8. Comprueba lo aprendido
Recordando en lo que nos habíamos quedado, fue que nuestros chinos estaban regresando a su casita bien partiditos de la hambrita.
Mientras todos ellos caminaban ninguno hablaba, pero ya ustedes saben la situación. Vamos a todos nos pasa y si hablamos, es para quejarnos de que tenemos perra hambre.
Y caminaron y caminaron hasta llegar a su casa. Un Jin toh correcto, toh coreano, toh duro y toh violable que te hace un orgasmo poh, sacó la llave para abrir la vieja y muy oxidada puerta que no permitía que cualquiera entrara. Muy buena protección le encontró nuestro querido CEO. Ustedes saben que él sí suena, no el hombre come croqueta. Croqueta... Ay, me entró hambre. ¡Mamá, prepárame la merienda!
Y hablando de ellos, ¿qué estarán haciendo?
Entonces el águila de chismosa pasó por mi casa y me escuchó, y fue a contar el chisme. ¡Qué chismosa es el águila que pasa por el mar!
Como siempre digo, hasta el pan de la bodega tiene oídos. Creo que voy a tener que aprender código morse, por lo menos para que no me escuchen. Buena idea para los parciales o preguntan escritas. Alguien se apunta conmigo a las clases de Código Morse, así de paso chismiamos.
En la muy importante empresa de entretenimiento Big Hit, que es controlada por uno ahí...
Nuestro jefazo y nuestro CEO, se encontraban en la oficina conversando de temas como la producción de azúcar en este último mes. Muy interesante tema, sin duda alguna...
—Y tenía unos senos muy grandes—¡pero CEO que palabras son esas! Ay Dios mío, el vocabulario por favor, esto es un libro para niños. Sigamos, a ver en qué yo estaba... ¡ah sí! ¡Chikichiki agua y jabón!
—A la próxima voy contigo y le dices a ella que traiga a alguna amiguita —dijo el gordo asqueroso.
—Claro, tengo su número.
—Muy bien, buen trabajon —a ver, no es por interrumpir la conversación pero, ¿no deberían estar hablando del grupo más aclamado de música coreana BTS? Pues no. ¡Sigamos!
Entonces yo de chusma que soy, despingué a la águila que pasa por el mar por ser una chismosa...
Bueno, nuestros chinos se estaban preparando el almuerzo bien rico para saciar el hambre. Todos trabajaban, no como ustedes que esperan a que se las haga. Ya todos grandes y con pelos en donde no les da el sol para eso. Bueno, el único que no hacía nada era Ramón, que todos sabemos cuál es su problema.
Y después de haber sudado con carajo en la cocina, se pusieron a almorzar.
—¡Qué hambre tengo! —dijo Tae con una emoción mientras miraba el plato. Pero como lo dijo, me recordó cuando ves que la cafetería de la escuela están vendiendo Tanrico. A mí me gustan, esencialmente los de uva, ¡qué rico! Ya lo había dicho.
—Pues come —dijo Yoongi mientras se servía su buen plato de jama. Ustedes saben que el hambre te hace ver unicornios sin necesidad de tomar droga.
—Buen provecho a todos —dijo Jin.
—Jin... —musitó RM.
—¿Qué sucede? Si no te gusta la comida pues te jodes —Jin calentando y no es mi vasito de leche todas las mañanas.
—No es eso... no me dejaste ayudar.
—Tú sabes el por qué —lo fulminó con la mirada.
El negrón tragó en seco y comenzó a comer que Esperanzo le había echo el favor de servirle a él. Ustedes saben, para evitar romper la vajilla.
Comieron felices y frieron perdices, ¿era así? Da igual.
Después de que jamaron felices, menos el negrón que se encotraba triste porque no lo habían dejado hacer nada, pero yo la verdad estaría hasta contenta y haciendo conga. Todos recogieron la mesa y fregaron, menos ustedes saben quién. Eso ustedes saben por qué pasa, porque es negro, siempre es el negro, ¿por qué no puede ser el chinito? A ver o el morenito, o el jabaito. Mejor seguimos con esto que como dicen siempre: la culpa nunca llega al piso igual que tu nota de matemáticas, pero esa nunca toca el piso, acaso que se caiga al suelo.
