✘ Capítulo V. ✘
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Algo raro está naciendo
estoy nervioso
esto no puede estar sucediendo.
¿Qué has hecho?
Sé que debo parar, sé que me traerá consecuencias
pero por el momento se siente bien...
Me gusta mucho tu presencia.
Y sé que así te sientes también.
...
Sí.
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JeongIn se vistió y se puso su chaqueta Carhartt, no viendo necesaria la bandana pero, por si acaso, la guardó en su bolsillo. Esperó a que su padre se fuera a dormir y salió por la ventana, no sin antes hacer el viejo truco de poner la almohada y taparla para fingir que estaba ahí.
Al caminar temblaba de frío y, admitiéndolo, de miedo también. Era peligroso salir tan tarde. Trataba de calentar sus manos con su hálito.
— ¿Qué querrá BangMind...?
Se preguntaba mientras caminaba por las frías calles, mirando a cada segundo a los costados para asegurarse que estaba solo.
Cuando estuvo cerca de la guarida, sintió una presencia detrás, unos pasos a la distancia. Quería creer que se trataba de HitJin o algo así, pero la paranoia le jugó en contra.
— ¡Oye! —le gritó alguien, supuso que la persona de los pasos.
Empezó a correr de inmediato, con la respiración algo agitada. Solo podía oír su propio resuello.
— ¡Para de correr!
Yang percibía la adrenalina correr por sus venas; las piernas le empezaban a fallar debido al pavor que se apoderaba gradualmente de su cuerpo.
Cuando se tropezó, la otra persona lo alcanzó por fin. HackerIn pensó en lo peor.
— Se te cayó la bandana —sin embargo, el otro chico –que por cierto tenía cierta aura agradable– le sonrió, devolviéndole lo dicho.
— Ah...
Se sintió tan estúpido. Asintió y tomó la bandana.
— ¿Por qué corrías, amigo? Relájate.
— Sí, sí... Es que es tarde y no es tranquilizador que alguien te siga.
Rió. — Ah~, perdón. ¿Fue muy aterrador?
— Sí, sin duda, casi me da un infarto.
— ¿Cómo te llamas?
— Uh... Jeo- —su cerebro le dio una señal de alerta. ¿Qué tenía de seguro decirle su nombre a un extraño en medio de la noche?—. Me llamo Jeon, uhm... MinJae.
— Un gusto, soy YeoSang.
¿MinJae? se levantó y estrecharon sus manos.
— Bueno, ya me tengo que ir, sabes...
— ¡Oh, claro! Espero que pierdas tu bandana de nuevo para que yo la vuelva a encontrar —el chico le dedicó una sonrisa encantadora y sin más, siguió su camino.
In se quedó perplejo por el comentario del otro, incluso sintiendo más miedo que cuando le venía persiguiendo. Esperó a que el tal YeonSang se fuera lejos para poder volver a caminar hacia la guarida.
Al llegar, BangMind le abrió con cuidado de no hacer ruido, dejándolo entrar y cerrando con la misma meticulosidad.
— ¿Para qué-
No pudo terminar de preguntar ya que el líder le tapó la boca y lo guió hacia el sofá, donde ambos tomaron asiento.
— ¿Por qué tardaste tanto? —cuestionó el mayor, en voz muy baja.
— Pues... Es tarde —respondió JeongIn de la misma forma.
— ¿Te debo repetir la regla número cuatro? —Chan afiló su ya de por sí intimidante mirada.
Y el menor negó, tomando aire.
— Se me cayó la bandana y... Un chico me la devolvió, pero me había asustado así que corrimos un poco.
— Ah... No le diste tu nombre, ¿cierto?
— Claro que no —Yang resopló—. Le dije que me llamaba Jeon MinJae. No sé si él me habrá mentido pero me dijo que se llamaba YeoSang.
Bang Chan pareció tener una crisis existencial; ojos mirando a la nada, boca entreabierta y cerebro en blanco.
JeongIn, por otro lado, solo se quedó callado esperando alguna reacción del mayor.
— YeoSang... Me suena —murmuró al fin.
— ¿Para qué me pediste que viniera?
JeongIn empezó a frotar sus manos entre sí por el frío a la par que esperaba una respuesta del castaño, quien se le quedo viendo, teniendo una especie de lucha mental sobre lo que haría.
