✘ Capítulo XXII.ii ✘

Capítulo dedicado a: staylovesChan. De verdad agradezco mucho que hayas participado en la dinámica. También, que me demuestres tanto apoyo siempre, no solo con BangGang, sino con mis otras historias. Tqm. 🥺🥺🥺💗

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No me puedo rendir
lo único que busco, es a ti
¿Por qué me miras así?
¿Por qué me hablas así?

Mal está, lo sé
Pero solo son tontas reglas, y las deseo romper
¿Que tan malo puede ser?
¿Nuestro amor no lo puede valer?

Sé que piensas igual
lo veo en tu mirar.
Así que adelante, lo haré
y esta vez no me vas a detener.

. . .

Ya basta, JeongIn, no sabes lo que estás haciendo.

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JeongIn recién se despertaba, tallándose su ojo derecho. Tenía cierto dolor en sus extremidades, especialmente, sus piernas, pero, al menos, la cabeza no le dolía en lo absoluto.

— Fue buena idea no tomar —se dijo a sí mismo, bajito, bostezando después.

Oh, la fiesta del día anterior...

Realmente la había pasado bien, bailando, cantando y riendo junto a todos los chicos, sin embargo, desde que Chan se había ido, una sensación de vacío se instó en su pecho para nunca irse.

Incluso hasta ahora... Allí estaba, persistente, reacio a irse siquiera un instante, haciéndole imaginar sus reacciones a muchas cosas que había hecho y produciendo toda una película con los miles de escenarios que se creó a su lado, cantando juntos, bailando, tomados de la mano y riendo. Él cuidándolo por su estado de ebriedad, acostándose juntos y durmiendo acurruc...

«¿¡QUÉ PARTE DE DEBEMOS SUPERARLO, YANG JEONGIN, AÚN NO ENTIENDES!?» habló fuerte y claro su subconsciente, causando que el joven se estremeciese y, acción siguiente, agarrase un cojín del sofá donde se encontraba acostado y hundiese su cara en este, gritando.

Definitivamente, era masoquista. Masoquista e idiota. No encontraba otra respuesta lógica a su propio actuar.

Frustrado, lanzó de mala gana la pequeña almohadilla a un lado y se sentó. Estiró sus piernas y brazos, escuchándolas tronar al tiempo que se quejaba, y luego se volteó, logrando divisar su celular en el suelo.

Se estiró con pereza para agarrarlo y cuando encendió la pantalla, esperando con fastidio miles de mensajes y llamadas de su padre, quedó boquiabierto al no hallar ni uno solo. Vaya, eso sí que era un milagro, así que reviso bien, queriendo asegurarse, y al comprobar que no había nada, sonrió al tiempo que se encogía de hombros, dejándo el teléfono a un costado, otra vez, e importándole poco que eran las dos y lo mejor sería ir a casa, pero... ¿Qué tanto?

Si su padre no parecía alterado, él podría relajarse y llegar a la hora que le viniese en gana, como siempre quiso y pensó que nunca sucedería. Adiós molestias, adiós corredera apresurada a casa para evitar de hacer el regaño más exagerado e innecesario de lo que ya era... Hola libertad, gran amiga.

Se sentía bien. Muy bien.

Después de un tiempo de meditación acerca del tema, donde recolectó bastante energía, se puso de pie, dándose cuenta desde ese otro ángulo de otras cosas de las que no se había percatado estando acostado o sentado; aparte de todo el caos que era la sala, con vasos y botellas desparramados por todos lados, HyunJin y JiSung estaban en el otro sofá, un poco más pequeño. El alto acostado por todo el lado de este, usando el posa-brazos como almohada, y el pistolero sobre él, boca-abajo, con la cabeza medio escondida en el cuello de Hwang. Sus brazos se enroscaban en torno al tórax de HyunJin en tanto este solo tenía uno de los suyos puesto en la espada baja de Han.

In soltó una risita. Esos dos se la habían pasado muy juntos desde que Sung regresó del cuarto de Chan, carcajeándose a lo idiota y bebiendo cada vez más. Ahora que lo pensaba, de los cinco, ellos habían sido quienes más bebieron. ¿Resultado? Pues, tal vez, habían hecho cosas que ni en sueños estando sobrios harían con el otro.

Pero en fin, JeongIn y ChangBin lo vieron todo, entre sorprendidos y divertidos, disfrutando de su estado de 0 alcohol. Felix, eh, solo estaba... En el limbo, por dar un ejemplo.

