✘ Capítulo XXX. ✘

Capitulo dedicado a: Jung_Dark, que participó en la dinámica de hace añares JSHSJSJ, y por haber apoyado a la historia. Espero verte de nuevo por aquí. 💗💗

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Soy un idiota sin remedio.
Lo siento, tengo tanto miedo.
Siempre logras ser mi consuelo.
Pero igual sin intentarlo, no quiero...

Te cuidaré, es mi turno.
Por favor, eres mi mundo.
Juntos podremos entendernos,
con hablarlo todo lo resolvemos.

...

Gracias, Yang JeongIn.

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JeongIn, tengamos una cita. »

Que carajos, nunca pensó escuchar eso de él.

Es decir, sí, pero... ¡No lo sabía! Es que era tan raro, Chris estaba siendo tan cursi últimamente y no acababa de adaptarse a esa versión que tenía su toque rudo, pero resultaba más amoroso de lo que se llegó a esperar.

Y ahora, no sabía que ponerse o como arreglarse para salir.

Nunca había tenido una cita antes, ya que nunca le interesaron ese tipo de cosas. Era típico en él ser el asocial de su clase, de su propia casa y de todos lados, menos BangGang porque allí era imposible no incluirse, sumado a que en ese lugar realmente se sentía cómodo y motivado para hacerlo.

Pero volviendo al asunto... Ahora estaba molesto consigo mismo de ser así puesto que no tenía experiencia alguna, y estaba batallando solo con el pensar de que ponerse encima. Una cosa tonta volviéndose un asunto tremendo.

Suspiró.

Bueno, todavía tenía mucho tiempo...

¿Qué es lo que había hecho? ¿¡Qué es lo que estaba haciendo!?

Tomándose la cabeza, Chris no dejaba de ir de un lado al otro mientras se cuestionaba una y otra vez ambas interrogantes. Invitar a JeongIn a una cita... Primero que nada, la forma en que lo hizo; lo llamó, soltó la bomba y colgó, dejando al pobre muy desconcertado. Luego de media hora –porque estaba muy nervioso y moría de la pena–, lo volvió a llamar para decirle la hora y lugar. Escuchar a JeongIn reír ciertamente le relajó, siendo él muy adorable y diciéndole con tono dulce "Allí estaré" antes de cortarle.

Entonces, el pánico comenzó.

¿Que si tenía algo planeado? ¡En lo absoluto!

Oh, rianse de su pendejada, porque merecía todas las mofas del universo entero. Había sido muy estúpido, demasiado, el precipitarse por una idea que no tenía ni pies ni cabeza realmente. Solo surgió el sentimiento y lo soltó. ¿Espontáneo? ¿Alocado? Eso era su segundo nombre.

O tenía que serlo.

— Bien, calma... —apenas y recordaba lo que bobamente le mencionó por medio de la llamada, inhalando y exhalando—. Christopher, es solo una cita...

Había tenía muchísimas con Noah, desde las de típicos amigos hasta las románticas. Y también con WooJin, siendo las suyas más de aventura. Claro, era un pandillero inquieto que vivía su vida al límite, sin miedo a nada. Era algo que quisiese o no admitir, había dejado consigo, en cierta pequeña cantidad...

— Colina... A las seis —se repitió varias veces porque no confiaba en sí mismo ni para guardar información tan obvia y corta—. Pero lo voy a recoger cerca de su casa...

Con eso meditado y la cabeza más fría, se puso de pie, buscando ropa. Eran las cuatro y media, más o menos, y estaría listo en mucho menos de ello. No era muy de detalles cuando se trataba de su propia apariencia, especialmente tan limitado de ropa. Y, a Yang tampoco le importaba o eso daba a entender, por el tiempito que llevaban juntos.

Tomando algunas cosas presentables y lindas, las dejó en la cama antes de ir a bañarse. En poco ya estaba de regreso, bien bañado, y se vistió, se peinó y salió, con tiempo de sobra.

