15° Función: La nutria

La nutria

HoSeok no cree que su Guía Asignado le fuera ser de ayuda, a NamJoon lo han aventado a la boca del lobo por su propia abuela; y la pequeña nueva amiga, aún espera por un nombre digno que nunca llega.

Género: Comedia | Fluff
Directora: SamanthaHirszenberg
Reparto: HopeNam
Clasificación: A
Función: 15

El Colegio Amadeus era reconocido por su prestigio; por lo terriblemente talentosos que resultaban sus pesadilleros y por lo funcionales que terminaban siendo para la comunidad en general. Incluso aquellos que no se dedicaban a la erradicación de pesadillas, conseguían un puesto con gran sueldo en algún departamento privado o en trabajos de ayuda a la Comunidad Humana.

Lo que más destacaba, era la calidad de guías espirituales que asignaba a todos sus alumnos, sin reparar en clases sociales o abolengos rebuscados, cualquiera que demostrara el talento necesario para soportar las pesadas jornadas de estudio y sus terribles exámenes de desempeño constantes, tenía ganado dignamente, el derecho de poseer uno de esos grandes guías, animales gigantes e imponentes que ayudaban a su estudiante por el resto de sus días como profesionales.

Corría el año de mil novecientos noventa y siete, cuando las pesadillas atacaron a la población de manera masiva.

Ya no se trataba de solo ilusiones oníricas que molestaban a los niños con frecuencia; en la realidad, eran espíritus malignos que atacaban al dormir, creando en la población, el incremento del estrés y la disminución en su calidad de vida... Ojeras violáceas que adornaban los ojos de los ciudadanos, dolores de cabeza insanos y un cansancio físico intratable, se volvieron el día a día del hombre un martirio insufrible.

Hasta que, claro, aparecieron estos niños, quienes obtendrían mucho más adelante, el apodo de "pesadilleros", pues habían desarrollado la capacidad de dominar a estos espíritus y alejarlos de los demás seres humanos; Pero claro que el gobierno (y los padres sobreprotectores), no permitirían que sus hijos anduviesen por ahí, en medio de la noche, con esos terribles monstruos rondando en las calles...

Fue por eso que las instituciones, decidieron invocar a los animales guías, como un seguro de plástico, para el bienestar de los muchachos.

El animal guía que les acompañaría en las guardias nocturnas, era importantísimo para todo joven que quisiera salvaguardar la tranquilidad de sus semejantes.

Jung HoSeok se había levantado aquella mañana de su asignación, con la alegría de un niño en navidad, y con los nervios de un belonefóbico en el centro de un hospital; pero no se quejó, ni se dejó intimidar por la grandeza de su día venidero, ni por el revoltijo que los nervios habían ocasionado en su estómago a manera de arcadas más o menos controlables y hurticarias desesperantes. ¡Muy por el contrario!, ¡Decidió que era momento de crecer, de ser un hombre!

Imaginó como sería ligado a un gran lobo gris, o a un águila de afiladas garras y letal pico. Quizá el universo quería darle un gran tigre de bengala o una serpiente gigante gracias a esta... muchosidad con la que vivía su vida. Quizá, quizá...

Su vida sería perfecta. No había otra posibilidad.

Entonces... ¿Por qué el director le estaba entregando un zarrapastroso animalillo de pelaje relamido y mojado, que le miraba como el más tierno de los bebés?; Muy pronto entendería que las apariencias, como bien dicen las ancianas y los sabios, engañan, y engañan fortísimo... ¡Pero eso vendrá como escarmiento después... mucho después!; Por ahora concentrémonos en el descontento de Jung por llevar en brazos a una criatura tan... ¿Pequeña? Se suponía que el animal debía protegerlo a él, aún así, la pequeña criatura temblaba entre sus manos.

El director le miró extrañado y ofendidísimo, cuando el muchacho exclamó un para nada cortés y poco discreto:

Es una broma, ¿verdad?