Yang los miró una última vez antes de desearles mucha suerte con la terrible jaqueca que seguro sufrirían, caminando posteriormente, con sumo cuidado de no tropezar con todas las cosas que había regadas en el suelo. No visualizaba por ninguna parte a ChangBin y Felix, pero le restó importancia y se fue directito a la cocina. Una vez llegado, abrió la nevera y procedió a agarrar un zumito, como si nada, para meterle la pajilla y empezar a beber de él.

Comenzaba a sentirse tal cual su casa... Como si esta fuese la verdadera, en realidad.

Y mientras que ingería alegremente el contenido de la cajita al unísono que tomaba asiento en un banquito de gran altura, su cabeza comenzó a pensar y pensar en cientos de cosas, y...

BangMind.

Sí, de nuevo él. Sin importar en qué centrase sus pensamientos, sin importar cuánto tratase de alejarlos de él... Siempre terminaba en Bang Chan. Paró de beber y sacó el objeto largo y delgado de su boca para suspirar, bajando la cabeza, pero luego, un pensamiento que captó toda su curiosidad y atención llegó a su cabeza, haciéndole fruncir el ceño. La última vez que le vio fue la noche pasada, cuando JiSung se lo había llevado ya que el mayor estaba demasiado borracho, balbuceando un montón de cosas a las que no les veía sentido. Y a pesar de que se quedó toda la madrugada viendo la puerta, Bang jamás salió.

Y es que siempre era así.

Esperaba por el castaño muy pacientemente, por varios días lo había estado haciendo, pero él nunca regresaba. Únicamente le lanzaba ese tipo de miradas indescifrable y se largaba, dejándole decaído y frustrado.

Pero ya era suficiente, se había hartado de eso.

Ya no más, no iba a seguir esperando como un idiota, no sería más un cobarde. Lo afrontaría, ¡tenía que hacerlo! Sino, todo seguiría igual y, diablos, su estabilidad mental se estaba yendo muy al carajos gracias a eso. Necesitaba darle una solución o un cierre.

Era hora de la verdad.

Acabó de beber el jugo y luego de asegurarse que estaba sin una gota, lo echó a la basura. Seguidamente, empezó a caminar a un paso algo veloz hasta la habitación de su líder. Y conforme más avanzaba, su valentía se iba desvaneciendo y la inseguridad tomaba lugar, al punto que una vez paró, pensando devolverse por mismo donde vino, pero...

— No, debes hacerlo, JeongIn —se alentó a sí mismo, continuando.

Cuando estuvo delante de su puerta, respiró con profundidad a la par que agarraba el pomo de esta misma y, con sus ojos fuertemente cerrados, abrió y entró.

Y todo el aire que había retenido en su pecho se le salió de golpe ante la imagen que se le mostraba a poco menos de tres metros; su linder, el chico que no salía ni un instante de su mente, acostado de lado, abrazando fuertemente una almohada y dándole una perfecta y preciosa vista de su espalda desnuda, sin tatuajes, pero sí con otro tipo de marcas que Yang no supo identificar bien. Cicatrices por acá y por allá que generaron una fuerte punzada en el corazoncito del hacker. ¿Cuál habrá sido su causa? No parecían de disparos, o como cuando te dan una apuñalada o rasguño. Evidentemente era otra cosa, pero ahora no podía procesarlo bien. Lo único que su mente pensaba era en lo suave que se veía y en las olímpicas ganas que le dieron de acercarse a mimarla.

Así que, inerte, se aproximó. Uno, dos y tres, el doble, el triple. Pasos silencios e igual de cuidadosos que antes, ya que este cuarto también era un total caos. Y en lo que llegó a la cama, se sentó muy lento, acercando luego su mano para tocarlo. Sentía que todo iba como en cámara lenta, incluso contenía la respiración.

Un escalofrío le recorrió entero al por fin hacer contacto, con solo las yemas de sus dedos. Se sentía tan bien, tan correcto, como si nada de esto fuese malo o algo indebido, prohibido. Sus falanges, que cosquilleaban por la increíble textura, surcaron con más hinco la piel de tal parte, delineando cada línea de heridas ya cerradas y sanadas. Parecía de hace tanto... Que de no ser por el tono rosáceo y la gran cantidad, no se hubiese dado cuenta. Pero no conforme con solo eso, sus dedos se atrevieron a seguir explorando más allá. Sus omóplatos fueron su parte favorita al igual que la recta y gran forma de sus hombros. Lo más probable es que existiese cierto empate entre estos dos, pero él no pensó en eso. De lo único que podía pensar era en lo hermoso y perfecto que era cada centímetro de Chan.

