◜❝ SOLDADOS ❞◞

•───────CAPÍTULO 1───────•

SOLDADOS.

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En medio de un valle un tanto gris, con terreno escarpado e irregular, se encontraban tres mujeres saiayin, con colas marrones, y armaduras desgastadas y sucias. Había habido una batalla, salía humo de algunas áreas y había una gran cantidad de cuerpos esparcidos.

El valle estaba en un bajo, la pendiente a la salida del terreno subía hasta llegar a un suelo más llano.

Las mujeres descansaron, reposando en medio del valle, alrededor de unas rocas.

—Esta fue una pelea un poco aburrida, ¿verdad?

—Todo es aburrido para ti, Sharotto, dime, ¿cómo sería una pelea no aburrida?

—Gine, no hagas preguntas tontas —le reprochó Sharotto, que estaba sentada en una roca—. Es obvio que una buena pelea sería aquella en la que no nos vigilaran.

—Creo que tienes razón —respondió Gine y bajó un tanto la mirada.

Las mujeres se levantaron y examinaron el lugar por completo, no sabían si había alguien vivo. Siempre les gustó robar planetas y atacar pueblos, aunque siempre estaban vigiladas por sus superiores. Siempre tenían que hacer todo al pie de la letra, y como eran casi soldados de élite tenían que mantenerse al margen de las órdenes dictadas.

—Oigan, Gine, Sharotto, miren ahí. Parece que alguien intenta escapar —mencionó Fasha, la menor.

Las mujeres atendieron al llamado de Fasha; miraron en la dirección que señalaba su compañera, a lo lejos lograron distinguir dos figuras que parecían huir. Las saiyajin volaron detrás de las figuras para alcanzarlas, y cuando la distancia se hizo nula, Gine aterrizó en el suelo.

La pareja se asustó al verse rodeada. Gine acabó con ellos a sangre fría y arrojó sus cuerpos al suelo de color pálido y rocoso.

—¡Gine! —gritó una voz masculina.

La aludida se volvió y se encontró con el rostro jovial del príncipe de su raza, Vegeta.

—¿Ya has matado...?

—Sí.

Sharotto miró al suelo, hizo un gesto con la mano para que se fueran. Debían volver a su planeta y tener una audiencia con su rey.

Las tres se unieron al príncipe, eran asaltantes que se dedicaban a saquear y asesinar en recintos ajenos a su planeta. El príncipe estaba custodiado por ellas y era entrenado para matar al mismo tiempo, aunque por supuesto las mujeres siempre terminaban haciendo todo el trabajo sin la intervención del joven príncipe.

Gine y sus acompañantes caminaron hacia una nave que quedaba a la salida del valle. Ya habían terminado su trabajo en ese sitio. El muchacho esperaba por ellas en la entrada de la nave.

—Tengo hambre —se quejó Fasha.

—Igualmente, espero que en el reino nos den algo de comer. —Añadió Gine.

En el reino de los sayajin, los reyes eran muy impolíticos. Los soldados rasos casi siempre recibían malos tratos; a excepción de aquellos en los que confiaba el rey Vegeta, quien trataba a sus soldados de confianza como hijos.

Las sayajin se apresuraron a subir a la nave al ver como el príncipe se acercaba, lo esperaron y con mucho respeto lo acercaron a su silla. Allí tomaron vuelo hacia el planeta Vegeta.

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Con cuidado colocó la bolsa sobre la mesa larga y rectangular que tenía en frente, el rey alzó la vista y la observó desde su silla alta. La muchacha ordenó todo en su lugar y luego hizo una genuflexión ante su rey en forma de respeto.

—Majestad, esto es lo que les robamos a esos habitantes —susurró ella, casi inaudible ante los oídos del rey.

—¡Soldado Gine!,  necesito que hables en voz alta... ¿puedes hacer eso? —inquirió el rey con la voz tosca y áspera.

Gine, un tanto nerviosa asintió.

—Esto es lo que les quitamos a esos habitantes. —Terminó diciendo en voz alta.

El rey inspiró y acarició los bordes de su silla con las yemas de sus dedos. Miró a un soldado que estaba junto a él.

—A ver, tú, revisa esta bolsa y dime qué hay dentro. En cuanto a los soldados, vuelvan a sus casas, no quiero preocupar a mis aldeanos. —Ordenó el viejo.

Gine se levantó con cuidado y se fue, se despidió de Fasha y Sharotto y se marchó  hasta su casa, al llegar no dudó en buscar a sus padres; aunque no pudo encontrarlos por ninguna parte.

Preocupada trató de llamarlos ahuecando sus manos alrededor de su boca, gritando hasta que la garganta le raspó. Sin obtener respuestas, buscó un rastreador en un intento de buscar la energía de sus padres.

Suspiró cuando vio una pequeña señal amarilla en el dispositivo, que se hizo más grande y mostraba algunos números. Su padre estaba allí y, como era un gran guerrero, el rastreador se recalentó al sentir su energía.

Gine sé quitó el dispositivo y corrió a los brazos de su padre, hacía mucho tiempo que no lo veía, siempre estaba trabajando y viajando por el universo. El padre de Gine casi siempre estaba ausente, pues como uno de los mejores soldados, siempre estaba contratado y atendía los pedidos del gran rey Cold y sus dos hijos, Freezer y Cooler. De hecho, el padre de Gine fue su entrenador.

—Gine, te extrañé. —Susurró su padre haciendo un mohín y acunando a su hija entre sus brazos.