Por supuesto que no era una broma. Escuchó los rugidos de los demás animales ligados a sus compañeros, y pudo observar cómo cada uno de ellos iba dejando la sala de asignación con una sonrisa satisfecha y realizada. Claro, a ellos no les habían asignado a una rata como acompañante... Realmente no quería ser grosero con el animalillo, pero la palabra inútilboladepelo bailoteaba en su mente de un lado al otro, como revoloteando ansiosamente por una reasignación. ¿Qué haría cuando las grandes bestias se aproximaran hacia él y le atacaran?, ¿les mostraría la ternura del pequeño animalito y ellos se alejarían con un "oh, disculpe por las molestias, señor. Esa nutria es demasiado dulce como para que deseemos devorarla"?

¡Y una mierda!

—¡Sí, y una mierda!, ¿Cómo se le ocurre?, ¿quiere que me maten allá afuera? —espetó Jung, indignado—. Seré carne viva para las bestias de la noche si las pesadillas no se asustan con esa cosa peluda de allá.

El animalito se enrolló en su propio cuerpecito. Era como si sintiera el desprecio de su humano asignado. Chilló un poquito, pero se quedó muy quieta.

Como el animalillo bien portado que era, pudo sentirse indignada (¡y con justa razón!), pero se quedó callada esperando una buena respuesta de su humano con el tiempo. Se levantó sobre sus patitas traseras, y le observó parsimoniosamente.

—Las pruebas que hiciste durante todo el mes, arrojaron a tu animal guía —dijo la profesora de asignación, una mujer fría y apegada a los métodos tradicionales de vínculos humano-guía espiritual —. ¡No la puedas cambiar, así como te cambias los calcetines o los calzones, muchacho! Por el amor a los dioses del sueño, ¡¿qué les enseñan en el colegio en estos tiempos?!

La mujer dio por terminada la discusión cuando le dio la espalda; HoSeok tomó al animal entre brazos... Y sin siquiera bautizarla, salió de allí, hecho una furia.

Aún cuando al mismísimo SeokJin, quien jamás en su vida había puesto atención en clase, le había tocado un dragón azul; y al idiota de Kang le habían asignado un maldito fénix. ¡Un fénix! ¡Aun cuando no se presentó a clases durante casi seis meses!; Y él, que se había esforzado en desmedida, que se había desvelado para obtener las mejores notas de su generación, había sido asignado a una, dulce, pequeña y poco amenazante... Nutria de río.

—La vida apesta —escupió en un susurro.

Se negó a ponerle un nombre.

La llevaba en brazos, mientras la cubría con su abrigo, por miedo a las burlas de sus demás compañeros. Y llegó directo a casa, sin asistir a su ceremonia de clausura.

Cuando llegó a casa, se le quedó viendo un buen rato. No era más grande que una caja de zapatos. Y las mascarillas verdes de su nana espantaban más moscas que ese dulce rostro de nutria; Seguro que cuando saliera, y se enfrentara a una pesadilla, el monstruo se burlaría de ellos antes de devorarlos y usar sus huesos como mondadientes; Sin embargo, aún con su descontento y su poca fe hacia su compañero guía, salió a dar una pequeñísima ronda, para convencerse a sí mismo, de que esto no funcionaría.

—¡Ah, ni me mires así! Estoy seguro de que esto será un desastre.

...

Kim NamJoon era más que el chico problemático de los pesadilleros. De alguna manera, siempre terminaba espantando a sus animales guías, provocando que sus rondas se vieran cada vez más retrasadas. No sabía por qué cada animal vinculado a su alma terminaba por odiarlo e irse. Él amaba a los animales y pensó que el primer koala que le asignaron, estaría para siempre a su lado. Fue una gran sorpresa cuando un día, Koya, su koala gris, simplemente se esfumó en frente de sus narices, para siempre.

Buscó explicaciones por todos lados, pero la respuesta que le dieron, siempre fue desoladora:

"No tienes conexión con ningún guía".

Y había sido terrible desde que le dieron la noticia. No tener conexión, para un pesadillero como él, quien había soñado toda su vida con ayudar a la causa, y contribuir al descanso de las personas, le llenaban de nervios, a cada momento.

Pero la abuela Kim le había levantado los ánimos esa misma noche, entre bastonazos y regaños enternecidos. No tenía un par de dientes y estaba algo loca; Pero era la única mujer en el mundo que parecía confiar en NamJoon.

