Carta 59
14/Agosto/2021.
Iniciaré esta carta hablando sobre la felicidad y con una pregunta que a Angélica le roba algunas lágrimas, ¿tú alguna vez has sido feliz? ¿Encontraste lo que buscabas cuando te deshiciste de aquello que te estorbaba? ¿Sabes papá? Me encantaría que me hablaras de ti, ¿de que forma tomaste la decisión de abandonarme? ¿Cómo marcha tu vida ahora sin mí? ¿No me necesitas ni un poco? ¿No te has preguntado cómo he estado, si después de eso pude o no sobrevivir? Supongo que si estás leyendo esto te darás cuenta que sobreviví, pero en las condiciones que lo hice hubiera preferido morirme.
¿Qué se siente ser feliz? Ese es mi sueño, papá. Eso quiero ser siempre, a partir de ahora en adelante quiero ser la justicia que desgraciadamente en este país nunca ha existido, hasta que logre lo que nadie hizo por mí, ese día podré ser feliz. Quizá dirás que no aspiro a nada, pero tú qué sabes de mí si nunca has estado en mi vida, aunque me duela aceptarlo tú nunca me diste nada. Solo me diste la vida, pero ¿de que sirvió si nunca estuviste ahí para mí? Así que evita burlarte de mi sueño, porque la felicidad siempre ha estado tan alejada de mi vida, y tristemente no hay ni un solo momento en mis quince años de vida en los que yo haya sido feliz —exceptuando lo que pasé con Angelina—.
¿Por qué tú sí pudiste ser feliz y yo no? ¿Por qué soy yo la que tiene que cargar con toda la culpabilidad de tu abandono? ¿Por qué tengo que sentirme culpable por tu maldito error que cometiste cuando yo solo era una bebé y la menos culpable de todo esto? ¿Por qué me duele tanto el abandono de una persona que no significa nada en mi vida? Ya sé, porque esa persona desde siempre me lo negó todo y es mi padre, mi única familia que ahora tengo, si tú que me diste la vida me abandonaste, ¿qué me espera que haga el resto?
No cabe duda que mi cama es un sitio acogedor y aún permanezco en ella para corroborar esto que te estoy diciendo. No te preocupes por mí, estoy bien, aunque dudo que te importe algo de mí. Ya me levanté de la cama y ahora la cambié por la comodidad del sofá, hace diez minutos que debería estar con la psiquiatra, pero solo estoy perdiendo el tiempo —lo único que sé hacer— como todos los días, así que no es algo de lo que te puedas sorprender.
Ya me voy a ir, si quiero ser una mejor persona, debo estar primordialmente yo por encima de cualquier comodidad.
Finalmente para terminar con esto el día de hoy, ¿te sientes orgulloso de haberme abandonado? ¿Vas por la vida presumiendo que abandonaste a una hija? Porque yo no, no me siento orgullosa de tener como padre uno que me abandonó, y no, no me voy a disculpar por ello, porque no me arrepiento de haberlo escrito.
Angélica.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top