo 26

#NOBREATHINGDAY

*Narrado en tercera persona*

La noche de tranquilidad se notaba en el bar y con la presencia de los dos nuevos empleados las cosas estaban tensas. Por una parte, Puckerman hacía de las suyas en el bar tomando más de lo que le correspondía por noche de bebida y, aunque se le intentara detener, nunca se lograba el objetivo mientras que la linda rubia Kitty movía su sensual cuerpo hacia los clientes llevando y trayendo todo lo que ellos le pedían. No era de extrañarse que esa noche ella fuera el centro de atención, pues con tan solo 17 años de edad había ingresado por gusto y no por necesidad, ya que sus padres eran completamente millonarios.

—Veo que esto es lo tuyo. —Le dijo una voz a la espalda de la rubia, ella asintió tiernamente y con la mirada al frente dijo:

—Soy la reina de la escuela, ¿por qué no serlo aquí también?

—Tu actitud me agrada, ¿quieres acompañarme a mi oficina?

Kitty asintió y dejó la charola que traía en manos para seguir sus pasos a la habitación, que sin duda alguna, no era conocida por alguien del bar. Le ofreció asiento y rápidamente la rubia aceptó, toda la situación le parecía extraña pero no sentía nada de miedo, al contrario... Sentía curiosidad, una curiosidad que no sería satisfecha si no se quedaba a escuchar todo lo que tenía que decirle.

—Como sabrás, esté bar ha sufrido varios asesinatos y están buscando el culpable. No podemos dejar que eso nos afecte más en nuestra reputación...

—¿Y crees que yo seré de mucha ayuda en eso?

—Eso está por verse, pero antes debo contarte algunas cosas.

—No pienses que soy tonta, sé con exactitud que has sido la persona culpable de todos los asesinatos de este horrible bar. —La rubia sonrió con humos de grandeza y la persona de la habitación no pudo hacer más que soltar una risa. —lo que realmente no me queda claro es... ¿por qué con los tuyos?

Kitty era más lista de lo que esperaba, pues su belleza parecía que era una persona hueca y sin cerebro. Sin embargo, la subestimó.

—Con el tiempo lo aprenderás.

—¿Perdón? ¿Aprender? —Preguntó un tanto confundida la ojiverde.

—A partir de este momento, eres una más en mi juego y no terminará hasta que yo lo decida.

Kitty rodó sus ojos por toda la habitación y pensó que tal vez era una grandiosa oportunidad para hacer de su maldad más activa y así no tendría nada que perder, pues salir de allí sin aceptar podría significar ser la siguiente. Por ello y con voz segura dijo:

—¿Cuál es el plan?

POV KURT

No habían pasado más de dos horas desde la integración de los nuevos miembros del club y mi nuevo compañero no había hecho más que causarme dolores de cabeza frecuentemente. El bar estaba a tope de clientes y como aun así como único encargado de la barra estaba yo y un intento de ser humano a un lado aprovechándose de mi paciencia para no ir a reportarlo ante Artie.

—¡Por última vez Puckerman! ¡Los tragos son para los clientes, no para ti! —Grité exasperado una vez más para obtener la misma respuesta:

—¿O qué? ¿La princesa del orgullo gay irá a dar quejas diplomáticas en mi contra? —El y su tono de ebrio despreocupado ya me había sacado de quicio, la ira ya se había nublado mi mente y solo quedaba el actuar.

—¡Sí! ¡Y no solo eso, también puedo ser la causa de tu despido en tu primer día de trabajo! —Me posicione cara a cara con él a lo que reacciono con un empujón que me dejo en el piso.

—No acerques tu afeminada cara de nuevo, ¿me entiendes? —Me levantó del suelo tomándome del cuello de la camisa con furia en su mirada pero al instante pude divisar un puño estrellándose en su rostro dejándolo en el suelo mientras se sobaba el rostro con una mano. Era Blaine quien había llegado en mi ayuda. No sabía en qué momento había llegado ni mucho menos en que momento la multitud había posado su atención hacia nuestra pequeña escena.