¡Bah, animales guía! —murmuró la anciana, con acento duro y despectivo—. ¡En los tiempos de tu abuelo, tomábamos a las pesadillas con nuestras propias manos!, ¡Ah, cómo chillaban las condenadas!, ¡no que ahora son todos unos mar-

¡Abuela Kim! —interrumpió la madre de NamJoon, quien entraba en la habitación con las medicinas especiales de la mujer mayor—. No le digas tonterías al muchacho. Salir a las calles de noche, sin un animal guía, es peligrosísimo —exclamó la mujer, aterrada—; Nam podría quedar atrapado en la noche para siempre si una de esas cosas le devora. ¡Y dios nos libre!; No, no, muchacho. Te quedarás aquí. Ya podrás dedicar tu vida a alguna otra cosa de provecho.

NamJoon dejó salir un gran suspiro pesado, mientras se resignaba a una vida común, dentro de algún departamento chiquito, lejos de la acción, de sus sueños, e irónicamente, de las pesadillas; Su madre dejó la habitación después de asentar los medicamentos de la abuela en el pequeño buró. Y cuando por fin les dejaron solos... escuchó los murmullos quejumbrosos de su abu.

No puedo creer que yo haya criado a una mujer tan cobarde.

El muchacho ahogó una tierna risita ante las ocurrencias de su abu. Sin embargo, aún con los deseos de salir al exterior, sabía que su madre llevaba razón en sus palabras. Un ser humano común y corriente como él, sin un guía, era un blanco fácil para las bestias zoomórficas que rondaban la noche; como si de fantasmas se tratara, acabarían con su alma en un santiamén.

—No, abu... Tranquila, mamá tiene razó...

No pudo completar la oración, cuando la abuela Kim le estampó la base de su bastón sobre el cráneo. Sintió un dolor mareador, y mantuvo la vista borrosa por unos brevísimos instantes. Cuando volvió la mirada hacia la anciana mujer, esta le veía con un enorme descontento entre las cejas y un puchero endemoniadamente tierno. Quién diría que la vieja tuviera aún tanta fuerza.

—¡Dios, abu! ¿Era necesaria la tunda?

—Pensé que una sacudida de cerebro te acomodaría las ideas.

—No me sorprende que mamá sea tan histérica...

—¿Qué dijiste, mocoso malcriado?

—Que con razón tu leyenda resulta histórica —mintió.

—Ah, me hubieras visto en aquella época muchacho... —suspiró, dejando que los recuerdos embargaran su pecho—. Tu abuelo era un gran cazador... Pero yo... Uff, sus buenas patadas en el trasero que le di.

—Maravilloso, abu. Tu historia de amor debió ser preciosa... Mira que decidir escaparte con él, después de que te salvara...

—¿Él salvarme a mí?, ¿el enclenque de tu abuelo?, ¡Yo le salvé el trasero a ese bastardo! Ah, pero cómo no hacerlo, con uno tan bonito, yo no podía simplemente dejar que ese cuerpo tan lindo fuera devorado por las sombras, no, no... Ah, mi viejo, mi lindo viejito... —NamJoon vio pronto a la tristeza asomar por las comisuras de sus labios, cuando de pronto se removió, como sacudiendo las penas de su chal —¡Pero no hablábamos del enclenque de tu abuelo!

—De hecho, sí lo... Bueno, no importa.

—¡Claro que no importa!, quiero que pongas tu enorme trasero en la calle y vivas una vida que sea digna de contar en la cena. ¡Estoy harta de escuchar a tu padre hablar sobre su condenada granja de fresas!, anda, ¡largo! —La mujer le empujaba implacablemente hacia la ventana, incitándolo a saltar. Se vio de pronto en medio de la noche. Y cuando comenzaba a pensar que, quizá aquello no era una buena idea, la mujer le dio un empujón, que lo desequilibró y le hizo rodar colina abajo. La abuela le vio desde la ventana, con una risa única en su dentadura chimuela.

—Bah, no lo maté. Igual y queda un poco magullado, pero nada que no se pueda arreglar.