Pero es que, en todo ese proceso, otros importantes pormenores se le habían ocurrido...

— Oh, que puntual.

Yang se puso de pie, cuando recién se había sentado en la acera donde Chris solía recogerlo para llevarlo a la pandilla. Bang había insistido que fuese en su casa, pero al menor no le parecía buena idea, no por nada personal, solo que tenía vecinas muy chismosas y no quería un interrogatorio luego de su padre.

— Sabes como soy —expresó a la vez que le abría la puerta de copiloto. El muchacho rió

— Puntual definitivamente no es una de tus características —bromeó a la par que se entraba y se sentaba.

— Tsk, cállate.

Agraciado, In asintió antes de sentir el auto en movimiento. Cerró un poco la ventana, porque hacía frío, antes de notar cierto detalle llamativo a sus espaldas, justo en los asientos de atrás, arrugó un poco su frente.

— ¿Que es eso?

Christopher lo observó. — Una sorpresa.

Y JeongIn, tratando de indagar más pero sin éxito puesto estaba medio tapado con una... ¿Sábana? Bufó, cruzandose de brazos con una expresión berrinchuda.

— Quiero saber.

— Lástima, tendrás que esperarte...

Aunque estaba impaciente, aceptó lo que le parecía un reto y se mantuvieron callados todo el camino, hasta... No tenía claro donde, en realidad.

— ¿A dónde vamos?

— A un lugar.

— Vaya, que descriptivo —fue sarcástico—. ¿Subiremos a la colina de nuevo?

— Estás arruinando la sorpresa.

— ¡Pero, Chris...!

— Prometo que te va a gustar —tranquilizó el mayor a la par que ponía su mano en una de sus rodillas—. Pero debes ser más paciente y dejar de hacerme preguntas.

— Hm —entonces, JeongIn se cruzó de brazos a la vez que miraba al frente. Que más, no tenía de otra...—. Esperaré, entonces.

— Gracias —sonrió con dulzura, manteniendo su mano en la zona dicha. El pelinegro la vio, y no tardó en posar la suya encima para acariciarla y hacer figuras abstractas, conservando la sonrisa feliz en la cara de su novio.

Metas de cada día.

Al final, contrario a lo que imaginaba, no se adentraron a la zona más boscosa del estado sino a la ciudad como tal, dirigiéndose a un pequeño centro comercial que estaba cercano a las afueras de la misma.

"¿Será algo de comer?" se cuestionó mentalmente, observando desde un poco más atrás a Christopher ver varias bolsas de panes de sandwich en lo que él tenía una pequeña bandeja de compras. Se la había tendido su chico, sin decirle que comprarían. Aunque de todos modos hubiese preferido el carrito simplemente porque le gustaba arrastrarlo. "Sandwich... La vieja confiable".

Se hizo el desentendido al verle regresar, poniendo aquello dentro de la canastita de plástico. Seguido, caminaron hasta tomar unos tomates y una gran cebolla, yendo con eso a...¿Caja? ¿De verdad?

— ¿Vas a pagarlo? —le preguntó, obviamente, en voz baja al unísono que le veía con extrañeza. Bang asintió—. Ah... La cola es larga —agregó, para no hacer demasiado evidente que estaba asombrado por algo tan normal –para gente cotidiana– como pagar por más compras.

— Puedes esperarme afuera —le dijo—. Seguro no tardo mucho.

— De acuerdo, iré —Yang le entregó las cosas en la misma canasta antes de darse media vuelta y correr. Pero a mitad de camino, regresó igual de rápido para abrazarlo de costado y besar su mejilla. Sin pena ni miedos—. Te espero afuera.

Trotó muy muerto de la vergüenza hacía el exterior, tapando su rostro a la vez que reía. ¿Que había hecho? Estaba poniendo en riesgo mucho... Pero de cierta forma, cada vez le importaba menos y menos eso.

