✘ Capítulo XVIII. ✘

Dedicado a: Magcultuwu quien adivinó a quien iba dirigido el pequeño capitulo anterior. ¡Felicidades!

Respuesta: de JiSung a MinHo.

▲•▼•▲『✘』▲•▼•▲

Me tienen tan confundido
con sus actitudes sin sentido.
Pronunciando preguntas o respuestas incoherentes
que hacen volar mi mente.

Tengo miedo de lo que pase.
Pero también soy valiente por ello.
Por favor, no me rechaces.
¡Yo solo quiero ayudarte!

...

No haces más que arruinarlo todo.

▲•▼•▲『✘』▲•▼•▲

JeongIn movía su comida, sin nada de interés o apetito.

El peor momento del día siempre era cuando estaba en casa, con las supuestas personas que más seguro y reconfortado debían hacerle sentir.

Era todo lo contrario.

— ¿No tienes hambre? —le cuestionó su padre, su tono siendo dulce, bajo y bastante paternal.

Más sin embargo, JeongIn bufó, dejando el tenedor a un lado.

— Solo esto no me apetece.

— ¿Quieres algo más?

El hijo de aquel matrimonio frunció el ceño, mirando a su padre muy extrañado. ¿Desde cuándo este era tan... Atento y comprensivo? Por decirlo de una forma.

Okay, bien. Puede que antes también fuese un poco así, pero esta vez el sentimiento se sentía tan fuerte e insistente, que le confundía de sobremanera.

Además, no era la primera y no sería la última vez que come a medias. Desde hace muchísimo tiempo eso venía siendo así. Entonces, ¿a qué venía ese actuar que resultaba novedoso para el joven In?

De todos modos, y siendo sincero, el chico negó. — No. Llegaré tarde a la escuela.

— No entiendo porque insistes, él jamás ha comido completo tus comidas.

El mayor vio a su esposa mientas que Yang hijo rodó sus ojos y se levantó, reteniendo un gruñido.

— Tal vez quiera otra cosa... —musitó el señor Yang con un timbre esperanzador.

—Deja de malcriarlo —no obstante ella rezongó, mirando su plato, enojada, antes de dirigir estos mismos ojos a su marido—. Es lo que hay.

— No lo malcrio, solo quiero que esté cómodo.

— Que manera...

— Me voy —avisó, de mala gana, JeongIn, aunque ahora poco o nada le importaba si le escuchaban.

Fue por su mochila en su cuarto tan rápido como salió de su casa. Sus padres siguieron con su discusión, pero él no les prestó ni la más mínima atención.

Cada vez se sentía más y más ajeno a su propio hogar.

— Entonces, la tangente de esto vendría siendo...

No era una sorpresa para nadie que el pelinegro odiaba todas las materias que veía en el colegio, pero matemáticas, definitivamente, era la peor.

Y no, no era por solo la esencia pura de la asignatura como tal, sino, más bien, por el fósil que tenía por profesora.

Dios mío. Si es que esa señora hablaba tan lento... El aburrimiento normal de una clase se elevaba más allá del millón.

— Entonces... ¿Alguien que quiera decirme cuál es el resultado?

JeongIn alzó su ceja y sonrió divertido al ver al más idiota del salón levantar su mano. ¿Qué? ¿Él iba a responder? ¿En serio?

Rió. SeungMin le terminó dando un golpecito en el hombro para que fuese más disimulado, aunque eso no evitó que los ojos de la anciana profesora y su estúpido compañero se posasen sobre él.

— ¿Qué es tan chistoso, jovencito Yang? —inquirió, cruzándose de brazos.

— Oh, nada —respondió él, apretando los labios para hacer pasar por desapercibida la sonrisa agraciada de hace poco—. No lo entenderías.

La adulta le dedicó una mirada confusa antes de restarle importancia y volver su mirar al otro chico.

— ¿Entonces?

— Bueno, yo pienso que el resultado ser-

— Espera un segundo, ¿a poco tú piensas?