Llevado por la tentación, pasó la punta de su índice por el medio, donde se veía una ligera concavación que iba desde su espalda baja hasta su nuca. Fue despacio, sin ninguna clase de apuro, delicado, como si quisiese memorizar al caletre la textura, pero cuando estaba casi llegando al final, Chan se removió. Enseguida, la mano de JeongIn se apartó y por impulso, se levantó. Lo observo moverse, entre bastantes quejidos, y su cabeza hizo corto circuito. Ya ni recordaba por qué había ido allí, en primer lugar.

Pero a pesar de ello, y de que una voz dentro de sí le gritaba con todas sus fuerzas que se fuese, que no debía estar más ahí sino en su casa, con su familia, siendo un buen chico, el azabache no se movió, ni un poco.

Solo lo vio, vio como siguió refunfuñando y quejándose, vio cuando se alzó, apoyado de sus codos, y vio el momento exacto en que se dio vuelta, mostrando toda la parte delante de su tórax. Yang incluso se vio a sí mismo mordiéndose el labio inferior mientras que sus ojos, de manera automática, iban bajando, admirando su desnudez, su pecho y abdomen que nunca antes había visto, tan bien ejercitados como sus brazos. La deleitante vista le arrancó el aliento pero no tardó mucho en reaccionar, desviando su sonrojada carita de esa zona. Y en el momento que decidió volver a verlo, Chan, que anteriormente se rascaba con pereza un ojo, ahora le miraba también.

Tragó.

— ¿Qué...? —se frotó la frente, boqueando—.  Maldita sea, ¿qué haces aquí, JeongIn?

El susodicho descendió la vista y sus hombros se movieron de arriba abajo efimeramente, mordiendo su labio ansioso.

— ¿Cómo... Estás? -fue lo único que salió de entre sus belfos, antes de levantar un poco la vista y observar, con sorpresa y preocupación, como sangre bajaba por la nariz de Chan—. Estás sangrando...

De inmediato, el mayor se tocó debajo de una de sus fosas nasales, visualizando sus dedos índice y anular manchados con aquel líquido carmesí. Siseó.

— Mierda... —echó su cabeza hacia atrás, presionando un poco más abajo del tabique con sus ojos cerrados. La preocupación creció en JeongIn mientras buscaba en el primer cajón de su mesa de noche algo con que limpiar ello, detener la hemorragia, hallando una caja con pañuelos—. En la mesa de noche hay-

— Toma —le dió unas dos, impregnadas en agua oxigenada que también había. Sabía que eso ayudaba, lo recordaba por algunos accidentes en educación física... Sí, él era al que siempre le daba el balón en toda la cara.

Bang se asombró más no lo demostró. Solo bajó la cabeza y metió uno de estos por el orificio por donde sangraba, inclinándose hacía adelante, casi a la altura de su corazón, a la vez que sus dedos seguían haciendo presión en la misma parte anteriormente dicha.

— ¿Tomé mucho ayer? —indagó, con la voz afectada por el tapón en su nariz.

— Sí... ¿No lo recuerdas? —In miró a su alrededor, como si fuese más que evidente. Bueno, sí que lo era-. Acá también hay botellas por todos lados....

Como pudo, Chan barrió su vista por todo lo que podía, confirmando que las palabras de su menor eran verdaderas. Todo se veía como un basurero caótico...

— Realmente no recuerdo nada... —se sobó la cabeza con su mano libre—... como desde las cuatro de la tarde de ayer.

—Oh...

El menor abrió muchísimo sus ojos, en demasía de impresionado. ¿Desde las cuatro de la tarde? Bueno, ahora tenía sentido su estado.

— Pero -se volvió a acercar, no mucho-, ¿nada de nada?

— Eh... Nada de la noche, o muy poco. Muchas cosas las recuerdo difusas, borrosas...

— Ya...

Absoluto silencio. Parecían incómodos con el otro, la atmósfera sintiéndose verdaderamente tensa.

No obstante, Yang volvió a sentarse a un lado de él, viendo fijo el suelo. Bang lo miró por el rabo del ojo pero Yang ni se inmutó.

— Ya te respondí —carraspeó el castaño, deshaciendo el ambiente callado que les envolvía y quitando lo que había en su nariz. Ya no había más flujo de sangre, aliviandolo y luego al pelinegro—. Ahora hazlo tú.

— ¿Eh? —sus vistas se alinearon, el coreano sin entender.

