Hija de la luna,
fuerte como ninguna.
Bajaste del cielo
como estrella del mañana,
gritaste a los cuatro vientos
hasta agotar el último suspiro de tu alma.

Hija de la luna,
un lobo llega y te aulla,
mientras una lobezna
oculta entre las sombras de la noche,
hechizada por tu magia
únicamente te susurra.

Hija de la luna,
te acercas a acariciar al macho alfa,
mientras la lobezna permanece hechizada,
escondida tras aquellos árboles,
sin poder dejar de admirarte.

Hija de la luna,
por fin la lobezna sale de entre las sombras.
Curiosa, se acerca lentamente,
sólo quiere conocerte.
Con su mirada y su sonrisa,
se coloca delante de tí,
esperando pacientemente una respuesta.

¿Hija de la luna?
Quizá estaba equivocada...
Quizá no era así...
Tú eras mucho más grande que eso,
tú eras la luna entera para mí.