La clase entera reventó en carcajadas. La profesora fulminó con la vista a JeongIn y este no hizo más que engrandecer su traviesa sonrisa. Ahora no iba a ocultar aquello, en lo más mínimo.

— Joven Yang, parece que hoy está muy participativo. ¿Podría usted decirme el resultado?

El menor vio detrás de su instructora. Números, letras y más números. No entendía absolutamente, claro, si ni una pizca de atención había puesto.

Bufó. — Puedo hacer algo mejor.

— ¿Ah, si? ¿Y qué es?

— Dar la clase.

La profesora se carcajeó, entre sorprendida por el atrevimiento del chico y divertida por lo mismo. El menor ni se inmutó.

— Si es así, levántese y dela.

JeongIn afirmó, con una sonrisa confiada, y se puso de pie. Caminó a un paso muy relajado hasta la pizarra, teniendo las manos metidas en los bolsillos de su pantalón en tanto sus compañeros le veían, expectantes. Algunos incluso comenzaron a cuchichear sobre qué se le ocurriría ahora su compañero, y eso sólo hizo que la sonrisa de Yang se hiciera más grande.

Amaba esa atención, amaba poder levantar la cabeza y sentirse tan superior entre todo y todos, mucho más sobre aquella irritante profesora. Su funesta expresión era algo que divertía en demasía a Yang.

Cuando abrió la boca, el aula entera calló, y él dijo;

— Pueden irse. Hora libre.

Y como si el chico fuese una real autoridad ahí, la estampida de estudiantes solo agarraron sus cosas para salir, tan veloz que la profesora quedó desconcertada y con los regaños en la boca.

— ¡Hey, no, vuelvan! —intentó detenerlos, en vano ya que igual todos siguieron corrieron fuera del aula en un absoluto estado de euforia.

Al final, se sentó en su silla, tomó su cabeza y suspiró. JeongIn agarró su morral y se lo puso al hombro, esperando por SeungMin quien no se había movido ni un poco de su asiento.

— Anda, vamos. Igual solo faltaban diez minutos —le incitó In, encogiéndose hombros. Su expresión facial y corporal seguía siendo la misma, solo que más arrogantes.

Kim no parecía muy convencido, pero de cualquier forma recogió todo y los dos chicos salieron. Se sentaron a comer y después caminaron un poco, sin rumbo fijo, con un SeungMin que parloteaba sin parar y un JeongIn que le escuchaba, riendo ocasionalmente.

— Oye, Innie —pero después de un breve silencio entre ambos, Min, que parecía nervioso de pronto por la una razón que Yang desconocía, habló. Y así como tan de pronto sucedió aquello, un mal presentir llegó al menor—. ¿Te puedo preguntar algo?

— Claro... —aceptó medio dudoso, mirándole de reojo a la par que ponía una mano en su pecho. Le dolía un poco la zona, y eso solo le extrañó mucho más—. Lo que sea.

— Tú... —SeungMin, con la vista desviada, empezó a jugar con las tiras de su morral mientras hablaba, jalando ansiosamente de estas—. ¿Te gustaría estar... En una gang?

Gang.

Fue una palabra que hizo mucho eco en la cabeza de Yang, mismo que estaba bastante confundido por la inquisición de su amigo. El malestar y presentir se hicieron más fuertes dentro de sí.

— No... No lo creo. No es de mi estilo —respondió al rato, cuando había pensado bien que responder.

No podía contarle a SeungMin que estaba en una, en realidad, y no solo porque era un secreto con la pandilla, sino porque temía que el rubio siguiese sus pasos como ya había intentado antes.

Y SeungMin en ese tipo de agrupaciones... No duraría ni un día.

— ¿Ni siquiera lo es para alguien tan cool y rebelde? —los ojitos de Kim brillaron intensamente, viéndole, y JeongIn no pudo evitar reír un tanto.

— Ni siquiera para alguien tan cool y rebelde...

— Wow...

— Hm.

— Pero... Si lo fuese, ¿en cuál te gustaría estar?