— Es sobre lo que harás a la hora del ataque, ya sabes, la carnada.
Bang, sin pensarlo, le tomó ambas manos y empezó a exhalar hálito para calentarlas, frotándolas luego entre sí. JeongIn se quedó quieto, atonido, pero no se quejó.
Claro que no lo haría.
— ¿No podías simplemente mandar un mensaje?
Chan le vió fijamente por unos pocos minutos.
— No, me gusta hacer las cosas cara a cara.
El más joven sintió como cierta tensión se instaba en sus hombros, producto de la cercanía y silencio que había entre ambos.
— Okay... ¿Qué tendré que hacer como carnada?
— Dejarás que te atrapen a propósito. Tranquilo, si algo pasa, HanShot disparará.
In se quedó algo sorprendido por aquello, aunque honestamente no podía concentrarse demasiado en eso cuando sentía las caricias dadas en sus manos por parte de su líder.
— Escúchame, vas a dejar que te atrapen y trata de distraerlos lo suficiente con alguna historia tipo... Mhm... Que te quieres unir a su gang.
— ¿Y si no me creen y...?
JeongIn no tuvo la valentía de terminar la frase y solo tragó saliva, mirando quedado a su único acompañante.
— No seas un miedoso, si se dan cuenta, JiSung disparará o HyunJin y Felix te defenderán. Aparte, estarás con ChangBin, vas a estar más que bien.
El pelinegro asintió y bostezó. Sus ojos cansados le dieron cierta ternura a Chan, el cual aún tenía sus manos agarradas.
— ¿Cómo me devolveré a casa? Está oscuro... —dijo In con voz somnolienta.
— Puedes quedarte aquí por esta noche.
JeongIn se quedó algo confundido pues Chan le había dotado de muy poca y simple información que, sencillamente, pudo haberle dado por teléfono. ¿O acaso Chan...? No, era imposible.
Sus párpados se iban cayendo solitos y cuando ya no pudo aguantar el agotamiento, se quedó dormido, apoyando su rostro en el sofá. Bang dedicó unos minutos a solo observarlo.
— Bueno, le traigo una manta, lo tapo y ya —habló consigo mismo, convencido, pero al ver de nuevo la cara del otro cambió velozmente de decisión.
Se levantó y cargó a su discípulo en forma nupcial –con un poco de dificultad, a decir verdad–, llevándolo a su cuarto. Al llegar lo acostó, quitándole la chaqueta y las zapatillas para que pudiese dormir más cómodo.
— ¿En serio tiene el sueño tan pesado? —preguntó, otra vez, a sí mismo.
Incluso lo arropó y dejó que durmiera ahí. Él sólo se llevó una manta y una almohada, decidiendo dormir en el sofá.
Bueno, otra alternativa no tenía.
Sino fuera porque Chan también estaba cansado, le hubiera dado otra crisis existencial.
¿Por qué hizo todo eso?
JeongIn se acurrucó contra la suave almohada y abrió apenas sus ojos.
— Hmm... Que linda almohada.
Cuando se dio cuenta de que esa no era su almohada y... En realidad, ni siquiera su casa, se asustó.
— ¿¡Dónde estoy!? —gritó, viendo después una buena mesita de luz, donde había una pulsera negra con un colgante de la cara de oso panda. Le pareció bonito.
— BangMind, se acabaron los cerea- —HitJin entró y en lo que vio a su pequeño bro allí, inmediatamente sonrió y se le lanzó encima al chico.
— Espera, Hit... —el otro le abrazó con fuerza—... Jin...
— ¡Pequeño bro! ¿Qué haces aquí?
— Creo que me quede a dormir... Recuerdo que BangMind me pidió venir anoche.
— Oh, qué extraño, ¿tan tarde? ¿Y dónde está él? —el menor alzó los hombros—. ¿Acaso dormiste con él?
— ¡No, no! O eso creo... Pero no en la manera en que piensas, o sea...
HyunJin rió y negó con la cabeza, restándole importancia. El par se levantó y juntos fueron hacia la cocina, que estaba en otra habitación.
La "guarida", a pesar de ser una gran casa vieja, no era sucia o desordenada. No era la gran maravilla, pero tenía su encanto.
— Toma —Hwang le dio un cepillo de dientes en su caja—. Me robé una caja de estos el otro día, sabía que serían útiles —rió.
