Carta 27

13/Julio/2021.

¿Sabes, papá? Ya sé que la mayoría de todas mis cartas, —sino es que en todas—, he escrito la falta que me haces y lo mucho que deseo que estés aquí. En el lugar que me encuentro no es de lo más agradable, no es el sitio en el que debería estar alguien que debería tener una familia. Echo de menos cuando nadie me molestaba, cuando nadie me decía lo que tenía que hacer, cuando permanecía encerrada en mi hogar todo el día y nadie se percataba de mi existencia, extraño cuando miraba a mi alrededor deseando con todo mi ser que tú aparecieras para darme lo que tanto me hacía falta, extraño cuando estaba destruida —aún lo estoy— pero durante muchos años rogué, clamé e imploré ayuda, misma que nunca llegó hasta apenas ahora, ¿qué hay de diferencia? que ya se me había hecho algo habitual destruirme todos los días, ya estoy acostumbrada que todos miren lo mal que estoy y simplemente pasen de largo por mi vida.

Papá, una familia me quería adoptar a mí, ¿puedes creer eso? Alguien estaba eligiendo a la Angélica que tú abandonaste, a la niña que tú le negaste una familia, ¿por qué lo hacían? Por lo mismo en la que todos se acercaban a mí, porque sentían lástima por mí, porque nadie me quería. Yo no la quiero a ella, yo no quiero ninguna familia, yo te quiero a ti porque tú eres mi única familia, el único hombre sobre este mundo que puede ser capaz de amarme.

¿Sabes algo? Estoy mal y seguiré peor, era esto lo que por muchos años había querido, cuando las destrucciones de Guillermo y Leticia me afectaron tanto, cuando ya no quería más dolor, cuando creía que existía la posibilidad de que alguien pudiera amarme, este era el sitio donde quería terminar en  compañía de mi hermana Angelina cuando fui a la policía, cuando demostrara que la violencia que ellos me daban era real, que no era ningún invento mío, y ahora que estoy aquí ya no quiero nada de lo que aquella Angélica estúpida soñaba.

Quiero ser escuchada, que alguien me abracé, no importa quién me abrace, solo quiero eso, ¿es mucho pedir? Quizá para mí no, pero para alguien más sí. Nadie me quería abrazar, no había nadie dispuesto a aceptar mis abrazos y aunque no lo creas lo entiendo, ¿quién querría escuchar toda la mierda que iba a salir de mi boca? ¿Quién cambiaría su estabilidad emocional para escuchar a alguien quejarse? Nadie. Te juro que si logro salir de esta, no dejaré que alguien pase por lo mismo que yo, seré esa persona que está dispuesta a escuchar a alguien porque es lo que yo por mucho tiempo he necesitado, bueno supongo que solo se quedará en eso, en solo palabras escritas sobre una de las tantas cartas dirigidas a ti; el hombre que nunca me amó.

¡Me voy a morir! Esto es lo que por mucho tiempo necesité, hoy ha llegado el día en el que ya no te necesito. —Mátame— le pedí al señor Alfredo, se lo pedí a él porque quizá no tendría piedad para matar, colocó su pistola en la frente, solo me quedé esperando al accionar del arma. Últimas palabras —te quiero en mi funeral, espero y esta sea una verdadera razón para que vuelvas. Todo ha terminado.

Angélica.

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