El pelinegro le dedicó una mirada aún más confusa que con anterioridad. Estas preguntas cada vez se volvían más... ¿Especificas? ¿Turbias? ¿Las dos?

— Pues... No lo sé. Solo conozco la BangGang... Ehm... Porque todo el mundo lo hace, ¿no? Son muy famosos...

— Sí...

— Bueno, entonces... —inhaló y exhaló muy profundo—. En realidad, no creo que me guste entrar en esa. Todos dicen que son muy peligrosos y, ya sabes, yo sí les creo. Se han mantenido por muchísimo tiempo, incluso más que otras gangs y hasta han aparecido en las noticias. Debe ser por algo, ¿no lo crees?

— Tiene sentido.

— Sí, sí. Además, como dije, no es mi estilo —reiteró, haciéndose de hombros. Quería sonar convincente y menos mal que SeungMin era bastante crédulo—. ¿Por qué lo preguntas?

— Pues... —y volvemos con esa actitud titubeante y nerviosa—. Solo se me ocurrió. Tenía curiosidad y, bueno...

El menor achinó sus ojos y enarcó una ceja.

— Ajá...

— Innie.

— ¿Más preguntas "que se te ocurrieron y tienes curiosidad"? —ironizó Yang.

— ¡Oye, es en serio! —Seung berrinchó, abultando tiernamente sus labios—. Pensé que tú sabrías más de eso y me podrías decir. No conozco a nadie más que le pueda preguntar...

— ¿Y para qué quieres saber de esas cosas? —JeongIn quiso saber, fijándose en él con ojos muy atentos. Observó como su contrario mordía su labio inferior con fuerza, viendo el suelo fijo. Luego los subió a los propios.

— Ya te dije... Es por curiosidad. De paso, ¿qué tendría de malo saber?

Yang no sabia si creerle. SeungMin se estaba comportando algo inusual y jamás había hecho preguntas como esas. Sus temas normalmente eran de toda clase de tonteras infantiles que se había acostumbrado a oír, y que muchas veces le causaban sinceras risas. De paso, tampoco tenía necesidad de hacerlas, realmente, era uno de esos chicos todos angelicales que no matan ni una mosca, entonces, ¿por qué de pronto si? ¿De verdad solo era curiosidad?

— Supongo... —sin embargo, le dio el beneficio de la duda. Tal vez, y solo tal vez, estaba exagerando todo y su amigo en realidad solo quería información, nada más.

De todos modos, dudaba de que SeungMin, siendo como es, fuese capaz de encontrar una gang y unirseles... Digo, si a él le costó, no podría imaginárselo a él.

— Bueno...

— De todos modos —y justo en ese instante, a JeongIn se le ocurrió una gran idea. Si tan emocionado estaba SeungMin por hacer algo de ese tipo, lo más seguro, para "impresionarlo", podría proponerle al chico aprender una de esas cosas con alguien en quien confiaba...—, si tanto te interesa, conozco a una persona que podría enseñarte a pelear.

Las pupilas del rubio se iluminaron en demasía, viendo incrédulo pero entusiasmado a al azabache. — ¿En serio? ¿Quién?

— Un amigo... —respondió, acomodando la mochila en su hombro—. Le diré a ver qué piensa y te aviso, ¿está bien?

— ¡Está bien! —exclamó Kim, efusivo y muy sonriente. Yang percibió una sensación gratificante en su cuerpo, sintiéndose verdaderamente muy bien de presenciarlo así. Más no lo demostró, únicamente afirmó y se hizo de hombros al compás que su amigo volteaba y, de la nada, comenzaba a caminar más rápido—. ¡Mira, llegamos!

«¿Llegamos?»

JeongIn quitó su mirada de él y se concentró en su alrededor, que hasta el momento ignoraba, y al segundo que reconoció dónde estaban, muequeó. El lugar –según él– más aburrido del mundo, dónde solo respirar parecía una molestia; la biblioteca.

Observó con reproche a su acompañante. — ¿Qué hacemos aquí?

