Capítulo 4.-Alguien que te vigila de cerca.

Domingo/27/Junio/2021.

La noche anterior me había dormido mucho más temprano de lo que estaba acostumbrada. Me dolía la espalda de estar en el sofá, definitivamente no fue la mejor noche.

¿Y cuál ha sido tu mejor noche? Cuando tenía a Angelina.

Vi como introducían un sobre por debajo de mi puerta, salí corriendo a abrirla para ver de quién se trataba, y al hacerlo, las puertas del elevador solo le faltaban unos milímetros para cerrarse en su totalidad.

Miré la carta en el suelo y pensé si abrirla o no. Fue una lucha constante con mi ser, hasta que decidí que la tenía que abrir, a unos escasos centímetros estaba una llave, la tomé entre mis manos.

¿Qué era esto?

Abrí el contenido de la carta y esta se leía así:

«¿Quieres descubrir el misterio que soy?»

Entonces ve al corralón y búscame, te estaré esperando en algún sitio, te dejaré algunas señales.

—Alguien que te vigila de cerca.

Pensé en ir y a la vez quería quedarme en la comodidad de lo que ahora era. Pero también quería descubrir quién era ese hombre que me vigilaba de cerca y suponía saber todo de mí.

Así que tomé las llaves que me habían entregado, me coloqué una chaqueta negra que me llegaba algunos centímetros arriba de la rodilla y unos pantalones holgados. El día pintaba nublado. Salí de mi apartamento, me detuve mirando el elevador.

—Algún día, algún día lo lograré—seguí de largo bajando por las escaleras.

Cuando bajé todos los pisos terminé agotada, tenía tiempo que no sentía el agotamiento físico de hacer ejercicio.

Miré a todas las personas que estaban charlando entre sí en el área principal. Salí del edificio y caminé, lo hice por mucho tiempo.

***

Había llegado al corralón, estaba abandonado con varios autos inservibles, algunos amontonados sobre otros, de unos solo quedaban partes. Sobre un camión escolar hecho una ruina estaba una cartulina pegada que decía lo siguiente.

«Tú también serás la ceniza de todo lo que destruiste»

Sigue, hasta adentrarte en lo profundo de este abismo, ahí te estaré esperando.

—Alguien que te vigila de cerca.

Seguí adentrándome, cada vez veía más lejana la salida, tenía miedo que me fueran a hacer daño, pensé en volver hacia atrás cuando me encontré otra pista.

«No temas de lo que te destruye, tú ya estás destruida»

—Alguien que te vigila de cerca.

Miré una última vez hacia atrás, los autos amontonados me tapaban la visibilidad de la salida, el paso estaba muy estrecho, tenía que pasar de lado y tenía miedo que la gravedad hiciera su trabajo con los autos encimados.

—¿Por qué vine aquí?—comenzaba a arrepentirme, quería dar marcha atrás, pero ya había llegado lo suficientemente lejos como para largarme.

Así que decidí continuar, el pastizal crecido me llegaba por encima del tobillo y me causaba molestia de sentir que alguien me estaba tocando.

Había llegado al sitio y no encontré nada, solo un auto incinerado por completo, solo quedaba la lámina teñida de negro.

—¿Dónde estás? ¿Para qué me has hecho venir hasta acá?—lancé furiosa, solo me había hecho perder el tiempo. Estaba a punto de irme cuando vi una nota encima del cofre del carro.

«¿Te acuerdas de este carro?»

No tenía su firma imbécil de alguien que te vigila de cerca. Miré las llaves que había cargado en todo el camino que pensé que eran para otra cosa.

—¿Qué pretendes, que me largue en un auto incinerado?—reí fuerte al decirlo.

—No es cualquier auto, cariño, es el auto que en un pasado tú quemaste—respondió por fin la voz misteriosa a través de un megáfono, su voz sonaba grave y fingida.

Mi mente retrocedió varios años atrás volviendo a revivir ese momento.

Analepsis.

Era un día normal y soleado, estábamos a 38 grados centígrados, yo tenía tan solo 2 años, íbamos de compras al centro comercial y yo como toda chiquilla me emocionaba ir a comprar, sabía que existía la posibilidad de coger varias cosas.

Me introduje en el auto sobre el asiento pasajero, me colocaron el  cinturón de seguridad.

Y emprendimos la ida al centro comercial, yo quería que fuera un día divertido en familia y lo iba a ser. Ese día tan divertido dejó de tener sentido cuando estacionaron el auto en un lugar donde no había sombra, el sol estaba fortísimo y quemaba a través de los vidrios protectores del auto, comenzaron a cerrar las puertas y a subir las ventanas.

—¿Papi, no iré contigo?—pregunté sentada en la silla especial para bebés.

