El problema era que todo el mundo me miraba, pero nadie era capaz de verme.

El problema era que en realidad estaba sola, cuando aparentemente estaba rodeada de gente.

El problema era que la gente se tomaba el derecho de juzgarme, sin siquiera intentar conocerme.

El problema era que daba todo de mí, a quien no llegaba a merecerme.

El problema era que confiaba demasiado, en quienes terminaban por decepcionarme.

El problema era que ya apenas quedaban personas con pasión.
El problema era que cada vez
perdíamos más y más la ilusión.

El mayor problema de todos era
que yo de por sí ya era una chica problemática,
la misma chica problemática a la que le gustaba echarle valor y enfrentarse a los problemas.