— Hm —el rubio apartó la vista, con su colmillo hincado en su belfo inferior—. Necesito... investigar algo. Será rápido. ¡Espérame aquí!

— ¡Shh! —y ahí estaba... La vieja bibliotecaria con más de cien años de vida que le hacía competencia a la de matemáticas.

SeungMin se disculpó muy bajito a la vez que hacía una pronunciada reverencia, yendose después, mientras que Yang tuvo que retenerse de soltar un comentario defensor muy posiblemente ofensivo para la mujer –y vaya que le costó–, limitándose a solo verla fulminante. Ella notó su intensa mirada y no tardó en devolversela, entrando los dos en algún tipo de lucha.

Siempre era así, desde la primera vez que JeongIn puso un pie en esa parte de su colegio, aquella mandona señora no hacía más que ponerle reglas innecesarias y callarlo. ¡Dios! Si es que ni una sílaba podía pronunciar. Abría la boca y ella ya lo estaba callando. ¿Era necesario? ¡Por supuesto que no!

Continuaron con ello hasta que JeongIn rodó los ojos y se fue a sentar a alguna de las mesas más alejadas. Se puso unos audífonos que HyunJin le había regalado –ya que los que tenía los perdió– y los conectó a su celular para oír música.

"Feel Special" de Twice comenzó a sonar.

Y al tiempo que movía animadamente su cabeza, con una pequeña sonrisa, vio la  bandeja de entrada de mensajes; todos de la gang.

Empezó a leerlos.

BG.

Hey, aquí PlayerBin ~
12:41 P.M.

HitJin me avisó temprano que no va a poder buscarte
12:41 P.M

Y si te andas preguntando por qué, no lo sé. A HitJin le viene como que la mestruacion una vez al año en especifico, y hoy es ese día
12:42 P.M

Así que mejor no vayas a la BangGang hoy.
12:42 P.M

«Mira quién habla...» pensó antes de seguir leyendo.

Todo va a andar muy... Ahm, ¿tenso? Y en serio es incómodo. Me agradecerás después (;
12:43 P.M.

Solo eso. Nos vemos luego ~~
12:43 P.M.

El hacker frunció el ceño luego de leer todos los mensajes. ¿No ir? ¿Tenso? ¿Y con referente a HitJin?

Eso no iba para nada con el susodicho... Sentía que había algo más detrás de todo ello.

E iba averiguarlo.

— Gracias, ChangBin, pero no gracias.

Sí, siempre tan desobediente, yendo contra la corriente.

Sintió un toque en su hombro y levantó asustado la cabeza; era SeungMin que se veía particularmente feliz.

— ¿Ya investigaste? —el azabache se quitó los audífonos, tallándose un ojo y bostezando. Había matado el tiempo oyendo un poco de música, pero debido a sus duros entrenamientos diarios, estaba más cansado de lo usual. Así que terminaba durmiendo el triple de lo que lo hacía antes en todas partes.

Su amigo asintió.

— Bien, porque ya casi se acaba el recreo —informó JeongIn, guardando su celular y auriculares aún conectados—. ¿Que buscabas? ¿Tus muy comunes preguntas "que se te ocurrieron por curiosidad"?

— ¿Ahora jamás lo vas a olvidar?

El aludido estalló en risas, mismas que fueron calladas al instante en que recibió un un chitido de la anciana bibliotecaria de ahí. Le reviró los ojos de la forma más obvia posible y tomó a SeungMin de la muñeca para salir antes de recibir el innecesario regaño. De verdad que detestaba esos sitios.

— ¿Y?

— ¿Y?

— ¿Qué buscabas? —volvió a preguntar Yang, caminando ahora a un ritmo más calmo.

— Ah... —Seung vio en todas direcciones y posteriormente, lo volvió a mirar con una sonrisa medio chueca—.  Tarea, sip.

JeongIn le vio desconfiado. — ¿De qué?

— Química. Ayer la mandaron.

— Ayer no vimos química.

Observó al de cabellos más claros tensarse y jugar tope con sus dedos. Eran más que obvios los nervios.