— ¿Qué haces aquí? —gruñó BangMind, harto de la lentitud mental de Jeong, con sus manos dejando el pañuelo lleno de sangre sobre la mesa de noche—. Pensé que siempre estabas tras HitJin... Últimamente son como uña y mugre...

— Ah, es que-

— ... O tú como su perrito faldero.

El pelinegro arrugó la nariz al escuchar aquello último, y estaba a punto de reprocharle el por qué de esa comparación que le resultó tan desagradable y ofensiva, cuando se percató de cierto detalle...

— ¿Y qué si lo soy? ¿Te afecta en algo? ¿O es que acaso estás celoso?

Chan se congeló y entonces, le dio una de sus clásicas crisis existenciales; cerebro en blanco, ojos mirando a la nada y boca entreabierta. JeongIn, que ya había estado en presencia de varias de estas, supo que esta, en especial, no la olvidaría.

Jamás.

— ¿Celoso? —reaccionó el líder, luego de unos segundos. Su mirada se apartó de la de su adverso—. Por dios, es tu maldito problema si quieres ser el lamebolas de HyunJin, ni siquiera me interesa.

«Por supuesto.»

— Ajá, ¿y entonces por qué lo mencionas? Si supuestamente es MI problema —ironizó JeongIn, con un tono burlón aunque también molesto.

Bang Chan dirigió sus ojos a él, fulminante.

— JeongIn, fuera.

— No.

— Estás siendo todo un mocoso malcriado justo ahora, ¿qué te crees, ah? —se acomodó de tal forma que quedaron frente a frente, y sin dudarlo le dio un empujón que solo dañó más él ya de por sí herido corazón de In.

No lo soportaría un segundo más.

— No eres ni mi madre, ni mi padre, ni mis estúpidos profesores. ¡Ni siquiera a ellos les tengo ningún respeto! Así que imagínate... —bramó, enfurecido, apoyándose de sus rodillas para alzarse un poco—. ¿Quién te crees tú, mejor dicho? Porque yo de verdad no te entiendo —siguió, apretando sus manitos en puños y tensando su mandíbula. Chan solo fingió no entender nada y ahora sí, JeongIn perdió la cabeza—. ¿En serio te atreves a verme así? ¿Como si no fueses el jodido responsable de todo esto tanto como yo, ah? ¡Mierda! Tú, Bang Chan, que vienes como si nada cada que te la jodida gana y, oh, ¡sorpresa! ¡De pronto me estás besando! Y entonces cuando nos separamos, sales con tu completamente necesaria aclaración de que no te gusto, que solo me besas por... —inhaló muy profundo y seguido gruñó, gracias a la gran desesperación que le causaba todo esto—. ¡Ni sé por qué! Pero, por supuesto... —sonrió sarcástico, intentando calmarse o seguro iba a estallar—. Yo no puedo estar con HyunJin porque soy su puto lamebolas, ¡maldición! No te lo voy a permitir, no vas a llegar tú... —golpeó uno de sus pectorales, fuerte, haciendo tambalear al australiano—... con tu actitud animal... —otro golpe, de hecho, dos, pero estos perdiendo la fuerza anterior—... bruto... —más y más. Sus párpados cubrieron sus ojitos y su cabeza baja, temblando—... imbécil... —suspiró, dejando sus puños en su pecho. Sintió como las manos de su líder tomaban cada una de sus muñecas y fue en ese momento que la ira volvió a él, viéndolo fúrico—. ¡Y con esos celos que no comprendo para na-

Sus exclamaciones fueron calladas al segundo que una mano de Chan se puso sobre sus labios, empujándolo a la cama y colocándose entre sus piernas. La otra mano ahora mantenía las de JeongIn sobre su cabeza, bien apresadas, mientras que este todavía se ubicaba en el espacio-tiempo por lo veloz que habían sido las acciones del castaño.

— Vas a ir a tu casa, ahora.

Y esas fueron las palabras indicadas para hacerlo.

Gritando ahogado, se exasperó y, llevado por este mismo sentimiento más una mala mezcla de impulsividad y enojo, lamió la palma de la mano de Chan, babeandolo bastante y provocando que este la quitase. Al fin pudo respirar tranquilo.

— ¡Agh! ¡Qué asco, JeongIn!

El coreano rió, alzando una ceja. ¿Asco? ¿Hablaba en serio?

— Oh, vamos, haz metido tu lengua hasta mi tráquea, ¿y te quejas de un poco de mi saliva en tu mano? —expresó, con una actitud muy burlesca.

Chan gruñó y negó, decidiendo mejor no dar respuesta aquello.