Porque se sentía genial, ser libres sin ese constante miedo de cuidar sus espaldas o serían expuestos, yendo a una tienda casual a comprar con dinero, no robar, no amenazar a nadie... Solo ser dos jóvenes que se aman con locura, dos jóvenes normales.

— ¿Hm? —el coreano salió de su trance al sentir como algo se movía entre sus piernas y asustado, casi lo pisa o patea. Menos mal que se dió cuenta a tiempo de que solo se trataba de un gato, uno muy lindo, marroncito, con manchas más amarillentas—. Hola... Casi me das un infarto.

En general, JeongIn no era un amante de los animales. No había tenido mascotas, por lo que solo sabía como tratarles adecuadamente por algunas cosas que veía en televisión o internet.

— Eres lindo... —había murmullado a la par que se agachaba y acariciaba su cabecita, mimoso. El felino ronroneó al mismo tiempo que movía su cabecita de tal manera que sí o sí tuviese que seguir dándole de esas caricias. Rió—. Que exigente.

— Se parece a ti.

Alzó su vista apenas escuchó esa muy, muy familiar voz para luego sonreír. — ¿A mí?

— Sí —Chris se agachó a un costado suyo también, paseando su mano por toda la columna y cola del animal que, gustoso, se fue moviendo hacia él para recibir más—. Aunque eres más semejante a un zorro que a un gato...

— Dicen eso...

— Lindo zorro de desierto —mencionó a la par que se risoteaba un poco, jalando suavemente su naricita. Yang también rió y el minino maulló al compás que se frotaba contra una de las piernas del mismo chico, pero pasando su colita entre las pantorrillas de Chris, cosa que causó que ambos le mirasen—. No soy fanático de los gatos, pero es... Muy adorable.

— Lo es —siguió propinándole caricias, con una sonrisa, a lo que Bang se le unió—. ¿Tuviste mascotas de niño?

— Mis padres no me lo permitían, así que no —exhaló—. ¿Tú?

— Mi papá decía que era muy irresponsable para eso, así que jamás me dejaron —hizo cierta mueca de desanime—. Pero, me hubiese gustado tener un gato...

— Hm —el mayor afirmó—. Quien sabe, tal vez puedas realmente tenerlo. No es tarde aún.

JeongIn amplió su sonreír. — Se llamará JeongChan

— ¿Jeong... Chan? —el australiano le vio, creyendo saber que significaba ello. Era muy obvio.

— Me gusta como suena. ¿A tí no?

— Es genial —se encogió de hombros—. Sería lindo... Podríamos tenerlo los dos.

El corazon del más joven latió sumamente veloz al tiempo que abría sus ojos y destellana en estos un brillo de fé, alegría y cariño inmensos.

— ¿En serio?

— Sí... Quizás algún día —no quería afirmar nada, más tampoco quería ser pesimista. Una parte de él, de su corazón y alma, realmente añoraban eso—. Un gato, una linda cada cerca de la costa, tú y yo...

— Odio las costas.

— Oh, cállate. Lo arruinas todo.

Empujándolo, Christopher logró tumbar a JeongIn al suelo, mismo que reía aunque con su rostro ruborizado. Que Chan estuviese pensando en eso para los dos, que tuviese una visión a futuro... Era algo en demasía de adorable.

— Es broma, sí quiero.

— No, ya nada, yo ya no quiero.

— ¡Chris!

Ambos se carcajearon y el felino solo intercambió su afilada mirada entre uno y otro, volviendo a actuar luego en busca de más cariños.

— Lo siento, pequeño, pero ya debemos irnos —le dijo Bang al animal, quitando de sus manos los pelos del mismo—. JeongIn, vamos.

— Oww —abultando su labio inferior, Yang se erguió sin apartar sus orbes del gatito, que había comenzando a maullar en busca de atención nuevamente—. Lo lamento, pero pasaré por aquí, lo prometo.