— Bueno... ¡Pero si tenemos tarea! No recuerdo que día exactamente la mandaron, pero si lo hicieron.

— Yo no recuerdo.

— Porque jamás le haces caso a las clases.

— Buen punto.

SeungMin liberó un par de risillas, menos rígido, y JeongIn le acompañó luego, muy bajo.

— ¿Qué clase nos toca ahora? —indagó, tronando su cuello.

— Historia —le contestó Seung, sacando una bolsita de galletas la cual abrió con rapidez; dos de estas acabaron en su boca—. ¿Efe nu e gue chicuguco ecula?

— ¿Qué?

SeungMin apuntó al frente y JeongIn miró de inmediato. Poco nada se arrepintió de ello.

— Ah... —frunció su ceño y arrugó la nariz, quejándose en berrinche—. No, por favor...

— Hola, joven Yang.

El fastidioso psicólogo escolar.

— Hola —respondió tajante, con la vista apartada y una expresión que demostraba claramente su disgusto ante la presencia ajena—. Y adiós. Tenemos clases.

E iba a irse, arrastrando de la muñeca a Min consigo, cuando el adulto se le adelantó y lo detuvo de un agarre en el hombro.

— Aún no ha sonado el timbre —In se sacudió, quitándose aquella mano de encima, para seguidamente mirarle irritado—. Y de cualquier forma, dudo que ingreses a la siguiente; la profesora de matemáticas ha presentado una queja tuya, el director iba a suspenderte pero le dije que era mejor que vieses una orientación conmigo. Haz faltado a las últimas.

— Porque será...

El adulto rió un poco.

— Vamos —a pesar de ser orden, sonó tan suave que no lo parecía en lo absoluto—. No será demasiado rato, lo prometo.

A regañadientes, y porque claramente no tenía otra opción, Yang accedió, despidiéndose vagamente de SeungMin antes de seguir al mayor.

— Entonces, JeongIn...

Ambos tomaron asiento, frente a frente. Uno con una sonrisa y el otro con su clásico ceño fruncido.

— ¿Volviendo a los viejos hábitos? Habías estado tranquilo un tiempo.

— Estaba molesto y solo lo hice. Ni siquiera fue la gran cosa.

— ¿Así que descargas tus molestias y frustraciones molestando a los demás?

El menor, que había tenido la vista perdida en algún punto de por allí, conectó miradas con el de más años presente. Este parecía escribir algo en una gran hoja con un sinfín de otras cosas que no le importaban en lo absoluto.

— No —fue su respuesta, volviendo a apartar sus ojos.

— Pero así parece, por lo que me dices —mencionó como si fuese obvio y JeongIn solo gruñó.

— Se equivoca —refutó, cruzándose de brazos.

— ¿Sabes algo? Cuando tenía tu edad, era exactamente igual a ti...

El pelinegro soltó una risita irónica. Ya vendría seguro a mentirle con cualquier tontería para persuadirlo.

— Mal portado, grosero, altanero, con bajas notas y en el camino incorrecto... Mis padres ya se habían rendido conmigo para ese punto.

«A mi solo me falta que papá se rinda...»

— Pero claro que no era suficiente, así que decidí ir por más. ¿Cuál crees que fue la idiotez que cometí?

— No lo sé, no me importa. Ya me quiero ir.

— Yo-

In se levantó, tomando su mochila con excesiva fuerza, y el hombre suspiró. ¿Por qué siempre hacia lo mismo?

— Se está volviendo rutina, ¿no es así? —pero pese a su frustración, le sonrió, intentando evitar algo que de todos modos ocurriría.

Yang nada más caminó a la puerta, parando justo al frente para tomar el pomo y abrirla. Ya quería largarse de ahí, no tenía sentido, no entendía la insistencia de ese señor por "ayudarle".

No le ayudaba en absolutamente una mierda. Solo incrementaba su desprecio de ir a aquel lugar, su desprecio a "cambiar y mejorar".

Él no cambiaría, no tenía nada que cambiar. Él era así.

Y siempre lo sería.

— Quédate.

