8
Estoy despierto más o menos a medio día y lo primero que hago es ir a la cocina por un café. Una vez está preparado, me recargo en la mesa y trato de descifrar lo que Ángela y Jason dicen. Un par de minutos después, cuando ya estoy por terminar mi café y ya me siento más activo, veo a Ángela y Jason salir de la habitación de este último. Ángela lleva al pequeño Mike en sus brazos y una pañalera colgada en el hombro izquierdo, ella le dice con molestia algo a Jason y después de saludarme sale del departamento lo más rápido posible.
—Hey— me dice y se sirve lo último del café.
—Hey— respondo.
—Oye...— comienza, se rasca la nuca con la mano libre y mira hacia el suelo, como si sus pies fuesen más interesantes que lo que sea que está ocurriendo aquí. —Yo, creo que deberíamos... es decir, yo... como que...
—Eres un idiota— sonrió y el me mira sonriendo también.
—Gracias— toma un poco de su café y vuelve a mirarme. —También eres un idiota.
—Lo sé, y gracias.
—Ni siquiera puedo recordar porque discutimos— mintió.
—Yo tampoco— mentí mientras tomaba el último trago de café. —Oye hombre... ¿Ángela está enamorada de alguien más? — pregunto con la mayor cantidad posible de delicadeza de la que soy capaz.
—Si— sonríe con tristeza. —Te gusta Melanie ¿eh?
—Pues si— me encojo de hombros. — ¿Quién es?
—Un chico de su facultad. Soy un idiota— le doy la razón en silencio. — ¿Por qué en la vida iba a gustarte alguien como Melanie?
—He estado preguntándome lo mismo por un tiempo— Jason toma otro trago. — ¿Cómo lo supiste?
—Melanie me dijo.
—Vaya.
— ¿Qué sucedió con ustedes? — me preguntó, sin aguantarse más las ganas.
—Pensé que para este momento ya lo sabrían.
—Ángela no me dice nada si se trata de su amiga— gruñe despacio. —O de ese hijo de puta de la universidad.
—Ella estaba aquí cuando regrese de traer la cámara, y aunque primero se puso nerviosa, a saber porque, cuando por fin le pregunte porque había estado evitándome se puso un poco a la defensiva y terminó diciendo que yo era un gordo y que nunca sería amiga de alguien como yo... o algo así, no lo recuerdo bien— mentí.
—Vaya— dejó el café a un lado. —Ella solo llego un par de días antes de la fiesta, cuando Ann no estaba y me preguntó si de verdad yo estaba enamorado de Ángela, al principio le mentí, pero ya sabes, tiene esa mierda que tienen todas las mujeres del sexto o séptimo sentido, no sé cuántos son— se rascó la nuca, nervioso —, y supo que estaba mintiéndole de inmediato. Terminé admitiendo que sentía algo por Ángela y ella me dijo... pues ya sabes— hizo un mohín —que un hijo de puta tenía los ojos puestos en ella y... dijo algo de que Ángela estaba considerando salir con él. Si te soy algo sincero, hombre... me cabree tanto que pensé que estaba echando humo. Considere ir a matar al sujeto... simplemente porque le gustaba Ángela. Y eso es lo más idiota que jamás se me ha ocurrido— estuve de acuerdo en silencio —, porque no tengo el derecho de hacerlo, porque si Ángela se está enamorando de ese imbécil es solo por mi culpa. Porque soy un hijo de la grandísima... soy un gilipollas— se jaló el cabello, desesperado y me miró con una mezcla de furia y tristeza. — ¿Qué voy a hacer Matt? No quiero perderle. Si tan solo... se lo hubiese dicho en el momento... si tan solo yo... no... es solo que... — me miró desesperado —¿Qué hago? Va a darse cuenta pronto de que él podría ser alguien mejor para ella, que cualquiera podría ser mejor para ella... y va a dejarme, va a irse con un sujeto cuyo rostro ni siquiera conozco. Alguien que ni siquiera le conoce bien.
Se sentó despacio en el suelo y miró hacia arriba, hacia mí.
—Ángela Borges, es la segunda hija de tres, con dos padres que llevan casados desde que tienen memoria. Un padre que fue educado a la antigua y que si fuese por él ya se hubiese llevado mi cabeza...sin mi cuerpo por supuesto —sonrió con tristeza —. Su madre es una típica ama de casa. Tiene veintiún años, su cumpleaños es el nueve de noviembre, su hermana mayor está casada y es Maestra en un preescolar, tiene treinta y dos años y dos niños. Su hermana menor tiene diecisiete años y es la mejor de su clase, la favorita de papá. Conoció a Melanie, que es su mejor amiga, el diez de enero de hace doce años. Es ambidiestra porque cuando tenía trece se cayó de las escaleras y su brazo derecho quedó destrozado, por lo que tuvo que aprender a escribir con la izquierda. Cuando está nerviosa solo hace dos cosas, muerde la parte inferior izquierda de sus labios o mordisquea su meñique, si la vez haciendo cualquier otra cosa y te dice que no está nerviosa, probablemente este mintiéndote.
Abro bien los ojos, no sabía que Jason conocía tantas cosas acerca de Ángela. —También, es una mala mentirosa. Tan mala que no puedes creerlo, ni siquiera siendo el rey de los tontos. Su abuela murió el año pasado, después de haber luchado tres años contra el cáncer. Y esa es la razón por la que ella estudia medicina. Su color favorito es el verde limón, pero no le gusta usarlo porque cree que se ve gorda, aunque si te soy sincero ella es hermosa con cualquier cosa que use. Irónicamente odia la gelatina de limón, porque aparentemente se siente extraña comiéndola. Tiene tres lunares en el rostro, uno muy pequeño cerca de su ceja izquierda— se toca la ceja izquierda y sonríe con tristeza. —El segundo está muy cerca de la oreja derecha y el tercero, que es mi favorito, se encuentra debajo de sus labios, en la parte izquierda... sonríe si lo tocas— se tocó los labios— tiene cientos de lunares en el cuerpo, lunares que nunca terminé de contar... ¿Qué tan idiota soy por saber todo esto? ¿Qué debo hacer Matt?
—No lo sé hombre... no lo sé. Pero...— me senté junto a él —se lo que no debes hacer.
—Probablemente es lo que más deseo hacer.
Jason decidió, después de un rato de silencio, que no le diría nada a Ángela, que guardaría todo lo que tenía dentro para él mismo hasta que fuese menos intenso, hasta que desapareciese por completo. Lo último que me dijo antes de irse a trabajar fue que esperaba que algún día desapareciesen esos sentimientos.
¿Por qué había decidido guardarse todo eso? él dijo, algo con lo que estuve completamente de acuerdo, que Ángela había estado enamorada de él, o que al menos había albergado en su corazón un sentimiento más profundo que el de la amistad hacia él por mucho tiempo, por lo que ahora que ella estaba avanzando no podía simplemente acercarse a ella y decirle que la amaba —porque sí, él la amaba— y arruinar el gran avance que había hecho, dijo que le amaba lo suficiente como para entender que no era el hombre para ella.
—Es mi karma hombre, lo he estado acumulado toda mi jodida vida— y entendí que no hablaríamos de eso durante un tiempo.
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