Deslizando con mucho mimo su mano por su cabecita, finalmente se alejó y fue de allí, subiendo al auto otra vez dónde ya su pareja le estaba esperando. Al cerrar la puerta, el motor rugió y pronto estaban en marcha como antes.

Sabía donde estaban.

Es decir, ¡por dios! Esa subida era inconfundible; con los árboles frondosos, altos a sus costados, las luces artificiales alejándose, la vista tan hermosa tanto de la ciudad como del cielo mismo, dejando a ver la increíble unión de lo más puro a una humanidad desastroza pero que de cierta manera, le resultaba asombrosa.

Era la segunda vez que le visitarían, después de mucho tiempo, y de cierta manera le parecía sorprendente que lo recordase a ese detalle. Parecía que transitaba el lugar a diario.

Una vez estuvieron se encontraban en lo más alto, como en esa primera ocasión, Chris le ordenó salir y adelantarse. Y pese a lo confuso, el coreano aceptó, egresando de su auto para caminar hasta el borde, pero no demasiado cerca. Temía caer pues sabía que su suerte a veces era una auténtica mierda.

— JeongIn —escuchó al rato. Volteó y vio al castaño con unas cosas en brazos; una gran canasta, una manta a cuadros azul oscuro, y una... ¿Botella de vino?—. Ayúdame con esto. Agarra la tela y ponla en el suelo.

Él no rechistó, así como no lo había hecho hace poco aunque la curiosidad le matase, y tomó aquello para colocarlo en el piso. Seguido, presenció cómo Chan se sentaba de lo más cómodo al tiempo que suspiraba, de aparente alivio, haciendo lo mismo después al percatarse del tipo de mirada que le dirigió.

— De acuerdo —se alejó un poco, para quedar cara a cara, y lo siguiente que efectuó fue abrir la dichosa canasta, de la cual sacó dos platos, dos copas y una botella. JeongIn alzó sus cejas—. No te emociones, no te daré mucho.

— Ay, ¡es vino!

— De todos modos. Hombre prevenido vale por dos.

— Lo que tú digas, boomer —rió por sus propias palabras y más lo hizo al ver la expresión que le dió Christopher—. Te quiero, ¿sabes?

La noche transcurrió de manera tranquila pero magnífica para los dos luego de eso. Con un par de copas semi-llenas y una pequeña cena que Bang se encargó de hacer, JeongIn se sentía como todo un rey. No podía creer lo afortunado que era de estar con un chico tan talentoso, tierno, gracioso e impresionante como lo era él.

Sabía cuidar de su jardín...

— Esto es fantástico —soltó de repente In, en lo que estaban en absoluto silencio a la vez que admiraban el panorama. El mayor lo miró y él le regresó la vista, sonriendo de lado—. Tú lo eres.

— ¿Se te subió el vino a la cabeza? —quiso jugarse al tonto y lo único que se ganó fue un manotazo por parte de su novio. Rió—. Solo decía...

— Dices que yo arruino pero tú eres el número uno en eso —se acostó en la manta, dejando lo que bebía a un costado—. Idiota.

— No te vayas a molestar por esa tontería —en consecuencia, Bang Chan también dejó su bebida de lado para poder aproximarsele y pasar un brazo de tal forma que la mitad de su cuerpo le quedaba medio encima—. Oh, vamos.

— Hm —molesto no estaba, más quería besos y mimos de su chico con rizos así que fingiría que sí para obtenerlos por su iniciativa propia—. No lo sé.

— ¿No lo sé? —se inclinó, dejando un dulce beso en sus labios—. ¿Que no sabes?

— No lo sé —repitió, con una sonrisa juguetona.

Por ello, Chris le besó una vez más, y otra vez, y otro... Hasta que sus bocas se juntaron sin más separaciones que hiciesen la unión corta, causando que el pelinegro llevase sus manos a los hombros que tanto le encantaban mientras correspondía, con el mayor gusto del mundo. Sintió a Chan agarrarlo por las caderas y de pronto, más de él de un momento a otro ya estaba encima, cubriéndole por completo.