— A tu casa, he dicho —repitió, con voz más autoritaria, causando que el corazón de JeongIn se sacudiese acelerado, agitado. Su pulso era lo único que escuchaba en tanto su rostro se deformaba por el dolor que nació en el centro de su pecho y empezaba a recorrer todo su ser, célula a célula, como un veneno sin remedio, tan ácido, tan dañino e irreparable...

En consecuencia, apenas fue liberado y antes de que Chan hiciese otro movimiento, él, con todas las pocas fuerzas que aún le quedaban en su pequeño cuerpo, se impulsó hasta el mayor y lo tomó con dureza de la nuca, uniendo sus labios en un beso forzoso.

El mayor no tardó en reaccionar, por supuesto, con los ojos muy abiertos y el cuerpo tenso, colocando sus manos en el pecho de Jeong para separarle. Lo logró y, muy fuera de lugar, lo vio.

— ¿Qué diablos, JeongIn? ¿Qué- ¡Mgh!

Pero no pudo culminar siquiera con la segunda pregunta del sinfín de incógnitas que le comían la cabeza en ese instante cuando, de nuevo, sus belfos estaban siendo apresados por los de su contrario. JeongIn enterraba sus dedos en la piel de la mencionada nuca a la par que Chan forzejeaba por alejarlo, una vez más.

Pero todo intento se detuvo al sentir, poco después, algo húmedo y caliente en sus propios mofletes, extrañándole de sobremanera. Abrió los ojos, esos que mantenía fuertemente cerrados, y sintió como si su corazón le bajaba más allá del subsuelo al apreciar esos rasgados ojitos de In, que tanto le gustaban, desprendiendo lágrimas las cuales seguro intentaba retener apretando mucho los párpados.

Internamente suspiró, y sintiéndose como la peor escoria que podía haber, correspondió el beso. Sus manos mimaron su cintura y JeongIn, sorprendido pero contento y sintiéndose consolado, se relajó y aferró la zona a la que se aferraba, literalmente, con uñas.

Se besaron por un rato, sin parar. El líder se sentó al filo de la cama y JeongIn lo hizo sobre uno de sus muslos, ahora abrazándole por el cuello. Era un beso con cero intensiones pero un millar de sentimientos, de parte de ambos. Sentimientos que a JeongIn no le importaba demostrar, y Chan...

Comenzaba a dudar.

Se separaron para tomar algo de aire, mirándose, con las frentes juntas y los cachetes decorados por una preciosa gama de carmín. Cruzaron miradas y Yang le dio un pequeño beso y haló de su piercing. El australiano no se quedó atrás e hizo lo mismo, con la única diferencia de que él haló de su labio. JeongIn, a pesar de la tristeza y el dolor que le agobiaba, rió tontamente. Y Chan le siguió, percibiendo luego como los labios del menor le callaban de la más dulce y hermosa forma.

Y ahora no se quejaba.

Un tercer beso se efectuó, entre caricias, lenguas que tímidamente danzaban con la otra y corazones que latían a la vez, una sincronía sorprendente que ambos podían sentir, debido a sus pechos pegados. Mimos en cintura para JeongIn y en cabellera para Chan. Risas que no podían retener y sonrisas pequeñas, de poca duración.

Lo estaba aceptando, ¿no es así? Al fin... ¿Podría ya surgir algo? JeongIn se estaba imaginando tanto en un segundo, ilusiones bobas, tontas.

Pero claro, como nada es perfecto en este mundo, Bang comenzó a alejarse de esos labios rojos y brillantes, entre besos cortos que se fueron hacía una de sus mejillas. Se apartó completamente y lo miró, secando el rastro de aquellas gotitas algo secas. Jeong le dedicó un mirada esperanzada, con ojitos brillantes y expectantes, y de nuevo su corazón le pesó. No podía hacerle eso a ese chico, un ángel caído, que se corrompida cada día más...

Más debía.

— JeongIn...

— ¿Si? —Yang sonrió, creyendo, ciego por lo recién acontecido.

Pobre.

— A casa... —y con todo el pesar del universo entero, Chan reventó esa burbuja, moviéndolo de su regazo y poniéndose de pie—. Debes ir ya.

Okay... ¿Ahora entienden a que se refiere?

Era tan extraño. No le venía ni un poco de lógica a esa actitud, ¡ni siquiera a la propia!

Justo cuando quería al menos darle un punto y fin a este tema, él salía con una de éstas. Un hábito, ¿una adicción? No lo sabía, pero dolía. En serio dolía. Quererlo dolía. Besarlo era la cura, pero, ¿de qué servía si luego lo rompía incluso peor que antes?