— No, gracias.

— Por favor. No quiero que tú-

Pero el menor no escuchó. Solo salió de ahí.

Que entrase a la BangGang y el ambiente se sintiese pesado y abrumante no era ninguna novedad, aunque tampoco algo a lo que se terminase de acostumbrar.

Generalmente HyunJin estaba por ahí, animando todo de alguna u otra manera, pero ese día... La sala estaba vacía.

Solitaria, fría, sombría.

Mordió su labio y dejó su bolso a un lado, en la entrada. Se adentró más, quitándose el cubre-bocas, y fue directamente a la cocina.

«Quizás ahí...»

— ¿HanShot?

El nombrado, que comí un chesquesse con las mejillas abultadas, levantó la mirada velozmente y se encontró a JeongIn en el marco de entrada a la cocina.

— Oh, hola, HackerIn —se limpió las comisuras con una servilleta.

— Pensé que HitJin estaría aquí... —siseó In, viendo de lado a lado y después al sub-líder—. ¿Sabes dónde se encuentra?

Vio a JiSung fruncir el ceño para posteriormente enarcar una ceja.

— Vi que PlayerBin te advirtió por mensaje, ¿y aún así lo vas a hacer? —dijo con un tono chocante, causando que Yang rodase los ojos—. Déjalo. No lo molestes.

— No lo voy a molestar, solo quiero-

— No. Sé lo que quieres hacer, y está mal. Deja de andar metiéndote donde no debes, JeongIn.

El menor se frotó la cara, frustrado, y asintió, pero eso no significaba nada. Por supuesto que no le haría caso, así como tampoco se lo hizo a ChangBin. Solo quería estar con su amigo, divirtiéndose y sacándolo de la cruda realidad un rato. Es todo.

— ¿Y los demás?

— PlayerBin no ha venido desde que salió al colegio en la mañana —Contestó Han, metiendo se otra cucharada a la boca—. LixBoom no sé y BangMind está en la sala de reuniones.

— Bien —se dio media vuelta, con todas las de irse, pero...

— Más te vale hacerme caso, HackerIn. Te lo digo muy en serio.

Inflando sus mofletes, soltó todo el aire ahí contenido en un resoplido a la vez que sus ojos se ponían en blanco por segunda vez.

— Ajá.

Egresó de la habitación antes de que JiSung se pusiese más pesado de lo necesario y se encaminó esta vez hasta el cuarto de reuniones, donde estaría quien tal vez si le daría la respuesta por puro deshacerse rápidamente de él. Tocó la puerta dos veces e intentó abrirla, pero parecía tener seguro. Su entrecejo se arrugó.

— ¿Quién es? —se escuchó desde dentro.

— Soy yo, HackerIn.

Momentáneo silencio.

— Y... —Chan pareció vacilar un poco—. ¿Qué necesitas?

— Diría que hablar contigo, pero me haz estado evitando desde hace más de una semana, así que ya me cansé —ni el mismo supo como es que las palabras le fluyeron de esa forma, como el agua misma, pero lo hicieron. No estaba arrepentido—. Solo quiero saber dónde está HitJin.

Otro silencio, este un poco más largo, más incómodo. La tensión podía sentirse con facilidad en la atmósfera. Y justo cuando JeongIn pensó que Bang no le daría una respuesta, posiblemente gracias a sus primeras sinceras palabras, la puerta se abrió. Los dos quedaron cara a cara... O algo así, ya que Chan era un poco más bajito.

— HitJin dijo que hoy quería estar solo —fue lo que contestó el castaño y JeongIn apretó los labios.

Chan le ponía débil de todo, sin importar lo muy firme que quisiese mostrarse. Sin embargo, esta vez intentaría que no se notase.

Ya tenía que superarlo.

— ¿Dónde está HitJin? —repitió, sin inseguridad de por medio.

Y su mayor endureció su expresión, confundido.

— ¿Acaso no me escuchaste?

— Yo no te pregunté eso.

Superarlo.

