🎐*ೃ༄ Capítulo Especial
— ❈ 𝐓𝐚𝐞𝐡𝐲𝐮𝐧𝐠
- Imperio de Corea, 1876 -
El joven pintor corría apresuradamente hacia la oficina de su mayor.
Al estar frente a la puerta de este, tocó delicadamente la puerta y espero hasta que se le indicase entrar.
—Buenos días señor Lee —hizo una reverencia el joven—. Me avisaron que necesitaba hablar conmigo, ¿ocurrió algo malo? —cuestionó preocupado el castaño.
—Para nada muchacho —sonrió despreocupado su mayor—. Al contrario, es una buena noticia.
Taehyung guardó silencio esperando a que su mayor prosiguiera hablando.
—Tu cuadro ha sido comprado —habló feliz el señor—. Será un regalo para la reina.
—¿La reina? —preguntó sorprendido el menor—. ¡Dios mío! ¿No es broma verdad? —Taehyung señaló acusatoriamente al señor.
—Claro que no —negó el señor Lee—. Incluso se ha organizado una cena para que tu mismo le entregues el cuadro en persona.
Taehyung tomó asiento en la silla que estaba frente al escritorio del señor, estaba comenzando a hiperventilarse. El señor Lee comenzó a abanicarlo preocupado.
Todo esto le parecía irreal al joven pintor.
Si tan solo supiera que era el inicio del mejor suceso de su vida...
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Taehyung miraba emocionado a través de la ventana del carruaje, nunca había estado tan cerca del palacio. Solo había escuchado rumores de lo lujoso que era, y vaya que era cierto.
El carruaje se detuvo frente a las puertas del gran palacio, Taehyung no perdió más tiempo y abrió la puerta del carruaje.
—Bienvenido joven Kim —lo recibió uno de los tantos mayordomos que poseía el lugar—. Por favor acompáñeme, lo llevaré a sus aposentos.
Taehyung no protestó y siguió felizmente al señor. Observaba con lujo de detalle el lugar, quería recordar todo, para luego plasmarlo en su arte.
Llegaron a los aposentos del joven y le ayudaron a desempacar las pocas pertenencias que llevaba. Además, le entregaron un traje especial que usaría para la cena, y el mayordomo le explicó lo que debía hacer y lo que no en presencia de la reina.
Lo más importante era no hacer contacto visual son la señora.
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Finalmente había llegado la noche, Taehyung se encontraba muy ansioso. Tenía mucha curiosidad por ver cómo era la reina, ya que pocas personas conocían su verdadera apariencia, y el no creía que los retratos fuesen tan precisos.
Los pensamientos del castaño se vieron interrumpidos en cuanto uno de los mayordomos lo escoltó hasta el salón en donde se llevaría a cabo la cena.
—Recuerde no hacer contacto visual con la reina —habló el mayordomo—. Solo entréguele el cuadro y se retira.
Taehyung asintió repetidas y se quedó parado al lado del señor esperando a que llegase su momento. Minutos más tarde todos los presentes se pusieron de pie, y recibieron a la reina.
Comenzaron a servir los sagrados alimentos, y al parecer la reina traía un hambre feroz, ya que acabó con lo servido en su plato en cuestión de minutos. Y debido a esto los demás invitados se quedaban a medias de comer, ya que si la reina terminaba antes los platos debían ser retirados.
Un par de minutos después ya era hora, debían entregar el cuadro. Taehyung sintió que en cualquier momento se desmayaría, sus manos sudaban de manera exagerada y su corazón latía rápidamente. Con cada paso que daba sentía que le faltaba el aire.
—Majestad de parte de la Corte Real le presentamos este cuadro que ha sido creado por este talentoso joven —habló el primer ministro.
Taehyung le mostró temeroso el cuadro a la reina.
Y como siempre, su curiosidad le ganó e hizo lo que no tenía que hacer. Posó su mirada en la reina conectando inmediatamente sus miradas, tragó duro e hizo otra reverencia, luego de eso recibió un zape por parte del mayordomo.
El menor se asustó y casi deja caer el cuadro del susto.
—¡Déjenlo! —ordenó la reina mientras se ponía de pie.
—Sí su majestad —respondió apenado el mayordomo—. Mis disculpas.
—¿Cómo te llamas? —preguntó la reina.
—Kim Taehyung —susurró el castaño nervioso.
—¿Y tu solo pintaste eso? —preguntó seria la reina mientras analizaba detenidamente el cuadro.
—Sí su majestad —respondió tímido Taehyung.
La reina miró a los demás presentes y aclaró su voz.
—A partir de hoy, nombró a Kim Taehyung como el pintor de la familia real. Nadie tiene derecho a tratarlo de menos, deberán tratarlo con el mismo respeto que a mí.
Todos los presentes se miraron asombrados entre sí, ¿cómo la reina iba a ser capaz de tratar a un plebeyo así?
Aunque a decir verdad, ni siquiera la reina sabía porque trataba al muchacho así. Quizá era porque sentía la necesidad de protegerlo, como una madre a su hijo.
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Diecinueve años han pasado desde aquel anuncio, y Taehyung ha sido más que un pintor para la reina, se convirtió en su fiel amigo y confidente. Era la única persona en la cual la reina confiaba ciegamente.
Taehyung era como el hijo que la reina nunca tuvo, ya que todos sus hijos eran una bola de malcriados que solo actuaban por poder y dinero. Ella vió en Taehyung la esperanza, incluso le construyó una casa cerca del palacio, donde el joven vivía junto a su esposa e hijos.
Todos en la corte real se sentían amenazados por la presencia del joven, pensaban que solo era cuestión de tiempo para que la reina le otorgara un puesto más alto. Así que todos llegaron a un acuerdo para poder tumbar a reina de su puesto, incluso el heredero al trono estuvo de acuerdo.
Así que un día decidieron envenenar la comida de su majestad, y por supuesto que el efecto no fue inmediato. Tuvieron que pasar varios días hasta que el veneno hizo su efecto, la reina cayó en cama enferma y en su lecho de muerte llamó a su único amigo.
—Lamentó irme así —habló débil la señora.
Taehyung lloraba y por más que intentase hablar, no lograba articular palabra alguna, así que solo tomó delicadamente la mano de la reina e intento sonreír para calmarla.
—Gracias por haberle dado color a mi vida joven Kim, usted fue el único amigo real que tuve en mis sesenta y dos años de vida.
—Gracias a usted por haberme recibido en este palacio su majestad, siempre será un honor para mi haber trabajado para usted —soltó un sollozo—. Pintaré miles de cuadros en su honor y haré que el mundo la recuerde como una gran reina.
La mujer asintió y miró por última vez al menor, y el último recuerdo que cruzó por su mente fue la primera vez que lo vió a él, cuando era un joven temeroso y frágil; y ahora se había convertido en todo un caballero. La mujer sonrió por última vez y cerró sus ojos para toda la eternidad.
El joven Kim fue quien más sufrió por la muerte de la reina. Y cuando lo expulsaron del palacio comprendió que la reina había sido asesinada por personas egoístas y sin principios, así que cumplió su promesa y siguió pintando cuadros de la reina durante muchos años, y le contaba a todos sus conocidos lo asombrosa que ella había sido en vida.
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