5

Jason estaba tumbado boca abajo en el suelo cuando regrese el lunes, lo patee para verificar que estaba vivo. No se movió así que lancé mi mochila a su espalda. Soltó un quejido y después murmuro bajito:

—Déjame en paz.

— ¿Qué sucede?— saque la caja de jugo del refrigerador, tome un vaso de la encimera y lo llené hasta la mitad, volví a dejar el jugo en su lugar y miré a Jason esperando una respuesta. No hubo respuesta. Me acerque al refrigerador de nuevo y saqué la caja de jugo. —Voy a beber directo de la caja si no me dices que sucedió— lo juro, no pasaron ni cinco segundos y él ya estaba frente a mi tratando de quitar la caja de mis manos, la levante sobre mi cabeza, alejándola lo más que pude de él —¿Qué sucede?— soltó un largo suspiro y se sentó en uno de los banquillos que teníamos en la cocina.

—Ángela no me contesta el teléfono— lo golpeé en la cabeza.

— ¿Ya fuiste a su apartamento?

—Claro que si— gruñó —No soy idiota.

—Bueno, en eso estoy en desacuerdo— me lanzó una mirada dura. — ¿Qué hay de La...— me detuve, creo que debería guardarme su sobrenombre para mí—su amiga?

—No está— puso sus manos sobre su rostro. — ¿Qué voy a hacer?— preguntó con desesperación — ¿Qué tal si piensa deshacerse de él o ella?— me miró desesperado.

—No creo que quiera hacerlo.

—Tengo que verla ahora— tomó las llaves y salió dando un portazo. Di una mirada al departamento. Había algunas cajas rotuladas.

—Así que Sebastián piensa mudarse— murmuré.

—Bueno ya lo tenía planeado— llegó cargando otra caja.

—El departamento va a quedar casi vacío cuando te vayas.

—No seas cursi— hizo una mueca de asco y me golpeo en el hombro.

—No, quiero decir, literalmente— miré las paredes ahora vacías —Casi todo aquí es tuyo.

—Bueno— se encogió de hombros —, las cosas en la cocina son de ustedes y el sofá y la mesa.

—Tus cosas le daban vida a las paredes o algo así— me encogí de hombros. —Además Jason se volverá completamente loco, ya sabes, su manía por mantener todo en orden— tomé a Sebastián por los hombros, preocupado —No puedes dejarme solo con él. Va a...— tragué duro —va a ordenar mi habitación.

Sebastián se rió. Fruncí el ceño.

— ¿No recuerdas lo que paso la última vez que lo hizo?— Sebastián se rio, yo lo golpeé en el hombro. —No es gracioso. Pasé años juntando la mugre de mis calcetines de la buena suerte... y ahora solo son...

— ¿Calcetines?

—Exacto.

—No tienes de que preocuparte, cuando el bebé llegue lo único que hará será limpiar su mierda.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top