Los dos se quedaron viendo fija y quedadamente, con expresiones firmes, retadoras. Una especie de competencia. Aunque el líder estaba internamente muy impresionado de la actitud de su discípulo.

JeongIn igual.

— ¿Qué estás intentando, JeongIn?

Superarlo...

— ¡No estoy intentando nada! —se exaltó, en verdad frustrado—. ¡Solo quiero saber dónde está HitJin!

— ¿Por qué? Te he dicho que no quiere ver a nadie, ¿no entiendes?

— ¡No me importa!

Bang tensó su cuerpo.

— Si no te da la gana de entender, entonces no voy a seguir perdiendo mi tiempo —retrocedió, tomando la puerta—. Haz lo que quieras.

La adrenalina recorrió como un potenciador impulso en las venas de JeongIn al segundo en que vio como la puerta era empujada para ser cerrada, por lo que se adelantó y la detuvo con sus manos y brazos. Dolió, mierda, y mucho, ya que el mayor había sido realmente brusco, pero ni siquiera le importó en lo absoluto. En su mente había pensamientos mucho más importantes y críticos que aquello.

— ¿Ahora se te ha hecho costumbre huir? —gruñó Yang provocando que Chan voltease. Por la cara que puso era evidente el asombro—. ¿Desde cuándo?

— JeongIn, vete.

— No —empujó la puerta para abrirla del todo, dando dos firmes pasos al frente—. Respóndeme.

— No estoy en obligación de responderte nada —se le acercó con aires amenazantes y una expresión frívola que el más joven trató de imitar—, y tú no deberías estar hablándome de esa forma. ¿Qué diablos te sucede?

— ¿Qué diablos te sucede a ti? —se acercó más al castaño, según él, para intimidar.

Oh, vamos.

— ¿Desde cuándo se responden preguntas con otras preguntas?

— No lo sé, tú dime.

El mayor levantó una ceja. Su mirada se veía más afilada y sus comisuras se alzaban un poco, de forma apenas visible.

In mordió el interior de una de sus mejillas.

— Idiota —soltó Chan.

— Imbécil —le respondió JeongIn.

— Entrometido —siguió el mayor.

— Cobarde —Yang no se quedó atrás.

— Fastidioso.

— Aguafiestas.

— Débil.

— Bruto.

— Te odio.

— Te odio más.

A este punto, sus palabras contradecían sus acciones puesto estaban a solo escasos centímetros uno del otro. Sus frentes juntas y respiraciones hechas un lío, entremezclándose. Las manos de JeongIn tomando la nuca de Chan, perdiéndose entre varios de sus rizados mechones, mientras que las de este se ceñían a la cintura del menor, aprisionándolo contra él y el marco de madera vieja de la puerta.

— En serio... —el australiano susurró. Un tono tan suave, tan aterciopelado, que JeongIn jadeó de gusto—... te odio tanto.

— Yo te odio más...

Supe... No.

Sin que ninguno se lo esperase, sus bocas se fundieron en una sola. Era un beso que comenzó tranquilo, como con dudas, y poco a poco se fue volviendo más apasionado, desenfrenado, con una necesidad que sabían que tenían, pero ocultaban desde hace tiempo. El frío aro en los belfos de Chan le causaron de todo a JeongIn, tal cual siempre, pero nada comparado a cuando su lengua entró a su cavidad y la recorrió entera, jugando después con su propia sinhueso.

Apretó sus dedos, jaló de sus rulos. Y Chan gruñó, encantado de esa simple acción, intensificando más las cosas al tiempo que sus manos apretaban con suma fuerza la cintura del menor. Los juntó hasta que no había ni un centímetro de distancia entre ellos, atreviéndose después a meter sus manos bajo la sudadera que ese día Yang llevaba, y el pequeño no pudo retener un pequeño jadeo que acabó en suspiro, sintiéndose enrojecer enterito.

Se habían perdido, siempre lo hacían. Y lo único que lo trajo nuevamente a la realidad fue la ardiente falta de aire.