Sus belfos se buscaron con más necesidad a partir de ese momento. Las manos de JeongIn se deslizaron despacio hasta acabar abrazado a su cuello en tanto las de Christopher daban más apretones a la curva antes mencionada. Jadeó al sentir que dolía ligeramente, extrañamente disfrutando de ello.

Y no, no era la primera vez que se perdían tanto en un beso, pasando de ternura a pasión en un chasqueo de dedos, pero por alguna razón, para el más joven, esto le dió una vibra diferente de esas otras veces, con un toque de algo más, de una intención detrás por parte del castaño...

Lo confirmó, al percibir el movimiento de pelvis y las manos empezando a hacerse paso por debajo de su camiseta, frías, a lo que ahogó un chillido entre sus bocas.

— Channie... —susurró apenas se separó de lo que habían mantenido por bastante, acalorado, con las mejillas rojas y la respiración alterada, medio irregular. Sin darle tiempo, Bang bajó por su mandíbula, a su cuello, donde fue dejando besos húmedos y lentos. In curveó su espalda al sentir un fuerte escalofrío pero nada en comparación al que lo recorrió al instante en que las tersas almohadillas que tenía por labios el castaño, fueron dejando otros de esos mimos besos en su abdomen, posterior a haber levantado su camiseta. Tuvo que cubrir su boca—. ¡Chris!

— JeongInnie... —su corazón se agitó al ser llamado por primera vez así por su pareja, agregando el tonito que tenía. Al carajo todo—. ¿Lo estoy haciendo mal? ¿No quieres que siga?

Pero, las cosas volvieron a ser confusas al escuchar sus cuestionamientos. ¿Seguir? Si era lo que pensaba...

— ¿Con qué? ¿Con...?

— Esto —se sentó. También estaba sonrojado, con el pecho acelerado y sus labios hinchados—. Yo... Quería hacer un poco más... "Especial" esta noche.

— No lo entiendo.

El australiano se quedó helado, con una expresión que JeongIn no supo como tomar, hasta que lo vio reírse un poco a la par que negaba. Esto... Bueno, no hizo que entendiese realmente de que se trataba todo el asunto.

— Innie —otra vez así. Se le saldría el corazón...—. Hoy cumplimos cien días como pareja.

... Por el infarto que estaba por darle.

— ¿¡Qué!? —se sentó de golpe, viéndole en plan "¿Me estás mintiendo?". El mayor negó de nuevo—. ¡Lo siento, lo siento!

Lanzándose a abrazarle, continuó susurrando esas disculpas unas cien veces más en lo que el australiano se carcajeaba y siempre decía "No te preocupes, está bien".

— Nosotros... ¿De verdad llevamos tanto? —sorbió su naricita Yang, que seguía incrédulo de lo rápido que habían transcurrido esos meses al lado del castaño—. ¿En serio?

— Sí... En serio —acarició su espalda, contento—. Tampoco lo creía, pero anoté el día que nos volvimos pareja en un calendario escondido, y hoy casualmente lo ví, entonces pensé que tendría que hacer algo especial... Aquí en Corea es realmente importante eso. Imaginé que lo sabrías y solo esperabas a que esto sucediese.

— Suena como si fuesemos heteros y no soy. Antes olvidadizo que hetero —bromeó, dando como resultado que ambos reventasen en muchas carcajadas—. No, pero en serio... Lo lamento, la verdad es que ni me acordaba.

— No me importa eso, al menos sé que lo estás disfrutando, ¿no es así? —esa expresión... El corazon de JeongIn se hizo añicos al verla. Se notaba muchísimo todo el esfuerzo de su chico por hacer de esto perfecto, seguro temeroso aún por sus antiguas relaciones.

