Capítulo 43: Nada ha cambiado
La tarde había sido bien intensa, y Elena terminó agotada y con las emociones a flor de piel. Doña Graciela también lloró cuando conoció a su nieta, a pesar de que ya Álvaro le había adelantado la noticia y estaba preparada. Estaba más que feliz y también por conversar con Elena, a quien echaba mucho de menos.
Álvaro estuvo por más de una hora en línea, en videollamada, viendo a su hija. Elena optó por poner el teléfono en su palo de selfie, que también era trípode, así era más fácil para todos y más cómodo para ella, que cargó a la pequeña en su regazo y luego terminó por colocarla en su mecedora cuando se sintió más cansada.
Álvaro incluso conoció a sus padres. Cuando el matrimonio regresó del trabajo, se encontraron la escena: Elena hablando con él, y la niña riendo a su lado, con las cosas que le decía su padre y que ella todavía no entendía pero que le causaban mucha gracia.
Elena sintió cierta vergüenza al presentar a sus padres, pero el momento resultó distendido. Elisa sobre todo era muy comunicativa y luego de intercambiar algunas palabras, los dejó a solas, para no importunar.
Esa noche, Elena estaba acostada en su cama, exhausta emocionalmente, pero tan alterada que no podía pegar un ojo. Al fin le había dicho la verdad a Álvaro y él la había entendido… Estaban tan orgulloso de ser padre que se sentía feliz, pero aún así existía algo en su corazón que la hacía sentir inquieta. No habían hablado de ellos… Después de un año incluso se preguntó si tendrían algo qué decirse. ¿A quién engañaba? Ella lo seguía amando como la última noche que se entregó a él en Barcelona, pero tal vez Álvaro ya no sintiera lo mismo.
Era lógico que, en estas circunstancias, el protagonismo lo tuviera Blanche y no ella. Él debía recuperar el tiempo perdido con su niña, pero eso no significaba que ellos, como pareja, se dieran también una oportunidad. Luego de tanto tiempo, y del otro lado del Atlántico, era difícil tener esperanzas sobre su amor.
Su teléfono vibró en la mesa de noche y ella lo tomó; para su asombro era él.
Álvaro: Hola, ¿estás despierta? 🙂
Elena: Yo sí, solo me sorprende que tú lo estés. ¿No son las cinco de la mañana allá?😲
Álvaro: Apenas dormí dos horas, estoy demasiado feliz para poder dormir… 🙃 ¿Y tú? ¿No estás cansada?
Elena: Un poco, con la niña termino agotada al final del día, pero tampoco he podido dormir… Han sido muchas las emociones.
Álvaro: Tengo muchos deseos de viajar a La Habana. Espero que pronto pueda ser posible.
Elena: No lo sé… Los vuelos comerciales están cerrados desde marzo y aún no hay fecha de reapertura. La pandemia nos ha cambiado la vida a todos.
Después de decir esto, Elena se arrepintió pues probablemente él estuviera recordando a Blanca. Álvaro demoró un poco en enviar su respuesta. Decía: “escribiendo” pero todavía no le llegaba, como si hubiera borrado parte.
Álvaro: La pandemia ha sido muy dura. Antes de irnos al hospital, Blanca me confesó que deseaba morir y lo único que me pidió fue que no estuviera triste y que fuera feliz…
Elena se quedó sorprendida con esa frase. Lo que no supo fue que Álvaro había escrito algo más que borró antes de enviar: “Y yo solo puedo ser feliz contigo, con ustedes”. Él tuvo miedo de que el sentimiento no fuese correspondido, por lo que Elena jamás llegó a leerlo.
Elena: Sentí mucho la muerte de Blanca, lo digo de corazón…
Álvaro: Lo sé, y me consuela saber que ya descansó de su sufrimiento. No imaginas cuánto me conmovió que llamaras Blanche a nuestra hija.
Elena: Me he sentido muy culpable después que fui a verla a tu casa. Imaginaba cuánto dolor debió haber padecido y me arrepiento de haberme presentado. Blanca fue muy buena ese día, pero yo me equivoqué.
Álvaro: No hablemos de ese día, lamento mucho todo lo que dije. Sé que en ese momento te perdí…
Ella tenía el corazón agitado al leerle.
Elena: Ha pasado mucho tiempo.
Álvaro: Lo dices como si las cosas hubiesen variado mucho desde la última vez que estuvimos juntos en Barcelona.
Ella quería desmayarse con esas palabras.
Elena: ¿Y no han cambiado?
Una vez más Álvaro demoraba en responder. Decía “escribiendo” pero no llegaba mensaje alguno. Si había escrito un párrafo largo tampoco lo supo, en su lugar dejó una escueta línea que resultaba muy contundente.
Álvaro: Te sigo amando como entonces…
Elena sentía deseos de llorar una vez más.
Elena: Te has propuesto no hacerme dormir hoy…😳
Álvaro: ¿Eso es todo cuanto tienes que decirme? 😕🥺
Elena: Tengo tantas cosas qué decirte… Tenía tanto miedo de que no me perdonaras el haberte ocultado el embarazo… Lo siento una vez más, creía que hacía lo mejor y lo más importante es que estarás en lo adelante en la vida de nuestra hija.
Álvaro: Y en tu vida. No me pidas más perdón… Hubiese querido saber de tu embarazo en cuanto te enteraste, pero comprendo tus razones y te admiro por la bondad que tienes en tu corazón. Sin embargo, ahora mismo me estás torturando…
Elena: 😅😅😅
Álvaro: Es increíble… 😡
Elena: Lo siento, estoy asustada todavía…
Elena: Han sido muchos los sentimientos que se me han agolpado en un solo día… No puedes hacerte una idea de lo mucho que te he echado de menos, de cómo he llorado muchas veces tu ausencia, y de la falta que me has hecho en todo este tiempo. No tengo duda alguna de mis sentimientos por ti, pero después de un año temía que los tuyos ya no existieran.
Álvaro: Mi vida no tiene sentido desde que te fuiste… ¿Tengo que repetirte una vez más cuánto te amo? TE AMO
Elena: Yo también TE AMO
Si hubiese sido una videollamada, Álvaro hubiese visto las lágrimas que mojaban la pantalla de su teléfono como una lluvia de verano. La palabra de amor había sido dicha al fin, por ambas partes. Solo quedaba esperar.
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