Carta 36
22/Julio/2021.
Papá, estoy muy mal, te necesito tanto, pero me necesito más a mí, quisiera que estuvieras aquí para sostenerme, darme un abrazo, sostener esta construcción que se encuentra derrumbada sobre el suelo, ¿es demasiado pedirte que regreses a mi lado? Quiero que vengas y te quedes conmigo, Angélica; tu hija te necesita, necesita la protección que solo tú cómo padre puedes brindarme, Angélica quiere que la escuches.
Quiero que me digas que todo estará bien, que tú estás conmigo y que jamás te volverás a ir, quiero yo ser tu razón más poderosa para quedarte. Regresa y protégeme del señor Alfredo y Homero, ellos no son buenos, me quieren destruir, solo por eso se acercaron a mí, ellos asesinaron a Angelina y me ayudaron a matar a Guillermo y a Leticia, y estoy segura que también harán lo mismo conmigo. No tengo pruebas que me hagan culparlos con la policía y aunque lo hiciera la justicia no existe.
Por favor ayúdame, dime que volverás y nos iremos juntos a un lugar donde nadie pueda hacernos daño. Me encuentro sola, esperándote, porque en cualquier momento sé que vendrás por mí, las paredes de esta habitación me tienen harta, aunque su blancura intenta trasmitirme paz, yo no la tengo y nunca la he tenido. Me siento completamente sola, añorándote a ti y a tus abrazos, como tú no estás los estoy sustituyendo por una estúpida almohada que no me transmite nada más allá de la suavidad que tiene.
No quiero salir de aquí, no hasta que vuelvas, te estaré esperando en mi habitación, porque allá afuera en el mundo que me rodea es cruel y despiadado, cualquiera puede hacerme daño porque estoy vulnerable y no hay nadie que pueda protegerme.
Angélica no quiere ser destruida nuevamente, ya no quiero hacerme daño pero hay demasiadas razones para hacerlo. Lamento mucho haber confiado en las personas equivocadas, lo siento tanto por haberle autorizado al señor Alfredo y Homero acercarse a mi vida, yo creía en ellos, porque no tenía a nadie que me protegiera de la crueldad humana, en mi vida no estabas tú y yo solo buscaba la protección y seguridad que alguien mayor pudiera trasmitirme.
Tú tienes la culpa por no permanecer y yo por haber sido tan ingenua y no haberte dado razones para quedarte, yo busqué en ellos lo que me faltaba, lo que tú me negaste; un abrazo, un beso, un “me quedaré contigo hasta que estés bien”, y aunque sus intenciones no fueron buenas, hicieron lo que tú no hiciste… permanecer.
Angélica.
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