—No, hoy nos esperarás aquí, no tardamos mucho—pusieron llave a la puerta.

Y me abandonaron como tantas veces en un futuro lo harían, esa no iba a ser la primera vez.

Los minutos transcurrían lentamente, el sol quemaba mi cuerpo, el aire dentro del auto estaba caliente, la sudoración estaba formando parte de mi cuerpo, el pronto vendré por ti se hizo cada vez más largo, miraba hacia atrás esperando que llegaran pronto, su llegada se volvió tan indispensable tanto como el aire que necesitaba respirar a la de ya. Comenzaba a agitarme, sentía que el aire no saciaba mis pulmones.

Comencé a llorar y gritar de la desesperación, me movía constantemente en mi asiento y nadie llegaba. Necesitaba tanto una botella de agua y aire fresco que me hiciera llenar mis pulmones.

Fue la espera más larga de mi vida, pasaron varias personas que escucharon mis llantos y se quedaron observando la escena con desesperación. Fue entonces que unos corrieron adentro del centro comercial y otros se quedaron en pensar posibles soluciones para sacarme de ahí lo antes posible.

Tomó una piedra, golpeó el lado contrario donde me encontraba yo, por el lado del asiento copiloto, me pidieron que cubriera mi cara lo más que pudiera.

El cristal fue roto casi instantáneamente, me sacaron de ahí y el aire que se sentía en el exterior fue el mejor regalo que pudieron darme las personas que me rescataron y, ni hablar de la botella de agua que fue magistral, me supo tan deliciosa, estaba a temperatura ambiente porque no podía tomar agua fría debido a la deshidratación que tenía, me hicieron compañía hasta que llegaron mis padres.

Fui testigo de todas las veces que me quisieron matar. Introduje la llave para abrir las puertas de este. Me senté entre los fierros viejos que no habían sido consumidos por las llamas. Me quedé ahí en silencio, llorando profundamente.

—¡¿Qué pretendes con todo esto?!—hablé fuerte hacia a todos lados.—¡¿De qué me sirve haber venido aquí?!—salí del auto y le di varias patadas a este.

—¿Cómo recordaste ese día si tan solo tenías dos años?—indagó una voz cada vez más cerca.

—Ellos colocaron una cámara que grabara todo, algunos 4 años más tarde la descubrí entre una caja de recuerdos—respondí, no quería dar muchos detalles de los acontecimientos que ya habían pasado.

—No temas Angélica, yo sé cómo ocurrieron las cosas aquel día, yo sé todo de ti...—respiró a través del megáfono, lo sentí tan cerca que me causó escalofríos, un frío intenso que recorría las partes que tenía desnuda.—Pero me gustaría escucharlo de tu boca, nunca te lo he oído decir.

—¿Y tú me dirás quién eres?—soltó un largo suspiro y dio una leve afirmación.—Después de que yo viera ese vídeo, era el mismo carro que mis padres tenían en ese entonces, así que yo decidí quemarlo...—terminé rápido de asimilarlo todo.

—¿Cómo así, Angélica? Esa no es toda la verdad—replicó.

—Con Angelina y mis padres dentro—terminé de confesar lo que quería escuchar.

—¿Por qué no murieron?

—Porque salieron justo cuando lo estaba bañando de gasolina.

—Angélica, eres muy psicodélica, ¿crees que tu padre se sentiría orgulloso del monstruo que eres? ¿Crees que un padre quiere tener a una asesina como hija? Lo mejor que puedes hacer es no buscarlo jamás, así le ahorrarás esa gran desilusión de ver en lo que se ha convertido su hija favorita—comentó sonando su voz cada vez más lejana.

—¿A dónde vas?—corrí sin dirección alguna, no sabía con exactitud dónde se encontraba.

—Siempre te has mostrado ante el mundo como una víctima y déjame decirte que no lo eres, nunca lo has sido—declaró.—Lo que tú quieres dar es lástima y lo has conseguido, es el único sentimiento verdadero que muchos han sentido hacia ti.

—¡YO FUI VÍCTIMA DE ELLOS!—grité.

—Tú solo has expresado que ellos te querían matar, pero, nunca te escuché decir que tú también los habías intentado matar—su confesión me dejó helada.

¿Por qué sabía él mis secretos más oscuros si yo nunca los había confesado?

—Ellos me querían matar, yo solo intenté sobrevivir, moría o mataba, ¿cuál decisión haya tomado usted?—cuestioné con dolor.—Todo hubiera sido diferente si ellos hayan aprendido a amarme.

—Si Angelina viviera, ¿se seguiría sintiendo orgullosa de ti?—lanzó una puñalada sin anestesia en lo más profundo de mi corazón. Terminó de romperme más de lo que ya estaba, los trozos rotos que habían sido unidos con cinta adhesiva y yo creía que estaban estables se habían separado y vuelto a romperse en un millón de partículas más.

