Carta 55

10/Agosto/2021.

Ay papá, todo esto se está volviendo demasiado largo y tedioso, pero no, todavía no me he cansado de escribirte razones para que vuelvas de nuevo a mi vida, ¿tú no te cansarías de recibir cartas de una hija que espera tu regreso? Me pregunto si algún día leerás todo esto que tiene el objetivo de hacerte volver, si no qué sentido tendría, ¿también terminarán en el mismo sitio que yo? No lo sé papá, ¿te puedo pedir un pequeñísimo favor? Me ayudaría bastante en toda esta situación, yo sé que no estoy en condiciones de pedirte nada porque me lo negaste todo, pero si no tienes planes de volver a la vida de la persona en la que no te quedaste, porque si no piensas darle una familia a la misma que le quitaste la posibilidad de tenerla, por qué no me escribes una carta diciéndome todo lo que sientes por mí, solo hasta ese día dejaré de escribirte.

Yo te estoy dando motivos para que regreses a mi vida; demasiados y no han sido suficientes, solo quiero pedirte una cosa, dame una razón para terminar con todo esto que empezó con una grandiosa ilusión de poder conocer al hombre que había puesto la semilla para que todo fuera posible, esa Angélica de demasiadas cartas atrás que creía que una carta de quinientas palabras dándote sus motivos por los que quería que regresaras, aunque todo lo que te escribía sólo se resumía en tres palabras: “te necesito, papá”, la Angélica que jamás creyó que una carta se convertiría en cincuenta y cinco y la lista iba en aumento.

Me pregunto si alguna vez va a morir la ilusión de esperarte con la misma devoción con la que todos me tienen lástima, ojalá te acercaras a mí con las mismas ganas con las que me quieren hacer daño. Ojalá todo terminara aquí, te juro que no me importa lo que pase a mi alrededor, no me importa la opinión que los demás crean de mí, quiero decirte que todo lo que he hecho lo hice para protegerme de los que me intentaban hacer daño y por lo que ya me habían causado.

Desearía que todo terminara aquí, ¿y si algún día vuelves? ¿Y si las cincuenta y cinco cartas se convierten en diez mil? ¿Podré darte tantas razones para tu regreso? Porque estoy segura que si el número aumenta hasta esa cantidad es porque tú nunca vas a volver. Lo siento por pensar así, pero te necesito como no tienes una idea y sé que estoy mal porque tú no me necesitas de la misma manera que yo.

Si quieres que termine todo esto, por favor dame una razón, no te estoy pidiendo cincuenta y cinco razones, solo quiero una carta tuya que me dé todas las respuestas de todas las incógnitas que te he dejado en cada carta escrita. Solo escríbeme lo que sientes por mí y te juro que lo voy a entender. ¿Cómo dejo de esperarte si mi corazón te necesita? ¿Cómo dejo de hacerlo si solo tengo quince años? Y es la etapa de mi vida en la que más me haces falta, tú, tus consejos, tus regaños, tu cariño, tus abrazos, un “te quiero hija”, “estoy orgulloso de ti”. Dime papá, enséñame a no necesitarte, a no quererte, a no esperarte, enséñame porque solo sé extrañarte y quererte de vuelta. Enséñame a ya no darte razones, enséñame a amarme para jamás mendigar el cariño del hombre que nunca me amó.

Angélica.

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