El rostro de Blaine estaba inundado por una furia que nunca había visto en el durante todo el tiempo que llevaba trabajando en el bar, su respiración era tan agitada como la mía. La expresión de ira había desaparecido por completo cuando se giró hacia mí y tomo un aire de preocupación.

—¿Estas bien? —Sus manos recorrían cada centímetro de mi rostro buscando algún rasguño o herida que nunca habían pasado.

—No te preocupes por mí, lo único que hizo fue estropear un poco mi atuendo. —Lo calme un poco mientras retiraba sus manos de mi rostro uniéndolas con las mías. —Pero el hombre no ha parado de acabar con las reservas de alcohol del bar en una sola noche además de ser un incesante dolor de cabeza todo el tiempo que ha estado "laborando". Una plática con Artie le iría bien.

—Pero si llego el príncipe a proteger a su damisela en apuros —Emitió una risa sarcástica mientras poco a poco se reincorporaba en un intento de no tambalearse por la cantidad de alcohol que había consumido. —¿Quién da y quien recibe? Dudo mucho que seas el activo Hummel, ¿no han pensado en cuantas mujeres hay en el mundo para que ustedes desperdicien sus pollas entre ustedes? Deberían sentir vergüenza.

Esperaba el momento para hablar, responder hacia esa estupidez y carencia de sentido proveniente de aquel ebrio pero Blaine fue quien por sorpresa para mí se defendió. Ya había dejado de ocultarse tras su orgullo, ya no bajaba la cabeza esperando a que en algún momento cesaran los comentarios; finalmente había decidido aceptar quien era.

—El único que debería sentir vergüenza eres tú, quien probablemente pierda el empleo en tan poco tiempo. —Sonrió Blaine victorioso mientras con ayuda de otro encargado de seguridad quien había pasado bastante desapercibido lo escoltaran al despacho de Artie.

La multitud empezaba a dispersarse para dar lugar a mi vista a dos mujeres quienes no paraban de sonreír con malicia y picardía al acercarse: Yusia y Rachel. Entre burlas y pláticas sobre mi relación con Blaine mientras atendía a cada cliente que llegaba —quienes también escuchaban atentamente cada detalle— paso gran parte de la noche para dar paso a la hora de irme a casa. Tras despedirme de Blaine con un pequeño beso en los labios como era de costumbre me dispuse a caminar a casa.

Las calles estaban más frías de lo habitual, cada que el viento soplaba con fuerza me estremecía haciéndome apresurar el paso, estaba a unas pocas cuadras cuando el viento finalmente se llevó mi bufanda tirándola a los pies de una silueta que conocía bien.

—Ya no estás tan de suerte princesita, tu noviecito no está aquí para ti. —Por su aspecto podría decirse sin duda alguna que había estado bebiendo aún más, pero lo que me asustaba era el puñal que traía en su mano. —Tengo ganas de jugar un poco.

Mis piernas reaccionaron solas alejándose a toda velocidad pero no fue suficiente, aun ebrio no le tomo mucho tiempo en darme una estocada mientras caíamos al suelo, mis gritos parecían ser inaudibles por la ausencia de alguien que me socorriera.

—Te tratare como la perra que eres Hummel. —Lentamente bajaba el frio filo del puñal sobre mi cuerpo mientras con el sacaba los botones de mi camisa dejando mi pecho al descubierto, repitiendo el mismo acto con mis pantalones hasta despojarme de mis prendas. Mis lágrimas y gritos no cesaban pero aun así obtenían la misma respuesta: Nada. —No te preocupes, no ensuciare mi polla con tu homosexualidad, lo único que dejara mancha será tu sangre. — Finalmente sentí una punzada en mi abdomen seguido de mi cálida sangre abandonando mi cuerpo al mismo tiempo que Puckerman corría lo más lejos posible.


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