Caí casi por inercia al suelo.

—No, ella no se sentiría orgullosa de este monstruo—respondí en voz inaudible para los oídos del tipo.

—Y esperas a que alguien te ame cuando tú nunca has amado a nadie—recalcó sin remordimientos.

—Yo a ella sí la amaba y lo hice como nunca amé a nadie...

—La querías matar, ¿cómo se supone que amaste a la misma que quisiste matar un sinfín de veces?—interrumpió.

Eso era lo que todos sabían, lo que en un pasado yo deseé hacer, pero nunca se atrevieron a mirar hacia adelante lo felices que éramos juntas.

—Me voy, cuando te preguntes nuevamente porqué nadie te ama, mira hacia atrás y te cuestionaré, no necesitas responderme a mí, porque tú sola sabes la respuesta, ¿mereces que alguien te ame?

—No me has dicho quién eres—intenté detenerlo, hacer que se quedara, pero nunca han existido razones para que alguien quiera permanecer a mi lado.

—Soy alguien que te vigila de cerca, soy ese alguien que conoce todo de ti—y dejó de hablar.

Haber venido aquí solo fue un error más de los que había cometido, no descubrí quién era la persona que me vigilaba de cerca, y cómo es que sabía todo de mí. Venir aquí fue revivir cosas que no quería recordar, fue ponerle más sal a la herida y ver como todo lo que había tratado de construir se había roto en un millón de pedazos más.

No entendía siquiera qué buscaba, qué ganaba con hacerme recordar cosas que era mejor tenerlas enterradas y que nunca nadie supiera de ellas.

Me quedé sentada ahí hasta que comenzaba a oscurecer, di un último vistazo al auto y seguí con mi camino, aventé las llaves a un sitio que no supe dónde fueron a parar.

Emprendí mi camino de regreso volviendo a atravesar los autos en los que en mi llegada aquí tenía miedo que me fueran a caer encima, pero ese miedo había desaparecido cuando ese ser me hizo recordar la basura que era.

—Ni siquiera sé si quiero seguirte buscando, a veces quisiera que nunca me encontraras, si estás buscándome papá, solo deja de hacerlo, no merezco tu amor, estoy segura que no te sentirías orgullosa de mí, solo te llevarías una gran desilusión y yo un dolor más, solo espero que encuentres al prototipo de hija que siempre habrías deseado, ¿te sentirías orgullosa de esto que soy? No lo creo, porque ni yo misma lo estoy, y esto es lo que había querido desde hace muchísimo tiempo y ahora que lo he conseguido no es esto lo que quiero en mi vida—hablé conmigo mismo con los ánimos por el suelo.—No entiendo cómo una persona tan monstruosa como yo merece seguir viviendo—pegué mi cara contra un auto.

Una lluvia se avecinaba, cayendo gotas de lluvia sobre mí, miré mi reflejo en el espejo casi roto del auto.

Caminé de regreso a la salida. Solo necesitaba llegar a casa.

***

Estaba sentada sobre el sofá con una toalla cubriendo mi cuerpo, me puse mi pijama de dormir aunque todavía no era hora de hacerlo.

Cogí mi celular, mañana era hora de volver nuevamente al colegio, mi descanso había terminado, aunque no sabía si quería volver nuevamente al instituto, no tenía razones para hacerlo.

Revisé mis contactos y entre uno de ellos estaba el de Angelina. Marqué su número con la esperanza de que me contestara ella.

Timbraba y timbraba, hasta que alguien contestó este, yo sabía perfectamente que no era ella, porque ya estaba muerta.

—¿Angelina?—quería saber hasta donde llegaba la mentira de ciertas personas.

Nadie respondió, solo escuché las respiraciones de una persona pegada al teléfono.

—Sé que no eres tú, pero no sabes cuánto deseo que si lo fueras, te necesito demasiado, yo sé que tú no estarías orgullosa del monstruo que soy, y quisiera pedirte perdón...—no me dejaron continuar cuando terminaron la llamada.

Decidí que lo mejor era volver a la cama, dormir me quitaría todo mal recuerdo que aún no se iba de mi mente. Aunque si tuviera la posibilidad de cambiar todo, sin dudarlo lo haría, escribiría una historia con un final distinto, un final feliz como a todos les gustaría vivir, pero la realidad es distinta y los finales no son felices, en la realidad los finales son realistas.

***

Miércoles/27/Junio/2012.

Buscando en el cuarto de mis padres cuando ellos no se encontraban en su habitación, descubrí una caja de madera vieja con una fecha grabada en el 21/Junio/2006, no sabía qué significaba ni el porqué estaba ahí.