—Padre, que bueno que estés aquí. —La sayajin dejó escapar una sonrisa ladina al ver como su padre la soltaba, y de una bolsa sacó unos bocadillos.

—Traje algo de comer, supuse que tendrías hambre —sopezó su padre.

Gine sonrió cohibida.

Ambos entraron a la sala de estar y tomaron asiento. El padre de Gine tenía algo en mente, el rey Vegeta lo había invitado a él y a su familia a un concilio, sin embargo como su pequeña y su esposa eran piratas espaciales, no sabía si podrían asistir a esa reunión, aunque le pediría permiso a uno de los soldados de confianza de king Vegeta para ayudarlo.

—Hija, necesito preguntarte algo —Gine fijó la mirada en su padre.

—¿Qué pasa?

Su padre la miró a los ojos.

—Como bien sabes, soy un guerrero de élite y muy buen soldado —empezó hablando—, el rey Vegeta y lord king Cold siempre me han usado en sus batallas y demás, confían mucho en mí. Y hoy antes de llegar uno de sus soldados y de hecho uno de mis mejores amigos me dijo que el rey Vegeta me invitó a un concilio, allí asistirán; Beerus, el hakai-shin, su asistente Whis. King Cold y sus hijos Freezer y Cooler y finalmente asistirá la familia real.

Gine meditó un momento las palabras de su padre, conocía a la familia real pero de alguna manera el nombre de aquellos que no eran sayajines le erizaba la piel.

—Eso está bien, padre, eso significa que tal vez seas ascendido y estés en el mismo lugar que tu amigo —dijo Gine al cabo de un rato, sonriendo orgullosa para su padre.

El hombre asintió y se inclinó un poco para tomar el hombro de su hija.

—Pero necesito que tú vayas, me dijo que tengo que llevar a mi familia.

Tras eso, Gine sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal.

—Pero padre, he estado muy ocupada con las peticiones del rey, Sharotto y Fasha lo mismo, no creo que pueda atender tu pedido —declaró bajando la mirada. Aunque realmente no quería estar allí, estar con muchos hombres realmente la hacía sentir incómoda, tampoco podía soportar al rey.

—Le diré a mi amigo que le informe y que eres mi hija, además quiero que vayas como tu madre. Haré lo que sea necesario para cancelar esa misión que debes atender. —Aclaró su padre.

Gine, aunque un tanto insegura, asintió e hizo caso omiso a las palabras de su progenitor.

• • • 


—Oye, Gine, me enteré de tu padre y me impresiona lo lejos que llegó, me imagino... asistiendo a una junta real —Sharotto colocó sus manos sobre su pecho y dejó escapar un leve suspiro, le encantaba todo lo que tenía que ver con la realeza.

—De ninguna manera, no te emociones. No iré —respondió Gine con tosca convicción, a lo que Sharotto dio un respingo al escucharla.

—Estás loca, ¿por qué diablos no ibas a ir?

Gine suspiró, y se cruzó de brazos. Sharotto la miraba a los ojos.

—Escúchame, ese mismo día tenemos que sitiar el planeta que se encuentra en el lado oeste del nuestro, una contraparte muy importante para el rey Vegeta, los habitantes allí luchan muy bien y pensamos que los esclavizaríamos. Por lo tanto… No le diré que no a eso —Gine estaba más que segura al afirmar su posición.

Sharotto alzó una ceja, se mordió el interior del carrillo y desvió la vista hacia otro lado.

—No seas tonta, no irás. Habrá muchos escuadrones asediando aquel planeta, más uno de los soldados más importantes, y uno de los guerreros de confianza del rey Vegeta nos acompañará. Tu ausencia no significará nada.

Gine hizo silencio. Sharotto esperó una pronta respuesta pero nunca llegó, luchar contra la terquedad de Gine fue muy difícil, como buena soldado y buena guerrera le costaba aceptar todo lo que tenía que ver con la realeza, sentía que era ajena a todo eso, y que jamás encajaría por qué no era más que una simple soldado.

• • • 
               

Gine estaba tan preocupada que no sabía qué hacer, no quería asistir a la junta de reyes. Esclavizar un planeta era más importante, ella también había estado entusiasmada con el "soldado de confianza", quería luchar junto a uno, quería estar con un soldado de élite; no quedaría fuera del asedio por asistir a un concilio de lores.

—Gine, ¿estás ahí? —la profunda voz de su padre la sacó de sus pensamientos, la sayajin se dio la vuelta.

Gine tartamudeó al mismo tiempo que regresaba la realidad.

—¿Qué? —preguntó Gine con la voz trémula.

El adulto se acercó a su hija y se sentó a su lado en la cama, la miró por unos largos minutos, hasta que decidió hablar.

—Hija, dime porque no quieres asistir al concilio del rey.

Gine miró hacia abajo con tristeza.

—Padre, nunca he querido decirte esto —murmuró—, pero no me importa nada, no me importa el rey Vegeta, ni los señores que le rodean.

Su padre dejó escapar un suspiro.

—Has quedado fuera de la misión.

—¿Qué? —Gine alzó la barbilla con altivez para dirigirle la mirada.

—He hablado con el soldado del rey Vegeta, y me dijo que pospuso el ataque. Así que ninguno de tus amigos ni él irá a esclavizar ese planeta.

Gine no supo  decir, sintió que su cola se tensaba y comenzó a desenredarla de su cintura. El sayajin se despidió de su hija y se marchó sin decir ni una palabra más.

Gine no quería tener nada que ver con el rey Vegeta. Así que solo tenía que hablar con el soldado de confianza de su padre, aunque ni siquiera sabía su nombre.


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