— Esto... —Bang respiraba agitado, con sus pupilas dilatadas y los labios hinchados, enrojecidos. JeongIn no estaba muy o para nada distinto—. Esto es un error, JeongIn...

— Ahora dímelo viéndome a los ojos...

Sus miradas se encontraron, clavándose en la otra, por lo que Chan tragó, inhaló muy profundo, desvió por un instante su mirada y, regresando a la dilatada del menor, finalmente dijo:

Esto es un error, JeongIn.

Seguidamente y sin que el menor pudiese estar preparado, lo soltó y empujó afuera, tratando de no ser tan bruto como llegaba a ser, acabando por cerrarle la puerta en la cara justo cuando Yang abrió la boca para decir algo.

Fue como una apuñalada directo a su corazón.

— ¡No! ¡Abre la puerta! —exclamó, intentando abrirla por su cuenta pero dándose cuenta que el seguro ya había sido puesto. Se sentía terrible, furioso, decepcionado, triste, dolido... Todo. Era una bomba de tiempo con amargos sentimientos y un corazón confundido—. ¡Eres un mentiroso! ¡Abre!

Porque simplemente no podía decirle eso después de haberlo besado de tal manera, no, no había forma...

— ¡Abre ahora, Bang Chan!

— Está en su cuarto, golpeando sacos de arena.

— ¿Uh? —paró sus gritos, creyendo no haber oído bien.

— Es lo que querías saber, ¿no? —«¿Por qué de pronto se escuchaba tan...?»—. HitJin está en su cuarto. No ha salido, pero desde afuera puedes oír como golpea sacos de arena.

JeongIn se calló de inmediato y su mente quedó en blanco, como si no fuese capaz de entender las palabras del otro o estuviesen otro idioma. Pero de pronto algo hizo "click" y comprendió.

«Claro... ¡Como no lo había pensado!»

— Bien... —sus manos fueron descendiendo por la rústica madera hasta estar a ambos lados de su cuerpo. Se veía desanimado, a pesar de tener exactamente lo que quería—. Gracias.

— Solo largo de aquí...

Su cuerpo retembló y su corazón latió dolorosamente, haciéndole suspirar a la par que se frotaba los ojos con algo de brusquedad. Tenía las lágrimas agolpadas pero no, no iba a llorar, no lo valía.

Supéralo.

Y retrocediendo mientras sus ojos se quedaban puestos en la puerta, él esperó una vez más. A propósito iba más lento, a propósito su mente maquinaba todo tipo de escenarios felices, algunos si siendo accidentales, una mala jugada contra sí mismo.

Esperó a su salida, a una disculpa. A su tacto delicado y rústico a la vez. Esperó a una mirada, un beso suave, cargado de sentimientos que se esforzaban demasiado en ocultar. Esperó a... a tantas cosas.

Pero el destino solo se rió en su cara, porque nada de eso sucedió. Bang Chan no salió, jamás, ningún sonido se emitió, ninguna caricia se entregó.

Así que, al final, se dió vuelta sobre sus talones y se fue, corriendo hasta donde le había dicho el mayor que se encontraba quien principalmente buscaba.

Mentiras, mentiras, mentiras...

***

Odio mi datos, oc??? Oc.

Essssspero que les haya gustado. Se viene algo MUY bueno. Triste, pero bueno. Y drama. Bastante drama... Y PREPAREN ESAS NALGAS AAAAA.

En fin. ¿Cómo están? Espero que todo bien. Lxs amo, ¿ya saben? Es que si les amo mucho gshdg. Gracias por lo votos y los comentarios. Me encantan muchísimo.

Pregunta (yaquemeignoraneneltablerohijasdesumadresolounamerespondiograciasteamo): Si escribo un capítulo de diez mil palabras o puede que un poco más, ¿lo leerían? ¿O prefieren leerlo por partes de 3mil o 4mil palabras? Es que en un tiempo van a haber capítulos así de extensos, y bueno;;

ES IMPORTANTE QUE RESPONDAN O SINO ME MATO.

No mentira JAJAJAJA.

Nos vemos el próximo lunes. ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top