Todos se sentaron como buena familia cubana en la sala y se pusieron a trajinar sus celulares.
Diez minutos después de todo este autismo, la familia cubana...
—¿Cuál era el código para marcar y ver tu saldo? —preguntó Yoongi. Se nota que este le hizo un caso a Roberto que le sunba el mango.
—Ehm... ¿*122#? —dijo muy inseguro Esperanzo, ustedes sabían que Segura es la prima hermana de Esperanza, sí, es familia de él.
Yoongi lo probó y no le sirvió. Que triste su caso.
—Prueba con *132# —dijo RM que supuestamente era el que le estaba haciendo caso, el caso del perro.
Yoongo lo probó otra vez y no sirvió. Que triste su caso.
—Yo no me acuerdo de lo que el chico nos dijo —comentó Jimin un tanto apenado. ¡Ayyy, qué lindo! ¡Me lo violo!
—No te preocupes Jimin, yo tampoco —siempre con la verdad a pesar de ser un guayabito.
Todos se miraron y Jungkook preguntó: —¿Alguien se acuerda?
Una de las plumas de la águila despingada pasó...
Y sí, ese fue el caso que le hicieron que los niños volvieron a salir para encontrarse con Roberto. Yo creo que Taehyung no es el único que tiene familia pinareña.
Mientras caminaban, que todos andaban empingados por tener que volver a ir a Carlos III.
Y el viaje sin duda lo hubieran echo bien si no es por Tae que no dejaba de repetir que el código era *222#, pero nadie le hacía caso, hasta Yoongi le había mandado a callar.
¡Llegaron! A una de las tiendas en donde más cola se forma, bueno una de ellas, porque en todas se forman colas porque hasta una tienda en Camagüey se forma una.
Se dirigieron a donde estaba el Robetotototo, que a pesar de ser como las tres y cuarto de la tarde, se encontraba comiendo su plato de espaguetti. Ñam Ñam Delicious.
Cuando Roberto vio a los siete chinitos parados delante del mostrador le quería dar algo. Terminó de tragar y se limpió la boca. Roberto es muy fino.
—Chinitos, ¿ahora qué les pasó?
Todos tragaron en seco porque se encontraban apenados. Así que RM que no tenía pensado en hablar le tocó.
—Pues... se nos olvidó lo que nos dijiste.
El trigueño lleno de gel, medianamente alto, fuertecito, con su uniforme apretado, en su mano izquierda un reloj y ese pulsito verde y amarillo, en fin el Roberto le quería dar algo. Se relamió los labios, contó hasta cien a una velocidad de un milisegundo y les dijo: —Para el saldo es *222# y para el Internet es *133# y *222*328#.
En esta ocasión todos apuntaron en notas lo que el dijo. Ustedes saben coreano precavido, pack te enseña después.
—Muchas gracias —dijeron todos.
Roberto sólo soltó una sonrisa forzada. En su interior estaba rezando a todos los orishas porque estos chinos no se les apareciera más ni en la sopa. Imposible pero bueno.
Salieron todos y tomaron camino a su casa.
—Vieron, yo tenía razón —agregó Taehyung, con ese comentario, dandóle a todos una galleta sin mano. A mi, me das una nalgada, por favor.
Todos se quedaron quietos pensando que sí era cierto.
Eso les pasa por no hacerle caso al pinareño.
¿Los pinareños siempre tienen la razón? ¿El CEO y el jefe se estarán intercambiando pellejo? ¿Roberto me habrá dejado spaguetti? No sé, yo lo único que sé, es que no he almorzado.
Espero que les haya gustado el capítulo, sí les gustó no sé olviden en votar ni en comentar, porque cada voto ayuda a que Roberto tenga dinero para ir al gimnasio de la esquina de tú casa, y así tú poder vacilarlo.
¡A todas nos gusta vacilar! Y si son asiáticos bonitos, ¡más aún! Por eso, yo siempre estoy atenta a lo que me pasa por delante.
Los quiere su escritora observadora, Trisha.
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