— Oh, muchas gracias. ¿Dónde está el baño?
Cuando HyunJin le apuntó el baño, fue rápido para lavarse los dientes y relajar su vejiga. Una vez todo hecho, se lavó las manos y limpió su cara, regresando a la cocina posteriormente.
— ¿Quieres leche, jugo, café, té, agua, soda? —ofreció el alto con medio cuerpo metido en el frigorífico.
— ¿Tienen todo eso?
— Nah, me hacia el fino. Solo tenemos zumitos en caja. ¿Quieres uno?
Yang sonrió y accedió, clavando la pajita en la caja y tomando de a pequeños sorbos el jugo. Hwang no tardó en hacerle compañía, tomando también de su propio jugo.
Los dos chicos miraron como si líder entraba a la cocina, haciendo gestos al mover la cabeza cosa que indicaba que no había dormido para nada bien.
— Heeeey. ¿Cómo dormiste? —preguntó Jin, sonriente.
— Como la mierda —contestó Bang, abriendo el refrigerado y sacando un zumito.
— Alguien está de mal humor hoy~ —PlayerBin se incluyó al entrar, yendo directamente al refrigerador—. ¡Tengo hambre!
Chan se sentó con el par que ya llevaba rato en el sitio para tomar su jugo. ChangBin buscaba comida y sonrió cuando encontró una barra de chocolate. Empezó a comerla de inmediato.
— Eh, BangMind... Gracias por dejarme dormir en tu cuarto... —susurró Yang, rascando su barbilla.
— Ajá. ¿Dormiste bien?
— Sí, es cómoda.
— Woh, woh, woh. ¿Qué pasó aquí? Me duermo temprano y ustedes no pierden el tiempo —expresó con dobles intenciones ChangBin.
El líder rodó sus ojos. — No, yo dormí en el sillón.
— Que aburridos —PlayerBin resopló—. Me voy a dormir un rato más, después debo ir por LixBoomie.
— ¿Por LixBoomie? —inquirió el menor.
— Yep. No sé si lo has notado, pero los está en nuestra escuela.
— ¿En serio? Wow... Soy muy distraído, ni lo noté.
Bin le revolvió el cabello y salió del cuarto, dejando a los tres chicos. HitJin fue a comprobar comida, invitó a JeongIn pero se negó, diciendo que debía volver a casa o lo descubrirían.
— Yo te llevo —se paró Bang Chan.
— ¿Eh? ¿Me acompañarás? —In no pudo ocultar su asombro.
— Te llevo en auto, duh.
— Si tienes auto... ¿Por qué no me fuiste a buscar anoche?
— HanShot lo tenía, fue con MinHo a... Hmm, no lo sé realmente. En fin, me lo devolvió a las cuatro de la mañana, ¿vienes o no?
— Bien.... Vamos.
Salieron de allí y subieron al automóvil. HitJin estaba calentando como cada mañana antes de ir corriendo a comprar. ¿Por qué no iba en auto con los demás? Fácil, HyunJin aprovechaba cada momento para ejercitarse.
Yang se sentía algo raro en el carro con Bang, es decir, había dormido en su cuarto, en su cama, como si nada. El auto fue encendido y se pusieron en marcha.
— ¿Tus padres están vivos?
La pregunta provocó que JeongIn se atragantara con su propia saliva, tosiendo para recomponerse.
— Claro que si... ¿Y los tuyos?
— Lo están, por desgracia. ¿Tienes hermanos?
— Soy hijo único.
— Que suerte.
El viaje fue en silencio. In no sabía qué decir o hacer así que solo esperaba a que Chan sacara algún tema de conversación.
— ¡Ya genio! —le reclamó Bang.
— ¿Qué? —musitó JeongIn, sorprendido por el repentino exclamo.
— ¿Cuándo planeas decirme dónde vives?
Yang se sintió estúpido y se disculpó, posterior a ello le indicó la dirección de su casa a Chan.
— ¿Y te vienes caminando desde ahí? Que sufrimiento.
— Lo sé. Por eso llegó tan cansado.
— Desde ahora te iré a buscar, así que tienes que estar listo a las nueve en punto de la mañana en la esquina.
— ¡Gracias, Chan!