Bang Chan era un misterio, hasta cuando creyó que lo conocía por lo menos un poco. No, se había equivocado, y de qué forma tan patética.

Y de verdad, ¿cuántas veces se iba a repetir esto? ¿Cómo es que seguía creyendo? ¿Cómo su corazón soportaba aún? Era tan malditamente ilógico, estúpido. Le destrozaba sin piedad y todavía así, ese amor que sentía por él volvía a reconstruirse, pieza por pieza, solo para ser destruido una y otra vez, cada vez más despiadadamente.

Hasta ahora...

Porque, en serio, ¿qué caso tenía seguir tratando? Había seguido su juego y fallaba, había tratado de hablarlo y fallaba. Literalmente le rogó, y aunque por un momento pareció funcionar, al final no era así. Había fallado por milésima vez.

Pero... Había querido superarlo, y en eso también fallaba. Diablos, ¿acaso de verdad no podía hacer nada bien? ¿Ni algo como ello? Era el maldito colmo.

Apretó sus ojos cuando percibió ese conocido ardor en ellos, quedándose muy quieto a la vez que el mayor se encaminaba a su closet y se ponía una camisa. La suya, que se supone llevaba desde ayer, estaba en el suelo, sucia, y ni siquiera recordaba -o no con claridad- como es que acabó fuera de su cuerpo, pero no le dio relevancia en ese instante.

Una vez puesta, se giró y vio a JeongIn, que parecía una estatua de lo quieto que estaba. Pasó saliva y se acercó, sintiéndose como la peor mierda que pudiese existir en el mundo.

No lo merecía, en lo absoluto.

— JeongIn... —iba a tocar su hombro para llamar su atención, pero el adolescente se paró justo cuando su mano estaba a centímetros y volteó a ver al extranjero, con una expresión que le heló la sangre a Bang. Sí, así de contundente era—. ¿Tú-

— ¿Ya nos vamos o qué? —se la cortó el menor, volteándose de nuevo para comenzar a caminar a la puerta y salir.

El castaño ahora era quien estaba helado, mirando todo demasiado desconcertado, pero por sobre todo, dolido. ¿Ese era JeongIn? ¿El qué hace unos segundos le veía como si fuese el mundo entero, el que lo atrajo a él y lo besó, con unas ganas y amor tremendos?

Lo más estúpido de todo es que estaba teniendo la osadía de cuestionarse aquello, cuando tenía muy en claro quién era el principal y único culpable. Él, él y solo él. Puso una mano en su pecho y apretó la camisa. ¿Era así como JeongIn se sentía? Porque de ser afirmativo, ya lo entendía perfectamente, a su desesperación y su lucha por conseguir respuestas que le curasen el gran dolor en su corazón, en su alma.

Ese dolor que siempre cargó pero ignoró tenerlo, como sus sentimientos, y que ahora no podía evadir más.

Al rato también egresó de su cuarto y, posteriormente, de la gang, sin hacerle caso a nada. Estaba tan perdido en su propia mente, dando cientos de vueltas al mismo asunto. Odiaba esa sensación, le revolvía de una manera terrible el estómago...

Caminando a su auto, lo encontró donde siempre; Yang estaba apoyado del capo, con los brazos cruzados y la mirada fija en un punto perdido, y apenas lo vio, se quitó y espero a que los seguros fuesen quitados para entrar. Chan lo hizo y ambos en silencio entraron en sus respectivos asientos.

El transporte cuatro ruedas fue encendido en cuestión de segundos. El motor bramó con fuerza en tanto el líder veía por el espejo retrovisor a In, que mantenía la cabeza gacha.

Suspiró.

Pensó bastante en sí decir algo, con su boca abriéndose y cerrándose repetidas veces pero, finalmente, nada salió.

¿Qué se supone que diría? ¿Qué sería lo más lógico? Se sentía asfixiado por el ambiente tenso, pesado, pero no se le ocurría nada que lo sacase de ella. Sea como sea... Estaba seguro que nada resultaría como deseaba.

Por lo que solo arrancó, apretando con fuerza el volante mientras veía al frente. JeongIn se dedicó a mirar a través de la ventana que tenía de su lado, decaído. Emocionalmente se sentía tan exhausto, tan abatido, que lo único que quería hacer es tirarse en su cama y no levantarse hasta dentro de mucho, muchísimo tiempo.

Cerró sus ojos cuando percibió que, de nuevo, el llanto se aproximaba como algo que creyó inevitable. Pero no, no iba a llorar, no podía, no ahí. Sin importar si el mayor no le estaba viendo, y hasta puede que ni le importase su estado, solo no podía.