La abrí y descubrí una cámara de hace tiempo. Había un vídeo en cinta, lo reproduje sentada en la habitación de mis padres, vi todos los acontecimientos que sucedieron ese día, inmediatamente sentí un odio inmenso dentro de mi corazón y dejé la cámara tirada sobre el piso. Salí rápidamente de su habitación y fui a la cocina por un encendedor y al cuarto de lavabo por un poco de gasolina, ellos siempre tenían en un recipiente grande, en este solo quedaba un cuarto del contenido, lo cogí, y salí hacia el exterior.

Estaba el auto de aquel día, era exactamente el mismo. No me di cuenta que se encontraban mis padres en compañía de Angelina dentro. Eché toda la gasolina y preparé para lanzar el encendedor.

Me alejé unos metros y lo lancé, no quería morir yo también.

Comencé a caminar lejos de ahí, dije adiós a todos los hechos de aquel día cuando escuché la voz de alguien.

—¡ANGÉLICA!—gritaba con desesperación la voz de una niña no tan pequeña.

¿De quién era aquella voz si mi hermana todavía no sabía decir las palabras con esa fluidez? Ella no decía mi nombre de esa manera, ella siempre me había llamado Lica.

Miré mis manos y no eran las de una niña de 6 años, eran las de una adolescente de 15 años.

—¡ANGÉLICA, SÁLVAME!—gritaba con más desesperación mientras las llamas casi alcanzaban el auto.

—ANGELINA—di marcha atrás, volví a casa sin importarme el peligro que corría estar cerca de ahí. Conseguí una manguera y conseguí echarle agua a las llamas y estas no se apagaban porque la fuerza del agua no era suficiente para apagar un incendio de esa magnitud.

Comencé a desesperarme.

—¡ANGÉLICA, YO SIEMPRE TE HE QUERIDO Y TÚ SOLO ME HAS QUERIDO DESTRUIR!—gritaba de dolor mientras las llamas consumían su cuerpo.

Y entonces el auto explotó, corrí lo más que pude y la fuerza de la explosión me aventó algunos metros más lejos de este.

Caí de cara contra el piso, sentí varios raspones en mi cuerpo y difícilmente podía moverme, sentía dolor en mis piernas.

—Angélica, me mataste, me destruiste cuando juraste que no lo harías, tú una persona que no cree en las promesas, tú que solías llenarte la boca diciendo  que nunca romperías una, lo hiciste Angélica, me decepcionaste, yo creía en ti cuando nadie lo hacía y tú... Me fallaste—se acercó a mí con su rostro lleno de heridas que nunca sanarían porque ya estaba muerta.

—Angelina, yo no quería destruirte—traté de levantarme pero mis heridas me lo impidieron, estaba lastimada y me dolía todo el cuerpo.

—Ese es tu problema Angélica, nunca quieres destruir a nadie pero tus acciones hablan por sí solas, has destruido a más personas que las que te han destruido a ti; solo te has destruido a ti misma y nunca te das cuenta de nada, porque vives encerrada en tu burbuja y en tus malditos problemas que son inexistentes—gritó con su voz distorsionada, ya no quedaba nada de esa dulce voz que solía decirme cuán orgullosa estaba de mí.

—Angelina—susurré su nombre.—Esto solo es un sueño, ¿verdad que lo es?

—No lo es, Angélica, esto es la realidad de lo que siempre quisiste, trataste de matarme y hoy lo conseguiste, ¿no te sientes orgullosa del monstruo que ahora eres?—remarcó con sufrimiento en sus palabras y recalcando todo lo que en su momento hice.

—Angelina, ¿no te sientes orgullosa de mí? ¿Ya no soy tu Octava Maravilla, la Octava Maravilla del mundo?—cuestioné, estaba segura que esto solo era una pesadilla, de la que unos minutos más despertaría.

—Nunca puedes ser la Octava Maravilla de alguien a la que has matado, me mataste Angélica, todo lo que dices que ha sucedido nunca ha ocurrido, son tus sueños frustrados que te hubiera gustado vivir, si no me hayas matado aquel día, todo lo que dices que pasó estaría pasando y tú hubieras sido mi Octava Maravilla—su piel lastimada hizo contacto con mi piel sana y se sentía tan mal.

Yo estaba mal.

—Angelina, todo ocurrió, yo lo sentí tan real...

—Estás enferma Angélica, distorsionas la realidad a tu conveniencia, no sé te olvide que tú me mataste...—hizo una pausa.—Yo solo quería que tú me salvaras y no me salvaste, no fui suficiente para ti como para que no me mataras, te supliqué que no me hicieras daño y no me escuchaste, ¿realmente no lo hiciste o es que nunca quisiste hacerlo?—se desvaneció lentamente, su agonía terminó, aquellas quemaduras de tercer grado habían acabado con su vida.

Y la única culpable era yo.

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