Y cuando le dedicó una última mirada para advertirle que no le dejaría entrar, hasta que tuviera su aventura, la mujer loca, se dispuso a arroparse en sus sábanas y dormirse con el sueño más placido que un samaritano puede tener.

NamJoon estaba solo en medio de la noche.

¿Qué más podría pasarle?, ¿Qué importaba si era desmembrado por temibles pesadillas al acecho de huesitos tan jugosos como los suyos? Ah... la abuela Kim comenzaba a ser un problema.

...

Vamos, dime la verdad... ¿Tú no crees que esto sea una buena idea, cierto? —preguntó por séptima vez a la criatura, obteniendo silencio como cambio—, ¡Ni siquiera puedes hablar! Estoy seguro de que un fénix podría seguirme la conversación sin problemas.

La nutria, como se había dirigido a ella desde el comienzo, se limitó a subir hasta su cuello, para ocultar su rostro apenado. No podía hablar, y en efecto, era mucho más pequeña que sus homólogos. HoSeok estaba tan frustrado, que su habitual buen humor se esfumaba a cada segundo que pasaba e iba en incremento, cada vez que el animalillo se removía entre su cuello y olisqueaba de aquí para allá.

—¡Deja de moverte, maldita se-! —fue entonces cuando un grito desgarrador se escuchó desde la cuchilla colindante con la calle de los olvidados, un segmento que conectaba con la ciudad vecina, cuyas relaciones con el barrio no eran tan buenas, y en donde solían aconglomerarse las peores pesadillas del barrio. El animalito se comenzó a remover inquieto, y haciendo uso de sus instintos, se bajó como alma que lleva el diablo de los hombros de su humano y caminó un poco hacia el lugar desde donde venía el sonido. Hoseok entendió de inmediato y, con la misma inmediatez, se negó —. ¡Ah, no! Ni muerto me voy para allá. ¡Nos van a matar, nutria boba! Sé que tu cabeza es pequeña, pero muestra algo de cerebro, por favor.

Entonces el animalillo corrió sin darle oportunidad de nada; HoSeok tomó su un poco descuidada condición física y corrió detrás del animal. Soltaba los pulmones con cada bocanada de aire que intentaba dar en la frenética carrera. ¿No le valdría más vender hamburguesas como un ser humano común y corriente? ¡Seguro que era más fácil decir: "bienvenido a Mac Donald's, señor, ¿cuál es su orden", que el hecho de estar persiguiendo a un extraño animal de río que a duras penas podría defenderse a sí mismo.

Cuando llegó al lugar a dónde quería dirigirlo la nutria innombrada, se dio cuenta de que la vida lo quería muerto. Una enorme pesadilla en forma de licántropo acorralaba a un hombre, entre los edificios abandonados de la calle de los olvidados; Genial, su primer trabajo. Eso había sido rápido, pensó. El único problema, la única arma que tenía a su favor, estaba chillando como un chihuahueño malhumorado, frente a una bestia que fácil le llevaba veinte veces su peso.

—Me debes de estar jodiendo... —exclamó Jung en un bufido.

No pudo ver con claridad al hombre, pero supo de pronto que necesitaba ayuda. No sabía con exactitud cómo hacer que el animalillo hiciera su trabajo, por lo que solo extendió los brazos para intentar hacer conexión con el animal, esperaba que al menos no le mordiera en el intento; y también esperaba poder hacer frente al licántropo.

"Meh, tampoco es como que me guste mucho vivir".

Después de aquello, un tenue hilo brilloso se extendió desde sus dedos, como le habían enseñado en sus años de la academia. Esperaba que el animal tuviera bien puestos los instintos, y así pudiera hacer sin contratiempos la primera conexión. Y dios santo, a la gracia de un dios no nombrado, el movimiento hizo efecto, por lo que una gran capa protectora golpeó al licántropo y lo aventó considerablemente lejos del muchacho. Cuando HoSeok abrió los ojos, y se aseguró de que aún mantenía los brazos unidos al cuerpo, tomó la hazaña como todo un triunfo y soltó una enorme risotada que más podía ser adjudicada a los nervios.

—¡Lo hice! Maldita sea, soy un jodido genio.

"Ah, mira, que no eras tan inútil como pensaba".