No quería.

Así que respiró muy profundo, se mantuvo con sus ojitos cerrados y, en lo que sintió que esas ansias se desvanecían hasta ser completamente nula al los volvió a abrir.

... Sorprendiéndose de sobremanera al ver por la ventana y no visualizar las acostumbradas calles y edificios que se observaban de camino a su hogar, sino, en su lugar, árboles muy altos y frondosos, y una ligera empinada subida.

Frunció el ceño.

— Chan... ¿A dónde vamos?

El susodicho no le respondió. Su visión seguía fija al frente. Y Yang se mordió el labio, comenzando a enervarse y pensando toda clase de cosas. ¿Lo asesinaría, acaso, para no dejar evidencia de sus actos? Ah, no, no. BangMind no sería capaz de eso... ¿O sí?

ID transtornaba un poco tu mente.

Y mientras él se perdía en toda clase de pensamientos, enteramente absorbido por ellos y creyendo que Bang no le estaba prestando ni la mínima atención, este mismo le dedicaba uno que otro tiempito para visualizarlo por el retrovisor, reteniendo algunas risas cuando le veía hacer algunas muecas que resultaban en serio muy chistosas. Otras tiernas, y el resto...

Exhaló.

¿Por qué carajos estaba haciendo esto? ¿De verdad era lo mejor? ¿Lo debido? Se lo había pensado un rato, mucho más desde que se desvió de la ruta habitual y decidió seguir la de ahora, sintiéndose tan ansioso puesto ni el mismo tenía las respuestas y eso que era el que se encontraba efectuando éstas. Solo tenía claro que seguía claras órdenes de su cerebro, sin rechistes, y eso... Era lo único que le importaba.

La subida se hizo más empinada. JeongIn apretaba cada vez más sus manos unidas entre sí, con la mente muy saturada de un centenar de cosas, y el castaños daba pequeños golpecitos con sus dedos al volante, buscando relajarse un poco en medio de la tremenda locura que estaba a punto de hacer.

Exactamente, el pequeño con facciones de zorro no se dio cuenta cuando llegaron. Solo recuerda el sonido del auto apagándose, una puerta abriéndose y, a los segundos, la suya también. El mayor de pronto estaba en frente de sí, mirándolo con su típica expresión frívola.

Pasó saliva y salió en lo que le hizo la seña, no pudiendo retener la carita de asombro al ver el tremendo panorama que tenían delante de sus narices; la ciudad entera, funcionando como siempre; autos moviéndose por aquí y por allá, personas también. Eran como minúsculas hormigas o alguna clase de videojuego simulador.

Pero lo mejor fue alzar la mirada y apreciar el cielo, que estaba absolutamente abarrotado por nubes blancas las cuales parecían ir formando circulitos, pegadas unas a las otras. Aspiró hasta que sus pulmones estuvieron llenos a su límite y sonrió; aire puro.

— ¿Por qué estamos aquí? —la duda seguía allí, inevitable, y Chan lo sabía. Así que se sentó en el capo de su automóvil y JeongIn no tardó en imitarlo, bastante cerquita. Como su adverso no puso queja, se quedó ahí tal cual como estaba.

— ¿Te gusta como huele acá? -otra vez con las contrapreguntas...—. Es limpio, liberador y fresco, ¿no?

In asintió. — Sí... Bastante. Me gusta.

— A mi igual.

Silencio.

— ¿Sabes que el centro del universo huele a ron y frambuesas? —como se volvía cada vez más normal, el mayor deshizo la atmósfera callada entre ellos.

— ¿Cómo pueden saber eso?

Chan rió, porque JeongIn siempre era así; quería las respuestas de todo, tal cual un niño pequeño.

— A veces, hay cosas que no tienen una respuesta, JeongIn, o simplemente no quieren ser dichas.

— Oh...

El menor descendió la cabeza, apenado. En el pasado, ya hace muchos años, sus profesores, compañeros de clase e, incluso, su propia madre le habían reñido o criticado por ser así de curioso con todo. "Fastidioso" le decían muchos. "Preguntón" otros. "Chismoso", "entrometido", "rarito"...

La mayoría de los últimos venían acompañados de empujones, humillaciones públicas. Su almuerzo tirado en el suelo y las risas de todo el colegio eran de esos recuerdos que jamás borraría de su cabecita. Los señalamientos y las lágrimas que guardaba hasta llegar a casa, sin nadie que le cuestionase lo que en verdad importaba; si estaba bien, cómo le iba en el colegio o cómo se sentía.

