Carta 34
20/Julio/2021.
¿Alguna vez has sentido un dolor en el pecho? Un dolor agonizante que no puedes controlar, ¿te has sentido preso de ti mismo? Y quieres salir pero todo es tan complicado, es como un puzle del que no encontramos la pieza faltante.
La actividad de ayer me dejó en estado de shock, las palabras que cada uno me dijo despidiéndose de mí se clavaron en lo más profundo de mi mente “no has hecho algo por lo que alguien deba recordarte” y dolía, ya no quería morirme, no justo en este momento. Ayer quedé muy mal, no tuve otra opción que volver a mi habitación, quería estar sola pero no era lo que necesitaba, pero ya no quería hacerle daño a las personas que solo demostraban su manera de ayudarme.
A mí me hacía falta un abrazo, Angélica la destructiva anhelaba tanto uno, un motivo que me alentara a seguir, necesitaba sentirme querida e importante por tan solo un minuto de mi vida, deseaba que alguien me abrazara hasta quedarme dormida, anhelaba sentir la sensación por primera vez que es sentirse lo suficientemente buena como para que alguien se quisiera quedar por una noche a mi lado. ¡Una sola noche! Añoraba sentir todo aquello que nunca he sentido, quería sentirme amada aunque todo fuera una mentira que acabaría al despertar.
En la noche anterior fue la soledad quien permaneció a mi lado, fue como un manto que me acobijó mientras me abrazaba con todas sus fuerzas, ella no se iría, irónicamente la soledad siempre estaría acompañándome para que no estuviera sola.
Al despertar miré todo a mi alrededor, no había señales de que alguien se hubiera acercado a mi habitación para ver cómo me encontraba. Decidí salir de la cama, me abracé a mí misma por primera vez, y hasta podría decir que mis abrazos me transmitieron algo mucho más que nada, no sólo fueron los brazos de Angélica los que me envolvieron, yo sentí algo mucho más fuerte.
Volví a mi funeral, todo estaba vacío, pero no tanto como yo, los arreglos florales eran lo único que adornaban todo. Celebré, ¿celebramos juntos? Maté a Angélica, la persona que siempre quiso estar muerta, la que nadie quería, la que nunca me permitiría ser feliz. Bailé y brinqué, hice añicos los pétalos de rosa, hice todo el desastre que Angélica la que maté hubiera hecho, maté a la persona que nadie creía que mataría, me maté a mí misma, lo hice tantas veces y el resto permití que alguien más lo hiciera, me maté, maté todo lo malo que habitaba en mi vida, lo que ya no me servía y no me dejaba continuar con mi vida. Me asesiné y lo agradezco tanto, necesitaba acabar conmigo misma para entender la magnitud del daño que me estaba haciendo.
¿Tú ya te mataste? Mátate, acaba con el hombre que fue capaz de abandonarme.
Angélica.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top