— Channie, tranquilo —acunó su bello rostro al tiempo que se acercaba para dejar dulces besitos en el mismo; frente, nariz, labios, párpados, mentón... Cada centímetro de su bello rostro—. La estoy pasando más que bien, ¿sabes? Y también recuerda... Que no soy ellos, yo soy tú, ¿sí? ¿Lo recuerdas también? Como tu canción.

Él afirmó. Era verdad. JeongIn era distinto, era su reflejo, tan igual y tan diferentes al unísono.

El Yin y el Yang...

— Tenía miedo... De no hacer algo bien —el menor afirmó, para darle a entender que oía atentamente—. Por eso también...

— ¿... Hiciste eso último? —intuyó que por allí iban las cosas y, para su dolor, el extranjero asintió—. ¿De verdad estás listo?

— No... No sé —se tomó su cabeza pero Jeong atrajo esta misma a su pecho, dando cariñitos a sus rulos mientras sus ojos se entrecerraban—. Quería hacerlo, me sentía listo, aunque sentía miedo todavía, pese a que ni siquiera fuiste tú quien lo incitó o dió pie a eso. Pero, al planearlo con anticipación, imaginé todo tal cual iba. Estamos solos, nadie nunca viene aquí... Nos acompañaría el manto estelar, el brillo de la luna, y eso me daría el toque único...

— Christopher Bang, de verdad eres un cursi —con toda la situación, quería bromear un poco y causar risas en su contrario, cosa que logró. Le acompañó en las mismas, los dos rojitos—. Hubiese sido increíble, pero no quiero que te fuerces a nada a tí mismo, ¿lo entiendes?

— Claro —movió su cabeza de arriba a abajo—. De todos modos, no debía preocuparme tanto si yo voy a ser el de arriba.

Ante eso, JeongIn enarcó una de sus cejas y seguido, comenzó a reír de manera algo escandalosa, provocando en consecuente que Christopher le viese sin entender cual era el chiste.

— ¿Qué?

— ¿Quien dice que serás sí o sí el de arriba? —mordió su labio inferior, aguantando la risa. Bang puso sus manos en la cintura del menor.

— Lo digo yo... Y tu reacción de antes de interrumpirme —le dió un apretón, haciendo a Yang brincar. Hizo puchero.

— Que injusticias de la vida.

— Igual nunca habíamos hablado de eso, ¿cómo se supone que se inicia un tema así? —rió e In le acompañó ratito después.

— No lo sé, es... ¿Raro? No, bueno...

— Se supone que solo debe suceder, ¿no es así?

— ¿Sí? —más risas—. Solo dejémoslo pasar.

— Dejémoslo pasar... De acuerdo —JeongIn se recostó en su pecho, ladeando su cabeza para junto a él, ver el cielo oscuro, sintiendo poquito después como algo frio caía sobre los dos. Al fijarse mejor, notaron que se trataban de pequeñísimos copos de nieve, con esas formas tan específicas y hermosas que mostraban lo asombrosa que era la naturaleza hasta con sus más minúsculas creaciones. JeongIn sonrió entonces, porque sabía lo que se aproximaba—. Quédate cien días más conmigo.

— Cien, doscientos, mil y un millón más, Chris... —murmuró, frotando su carita en su tórax, feliz y absorto—. Toda la vida, si me lo permites...

Pero más allá de eso, ¿la vida se los iba a permitir?

Es suficiente.

***

holaholahola.

¿cómo están, todo bien?

no actualicé ayer porque no me sentía del todo bien. ¡pero aquí está! este capítulo también es muy, muy dulce y lindo. creo que, uno más de mis favoritos. pero tengan en cuenta que a partir de ahora... ya las cosas no seguirán siendo tan lindas.

así que traigan sus pañuelos, yo solo aviso.

lxs amo. gracias por apoyarme. gracias por votar y comentar. perdón si a veces no respondo, últimamente me encierro en mi propia burbuja, pero en serio que les tengo un amor inmenso...

¡nos leemos en dos semanas! 💖

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