Por eso dejó de ser así, por eso dejó de llegar todos los días efusivo, corriendo hasta donde sus padres para contarles su día y hacerles un millón de preguntas. Por eso cambió, más aún cuando su mamá empezó a trabajar el doble y su padre se mantenía en puros quehaceres.

Y aunque esas experiencias eran una herida cerrada, que ya no dolía más, la cicatriz era para siempre, una marca que nunca podría eliminar de sus memorias.

— Lo lamento... —soltó al rato, en medio del callado ambiente. Chan lo vio y JeongIn también, aunque no tan enseguida como el castaño. Se sentía bastante expuesto y frágil por todos los recuerdos de aquel terrible momento que le había tocado vivir—. Sé que puedo ser una molestia muchas veces.

— No, está bien —Bang levantó una de sus manos y acarició su mejilla, sobresaltando al más joven.

Dejó caer su cabeza en aquella mano, con los ojos cerrados. La sensación de la pacífica atmósfera conjunto a esta calidez tan única de Chan, pues era nada más él quien le hacía sentir tan bien y acogido, eran lo mejor que había sentido en semanas.

Y ahora se daba cuenta de cuan estúpido estaba siendo creyendo que de verdad podría superar a ese ser.

No sabía si reír o llorar por eso.

— Supongo que lo del universo... —entreabrió un poco sus ojos al oír la voz de su contrario, mismo que se encontraba visualizando el cielo. Parecía nostálgico—... si tiene una respuesta. Solo que ahora no la recuerdo.

— ¿Y tu actitud conmigo si la tiene?

Chan soltó una risa sin gracia.

— ¿Por qué te empeñas tanto en eso, ah?

— Porque estoy cansado, Chan —se quitó de su mano para girarse un poco y estar frente a frente. Bang tensó su mandíbula, bajando la extremidad antes dichas al tiempo que le miraba de igual forma—. No te imaginas lo mucho que me agobia cada día. Solo quiero darle un fin.

— Un fin... -repitió el mayor y prontamente JeongIn se arrepintió de haberlo dicho.

— No, espera, quiero decir-

— Está bien —cortó. Una pequeña sonrisa se delineó en su rostro—. Yo también estoy cansado de esto, aunque no parezca.

— ¿En serio? —In no se esforzó en ocultar su sorpresa.

— Sí -y el ojiazul rió—. Pero lo hago por tu bien, JeongIn.

— No entiendo.

— No lo entenderías.

JeongIn rodó sus ojos y le dió un golpecito muy suave en el hombro. Bang se lo devolvió, cuidado que no se le pasase la mano como otras veces.

— Quiero hacerlo —insistió el menor. Otro chance y no iba a permitir que se le fuese de las manos como hace unos minutos—. Por favor, Chan.

— Para eso tendré que contarte una larguísima historia —habló el de cabellera castaña, conectando sus miradas—. ¿De verdad quieres oírla?

— Si eso me hará entender, claro que sí.

Suspiró.

— Bien... —sus ojos volviendo al cielo, su aura convirtiéndose en algo incluso más nostálgico, con un toque de melancolía—. Todo comenzó...

¿Te quedarás aún sabiendo todo lo que se viene?

***

buEnAs.

AL FIN PUDE ACTUALIZAR, DISOOOO. Perdón por tardar, Wattpad no me dejaba actualizar.

¿Cómo están, cómo se encuentran? ¿Cómo van sus clases? ¿Ya son presenciales?

Quería acotar algo importante... sIEMPRE ACOTO O DIGO VAINAS PERO ES QUE SE ME OLVIDA Y AKSHSNSHSJ; La parte primera parte del pasado de Chan, donde habla con Noah después de conocerse y le dice que pelee, es una referencia a la película llamada Moonlight. Que por cierto, la súper recomiendo, es hermosa, es emotiva. A mí me encanta. Creo que hasta ganó un Oscar.

En otras noticias, ¿les gustó el capítulo?

Aquí es donde empiezan a resolverse muchas dudas, así que si tienen teorías, dejenlas acá.

y nO ME DEJEN EN FLOP PQ LLORO. Sé que varixs tienen muchas teorías y de verdad me gustaría leerlas antes de aclarar todo 🥺🥺🥺🥺

Les doy 1 besito por cada teoría-- okya JAHSJSJS.

Lxs amo. En serio. Espero que estén bien, que estén comiendo adecuadamente, hidratandose, durmiendo y que le vaya increíble en todas sus clases/tareas/trabajos. 💗💗💗

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