El mayor volteó su cara y le miró detenidamente, aprovechando que el semáforo estaba en rojo, JeongIn enseguida borró su sonrisa, pensando que había hecho algo mal.
— ¿Por qué dejaste de sonreír? —preguntó entonces el mayor, confundido.
— Es que como me miraste serio, pensé que había dicho algo malo...
— Solo veía tu sonrisa.
Yang volvió a sonreír.
— ¿Te gusta?
Bang juntó ambos labios entre sí, ejerciendo un poco de presión. No sabía que responder a eso así que prefería quedarse en silencio.
Los ojos curiosos del chico a su lado le prestaban total atención, lo cual le hizo ponerse un poco ansioso e incómodo ya que no sabía que responder.
— ¿Y...? —incitó JeongIn.
— ¿Y qué? —carraspeó Chan.
— ¿Te gusta mi sonrisa o no?
— Meh... —levantó sus hombros efímeramente, evitando la mirada de su contrario.
— ¡Eso no es una respuesta!
— Ya casi llegamos.
JeongIn frunció el ceño y subió los pies, apoyándolos. Chan lo miró y le golpeó las rodillas.
— Baja los pies, atrevido.
— No hasta que respondas mi pregunta —el menor se cruzó de brazos.
— Baja los pies —expresó en un tono más amenazador el líder, sacando una navaja de su bolsillo.
— No bajo mis patas hasta que me respondas —lo continuo desafiando con una sonrisa juguetona.
Ni siquiera él mismo sabía de dónde había sacado la confianza y valentía para "jugar" así con BangMind.
— Se dice pies, no eres un animal. Mira niño... Me estás alterando, BÁJALOS AHORA.
— Nop.
— ¡Agh, bien, sí! ¡Me gusta! Le tomaría una foto y la enmarcaría en mi cuarto. ¿Feliz? —se rindió al final, diciendo todo aquello con un poco de sarcasmo.
El pelinegro bajó los pies y le sonrió a su mayor, quien rodó los ojos por el aura triunfadora que desprendía su discípulo.
Esa respuesta le dio una sensación agradable al menor. No podía evitar sentirse, en cierta medida, avergonzado.
— Ya, hasta aquí —paró el auto un par de esquinas antes de la casa de JeongIn.
— Ay, ¿te enojaste?
— No, bájate.
— Estás enojado.
— No lo estoy, bájate.
— Sí lo estás.
— YA BÁJATE QUE ME ANDAN TOCANDO LA BOCINA ATRÁS, IDIOTA —bajó la ventana y asomó su cabeza—. ¡TE ESPERAS!
— ¡Apúrate! —gritó de vuelta el hombre del auto de atrás.
— SUCK MY DICK! I DO WHAT I WANT, YOU'RE NOT MY BOSS, FUCK YOU.
— ¿Quién te crees, mocoso malcriado?
— Christopher tu dios Bang. ¡Bájate, JeongIn!
El nombrado rió un poco e hizo lo indicado, bajando inmediatamente y despidiéndose del mayor quien al parecer dijo más maldiciones en inglés para después avanzar, desapareciendo en un cruce de la próxima calle.
— ¿Christopher? —susurró.
Cuando llegó a su casa, sacó su copia de las llaves y abrió con cuidado, jadeando del susto cuando entró y lo primero que vio fue a su padre sentando con los brazos cruzados.
— ¿Dónde estabas?
— Fui a comprar leche pero no había.
— ¿Ah, sí? ¿Y dónde está el dinero?
— Ahm... Creo que se me cayó. En fin, ya me tengo que ir a la escuela.
El adolescente fue directo a su cuarto a prepararse, su padre decidió no interferir porque sabía lo inútil que eso era. Su hijo ya no era el chico que le contaba entusiasmado todo lo que hacía y, aunque suene triste, se había acostumbrado a la indiferencia de su primogénito.
JeongIn, una vez listo, fue directo a la escuela, llevándose una manzana para "desayunar".
Al llegar fue lo mismo de siempre; regaños ahí y por allá. El solo estaba enfocado en disculparse con SeungMin ya que la culpa del mal trato que le había dado el día anterior todavía le hacía peso en los hombros.
Pero al entrar al salón, Min no se veía por ningún lado.
— ¿Qué pasa, Yang? ¿Viste un fantasma? —le preguntó el profesor de biología.
— ¿Y Kim SeungMin?