La nutria, ofendida cabe aclarar, corrió hasta trepar el cuerpo de HoSeok, depositando una gran mordida en su cuello. Después chilló en un "no me vuelvas a molestar, bastardo" (o al menos así lo interpretó Jung, a penas el ardor en su piel se esfumó).

Quizá sí se estaba pasando de ingrato con su nuevo compañero...

—Nuestro primer trabajo y seguimos vivos... Me doy por bien servido.

—¡Dios!, ¿cómo es posible que es cosa tan pequeña tenga tanta fuerza? —HoSeok esperaba, como siempre en su mundo, la apariencia agria de un pesadillero como la gran mayoría de los que habían en la ciudad... Sin embargo, y burlando todo su conocimiento acerca de los chicos (chicos que no fueran el mismo, claro está), miró anonadado una apariencia amarilla, bonita y amable, que le dedicaba una tierna mirada asombrada.

—Oye, mocoso, no seas grosero. ¡Somos graduados! Creo que merecemos algo de respeto por salvar tu trasero.

No debería, pero a NamJoon las palabras hicieron eco en su mente, como en un deja vú.

¿Será este mi ser amado? Bien podría imaginarse a aquel malencarado pelirrojo como alguien que pudiera presentar a la abuela, sin que esta sienta deseos de apalearlo con su bastón. No estaba seguro, pero probaría suerte. Lo único que tenía que hacer, era proceder con cautela, sí sí. Seguro que, si utilizaba sus para nada empolvados dotes de seducción, podría conseguir a alguien por un brevísimo rato y regresar esa misma noche a dormir.

—Necesito llevarte a casa y presentarte a mi abuela.

—¿Qué?

—Que esa nutria que traes parece chimuela.

—Es obvio que eso no fue lo que dijiste. —El truco funcionaba mejor cuando la víctima en cuestión estaba un poco sorda —. ¿La bestia te pegó en la cabeza, acaso?

Pronto NamJoon se sintió apenado, y sin reparar en consecuencias, sus mejillas se llenaron de carmín por la vergüenza. Llevó sus comisuras hacia arriba, y entrecerró un poquito los ojos. HoSeok pudo observar, aún bajo el maltrecho faro que se posaba sobre sus cabezas, dos bellos hoyuelos que asomaban a los costados, de manera cálida y dulce.

—Bien, sé que sonará raro, pero mi abu quiere que viva una "aventura" y...

—Ah, por eso estás buscando a un hombre al azar, en medio de la noche... —adivinó HoSeok, asintiendo con total comprensión.

—¡No esa clase de aventura!

—¡Oye, eres tú el que no sabe hablar correctamente!

—Bien, la cosa es que... tengo sueño y esa viejita loca no me dejará en paz hasta que yo obtenga una "aventura", lo que sea que eso signifique.

—Mhm... Puedo patearte en la cara, para que regreses con un moretón.

—Gran idea—respondió, irónico—. Pero yo pensaba más en algo como, acompañarme a casa, y mostrarle a la abu loca que tengo, que pude sacar algo de provecho en esta noche tan mierda.

De inmediato, el pequeño animalito se acercó a NamJoon, olisqueando a su alrededor, asegurándose de que no era alguna bestia disfrazada. Cuando sintió que todo estaba en orden, se paró sobre sus patas traseras y le dio el visto bueno al muchacho.

—Mi presencia parece alentadora para tus nobles propósitos. Y mi compañera parece estar a gusto con tu presencia.

—Lo es, de hecho... —dijo NamJoon, observando al tierno guía espiritual del muchacho—¡Dios, este animalito es tan dulce!, ¿cuál es su nombre?

—Nutria.

—Qué original.

—¡Ah, cállate! ¿Iremos a engañar a tu anciana abuela o no?

—No diría que la estoy engañando...

—¿Qué?

"Esto luce justo como una pequeña aventura"

—Nada —contestó en cambio—. No dije nada.

Y caminaron, rumbo a exclamar una mentira a la abuela... (una mentira que duraría nueve meses de noviazgo falso y el descubrimiento de un amor obvio), pero bueno, esa es... Otra historia. 

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© FlyKingSquad
10072020

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