— No lo sé, no ha llegado. Toma asiento por favor.
JeongIn obedeció y se sentó, mirando el asiento de SeungMin repetidas veces. Era verdaderamente raro que faltase.
Cuando la clase estaba por terminar, el tan pensando por Yang entró como si nada e, increíblemente tratándose de SeungMin, sin saludar al profesor o pedirle permiso para entrar.
El profesor sonó su garganta. — Kim, se dice buenos días.
El aire rebelde que tenía SeungMin pareció desaparecer de inmediato, viendo al adulto con arrepentimiento. — Buenos días, profesor... Lo siento.
Apenado tomó asiento y JeongIn no hacía más que mirarle raro.
— ¿Fue rebelde? ¿Ahora soy más divertido? —fue lo primero que le murmulló a su amigo.
Y justo allí, In entendió. Soltó una pequeña risa.
— Prefiero que seas tú. Lo siento por lo que dije ayer.
— Pero dijiste que-
— Olvida lo que dije, me caes bien así, no necesitas cambiar.
El chico sonrió.
— Lo hubieras dicho antes de que hiciera esto.
Min subió la manga de su sudadera, dejando ver un tatuaje de los que vienen en ciertos chicles. El tatuaje era del Yin Yang. JeongIn rió un poco alto y SeungMin lo acompañó en su risa.
— Tengo uno para ti —mencionó, sacando un chicle. Quitó la envoltura y sacó el tatuaje, dándole este último a Yang.
— ¿Gracias? —el tatuaje era de un dragón, le gustó—. ¿Y el chi-
Paró de hablar al ver la mejilla abultada de Kim, dando a entender que se había metido el chicle a la boca ya.
— Perdón...
— No importa —sonrió.
Al poco rato salieron al recreo, con JeongIn buscando a Felix con la mirada, sin éxito, y SeungMin dedicándose a solo caminar a su lado al tiempo que hacía una burbuja de chicle.
— ¡Mhm, mhm! —llamó la atención de su amigo para señalarle cuán grande se había vuelto su burbuja.
Yang se la explotó.
— ¡JeongIn! —chilló con una sonrisa, quitándose el chicle explotado en ciertas partes de su rostro. Luego lo tiro al basurero.
Ambos se carcajearon un poco, Yang regresó a su búsqueda y abrió bastante sus ojos al encontrarlo; el chico estaba apoyado en una pared, alejado de la mayoría de estudiantes. ChangBin estaba cerca, con otro grupo de personas, pero no le hablaba, solo lo miraba ocasionalmente.
— ¿Vamos a hablarle? —propuso Yang a Kim.
SeungMin, al ver a quien se refería, ladeó la cabeza.
— Algunos dicen que ese chico es raro —comentó, bajito.
— Anda, seguro es buena onda.
— Hm, bueno, está bien. Vamos.
Los dos chicos iban a acercarse pero el de cabello rojizo no dudó en alejarse apenas entendió las intenciones, dejando a SeungMin con un pequeño puchero y a un JeongIn indignado.
«Ya va a ver en la casa.»
Al contrario del anterior chico, ChangBin si se les acercó con una sonrisa traviesa.
— Hola, nenes —abrazó a JeongIn a modo de saludo.
— ¿Hola? —contestó SeungMin, desconcertado.
— Hola, Bin —sonrió JeongIn.
— ¿Quién es tu amigo, Innie? —el mayor de los tres le echó una ojeada al de cabellos más claros—. Se ve muy guapo.
ChangBin iba a acercarse pero Seung lo alejó con su mano a la vez que una sonrisa incómoda se formaba en su rostro.
— Me llamo Kim SeungMin, hyung.
— ¿"Hyung"? ¿Tanto se me nota lo viejo? —abultó tiernamente sus labios.
— ¿No? —SeungMin no sabía qué decir.
Mientras los chicos empezaron a hablar, o mejor dicho, ChangBin a coquetearle y SeungMin solo alejándolo, JeongIn dijo que iba al baño. En el camino fue sorprendido por un movimiento brusco; Felix lo había metido en el almacén donde guardaban los elementos de deporte.
— Dime qué pasó con BangMind anoche —exigió saber, presionando una navaja contra el cuello del menor.
Di la verdad y aléjate. Te estás condenando tú solo. ¡Renuncia ahora!
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